Vamos con el
vigésimo álbum de estudio de la carrera de Bruce Springsteen, una gozada poder
recibirlo y sobre todo escribir sobre esta joya que nos ha dejado.
Arrancamos
con “One minute you´re here” la
pausa como argumento, recita la canción melancólico, y es que Springsteen
cuando canta en base a los recuerdos de la infancia de Springsteen, de ser un
guitarrista adolescente en su primera banda, de los talismanes que ha
coleccionado, de encontrar su camino en el mundo y de la muerte de sus amigos,
ha escondido su corazón rebelde y rockero y le sale la vena Dylan que desde el
principio le ha empujado y aquí arrastra las palabras como un veterano de la
música country con la guitarra acústica y las cuerdas, pero no penséis que es
cosa de la edad, Springsteen ha estado cantando sobre la difícil situación del
hombre durante tanto tiempo que toda su carrera y su trabajo es sentir el pulso
de Estados Unidos y, con la única manera que sabe hacerlo acompañarles. En este
tema parece que la generación que nos va dejando poco a poco nos advierte de
que se acercan tiempos difícil y que tocará bajar de nuevo al rio. Pero Bruce
no nos va a dejar mientras le quede un pulso que da y nos va a acompañar en
este camino poniéndonos a tono “Letter
to you”, donde la E Street vuelve a brillar y a lanzar sus huracanes en
forma de notas musicales, y te saca de la siesta y te pone a saltar y no te
deja descansar, parece que te dice ya has reflexionado demasiado con el primer
tema sal a la pista y vuelve a dar saltos en la cama y a tirarte por el suelo
enloquecido, y es que no para, nos puso a cien y se vuelve a desatar la
tormenta con “Burnin Train” la pista
más vibrante del disco y hace justicia a su nombre, tan peligrosa como un tren
en llamas, dominada por la gran batería de Max Weinberg, que a pesar de sus 69
años todavía suena increíblemente vigorosa. “Jamey needs a shooter” fue escrita originalmente para Darkness On
the Edge of Town en 1978 y ahora es tan actual que parece hecha adrede para
este 2020, clama con fuerza la voz como hace 40 años, y su coro en el
estribillo nos pone el punto melancólico perfecto.
Con “Last man standing” realiza un bellísimo homenaje al comienzo de todo, a su primera banda, The Castiles mas cuando el cantante George Theiss murió seis meses antes de que Springsteen escribiera la canción. Una canción pegadiza con un buen ritmo contundente y un saxofón brillante, un gran tema. “Power of Prayer”, aunque puede ser un himno a las alegrías de la vida de la banda y la música en vivo, es una canción bastante flojita y demasiado tópica para ser de Springsteen. “House of a Thousand Guitars” es otra de las flojitas del álbum, una melodía ligeramente pegadiza y aunque la voz de Springsteen brilla, tiene un estribillo enervante y repetitivo que se pega a tu cerebro y se te queda, pero sabes que es de esas canciones que el recorrido será muy corto porque acabara machacándote y nunca vas a poder descubrir nuevos matices de primeras, buen tema, con el tiempo acabara monótona y Springteen no necesita esto. “A veces la gente necesita creer en algo tan malo, tan malo, tan malo", canta Springsteen en "Rainmaker", que empieza tranquila pero que se va convirtiendo en una de las piezas más duras del álbum y para mí una de las joyas ocultas del mismo, con un mensaje muy fuerte sobre nuestra susceptibilidad eterna a los estafadores y vendedores de humo, personas que se aprovechan de nuestra desesperación y cuando tu moral no está como te gustaría. "If I Was the Priest" es otro de los temas grabados cuando Springsteen estaba en su fase de "New Dylan" antes de su debut en 1973 en Greetings From Asbury Park, Nueva Jersey y se nota en todo lo que rezuma la canción, ese espíritu de los 70 y ese inconformismo y ese querer hacer lo mejor para la sociedad. Un gran tema
Y Jesús está de pie en la puerta con
una chaqueta de piel de ante, botas y
espuelas tan finas que
dice: "Te necesitamos, hijo, esta noche
en Dodge City
porque hay demasiados forajidos
tratando de trabajar en la misma línea"
Llegamos a “Ghost” de lo mejorcito del álbum, otra canción que te hace creer que el amigo Springteen va a estar supurando talento hasta el último momento, y es que se marca un número de rock operístico y lo clava perfectamente. Estas preparado para recibir una inyección de adrenalina en el corazón, una canción que pide a gritos que la lleven a la carretera y la griten frente a 120.000 fanáticos en un estadio gigante. “Song of Orphan”, es el tercer tema que escribió allá a primeros de los 70, suspiros de otro tiempo, de otra época, con un aroma a lo mejor de lo que fue la americana de finales de los 60 y los 70 con Dylan y The Band como grandes inspiradores, en esta oportunidad llevadas al terreno de la E Street Band. Esa armónica en Orphans podría clavarse como una estaca hasta en el espíritu de los más ateos. Springsteen explorando temas que le preocupaban y sigue preocupando: la búsqueda de la fe y el valor de la comunidad. Una auténtica delicatesen. La canción final, "I'll See You in My Dreams", es algo parecido a una canción de cuna, pero, aunque se llora una pérdida, también se encuentra consuelo en lo vivido
Cuando todos nuestros veranos hayan llegado
a su fin
Te veré en mis sueños
Nos encontraremos, viviremos y reímos de
nuevo
... Sí, en la ribera del río
Por que la muerte no es el final.