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viernes, 5 de septiembre de 2025

Disco de la semana 446: More - Pulp


Hay algunos grupos de los que siempre querríamos más. En el año en el que Oasis por fin han hecho caso a las miles de voces que les pedían un retorno, querríamos que este hubiera sido con un nuevo disco bajo el brazo y no solo en una gira de revisión de grandes éxitos. O, tras el brillante nuevo disco de Blur con "The Ballad of Darren" querríamos que ese retorno no fuera efímero y que no pasaran muchos años más antes de un nuevo trabajo de Albarn, Coxon y cía. Siempre queremos más. Y en esta suerte de retorno al britpop que estamos viviendo, los que de nuevo se han llevado la palma y nos han dado ese "más" que tanto demandábamos han sido Pulp, en el otro gran regreso que nos faltaba para quedar completamente saciados.

"More" ("Más") es el octavo álbum de estudio de Pulp, un disco inesperado tras 24 años de sequía desde aquel lejano "We Love Life" (2001). Por el camino, el grupo sufrió la pérdida del bajista Steve Mackey, fallecido en 2023, que aparece como co-autor en dos de los temas de "More", pero el resto de la banda siguen siendo los de siempre: Candida Doyle (teclados), Nick Banks (batería) y Mark Webber (guitarra), y con nuevas incorporaciones como Andrew McKinney (bajo) o Emma Smith (violín), todos ellos liderados por el icónico Jarvis Cocker (voz, guitarra y teclados), que en la revista Mondo Sonoro reconocía en una entrevista de promoción que "este disco nadie nos los estaba pidiendo, fue más bien espontáneo".

Nos viene bien esa espontaneidad, porque realmente hacía falta más. Mucho más. Y eso es algo que este disco le dará a todos los fans de Pulp que se lancen a escucharlo. No es mucho aventurarse el decir que dentro de una discografía interesante y muy notable, Different Class (1995) es el disco que brilla y destaca sobre el resto, su momento cumbre y su gran obra maestra, y son muchas las conexiones de "More" con ese disco, empezando directamente por la portada, diseñada por Julian House a partir de una foto tomada por el propio Jarvis Cocker en 2024 en Islandia, a la que House añadió imágenes de los miembros de Pulp, que a su vez son las que fueron añadidas en el montaje de la portada de "Different Class". No queda ahí la cosa, porque en el video de Spike Island, el primer single promocional y la canción con la que comienza el disco, reviven con la ayuda de la IA esas imágenes que salteaban el artwork del mítico disco de 1995.

¿Es entonces "More" una continuación de "Different Class"? No necesariamente, y no sería justo comparar este disco con aquel, pero si que es una vuelta de Pulp al sonido que les hizo grandes, tras los intentos deliberados de alejarse lo más posible del britpop que fueron "This is Harcore" y "We Love Life". Eso se nota ya desde el primer tema, el ya mencionado Spike Island, donde es más que evidente que Cocker y compañía no han perdido ni un ápice de la magia y la frescura del pasado, en un meritorio arranque de guitarras glam rock que homenajea el mítico concierto de los Stone Roses en 1990, con un estribillo que es a la vez pegadizo, elegante y con ese toque decadente que solo Pulp puede conseguir.

Le sigue Tina, tercer single que se publicó del disco, una joya musical que no habrá desmerecido como parte del mismísimo Different Class, que comparte además con alguna de las grandes canciones de aquel disco la recurrente temática de la obsesión juvenil por el sexo y las complicadas relaciones de pareja en la adolescencia, con una brillante estructura de estrofas recitadas que desembocan en otro de tantos estribillos gloriosos. El nivel se mantiene en Grown Ups, con nuevos recitados y arreglos de violines, y una melancólica letra sobre el paso del tiempo y el miedo a madurar, casi como si los personajes de Disco 2000 hubieran envejecido y reflexionaran irónicamente sobre su vida.

El genio y la magia están también presentes a raudales en temas como Got to Have Love, publicada como segundo single, y entre el resto de canciones merece la pena reseñar también, dentro de una segunda parte del álbum más introspectiva y melódica, el tema Hymn of the North, que surgió durante una prueba de sonido durante la gira de 2023, y que se trabajó y se incluyó en el disco como homenaje al fallecido Steve Mackey. Es uno de los temas más elegantes y barrocos del disco, con grandes arreglos orquestales al más puro estilo Scott Walker. Y no menos destacable sería el cierre con A Sunset, con Richard Hawley a la guitarra acústica, y co-acreditada a The Earth, para que un porcentaje de los beneficios vaya a la organización caritativa "Earth Percent" impulsada por Brian Eno, que hace su aparición estelar junto a varios miembros de su familia en los coros.

"More" es, en conclusión, una nueva mirada nostálgica y una reflexión desde la edad adulta, pero aquellos tiempos ya pasaron. No está de "más" volver a ellos de cuando en cuando y recordar la belleza y la intensidad con las que fueron vividos. Por eso queremos siempre "más", aunque aceptemos que aquel baile ya terminó y que aunque tenemos muchas "más" arrugas, también tenemos "más" experiencia, la suficiente como para valorar un disco que, pese a su mirada hacia el pasado, es también un soplo de aire fresco, de novedad y de demostración del talento de uno de los mejores grupos británicos de los noventa. 

viernes, 29 de agosto de 2025

Disco de la semana 445: Ilegales - Ilegales

Ilegales




     Cuando en 1983 el vinilo homónimo de Ilegales aterrizó en las tiendas, España no estaba lista para lo que se le venía encima. Este álbum de la banda asturiana Ilegales, liderada por el irreverente Jorge Martínez, no fue solo un disco: fue una patada en la puerta del rock español, una declaración de guerra al conformismo y un puñetazo en la mesa de una escena musical que, en plena Movida Madrileña, a veces se perdía en postureo y sintetizadores. Con un sonido crudo, unas letras escépticas y una actitud de “me importa todo un carajo”, el disco Ilegales se convirtió en un clásico, un disco que aún hoy huele a gasolina, cuero y noches de garito.

Retrocedemos a finales de los 70 en Oviedo, una ciudad que no era precisamente el epicentro del rock’n’roll. Jorge Martínez, un tipo descarado, formó en 1977 el trío Madson junto a su hermano Juan Carlos y David Alonso. Dos años después, se rebautizaron como Los Metálicos, pero cuando Juan Carlos se largó, Íñigo Ayestarán entró al bajo y el nombre cambió a Ilegales. Así empezó todo: tres chavales con ganas de liarla y un puñado de canciones que destilaban rabia y displicencia por lo establecido. 
En 1981, Ilegales ganó el concurso de rock Ciudad de Oviedo, lo que les dio la oportunidad de grabar tres temas: Europa ha muerto, La Fiesta y Princesa equivocada para el disco colectivo Primera Muestra de Pop Rock en Asturias. Ese pequeño triunfo les puso en el radar, y los dueños de la compañía discográfica Estudios Norte, donde grabaron, que habían comprobado el talento de la banda, les propusieron grabar un álbum completo. El productor Paco Martín se hizo con los derechos, y en 1982, Ilegales entró al estudio para dar forma a su primer zarpazo discográfico. El resultado, publicado en 1983 por la compañía Hi-Fi Electrónica, filial de Ariola, fue un disco que no pidió permiso ni perdón. 


