De todos los proyectos de mezclar música rock y orquesta, el de Deep Purple es, junto al de Pink Floyd en Atom Heart Mother, el más interesante. Y no porque el resultado de cualquiera de estos dos discos sea mejor que el resto, sino porque a diferencia de otros discos en los que, generalmente, la orquesta está meramente al servicio de los arreglos de canciones ya publicadas anteriormente, en Concierto para grupo y orquesta y en Atom Heart Mother (en menor medida, ya que la comunión entre rock y clásico se produce solo en el primer tema, aunque éste sea una suite de 25 minutos) hablamos de una obra totalmente nueva y enfocada a la convivencia musical de grupo y orquesta, con sus estilos diferenciados, y aportando por igual al conjunto, sin que uno esté al servicio del otro.
En 2012 se grabó una versión de estudio, en esta ocasión con la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra, dirigida por Paul Mann. En esta versión de estudio, las partes de orquesta fueron grabadas por separado, y añadidas después a la mezcla de la grabación del grupo en los estudios Abbey Road. En la formación que grabó la versión de estudio aún estaba el propio John Lord, que moriría poco tiempo después, y guitarristas de la talla de Darin Vasilev, Joe Bonamassa y Steve Morse (En el primer, segundo y tercer movimiento, respectivamente), o vocalistas como Bruce Dickinson, Steve Balsamo y Kasia Laska. Pero puestos a elegir, nos quedamos con la mítica interpretación en directo de la formación original en 1969, con Richie Blackmore (guitarra), Roger Glover (bajo), John Lord (teclados), Ian Paice (batería) e Ian Gillian (voz).

El disco culmina en el "Tercer movimiento: Vivace - Presto", un final a la altura de una obra sinfónica sin apenas precedentes en aquella época, en la que las estructuras sinfónicas de la orquesta se mezclaban magistralmente con el hammond y las guitarras características de los "Purple", en una combinación difícilmente superable aún hoy en día. Un auténtico regalo para los oídos, en una época en la que musicalmente ya casi nadie se arriesga a regalarnos nada que nos sorprenda. Perdón por la tristeza que acompaña a esta última frase, adherida a ella con la misma precisión con la que un día un grupo se juntó con una orquesta para dar alguna que otra lección y, de paso, hacer historia conjunta.
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