Todo tiene un principio y un final. Hasta las cosas más impensables, como que los Beatles fueran a separarse, o que después de hacerlo, no volvieran a reunirse. Todo el mundo albergó esa esperanza desde principios de los setenta, ese "es cuestión de tiempo", "se sentarán a hablarlo y lo solucionarán" o "volverán por una oferta suculenta e irrechazable". Pero en realidad, el final de los Beatles había sido simple y rotundamente eso: El final de los Beatles.
En la vida hay que quedarse siempre con los bueno, y lo bueno en este caso es que los cuatro tuvieron la oportunidad de expresarse en solitario, de probar otras cosas, y en el caso de John Lennon esa experiencia le llevó a Nueva York, a concienciarse sobre los problemas sociales, las desigualdades y el racismo todavía imperante en muchos aspectos de la sociedad estadounidense. Y cuando por fin más integrado estaba en la sociedad y en la ciudad que nunca duerme, el 8 de diciembre de 1980 un tipo llamado Mark David Chapman truncó cualquier esperanza de poder ver hacia dónde se habrían dirigido el Lennon músico y, simplemente, el John persona. No hay marcha atrás posible en la muerte, ni segundas oportunidades. No hubo "solución con el paso del tiempo", ni se le pudo hacer volver del más allá por una "oferta suculenta e irrechazable".
John Lennon ya no está con nosotros, aunque siempre estará en nuestro recuerdo. Y podremos traerle de nuevo, siempre que queramos, en iniciativas como este #MesJohnLennon que también, estos días, toca a su fin, y gracias al cual hemos hecho un extenso y emotivo repaso a todos sus discos en solitario, para recordar una vez más tanto la brillantez de sus momentos más álgidos, como los arriesgados desvarios sonoros en los que se sumergió en ocasiones, con los que fuimos indulgentes y comprensivos como lo seríamos con un hijo pródigo en el que siempre creeremos, porque le vimos crecer y deslumbrarnos con la irrepetible magia de sus canciones.En unos días desvelaremos la identidad del nuevo protagonista del mes de 7días7notas, otro genio indiscutible de la música, con curiosas conexiones con el último Lennon y su trágico final. De hecho, cuenta la leyenda que el asesino de Lennon manejaba como alternativa, en el caso de que el plan de matar a Lennon no fuera factible, asesinar a este otro gran mito de la música, con el que Lennon había colaborado en uno de sus discos recientes, y que se encontraba precisamente en Nueva York haciendo su propia transición hacia el exilio de la Gran Manzana, protagonizando una obra teatral sobre la desdichada vida del conocido como "Hombre Elefante".
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