Ilegales no es un álbum para cobardes. Las 12 canciones de la edición original son un viaje urbano donde se pasean la delincuencia, las drogas y la violencia, todo envuelto en un sonido que mezcla punk, rock y un toque de new wave, pero con su estilo inconfundiblemente asturiano. Jorge Martínez, con su voz afilada y su guitarra con sus riffs cortantes como una navaja, lidera el asalto junto a David Alonso en la batería y Willy Vijande, quien reemplazó a Ayestarán al bajo poco antes de la grabación. Las letras son directas y sin florituras, todo un reflejo de la vida en los márgenes: historias de perdedores, rebeldes y tipos que no encajan en ningún molde.

El disco arranca con Tiempos nuevos, tiempos salvajes, un himno de tres minutos que te escupe en la cara. La canción es la carta de presentación perfecta: “Vivimos tiempos nuevos, tiempos salvajes / donde nadie sabe lo que va a pasar”; es el grito de una generación desencantada, pero que no se rinde. Esta canción capturó la esencia de una España en transición, atrapada entre el franquismo reciente y una modernidad incierta. La canción combinaba la urgencia del punk con una producción lo suficientemente pulida para sonar en la radio pero sin perder su filo. Otros cortes como Yo soy quien espía los juegos de los niños, con un sonido siniestro y una letra inquietante, es puro Martínez, un relato que mezcla ironía, crítica social y un toque de humor negro. Jorge Martínez lo tenía muy claro: “esas canciones no eran para agradar, eran para incomodar. Queríamos que la gente se sintiera señalada, que se mirara al espejo y no le gustara lo que veía”La casa del misterio muestra la versatilidad del grupo: podían ser punk, pero también coquetear con el pop o incluso con el proto-postpunk. Heil Hitler! es una provocación deliberada, una sátira que, según Jorge en una entrevista, “se malinterpretó porque la gente no pillaba la ironía”. Y luego está Problema sexual, un tema que mezcla humor y crudeza para hablar de las frustraciones de la juventud. La edición original en vinilo de 1983 incluía 12 temas, aunque algunas reediciones añadieron bonus tracks como La pasta en la mano o Princesa equivocada. Estamos ante un disco que no pide disculpas, que no busca ser políticamente correcto, y precisamente ese es su fuerte y por eso sigue siendo relevante.



La grabación del álbum no fue un paseo por el parque. En los Estudios Norte la banda trabajó con un presupuesto ajustado y un equipo que, aunque profesional, no estaba preparado para la energía desbocada de estos asturianos. El proceso fue caótico: Jorge, obsesionado con capturar la crudeza del directo, chocaba constantemente con los técnicos, que querían pulir el sonido para hacerlo más “comercial”. Al final, el disco logró un equilibrio perfecto: suena sucio pero no amateur; agresivo pero no ininteligible. El productor Paco Martín fue clave para que el disco viera la luz, pues aunque no era un fanático del punk, reconoció el potencial de Ilegales y peleó por llevar el álbum a Hi-Fi Electrónica. La guinda fue la icónica portada diseñada por Ouka Leele, una artista clave de la Movida. La foto, con su estética colorida y provocadora, es casi tan legendaria como el propio disco. Esa portada se convirtió en un símbolo del grupo y de la época, fiel reflejo de la actitud desafiante de la banda. 

Cuando Ilegales llegó a las tiendas en 1983, el impacto fue inmediato. Gracias a la difusión de Jesús Ordovás en Radio 3, canciones como Tiempos nuevos, tiempos salvajes, se convirtieron en himnos para una juventud harta de convencionalismos. El álbum consiguió capturar la rabia de una generación que no encontraba su lugar en una España en cambio constante. El disco además de ser un éxito comercial, algo muy raro para un debut de rock en esa época, también puso a Ilegales en el mapa como una de las bandas más auténticas y peligrosas del panorama. Pero no todo fue un camino de rosas; las letras de Ilegales, cargadas de referencias a la marginalidad y con un tono a menudo cínico, no sentaron bien a todo el mundo. Jorge Martínez ha contado en más de una ocasión cómo algunos sectores de la prensa los acusaron de glorificar la violencia o de ser demasiado oscuros. Su respuesta siempre fue la misma: “Si no te gusta, no lo escuches. Nosotros no hacemos música para complacer”. Esa actitud macarra, lejos de perjudicarlos, los convirtió en todo un referente para los inadaptados y los rebeldes. Ilegales ya no era una banda, era una forma de vida. 

Ilegales es un manifiesto, el sonido de una banda que no se arrodilló ante nadie, que escupió en la cara de las convenciones y que, con un puñado de canciones, marcó un antes y un después en el rock español. Jorge Martínez lo definió a la perfección “Hicimos este disco para nosotros, no para el público. Si te gusta, bien. Si no, que te jodan”. Así que, lo mejor que puedes hacer es ponerte este disco y subir el volumen, porque es puro rock’n’roll sin domesticar.

viernes, 22 de agosto de 2025

Disco de la semana 444: Lost In The Dream - The War on Drugs

 

Hay un tiempo y un lugar donde Lost In The Dream pertenece. Para ser honesto, aún no he descubierto exactamente dónde está, pero sé que está ahí. Como Untrue de Burial siempre sonará a las 2 a. m. en una ciudad ajetreada después de una noche de fiesta, o Illinois de Sufjan siempre será la madrugada, antes de que toda la gente perezosa se despierte, cuando las únicas personas en el mundo son aquellas lo suficientemente motivadas como para despertar, Lost In The Dream se siente como si perteneciera a algún lugar como una entidad, cada vez que lo escucho me transporto muy lejos, a un lugar en el que aún no he estado, o tal vez a un lugar que conozco en una situación que aún no ha sucedido. Estoy seguro de que cuando encuentre ese lugar y escuche este álbum en el entorno en el que se supone que debe estar, todas las pequeñas quejas que tengo sobre él se desvanecerán y se convertirá en la perfección, pero por ahora solo tendré que imaginar. Definitivamente hay cosas que no son perfectas sobre este álbum, pero al mismo tiempo, cuando pienso para lo que este álbum está diseñado no son tan importantes. En primer lugar las influencias, mucha gente ha estado criticando este álbum por ser demasiado derivado de Bruce Springsteen, la otra comparación que escucho es la de Mark Knopfler y Dire Straits, no se trata solo de una influencia sutil: la forma en que Adam Granduciel toca la guitarra está intrínsecamente ligada a Knopfler, simplemente por la sencillez con la que construye las líneas. En muchas canciones, la línea de guitarra principal incluye un pequeño riff de giro para cambiar de acorde, y cada vez que lo escucho me transporto a 1980. Me encanta, pero en combinación con el ligero acento country en la voz de Granduciel (que es una de las pocas cosas de este disco que no me convencen) y las progresiones de acordes, tan ochenteras, escucho a Dire Straits en casi todas las canciones. El otro problema es muy pequeño, y cuando pienso en este álbum en el contexto que imaginé en el primer párrafo, en realidad se convierte en una ventaja, no en un problema: prácticamente todas estas canciones suenan igual. Y no me refiero a exactamente igual, por supuesto, hay pistas más rápidas, instrumentales y más largas, pero en términos de atmósfera y estado de ánimo, Lost in the Dream se mantiene prácticamente igual de principio a fin. Puedo criticar esto por ser un poco aburrido: todo lo que The War on Drugs necesitaba hacer era decidir el estilo y escribir algunas melodías, y todo el álbum está hecho, pero al mismo tiempo, el estado de ánimo es lo que realmente gana aquí, y si cambiara durante el álbum, no puedo evitar sentir que no tendría el mismo efecto. Melódicamente, este álbum sigue estando muy influenciado por Dire Straits, pero la voz de Adam está tan impregnada de eco y reverberación que la voz actúa más como un instrumento que como una narración. 


