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viernes, 13 de enero de 2023

El disco de la semana 310: Mayéutica - Robe Iniesta



A la pregunta de ¿Qué es "Mayéutica"?, y después de consultar en internet, podría contestar que es un término de Sócrates, referido a una situación en la que lograba que sus discípulos resolvieran sus dudas a través de preguntas que debían hacerse a sí mismos. Pero más allá de disertaciones filosóficas, para mí "Mayéutica" ha sido un regalo. Literalmente, porque me lo trajo Santa Claus, y emocionalmente, porque al escucharlo solo pude agradecer eternamente al anciano regordete y a sus sacrificados renos, por haber puesto en mis manos semejante obra maestra. Si "La Ley Innata" (2008) estaba en los más alto de mi lista de mejores discos en castellano, esta inesperada continuación es una obra de arte a similar altura que su antecesor. Nadie mejor que el propio Robe, con una de las frases del disco, para describir lo que se siente al escucharlo: "Voy caminando, y, de cuando en cuando, encuentro una canción que me empuja, me eleva y me lleva y me lleva". "Mayéutica" es esa canción, y ese disco al completo.

"​Diez años tardé en volver. Y de este regreso, o tal vez de todo lo vivido mientras tanto, surgió esta inesperada continuación." Son palabras del propio Robe, y llama la atención que esta "continuación" de "La ley innata", venga en esta ocasión de la mano de Robe Iniesta en solitario, y en una estructura más cercana a aquel disco de Extremoduro que a las dos entregas de Robe sin su banda de siempre. Como ya ocurriera en "La Ley Innata", esta nueva obra consta de interludio, cuatro movimientos y una coda final. Publicada en abril de 2021 por El Dromedario Records, fue en realidad concebida en 2018, pero su lanzamiento se retrasó para no interferir con la gira de despedida de Extremoduro, finalmente cancelada por la pandemia de COVID-19. Por el camino, diez años en los que Robe, con Extremoduro o en solitario, nos dio muchas otras canciones con las que elevarnos y dejarnos llevar, pero nada comparado a lo que nos regala en los grandiosos y apabullantes cuarenta y tres minutos de "Mayéutica", una gran carta de amor y de arrebato pasional, en la que verso a verso va desatando un auténtico ciclón de emociones y sentimientos, alternando tramos más poéticos y delicados con otros en los que la contundencia de la música es realmente impresionante.
 
El disco comienza con el Interludio, y ya desde el principio encontramos conexiones con "La Ley Innata", tanto en la melodía de violines que nos lleva a la "Dulce introducción al caos", como en guiños a frases de aquel disco: "Se cae la casa desde que se marchó, perdí la pista del eje del salón". En este primer corte, y además de los impresionantes violines, Robe da las primeras muestras de genialidad e intensidad poética, cantándole a su "musa" para que vuelva ("Dejo las ventanas sin cerrar y la puerta abierta por si decidiera regresar que no tuviera que esperar, que nada la entretenga."), dejando entrever que está empezando a perder la esperanza en que eso ocurra ("Y dejo las canciones sin final por si no vuelve nunca más y nada fuera cierto").

En el Primer Movimiento: Después de la catarsis, el toque clásico de los violines sigue mandando en la melodía, y el derroche instrumental es, por momentos, impresionante, con los solos de guitarra fundiéndose con los violines en el tramo final. La historia da un giro en positivo porque ella ha vuelto ("No quedan sombras del pasado desde que te has acercado. Ahora todo es claridad. No quedan penas atrasadas, ni quedan puertas cerradas, ni nada que derribar"). El anhelo y las dudas han dado paso a la luz y el optimismo, y Robe decide entonces sincerarse y expresar sus sentimientos ("Y pongo, a ver qué pasa, hoy las cartas sobre la mesa, y te voy a decir lo que a mí me pasa, por si te interesa") y abrazar el sentimiento de esperanza que de nuevo renace en su interior ("Hoy tal vez el viento sople a mi favor y me empuje, me eleve y me lleve y me lleve").

El Segundo Movimiento: Mierda de filosofía es un paso más en la euforia que ha supuesto el regreso de su amada, algo que transmite por igual en la intensidad de las letras y en la agresividad y la potencia de la música, en el tema más guitarrero y directo del disco, una manera de "volver a lo primario, que yo solo quiero hacerte bailar, bailar, bailar como una puta loca". Es, sin duda, el tema más Extremoduro del disco, con vibrantes solos de guitarra, órgano Hammond y, cómo no, violines, y la canción elegida para su promoción en los medios, apoyada en un impresionante vídeo firmado por Diego Latorre.

