miércoles, 9 de diciembre de 2020

Un país, un artista: Brasil - Caetano Veloso

 

Para el capítulo de "Un país, un artista", dedicado a Brasil, tenía claro que sólo podía ser Caetano Veloso el elegido, y no soy precisamente lo que se dice un experto en música brasileña, más bien todo lo contrario, pero no podía dejar pasar la oportunidad de contar una anécdota relacionada con su disco A Foreign Sound, de 2004. Ese año, y por motivos laborales, di con mis huesos en la bulliciosa Sao Paulo. Tras un largo día de trabajo y jet-lag, los compañeros brasileños me entregaron un periódico local, y amablemente se ofrecieron a llevarme a la actividad de ocio que yo eligiera de entre las que se ofrecían en aquel periódico.

Mi respuesta fue que quería ir a un partido de fútbol del equipo de la ciudad, y su reacción fue abrir los ojos como platos y negarse en redondo. Como europeo, no entendía que ir a un estadio fuera una actividad altamente peligrosa, pero ellos se mantuvieron firmes y se encargaron de disuadirme, así que busqué una alternativa en las páginas de aquel periódico, en el que de repente apareció un anuncio de una actuación de Caetano Veloso, presentando en primicia su nuevo disco, A Foreign Sound ("un sonido extranjero"). El destino no solo había querido que tocara esa misma noche en una sala de conciertos de Sao Paulo, sino que además el disco era su primer trabajo íntegramente grabado en inglés, y una colección de sus canciones extranjeras favoritas, principalmente grandes clásicos de la música americana, lo cual facilitaba enormemente mi transición hacia la música de uno de los grandes cantautores brasileños.

Caetano Veloso grabó su primer disco (Domingo) en 1967 junto a Gal Costa, y un año después, lanzó su primer disco en solitario (Caetano Veloso), que le dio gran popularidad, en gran parte debido a la controvertida canción É proibido proibir. Con su segundo disco, Tropicalia (1969) dio nombre al movimiento musical conocido como Tropicalismo, del que fue máximo exponente junto a Gilberto Gil y Maria Bethania, entre otros. Huyendo de la dictadura, pasó un tiempo exiliado en Londres, Madrid y Tel Aviv, antes de regresar a su país y retomar su actividad discográfica en los años 70 con discos más experimentales y colaboraciones con el resto de miembros del Tropicalismo. El éxito mundial no llegaría hasta 1981, gracias a la canción Outras palavras. A lo largo de su extensa carrera, ha ganado cinco premios Grammy, y la repercusión de su obra ha sido tan grande, que hasta llegó a oídos de alguien tan poco versado en música brasileña como un servidor, que aquel día hubiera preferido ver a unos tipos en pantalón corto persiguiendo un balón, pero que en lugar de eso, tuvo la suerte de poder asistir a un concierto único.

La interpretación de Caetano Veloso aquella noche fue perfecta, y al salir de la sala de conciertos me topé con un stand en el que vendían merchadising del artista y copias en CD del disco que en ese momento estaba proporcionando. He perdido la cuenta de cuantos discos me habré comprado en caliente, en uno de esos inevitables y, por otro lado, inteligentes stands post-concierto, pero A Foreign Sound ocupa un lugar privilegiado entre todos ellos, porque cada vez que lo escucho me trae el triple de recuerdos. Dónde otros solo evocan una noche y un concierto, éste trae de vuelta un gran concierto, pero también un increíble viaje y una gran anécdota, preciados "bonus tracks" de un disco que, además, contiene un generoso puñado de versiones de temas clásicos, y alguna que otra sorpresa tan discordante como efectiva.

El disco comienza con la pieza más "Carioca" (The Carioca) de todo el disco, quizá para que el choque producido por el cambio de estilo no sea tan impactante, y nos vayamos habituando a lo que está por llegar. De ahí salta directamente al jazz suave y sofisticado de Cole Porter y su So in Love. La delicada producción, firmada por el propio Caetano Veloso junto a Jacques Morelenbaum, consigue que el disco suene en todo momento unitario. Las revisiones de temas clásicos van cayendo una tras otra, y temas como I only have eyes for you son sinónimo de suavidad, elegancia y buen gusto musical.

 

El álbum toma el título de una frase de una canción de Bob Dylan (It's all right ma, I'm only bleeding), el primero de los curiosos ejercicios de riesgo del disco. En la voz de Caetano Veloso, el tema de Dylan gana en elegancia todo lo que pierde en fuerza, dejando en tablas cualquier veredicto al respecto. Se mueve mejor el de Bahía en temas clásicos como Body and Soul, Feelings, Cry me a river, Stardust o Smoke gets in your eyes, y en el respeto con el que aborda temas de Duke Ellington (Sophisticated lady), George Gershwin (Summertime, The man I love) o, de nuevo, Cole Porter (Love for sale).

 

No es el tema de Dylan el único incluido en el capítulo de "riesgos", hay otros momentos del álbum en los que se agradece la osadía y lo equidistante de las canciones escogidas, y aunque no sean comparables a plantarse en el estadio del Sao Paulo con la cámara de fotos y la riñonera de turista bien visibles, son curiosas las versiones de temas de Paul Anka (Diana), Elvis Presley (Love me tender), Stevie Wonder (If it's magic) y, sobre todo, la de un grupo en las antípodas de lo (poco) que conocía de este melódico artista brasileño. Creedme, no me he pasado con las caipiriñas, cuando digo que el disco esconde una rareza tan curiosa como la versión del Come as you are de Nirvana, y hay que reconocerle que la saca adelante con buena nota, pese a la considerable rebaja en intensidad y a la ausencia de guitarras eléctricas. ¿Y no es eso lo que le pedimos siempre a una versión, que sea diferente y que aporte algo nuevo respecto al original?  Pues eso lo conseguiremos siempre mirando hacia afuera, a las propuestas y las músicas de otros países y artistas, en busca siempre de la novedad y la sorpresa de un sonido extranjero.

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