Under the pressure podría ser lo mejor del disco, con la tenue voz de Granduciel cabalgando junto con un piano en primer plano que trae consigo una sensación de serenidad. Pero hay más que solo pura amabilidad, con las guitarras cobrando vida en la marca de tres minutos y con saxo y sintetizadores que también se unen a la fiesta de maneras espectaculares. The War on Drugs también de alguna manera hace que el clímax de dos minutos y medio de la canción sea un placer para escuchar, a pesar de ser una cacofonía ambiental de efectos de sonido sintetizados. Under the Pressure es lo mejor que puede haber en la música. Red Eyes es sin duda una de las mejores canciones de 2014, y me estremece profundamente con la combinación de la melodía principal y ese ritmo de batería rítmico. Las progresiones de acordes se resuelven de una manera preciosa, dando lugar a melodías impresionantes. Suffering puede que no sea tan exultante, pero no podría imaginar Lost in the Dream sin que suavizara el ritmo en la tercera pista. An Ocean Between the Waves es una canción que se toca delicadamente hasta alcanzar un clímax asombrosamente enérgico a lo largo de (unos justificados) 7 minutos. La voz de Granduciel inicialmente suena aislada y exasperada, pero a medida que se acerca el clímax, comienza a gorjear apasionada pero incoherentemente sobre un outro excitable. Rezuma deliciosamente la discreta Disappearing, otra joya de la pista, con un riff de piano que parece una interpretación más siniestra de The Way It Is de Bruce Hornsby.
 

Eyes to The Wind tiene la melodía más influenciada por Dire Straits del disco, melódica y memorable, y el estribillo de “Burning” es simplemente estelar, elevándose sobre una instrumentación realmente inspiradora con ese sutil aleteo de órgano por debajo. Las canciones hasta ahora son largas, pero no hay ni un minuto de relleno, hasta que llega The Haunting Idle con menos de 3 minutos, esta canción parece inútil. No es necesario que la letra sea distinguible, ¡pero al menos haz que la instrumentación sea memorable!. Este rock de ritmo lento te van enganchando, al principio sonando agradables de fondo y luego absorbiendo tu atención hasta que llegas al clímax y te das cuenta de que estás totalmente cautivado un gran ejemplo de ello es Burning . Lost in a Dream es la canción que da título al álbum, y encapsula a la perfección el sonido característico de la banda. Con una duración de más de seis minutos, la pista construye un paisaje sonoro expansivo y melancólico, impulsado por las guitarras resonantes de Adam Granduciel, sintetizadores ensoñadores y una batería constante. La letra, introspectiva y reflexiva, evoca una sensación de anhelo y contemplación, como si uno estuviera vagando por un recuerdo lejano. Es una pieza hipnótica que te envuelve, transportándote a un estado de ensueño y melancolía nostálgica. In Reverse es la canción que cierra el álbum, sirve como una poderosa y catártica culminación del viaje emocional del disco. La canción se distingue por su progresión majestuosa, construida sobre una base de sintetizadores atmosféricos y un solo de armónica conmovedor. La voz de Adam Granduciel transmite una sensación de introspección y anhelo, mientras la música se eleva de manera gradual. Es una pieza que evoca una sensación de movimiento y contemplación, como si el oyente estuviera flotando a través de un paisaje de ensueño, culminando en un final etéreo y memorable.


Lost in the Dream es más que simplemente lo que esos discos eran, porque la emoción en este disco es tan precisa y hermosa. Se desliza, golpea con fuerza y se eleva sobre montañas de instrumentación. Hasta que escuche este álbum en ese contexto, con amigos que experimenten la historia de mi familia y la herencia de mi padre, tendré que conformarme con mi puntuación actual, más "intelectual", pero creo que el hecho de que este álbum tenga el poder de encapsular toda esa emoción y nostalgia en él es un testimonio de su grandeza, sin importar lo que diga el número al final.

viernes, 8 de agosto de 2025

Disco de la semana 442: Solitude Standing - Suzanne Vega


Un álbum sobre el amor, la esperanza, el asesinato, la muerte y el abuso infantil. Si esa descripción no te ha provocado una aversión inmediata a Solitude Standing, te espera una sorpresa, Suzanne Vega es más poeta que narradora, y sus letras tienen un efecto multidimensional que permite al oyente encontrar su propio significado personal en las canciones, Consigue capturar el dolor y la emoción de la vida cotidiana con una voz que implica tanto derrota como resiliencia, de hecho, su voz infantil le da una mayor intensidad a su obra, especialmente al abordar temas más sórdidos, como si sus propias palabras la hubieran afectado personalmente. Incluso cuando sus fuentes y significado lírico se vuelven demasiado profundos para el oyente casual (los contrastes mitológicos en "Calypso") o se enredan en su propia psique, su sentido de la melodía y la armonía nunca permite la desafección. Es fácil entender por qué Suzanne Vega nunca ha alcanzado el éxito que otros que han transitado por la misma senda, pero con mucho menos talento. A algunas personas no les gusta que la música sea demasiado complicada, y la de Vega puede ser tan difícil que hay que investigar algunas de sus referencias literarias para intentar entender a qué se refiere.

El álbum comienza con "Tom's Diner", una canción sencilla sobre una mujer que describe su entorno mientras toma un café en un restaurante local, la canción no tiene música, solo Suzanne cantando una melodía sencilla pero te engancha desde el principio y te hace esperar con ansias el resto del álbum, es posiblemente una de las grabaciones más importantes del siglo XX, aunque no tiene nada que ver con Vega, sí con Karlheinz Brandenburg. Probablemente no conozcas su nombre, pero fue una figura clave en el desarrollo del método de compresión de audio que ahora llamamos MP3, y fue la austera y suavemente reverberada canción a capela de Tom's Diner la que lo impulsó a completar el proyecto, que duró años, al convencerlo de que sería imposible comprimirla y que siguiera sonando tan bien, y al inspirarlo a demostrar que estaba equivocado. "Tom's Diner" se convirtió en la prueba estándar para cada nuevo refinamiento del algoritmo, es decir, esto básicamente no tiene nada que ver con este álbum, pero en cuanto a trivialidades musicales inútiles, es un éxito, ¿verdad? Por cierto, si buscas un dos por uno, el restaurante del que Vega escribía se convirtió más tarde en el hogar de todas las fotos de cafés en Seinfeld. 

El álbum continúa con el sorprendente éxito de Vega, "Luka", la canción es una narración en primera persona de la boca de una víctima de abuso infantil, básicamente abrió un nuevo mundo de gustos para el mainstream, y un nuevo mercado que las discográficas nunca antes habían explotado con la misma intensidad, Vega merece una pequeña parte del crédito por cada artista solista de rock femenina que surgió en los siguientes diez años: Alanis Morissette, Ani DiFranco, Sinead O'Conner, Tori Amos, Meredith Brooks, Sarah McLachlan, Jewel, Michelle Branch, quien sea. "Ironbound", el siguiente tema, es una descripción poética de un mercado al aire libre y de una mujer del barrio que deja a su hijo en la escuela, esta canción personifica la grandeza de Suzanne Vega, básicamente, está poniendo poesía en música y su talento te atrapa. "In The Eye" es otra narración, como todas las canciones del álbum, sobre una mujer que se enfrenta a lo que parece ser su marido maltratador. A primera vista, es la historia de una posible víctima de asesinato que se niega a huir de su atacante y promete atormentarlo: "y me grabaría en tu memoria mientras estuvieras vivo". Pero siempre he visto la canción desde una perspectiva completamente diferente, que admito abiertamente que puede tener algo que ver con mi experiencia personal. Siempre he tenido la impresión de que quien narra la historia se mira en un espejo y, por lo tanto, la canción trata sobre alguien que contempla el suicidio. Sea cual sea la perspectiva, es una de las mejores canciones de Solitude Standing.  "Night Vision" describe una escena en la que una madre cuida a su hijo asustado hasta que se duerme.