En el Tercer Movimiento: Un instante de luz la reconciliación se consuma, y con el reencuentro sexual la música también se acelera y se desata ("Date prisa, métete en la cama, que el vis a vis se acaba y empieza aquí, con esta flor, la primavera"). Una vez apagado el fuego que incendiaba a los dos amantes, queda la calmada declaración de amor, en una de las mejores frases del disco: "No quedan penas atrasadas, ni quedan puertas cerradas, ni nada que derribar. Nada después de tu mirada. Nada después de este instante de luz, solo una imagen congelada. Nada después de este instante, que tú." El intenso solo de guitarra final, y el final en tono clásico son de un nivel superlativo, y la mejor antesala del siguiente movimiento.

Adentrarse en el Cuarto Movimento: Yo no soy el dueño de mis emociones es, como su nombre indica, darse cuenta de que, a estas alturas del disco, no somos ya dueños de las emociones que esta obra sublime nos genera, y de que Robe nos tiene ya guardados en su bolsillo y nos maneja a su antojo, seguro de que, a estas alturas, una canción de más de quince minutos se nos va a hacer corta. Tras un desenlace instrumental que es de nuevo brillante, llega el momento de cerrar el disco con una Coda Feliz que, en el fondo, y mientras el volumen de la pista se va apagando, esperamos que quede una vez más abierta, como las ventanas y la puerta que, al principio del disco, Robe se negaba a cerrar para que ella regresara. Porque si esta fuera otra de esas canciones que el genial músico deja "sin final, por si no vuelve nunca más y nada fuera cierto", entonces quizá hubiera, en el horizonte, una nueva entrega de la excelsa serie de discos que componen La ley innata y Mayéutica.

domingo, 11 de septiembre de 2022

Muy deficiente - Platero Y Tú #MesPlateroyTú



"El tercer disco de Platero y tú es Muy deficiente". La frase suena lapidaria, y lleva a la confusión. No creo que haya ningún disco de Platero y Tú que pueda ser considerado muy deficiente, y el grupo de Fito Cabrales e Iñaki Antón "Uoho" siempre facturó buenos discos desde sus inicios hasta su lamentada disolución, así que le daremos vuelta a la frase para que todo quede aclarado:

"Muy deficiente es el tercer disco de Platero y Tú". Ahora sí ¿No? Queda claro que no estamos suspendiendo al disco, solo informando del título de mismo, y especificando que es el segundo álbum de la banda, grabado entre febrero y marzo de 1992, y publicado el 12 de junio de 1992 por la discográfica DRO. Para poder llegar a una nota más ajustada a la realidad, tendríamos que valorar aspectos interesantes de ésta su segunda obra, como que lograran contar con la colaboración de Rosendo, no demasiado proclive a aparecer en discos de otros, en el tema Sin solución, o del genial teclista Ángel Muñoz, más conocido como "El Reverendo" y por sus entente colaborativa con El gran Wyoming, que aportó el toque de órgano Hammond en Cantalojas, un curioso ejercicio de blues rock.

Curiosidades aparte, los puntos fuertes de Muy deficiente están, seguramente, en las canciones que se publicaron como singles: Rompe los cristales, con los integrantes del grupo Arma Joven en los coros, y sobre todo El roce de tu cuerpo y la ya mencionada Sin Solución, que se convirtieron rápidamente en clásicos imprescindibles de la banda, con estribillos identificables y sustentadas en la potente guitarra de Uoho y en la peculiar voz de Fito, pero que no lograron que el disco tuviera la repercusión esperada. No sería hasta el siguiente disco (Vamos tirando) cuando los Platero y Tú dieron el salto definitivo a los primeros lugares del podio de rock español y lograron el reconocimiento de crítica y público del que, aún ahora ya desaparecidos, siguen gozando, pero ya en Muy deficiente encontramos todos los ingredientes y la calidad que definieron a esta banda mítica de rock and roll hispano.

Siempre emparentados con Extremoduro, hasta el punto de compartir el gusto por menospreciar sus obras en el título. Si los Platero y Tú denominaron esta obra como Muy Deficiente, Extremoduro hizo algo parecido con un disco que tenía de todo menos "Material Defectuoso" (2011), ya con los Platero disueltos y con Uoho entre sus filas. La relación de compadreo entre las dos bandas vino también producida por un gusto similar por el rock urbano, que Robe Iniesta llevaría al extremo de lo "transgresivo". Prueba de esa cadencia rock es el genial riff de Esa chica tan cara, otro de los momentos top del disco. Toda una declaración de amor a una guitarra y todo un clásico del rock español, como lo es también la ácida crítica a los rockeros de pose y artificio de la imprescindible No hierve tu sangre.