 

"Solitude Standing", fue otro gran éxito del álbum, está lleno de simbolismo y describe lo que suena como una reconciliación entre amantes lesbianas. "Calypso", es otra de mis favoritas. Calipso es hija de Atlas, vive sola en una isla, Odiseo, protagonista del poema clásico de Homero, La Odisea, se convierte en el amante de Calipso y queda abandonado en la isla hasta que su devoción y anhelo por su esposa la convencen de dejarlo ir. La canción presenta a Calipso cantando sobre su soledad mientras lo ve alejarse para siempre. El álbum continúa con dos canciones, "Language" y "Gypsy". La primera habla de cómo las palabras a veces pueden interferir en la expresión de los sentimientos. "Gypsy", como indica el título, describe el encuentro entre una mujer y su joven, hermoso y masculino amante gitano. "Wooden Horse (Canción de Caspar Hauser)", la última canción, aborda el enigma de Casper Hauser. Un hombre que aparentemente estuvo preso desde su infancia en un agujero oscuro, con solo unos caballos de madera y otros objetos sencillos como compañeros hasta los 17 años. El misterio que rodea al Sr. Hauser ha dado lugar a numerosos libros y otros escritos. La canción es lo que Vega pensó que pensaría si ella le diera voz. Más tarde se consideró que la historia debía ser totalmente falsa o estar solo parcialmente basada en la realidad, ya que cualquier desarrollo intelectual habría sido imposible en las condiciones descritas, y aun así Hauser pudo describir su difícil situación. Conociendo a Vega, más que una narración directa de la historia, debe haber algún paralelismo, pero no sé qué podría ser. Desde cualquier punto de vista, "Caballo de Madera" difícilmente podría considerarse material para las listas de éxitos. Y luego está "Language", una maravillosa reflexión sobre cómo nos comunicamos o, en realidad, cómo no logramos expresar lo que realmente pensamos y sentimos. "No volveré a usar palabras; no significan lo que quise decir. No dicen lo que dije. Son solo la corteza del significado con un mundo oculto". No tengo ni idea de cómo se pueden condensar pensamientos abstractos y astutos en una canción, pero funciona de maravilla.

 Solitude Standing consolidó la posición de Vega como la reina definitiva del pop/folk alternativo en 1987, pero esto no es folk mágico. Su voz es fría y no vibra, lo que le da a sus composiciones una atmósfera austera, gélida, pero siempre hermosa. Los elegantes sintetizadores ofrecen la misma atmósfera invernal de su debut, pero esta es mucho menos cruda y la voz de Vega es más sobria. Sus letras son, como siempre, perfectas, y este es uno de sus álbumes más potentes y consistentes. Incluso sin "Tom's Diner" ni "Luka", este álbum merecería los mismos aplausos.

viernes, 1 de agosto de 2025

Disco de la semana 441: Uchu Nippon Setagaya - Fishmans


 

Este puede que sea el viaje (metafórico) más largo que hemos hecho en 7dias7notas.net, porque en esta ocasión el disco de la semana nos ha llevado hasta Japón, donde una banda llamada “Fishmans”, liderada por el carismático Shinji Sato, logró con el álbum Uchu Nippon Setagaya” (1997), el reconocimiento internacional a un estilo único que fusionaba magistralmente géneros como el dub, el pop y la psicodelia, desarrollado y cuidado en cada uno de sus discos anteriores, pero que alcanzó en el disco que hoy reseñamos la categoría de “obra maestra” de su discografía, y que lamentablemente funcionó como brillante despedida, porque sería el último disco de estudio antes del fallecimiento de Shinji Sato a causa de una cardiopatía.

El disco abre con la etérea e hipnótica “Pokka Pokka”, una pieza relajada y de arreglos minimalistas, dominada por una efectiva línea de bajo y una suave percusión sobre la que la suave y melódica voz de Sato flota y se entrelaza con el resto de los instrumentos. El arranque es de lo más prometedor, pero lo que viene después es simplemente magistral, porque en “Weather Report” los sintetizadores, la percusión y los innovadores efectos de sonido generan un extenso y por momentos psicodélico paisaje sonoro de variadas formas y texturas.

うしろ姿 (Ushirosugata)” tiene cierto aire de balada melancólica e introspectiva, y de nuevo la instrumentación está cuidada al máximo, y la voz de Sato es delicada e intimista. No menos cuidada es la producción de “In the Flight”, que deriva hacia un folk de guitarra acústica, chasquidos de dedos y atmosféricos sonidos ambientales, acompañando a la susurrante voz de Sato. Son dos grandes temas, quizá un peldaño por debajo de los del arranque, y de la canción que les sigue, porque “Magic Love”, con su ritmo hipnótico es una de las piezas más emblemáticas del álbum. Con su ritmo de dub pop hipnótico y pegadizo, su bajo vibrante y su efectiva melodía vocal, se convierte en toda una explosión de energía dentro de un álbum marcadamente pausado e introspectivo.

バックビートにのっかって (Back Beat Ni Nokkatte) es un dub repetitivo al más puro estilo Gorillaz, con un hipnótico ritmo constante, efectivos teclados, buenas armonías vocales y breves escarceos de guitarra eléctrica. Es otra pieza memorable, aunque en sus más de ocho minutos de duración se echan en falta cambios de ritmo que hagan que la canción se desarrolle y evolucione en mayor medida. Y no es la canción más larga del disco, porque el dub pop progresivo de “Walking in the Rhythm”, obra maestra que se va por encima de los doce minutos de duración. Esta extensa pieza es probablemente la pista más ambiciosa del álbum y un ejemplo de cómo aplicar estructuras progresivas en el pop y el reggae, comenzando con un tramo suave y percusivo para ir creciendo y alcanzar el clímax con una intensa descarga de cuerdas.

Terminar con esta pieza cumbre ya habría sido impresionante, pero aún nos reservan espacio y tiempo para una obra maestra más, porque los casi nueve minutos de psicodelia acústica de “Daydream” son el cierre perfecto para un disco que te sume en un agradable trance musical, que termina con este onírico groove hipnótico y atmosférico, en el que la interpretación vocal de Sato es especialmente sensible y conmovedora. Con los intensos arreglos de cuerda y de guitarra con los que cierran la canción, y sabiendo a posteriori que “Daydream” no era solamente el final del disco, sino el final de los Fishmans con Sato, resulta aún más impactantes los últimos minutos de un disco de producción impecable y generosos detalles sonoros, con los que construyen una experiencia auditiva memorable.

El impacto de “Uchu Nippon Setagaya” fue y es incalculable, ya que no solo consolidó a Fishmans como pioneros de la música pop japonesa, sino que el reconocimiento del disco traspasó las fronteras de Japón, trascendiendo las barreras culturales y geográficas hasta ser considerado internacionalmente como el mejor disco de pop japonés de la historia. Nuestro limitado conocimiento de la música rock y pop japonesa nos impide afirmarlo con esa misma contundencia, pero no tenemos ninguna duda de que el viaje que supone la escucha de “Uchu Nippon Setagaya” es un auténtico lujo musical.

viernes, 25 de julio de 2025

Disco de la semana 440: Bang Bang Boom Boom - Beth Hart


Bang Bang Boom Boom, Beth Hart



     La Sensación que me produce siempre que escucho Bang Bang Boom Boom, el sexto álbum de estudio de Beth Hart, es la de estar sentado frente a un buen amigo mientras charlamos de la vida y tomamos una buena taza de café, todo ello entre risas y lágrimas. Lanzado en Europa el 5 de octubre de 2012 y en Estados Unidos el 13 de marzo de 2013 bajo el sello discográfico Provogue/Mascot Label, este disco es un ciclón emocional que te agarra desde la primera nota y no te suelta. Producido por el gran productor de sonido Kevin Shirley, conocido por trabajar con gigantes como Led Zeppelin y Joe Bonamassa, contiene una buena mezcla de blues, rock, jazz, gospel y un toque de vodevil que hace que cada canción se sienta como una pequeña representación. Con 11 temas originales en los que Beth está acreditada, y una versión en vivo de I’d Rather Go Blind como bonus track en algunas ediciones, el álbum llegó al número 3 en la lista Billboard Blues Album Chart de Estados Unidos, llegando a conquistar también el mercado musical en al menos 10 países más.