El resto de temas, salvando quizá los toques épicos con los que cierran el disco en la intensa Desertor, bajan algo el listón en cuanto a la espontaneidad y la fuerza de las canciones ya comentadas. Meando en la pared es prescindible, y ni el tono punk de tintes políticos de Estás Solo, ni la ligereza ecológica de Contaminamos pasan de ser meros rellenos en un disco que no necesitaba ese tipo de aliños para dejarnos un buen sabor de boca. Ninguna de ellas logra que nos decantemos por una nota de "muy deficiente" para el disco, aunque sí que consiguen que el "sobresaliente" se quede finalmente en "notable". Quizá seamos demasiado exigentes, pero a alumnos destacados como Fito y Uoho, que estaban a punto de convertirse en grandes maestros, siempre hay que exigirles al máximo. En definitiva, y en conjunto, estamos ante un disco a la altura de lo mejor de Platero y Tú, por más que quisieran titularlo como Muy Deficiente.

viernes, 28 de diciembre de 2018

El disco de la semana 108: Robe - Lo que aletea en nuestras cabezas & Destrozares



Estando en el colegio, en la antigua EGB, la mayor parte de los niños nos esforzábamos y dedicábamos muchas horas de estudio para aprobar las asignaturas, sacar buenas notas, y en el mejor de los casos llevar unos sobresalientes a casa para dar una alegría a nuestros padres.

El momento más crítico era cuando la profesora daba las notas, y pese al esfuerzo y las horas dedicadas, era frustrante que siempre hubiera un niño que adelantaba al resto por la derecha y se llevaba la matrícula de honor.

Llegaba el siguiente trimestre y duplicabas esfuerzos, ponías más empeño, entregabas trabajos impecables, pero al llegar de nuevo el momento de publicar las notas, el trabajo de aquel niño volvía a destacar por encima del resto. La sensación dominante era que por más que lo intentaras, aquel niño siempre estaría por encima de nosotros.

Trasladado al presente, y al mundo de la música, gozamos en España de un nivel artístico incuestionable, con monstruos artísticos de la talla de Bunbury, Loquillo, Erentxun, Rosendo y un largo etcétera que variará en función del gusto de aquel que haga la lista.

Todos ellos trabajan a fondo sus discos, derrochan talento y demuestran "tener escuela" en sus propuestas, y obtienen a cambio el reconocimiento unánime de su público, que considera sus discos como obras notables o sobresalientes. Y en ese momento la profesora proclama en alto un último nombre, y toda la clase descubre que Robe Iniesta se ha llevado esta vez la matrícula de honor.


En "Lo que  aletea en nuestras cabezas", Robe se libera de las estructuras de guitarras rock de Extremoduro, y desata su talento en un disco bañado de arreglos clásicos de grupo de cámara para acompañar sus habituales letras desgarradoras”.

El disco brilla en lo más alto desde el amanecer descrito instrumentalmente en el arranque de "Un suspiro acompasado", pasando por la crudeza de  "Nana Cruel", en la que el contraste entre la rabia de la letra y la belleza de los pasajes de saxofón la elevan a la categoría de obra maestra. Como también lo es un tema que interpretaba en las giras de Extremoduro, y que recupera para cerrar este disco en todo lo alto: "Contra todos".


La cosa no quedó ahí. A este disco le siguió "Destrozares", segundo golpe maestro, manteniendo la formación de orquesta de vientos, y añadiendo a la mezcla un piano que le da un toque más sobrio y acabado al conjunto.
Si "Lo que aletea en nuestras cabezas" era un amanecer, un derroche de luz y color primaverales, en "Destrozares" nos describe el atardecer de la humanidad, con letras en la misma línea brillante y emotiva, romántica por momentos, pero con un toque más apocalíptico al ponerle voz al desencanto ("Hoy al mundo renuncio"), la añoranza ("Del tiempo perdido") y la indiferencia ("Por encima del bien y del mal"), ante la visión de un mundo que está enfermo y sin solución, y que camina directo a la noche y la destrucción.

Aquel niño de la EGB acabó por toparse con su techo, todos lo hicimos, tarde o temprano acabas enfrentándote al momento en que la matrícula de honor ya es muy lejana y hay que aprender a vivir con las propias limitaciones.

Robe seguramente no va a ser la excepción a esta regla, pero tras la escucha de estos dos discos, el techo parece todavía lejano, mientras el Rey de Extremadura sigue su onírico vuelo ascendente. "Andar lo que es andar anduve, encima siempre de las nubes..."