Para cuando grabó Bang Bang Boom Boom, Beth ya había pasado por una serie de tormentas personales que podrían haber hundido a cualquiera: adicciones, un diagnóstico de trastorno bipolar y la pérdida de su hermana por complicaciones del VIH. Pero tuvo esa capacidad única para transformar el dolor en música que te llega al alma. Este álbum llegó después de su exitosa colaboración con Joe Bonamassa en Don’t Explain (2011), un disco de versiones que le dio un nuevo impulso. Con Kevin Shirley al mando, la cantante y compositora encontró un espacio para ser ella misma, pero con un toque más maduro, menos crudo que en discos anteriores. Ella misma ha dicho que este álbum fue como un renacimiento, un momento para mirar hacia adelante sin olvidar las cicatrices del pasado. Y se nota, cada canción es una ventana a su alma, pero también una celebración al hecho de estar viva. Grabado en los Revolver Studios en Thousand Oaks, California, Bang Bang Boom Boom fue el resultado de una Beth que por fín se sintió libre para experimentar, y Kevin Shirley, con su experiencia, supo cómo darle alas para transitar entre varios géneros sin perder nunca el corazón del blues. El resultado fue un disco que se siente como un abrazo cálido en un día frío, pero también como un puñetazo en la mesa.



Las 11 canciones que componen Bang Bang Boom Boom son como capítulos de un libro, cada una contando una historia diferente, pero a su vez todas unidas por la voz de Beth, igual puede ser un susurro vulnerable que un rugido que te pone la piel de gallina. Comienza el disco con 
Baddest Blues, y lo primero que me viene a la cabeza es "qué manera de empezar". Es una balada de piano que te envuelve y te atrapa. Beth, desde la crudeza y la honesitdad, canta sobre un amor que es como una droga , y su voz pasa de la fragilidad a una intensidad que por momentos me recuerda a Janis Joplin. Es la primera canción y Beth ya ha desnudado su alma sin miedo. Bang Bang Boom Boom, el tema que le da nombre al álbum es pura diversión, todo un guiño al jazz y al vodevil con trompetas y un ritmo que hace que me quiera poner a bailar. Mientras lo escucho visualio a Beth con un vestido brillante en el escenario cantando en un club de los años 20. La canción es coqueta, juguetona, pero ojo, que tiene ese trasfondo de dolor que siempre está presente en su música. Better Man emana energía rockera con un toque de blues, y es perfecta para mostrar el lado más feroz de Beth. Las letras hablan de buscar algo mejor en una relación, y la instrumentación, con guitarras potentes y un ritmo que invita a mover la cabeza, tiene un aire al rock clásico. la cantante hace gala de su gran versatilidad, una en la que puede pasar de la vulnerabilidad a una actitud desafiante sin aparente esfuerzo. Y llegamos a la que es, para mi, la gran joya del álbum, Caught Out in the Rain. Si quieres entender por qué Beth Hart es una reina del blues, aquí tienes la razón. Esta canción, de unos siete minutos, es un viaje emocional con Beth alternando entre susurros y gritos que te atraviesan como dagas. Es una de esas canciones que te invitan a escucharla en la soledad de tu habitación, un blues lento y melancólico, perfecto para una noche de lluvia cuando necesitas dejar salir todo lo que llevas dentro. Con Swing My Thing Back Around vuelve a dar un giro y me logra sacar una sonrisa. Con un toque de big band y vientos que suenan a fiesta, la canción tiene ese toque de jazz de la vieja escuela, y me siento transportado a un club lleno de humo y risas. With You Everyday es como una carta de mor cantada, y Beth vuelve a mostrar su lado más tierno e introspectivo. El piano de fondo, tierno y suave, y la melodía te envuelven mientras Beth te susurra, con el alma al descubierto, sobre un amor que arde hondo y no se rinde nunca.



Continuamos la escucha con Thru the Window of My Mind; con piano que laten como un corazón, es una de esas canciones que te dan esperanza. Beth está invitando a dejar entrar la luz después de un tiempo oscuro. 
Spirit of God, con un toque gospel por aquí y otro de vodevil, y unos coros perfectamente encastrados con la voz de Beth, tiene una energía que puede hacer que hasta los no creyentes se levanten de su asiento”. There in Your Heart es una balada jazzy que tiene un solo de guitarra que algunos se atrevieron a afirmar que es de Joe Bonamassa, aunque esto no está acreditado. La canción, suave y a la vez poderosa, tiene un aire nostálgico, con Beth cantando sobre estar presente en el corazón de alguien, incluso en los momentos más oscuros. The Ugliest House on the Block es, para mí, otra de las joyas del álbum. Las letras cuentan la historia de una casa que puede parecer imperfecta por fuera, pero está llena de amor por dentro, una metáfora clara de la propia vida de Beth. Con un ritmo que mezcla blues, pop, reggae por momentos, y un toque de humor, la canción es un recordatorio de que, realmente, la belleza está en las imperfecciones. Cerrando el álbum nos encontramos Everything Must Change, una  balada que nos inita a reflexionar. Aborda el paso del tiempo y la aceptación del cambio. El piano es, suave, delicado, y la voz de Beth transmite una sabiduría ganada con esfuerzo, Nos invita a dejar ir el pasado y abrazar lo que viene. Para mí es el final perfecto para el disco, pues me deja un sentimiento de calma, paz y esperanza. El álbum contiene un bonus track, una versión en vivo de I’d Rather Go Blind con Jeff Beck, grabada en los Kennedy Center Honors de 2012. Beth y Beck rinden homenaje a Buddy Guy con una interpretación que hizo que todo el público, incluidos Barack y Michelle Obama se pusieran de pie. Por si no ha quedado y claro, algo que dudo, esta canción muestra por qué Beth es una de las mejores voces de su generación. Estamos ane una versióna la altra de la gran Etta James, y eso no es poca cosa.

Beth en este álbum está magnífica, maravillosa, y a esto hay que sumarle el toque de Kevin Shirley, no se puede hablar de Bang Bang Boom Boom sin mencionar al genial productor. Su producción es como el marco perfecto para un cuadro perfecto: realza la voz de Beth sin deslucirla. Hay quien opinó que, a veces, los arreglos son un poco excesivos, con guitarras y vientos que podrían distraer de la voz de Beth. Para mí todo está en su sitio, en su justa medida, y Shirley supo capturar la energía cruda de Hart mientras le daba un sonido pulido y los géneros se entrelazan sin esfuerzo. Es un disco que suena a blues, pero también a rock, jazz, gospel e incluso reggae en algunos momentos. Es el disco perfecto para cerrar los ojos, dejarse llevar y sentir cada palabra.

viernes, 18 de julio de 2025

Disco de la semana 439: Ice, Death, Planets, Lungs, Mushrooms and Lava - King Gizzard & the Lizard Wizard

 

Ice, Death, Planets, Lungs, Mushrooms and Lava


     King Gizzard & the Lizard Wizard es el nombre de una banda australiana de rock psicodélico que el 7 de octubre de 2022 lanzó su vigésimo primer álbum de estudio, Ice, Death, Planets, Lungs, Mushrooms and Lava. Este disco marcó el inicio de un ambicioso trío de lanzamientos durante ese mes, en una muestra de la versatilidad, creatividad y espíritu experimental que han definido a la banda desde sus inicios. Con una discografía que abarca géneros tan diversos como el garage rock, el jazz, el funk, el heavy metal o el synth-pop, esta formación australiana volvía a demostrar con este álbum su capacidad para reinventarse constantemente, esta vez a través de una exploración profundamente colaborativa basada en sesiones de improvisación.

Ice, Death, Planets, Lungs, Mushrooms and Lava surge como una continuación de la experiencia colectiva que King Gizzard & the Lizard Wizard vivió al grabar el tema de 18 minutos The Dripping Tap para su álbum anterior, Omnium Gatherum (2022). Este proceso inspiró a la banda a profundizar en un enfoque basado en la improvisación. Según el vocalista principal y multiinstrumentista Stu Mackenzie, el grupo entró al estudio con poco más que un tempo, una tonalidad y un título para cada canción, sin riffs ni melodías preconcebidas. Durante una semana, los seis miembros de la banda (Mackenzie, Ambrose Kenny-Smith, Joey Walker, Cook Craig, Lucas Harwood y Michael Cavanagh) se sumergieron en sesiones de improvisación, cada una estructurada en torno a una de las siete escalas griegas (Ionian, Dorian, Phrygian, Lydian, Mixolydian, Aeolian y Locrian). Este enfoque espontáneo fue descrito por Mackenzie como: "simplemente entrar, tomar los instrumentos y decir 'vamos'", permitió a la banda explorar nuevas texturas sonoras y dinámicas grupales. Cada miembro adoptó un "tótem", relacionando esto con los elementos del título del álbum (hielo, muerte, planetas, pulmones, hongos y lava), lo que se refleja tanto en la portada diseñada por Jason Galea, donde los rostros de los músicos están escondidos en las palabras del título, como en la narrativa lírica que aborda la relación entre la humanidad y la naturaleza. El resultado es un álbum que combina elementos de jazz-rock, psicodelia y funk, con la energía de una jam sesion que captura la esencia de la colaboración en tiempo real.

El álbum consta de siete pistas, todas ellas extensas, con duraciones que oscilan entre los 6 y los 13 minutos, lo que permite a la banda desarrollar ideas musicales complejas. Cada canción está construida en torno a una de las siete escalas griegas, lo que le otorga una coherencia estructural única, aunque el disco no se percibe necesariamente como un álbum conceptual como tal. Las letras exploran una narrativa sombría sobre la naturaleza, reclamando su dominio y el inevitable colapso térmico del planeta. Esta temática apocalíptica, combinada con un tono instrumental a menudo optimista, crea un contraste fascinante que define la esencia del álbum. El título del álbum no solo refleja los temas líricos, sino que también sirve como un recordatorio de las escalas musicales utilizadas. Por ejemplo, Mycelium está en modo Ionian, Ice V en Dorian, Magma en Phrygian, y así sucesivamente, logrando la banda transformar esta antigua teoría musical griega en canciones accesibles y dinámicas.



El álbum comienza con
Mycelium, una pista que tiene un aire engañosamente ligero, con su toque playero y ritmos reggae. La canción explora el mundo subterráneo de los hongos, con letras que describen imágenes de muerte y descomposición. A pesar de su encanto inicial, con líneas de guitarra acuáticas y vientos lustrosos, la canción se puede sentir más como una introducción que como una declaración contundente. Ice V, la segunda pista, profundiza en el modo Dorian y aborda la quinta edad de hielo, con una progresión lineal que incluye solos de sintetizador, flauta y guitarra. Aunque la canción es envolvente, aún no alcanza la intensidad que caracteriza al resto del disco, que nos puede llegar a parecer un poco plano. Y es a partir del tercer tema, Magma, donde el álbum realmente despega, desplegando una energía y cohesión que lo elevan a otro nivel. Esta tercera canción, construida en el modo Phrygian, marca un cambio crucial en el tono y la intensidad del álbum. Con un tono siniestro y una interacción voz - guitarra que crece en intensidad, esta pista fue acertadamente descrita por un crítico como uno de los puntos álgidos del álbum, y potencialmente entre las mejores canciones de la discografía del grupo. La combinación de un riff de guitarra cada vez más tenso y un clímax donde las voces y los instrumentos convergen para crear un momento visceral que captura la esencia del enfoque improvisacional de la banda. La experimentación y la espontaneidad se fusionan con una precisión sorprendente.



A continuación,
Lava mantiene el impulso con una introducción psicodélica que evoca una explosión de la naturaleza, seguida de un cántico que reflexiona sobre el ciclo de vida y muerte. Aunque algunos críticos encontraron las letras algo desganadas, la energía instrumental y el flujo libre y espontáneo de la pista la convierten en un momento destacado, especialmente en un contexto de fiesta. Hell's Itch es la pista más larga del álbum con 13 minutos. Explora el modo Mixolydian y lleva la experimentación al extremo con secciones que alternan entre grooves funk y pasajes más abstractos.A pesar su duración, la canción muestra la capacidad de la banda para sostener una narrativa musical a través de cambios dinámicos y solos extendidos. Iron Lung, en el modo Aeolian, es otra joya del álbum. La canción desarrolla un irresistible groove a la vez que combina un ritmo funky con unas letras que exploran temas como la enfermedad y lucha. Cierra el álbum Gliese 710, en el modo Locrian. Esta canción tiene una intensidad frenética y está inspirada en una estrella de la constelación Serpens Cauda. Este tema es todo un manifiesto apocalíptico, envuelto en un torbellino de guitarras distorsionadas y un tono jazzístico que rememora una batalla final contra las fuerzas de la naturaleza.

Ice, Death, Planets, Lungs, Mushrooms and Lava recibió buenas críticas, por parte de la critica especializada, por su creatividad y ejecución, destacando que no hay un momento de aburrimiento o repetición en el álbum. Sin embargo, no todas las críticas fueron completamente positivas. Algunos críticos encontraron las letras algo descuidadas en ciertos momentos, aunque reconocieron que los instrumentales compensaban estas debilidades. También hay quien expresó cierta fatiga ante el ritmo incansable de lanzamientos de la banda, cuestionando si la cantidad podría estar eclipsando la calidad. A pesar de estas críticas, el álbum fue nominado y ganó el premio al Mejor Álbum de Rock en los ARIA Music Awards de 2023, consolidando su estatus en la escena musical australiana.

De cualquier forma, Ice, Death, Planets, Lungs, Mushrooms and Lava es un testimonio del espíritu inquieto y experimental de King Gizzard & the Lizard Wizard. A través de su enfoque basado en la improvisación y las escalas griegas, la banda crea un álbum que equilibra la espontaneidad con una narrativa coherente sobre la naturaleza y el destino de la humanidad. Y aunque las dos primeras pistas establecen el tono, es a partir de Magma donde el disco realmente encuentra su ritmo y despega, desplegando una creatividad desenfrenada que lo convierten en uno de los puntos álgidos de su discografía. Con su mezcla de jazz-rock, psicodelia y funk, este álbum reafirmó la versatilidad de King Gizzard.

viernes, 27 de junio de 2025

Disco de la semana 436 - Tin Machine II - Tin Machine

 


La idea que llevó a David Bowie a crear Tin Machine proviene en realidad de muchos años atrás, cuando se embarcó como tecladista en la banda de Iggy Pop para la gira del disco The Idiot (1977). Ese gesto de humildad y de camaradería para con la Iguana, tocando en un segundo plano y oculto tras unas gafas de sol y una gorra, le sirvió para escapar de la presión de la fama y a disfrutar de la música sin ser el centro de la atención y los focos. Años después, a finales de los ochenta, y cansado y decepcionado por los malos resultados de crítica y ventas de sus discos de esa década, busco de nuevo repetir esa sensación relajante y liberadora de ser simplemente uno más dentro de una banda de rock, y montó junto a los hermanos Sales (que también fueron parte de aquella banda de Iggy Pop) y el guitarrista Reeves Gabrels el proyecto Tin Machine.

En el primer disco, titulado simplemente Tin Machine (1989), las canciones de Bowie se contagiaron de la energía rockera del resto de miembros de la banda, pero para Tin Machine II (1991), y aunque algunas canciones siguieron una línea continuista respecto a su antecesor, en conjunto se aprecia una interesante evolución hacia una mayor sensibilidad melódica y una producción más pulida, casi como si las canciones de Bowie, como la cabra del refrán, hubieran acabado por tirar al monte. Grabado en varias sesiones entre 1989 y 1991 en Sídney y Los Ángeles, y producido por la banda junto a Tim Palmer y Hugh Padgham, Tin Machine II mantiene la agresividad del primer disco, pero con canciones más melódicas, logrando un resultado tan extraño como atractivo.

El disco comienza con Baby Universal, un tema vibrante y eléctrico que es mejor que la mayoría de las canciones de los discos de David Bowie de la época. Dotada de un pegadizo riff y de una mística letra sobre una mesiánica y extraña figura marca de la casa, fue el segundo single que se extrajo del disco. Le sigue en intensidad y en orden One Shot, el tercer single y el de más éxito, otro tema de rock de potente base rítmica. Ambas conforman un comienzo muy en la línea del disco anterior, per es con You Belong in Rock n’ Roll con la que el disco despega a lo más alto, en lo que es un auténtico homenaje al espíritu rebelde del rock, pero que curiosamente presenta un ritmo más relajado y una instrumentación más clara. Fue el primer single del disco, y aunque no tuvo la repercusión mediática o de ventas de los grandes temas de Bowie, es de largo la canción más brillante del disco y una de las mejores del Bowie de la época.

Llega después el turno de If There Is Something, una correcta versión de un tema de Roxy Music, con un toque más emocional y dramático que el de la versión original. Amlapura es la canción más mística del disco, y otra de las más destacables. Inspirada en un viaje a Bali, mezcla de manera intensa lo exótico y lo introspectivo, y su atmósfera suave y contemplativa le sienta a Bowie como un guante. Le sigue Betty Wrong, en la que la banda vuelve al rock alternativo y a los ritmos envolventes, pero con un toque de melancolía y misterio. Mas contundente, pero también más breve, es You Can’t Talk, con un ritmo casi punk que recuerda al sonido del anterior disco.

Stateside, con el batería Hunt Sales a la voz principal es un sorprendente giro hacia el blues-rock, interesante aunque alejada de los primeros escalones del disco. Igualmente sorprendente, e infinitamente más oscura es Shopping for Girls, canción de sórdida letra que denuncia la prostitución de menores en Tailandia. Tras este tramo tan experimental y oscuro, se agradece la llegada de A Big Hurt, que sin ser un hit destacable, al menos nos devuelve las guitarras distorsionadas y la energía abrasiva de los temas más intensos del disco. En Sorry encontramos a un Bowie vulnerable e introspectivo, en una balada tan sombría como minimalista. Y con Goodbye Mr. Ed se cierra el disco, y de paso el grupo de grandes canciones destacables, gracias a una instrumentación rica y luminosa, y una enigmática letra cargada de ironía y melancolía. O no exactamente, porque el álbum culmina con realmente con un tema oculto conocido como Hammerhead, una pieza experimental y de agresiva instrumentación.

Tin Machine II no fue un gran éxito comercial, pero con el tiempo ha ido ganando cada vez más reconocimiento, y la ausencia de una reedición, precisamente hasta este año 2025, ha hecho de las copias originales en vinilo y cd auténticas piezas de coleccionismo, testimonios de la inquietud de una gran estrella por la experimentación y la osadía musical. La revista Uncut lo incluyó dentro de su lista de los 50 grandes álbumes perdidos de la historia de la música, calificando el álbum como "extraordinario". Una pena que no fuera valorado en su justa medida en su momento, y que la mayor repercusión que obtuvo fuera por la polémica suscitada por la portada del álbum, en la que aparecen cuatro estatuas masculinas desnudas, en lugar de apreciar el esfuerzo de Bowie por volver a lo básico del rock and roll y escapar de los esquemas comerciales con los que, sin éxito, pretendió seguir manteniendo en los ochenta el trono en el que por méritos propios se sentó en los setenta.

viernes, 20 de junio de 2025

Disco de la semana 435: Down By The Jetty - Dr. Feelgood

Down By The Jetty, Dr. Feelgood


     En 1975, una banda de Canvey Island, un rincón olvidado de Essex, Inglaterra, irrumpió en la escena musical británica con un sonido tan visceral como una pelea en un bar a medianoche. Dr. Feelgood, con su debut Down by the Jetty, fue capaz de plantar cara a la pomposidad del rock progresivo y al brillo del glam, dando todo un puñetazo en la mesa del circuito londinense del rock que se respiraba en los pubs, un movimiento que se movía fuera de los márgenes de la industria musical, "Éramos nosotros (Lee Brilleaux, Wilko Johnson, John B. Sparks y The Big Figure) contra un mundo que parecía preferir sintetizadores y capas de purpurina". Este álbum, grabado en mono como un manifiesto de autenticidad, fue toda una declaración de guerra: rhythm and blues crudo, sudoroso y sin pretensiones de una banda que peleaba por hacerse un hueco en una industria que no siempre estuvo dispuesta a escuchar a esta banda.

Formados en 1971, Dr. Feelgood nació de las cenizas de bandas locales de R&B. Lee Brilleaux (voz y armónica), Wilko Johnson (guitarra), John B. Sparks (bajo) y John Martin, alias The Big Figure (batería), éran un cuarteto que no encajaba en el panorama de los setenta. Mientras el rock progresivo llenaba estadios con solos interminables y el glam rock dominaba las listas con maquillaje y lentejuelas, estos chicos tocaban en pubs abarrotados de humo, frente a audiencias que querían cerveza barata y música que les golpeara el pecho. El nombre de la banda se inspiró en un tema de 1962 de Willie Perryman y también en la jerga callejera para referirse a médicos de dudosa ética que recetan fármacos libremente o a la heroína. Con el nombre de la banda ya daban pistas de su actitud, iban a ser forajidos del rock.

Valga como curiosidad que Wilko Johnson, el guitarrista, de nombre real John Wilkinson, adoptó ese nombre para sonar más rockero, inspirándose en figuras como Bo Diddley. Su estilo de tocar combinaba acordes rítmicos y solos cortantes sin púa, usando los dedos para dar un sonido percusivo. Wilko solía decir que tocaba como si estuviera "apuñalando" a alguien. Lee Brilleaux, el vocalista y armonicista, era conocido por su ímpetu e intensidad en el escenario. Y el baterista conocido como The Big Figure, recibió su apodo de forma irónica: era el miembro más delgado del grupo. Según Wilko, el nombre surgió de borma durante una partida de póker,  cuando alguien dijo que Martin parecía una "figura grande" (Big figure) en el juego, a pesar de su físico.

En 1973 ya eran los reyes del circuito de pubs londinense, tocando en lugares como el Lord Nelson, pero el salto al estudio era otra historia. La industria discográfica no sabía qué hacer con ellos y como hacerlos encajar; su sonido, influenciado por Johnny Kidd & The Pirates, los primeros Rolling Stones y el R&B americano, no parecía propio de aquel momento. Sin embargo, hubo una compañía discográfica que se atrevió a apostar por ellos, United Artists, y en 1974 entran a grabar Down by the Jetty con el productor Vic Maile. La banda tenía muy claro que quería capturar la energía de sus conciertos en vivo, así que insistieron en grabar en mono, una decisión que levantó ampollas pero que definía su esencia: sin adornos, sin trucos. Este álbum no era solo un debut, era una manera de decir que Dr. Feelgood no necesitaba seguir las reglas para ser escuchados.

En plena era del rock progresivo y del glam rock, con portadas coloridas y conceptuales, Down by the Jetty es todo lo contrario, muy simple: una foto en blanco y negro de los cuatro miembros de la banda (Lee Brilleaux, Wilko Johnson, John B. Sparks y The Big Figure) en un muelle industrial de Canvey Island, despeinados por el viento. Esta imagen reflejaba su estética cruda y directa, como "chicos malotes con chaqueta, recién llegados de un funeral de gánsteres". La portada fue todo un alegato contra las tendencias exageradas de los 70, anticipando la actitud punk.



Down by the Jetty
contiene 13 temas, una mezcla de originales escritos mayormente por Wilko Johnson y versiones que rendían homenaje a las raíces del grupo. Cada canción era una batalla, un intento de trasladar la electricidad de sus conciertos al vinilo. Abre fuego 
She Does It Right (Wilko Johnson), un disparo directo al corazón. Es puro Dr. Feelgood: el riff staccato de Wilko, cortante como una navaja, se entrelaza con el bajo de Sparko y la seca percusión de The Big Figure. La voz de Lee, áspera como el whisky barato, canta sobre una mujer que lo hace todo bien, con un doble sentido que no necesita explicación. Esta canción era su grito de guerra en los pubs, un tema que resumía su filosofía: simple, directo y con groove. Paul Weller y Joe Strummer adoraban esta canción, y no es difícil entender por qué. Boom Boom (John Lee Hooker), versionar a John Lee Hooker no era tarea fácil. La armónica de Lee lidera el ataque, mientras Wilko desata un riff que parece electrificado. Aunque esta versión no acaba de capturar del todo la profundidad bluesera del original, para la banda era una reverencia a sus raíces tocada con la urgencia de una banda que necesitaba ser escuchada. En The More I Give (Wilko Johnsonbajamos un poco el ritmo, pero no la intensidad. Estamos ante una queja de amor no correspondido, con Wilko rasgueando acordes que suenan como si estuvieran a punto de romperse. La voz de Lee destila frustración, y el órgano invitado de Bob Andrews añade ese toque de melancolía necesario. Esta canción mostraba que Wilko y compañía también podían contar historias que dolían. Roxette (Wilko Johnson) es uno de los grandes momentos del álbum. La letra, sobre un hombre celoso que espía a su chica, tiene esa mezcla de rabia y vulnerabilidad que definía el estilo directo y visceral de estos chicos. En vivo, este tema hacía que la gente saltara, y en el estudio lograron que sonara igual de incendiario. One Weekend (Wilko Johnson), con un ritmo algo más pausado, es un lamento sobre un amor fugaz. La guitarra de Wilko crea una atmósfera tensa, mientras Lee canta con una mezcla de resignación y deseo. Es uno de los temas menos explosivos del disco, pero en un disco lleno de energía, esta canción los daba un respiro, además de demostrar su capacidad para jugar con matices. That Ain’t the Way to Behave (Wilko Johnson) es un tropezón en el disco, suena torpe, como si estuvieran probando algo que no termina de encajar, aún así, tiene ese encanto desaliñado que los hacía únicos. Cierra la cara a I Don’t Mind (Wilko Johnson); el riff de Wilko es puro nervio, y Lee canta con esa arrogancia que hace que quieras subir el volumen mientras canta sobre no preocuparse por las consecuencias. Todo un reflejo de la mentalidad del grupo en aquella época.



La cara B comienza con Twenty Yards Behind (Wilko Johnson). La guitarra de Wilko asume el liderato, mientras que la sección rítmica de Sparko y The Big Figure mantiene el pulso. La letra va de estar un paso atrás. Eran una joven banda que corría para alcanzar su lugar en la industria de la música, siempre a unos pasos de conseguirlo. En las sesiones de grabación Lee Brilleaux mostró todo su ingenio. En la grabación la armónica que usó estaba rota, así que improvisó tapando los agujeros defectuosos con los dedos para sacar las notas correctas. Keep It Out of Sight (Wilko Johnson) está inspirada en Johnny Kidd & The Pirates. Esta canción, cargada de puro ritmo y actitud, influyó en bandas como The Jam. All Through the City (Wilko Johnson) es un retrato de la vida urbana con Wilko dibujando imágenes de Canvey Island y Londres. La voz de Lee, cantando al son de la afilada guitarra de Wilko, es desafiante. Estamos ante uno de los grandes momentos del álbum. Escuchándola me hace sentir como si caminara con los cuatro músicos por las polvorientas calles de su tierra natal. Cheque Book (Mickey Jupp) es puro rock and roll. En esta versión del tema de Mickey Jupp, el grupo nos recuerda que aunque eran una banda de R&B, también sabían divertirse con un buen ritmo. Oyeh! (Mick Green) es otro de los momentos del disco que nos da un respiro, con una melodía con un toque casi surf, un guiño a las influencias del grupo. Cierra la cara B y el disco la explosiva Bonie Moronie/Tequila (Larry Williams/The Champs), una mezcla de ambas canciones. Es una celebración, con los saxofonistas invitados Bob Andrews y Brinsley Schwarz. La canción, grabada en vivo en Dingwalls, Londres, quería capturar la energía del grupo en vivo, y vaya si lo consigue. La química entre el grupo y la audiencia es pura magia.

Tras lanzar Down by the Jetty, el grupo se embarcó en una incansable gira por pubs y clubes del Reino Unido, tocando hasta cinco noches por semana. Cuenta una anécdota que, en un show en Londres, Lee Brilleaux se quedó afónico a mitad de concierto, terminando el mismo cantando con gestos y gruñidos, mientras la banda subía el volumen de sus instrumentos para compensar. El público, lejos de quejarse, lo ovacionó por su entrega total. Estamos ante una perla oculta que anticipaba el sonido punk un par de años antes de su llegada. Su mezcla de temas originales de Wilko Johnson con versiones de clásicos de R&B, ofrecía una frescura y autenticidad que contrastaba por aquel entonces con el rock progresivo y el glam. Aunque las ventas fueron modestas, recibió elogios por parte de la critica especializada, permitiendo a la banda pasar de pubs a pequeños teatros. La crudeza del álbum fue comparada con los primeros discos de los Rolling Stones, y figuras como Paul Weller, Bob Geldof y los Ramones lo citaron como una influencia clave en su sonido. Se decía que Dr. Feelgood eran demasiado simples y demasiado ruidosos, pero ellos demostraron, sin rendirse nunca, tocando como si cada noche fuera la única, que el R&B podía ser tan poderoso como cualquier canción de rock progresivo.