jueves, 30 de octubre de 2025

1764 - (Ghost) Riders In The Sky - Johnny Cash


(Ghost) Riders In The Sky - Johnny Cash

En el vasto y polvoriento paisaje de la música country y folk, pocas canciones han cabalgado con tanta fuerza y persistencia como "Ghost) Riders in the Sky". Y de todas las voces que han intentado domar este potro salvaje de una canción, la de Johnny Cash es, quizás, la más autorizada, la que mejor encapsula su esencia ominosa y moral. Su versión, grabada para el álbum "Silver" de 1979, no es solo una interpretación; es una encarnación. Johnny Cash no canta sobre la leyenda, él es el testigo, el viejo vaquero que nos relata, con la urgencia de quien ha visto el abismo, su encuentro sobrenatural.

La narrativa de la canción es puro folklore gótico americano. Un cowboy, en un atardecer eterno y tormentoso, es testigo de una visión dantesca: una horda de cowboys fantasmas, condenados a perseguir eternamente una manada de reses demoníacas a través de un cielo cobrizo. La letra es rica en imaginería apocalíptica: "un resplandor rojo" en las nubes, bestias de ojos ardientes y aliento de azufre, y los jinetes, de rostros demacrados, en una cabalgata que es un eco maldito del Viejo Oeste. El estribillo, con su inolvidable "Yippee-ki-yay, yippee-ki-yoh", no es un grito de alegría, sino un lamento espectral, el sonido de la condena misma.

La genialidad de Johnny Cash reside en cómo dota de una humanidad tremenda a esta historia de terror. Su voz, para 1979, ya era un instrumento desgastado por la vida, una baritono áspera y con la textura de la madera vieja. Cuando canta, no hay duda de que está contando una verdad que lo ha marcado. No hay dramatismo excesivo; hay una solemnidad lúgubre, casi bíblica. Cada palabra pesa, cada pausa está cargada del silbido del viento en el desierto. La producción musical, característica del "Sonido Tennessee" de Johnny Cash, es austera pero poderosa: una guitarra acústica que marca el ritmo como los cascos de los caballos, un bajo constante y grave como los truenos distantes, y un coro de fondo que eleva la escena a un plano casi religioso.

Pero más allá del espectáculo sobrenatural, Johnny Cash enfatiza el mensaje moral en el corazón de la canción. La advertencia del jinete fantasma al protagonista –"¡Debes cambiar tu vida si quieres salvar tu alma!"– es el núcleo de todo. La leyenda no es solo un cuento de fantasmas; es una parábola sobre la redención y las consecuencias de una vida de pecado. En la cosmovisión de Johnny Cash, siempre teñida por su lucha personal entre la luz y la oscuridad, esta advertencia resuena con una fuerza especial. El cowboy no es solo un espectador, es un potencial condenado, y la visión es su última oportunidad para enmendar su camino.

La versión de Johnny Cash de "(Ghost) Riders in the Sky" es, por tanto, la versión definitiva porque logra el equilibrio perfecto. Es una canción de cowboys, con toda la aventura y el vigor que eso implica, pero también es un sermón desde el púlpito de la frontera, un recordatorio de que nuestros actos nos persiguen más allá de la muerte. Es el "Hombre de Negro" enfrentándose a los jinetes más negros que la noche, y en ese enfrentamiento, nos regala una de las baladas más hipnóticas, poderosas y eternamente fascinantes de su vasto y legendario repertorio. Una canción que, como los propios jinetes, parece cabalgar para siempre en la memoria colectiva.

Daniel 
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miércoles, 29 de octubre de 2025

1763 - Lady Writer - Dire Straits


Lady Writer - Dire Straits

Lady Writer” es una de esas canciones que, sin haber alcanzado el estatus de clásico absoluto dentro del repertorio de Dire Straits, encapsula a la perfección la esencia del grupo en su primera etapa: elegancia, sutileza narrativa y un sonido que combina el virtuosismo técnico con una naturalidad casi despreocupada. Publicada en 1979 como segundo sencillo del álbum Communiqué, la canción muestra a una banda ya consolidada tras el éxito de su debut homónimo, pero aún en busca de definir su identidad frente al público y la crítica.

Desde los primeros segundos, el inconfundible estilo de guitarra de Mark Knopfler se impone con claridad. Su toque limpio, preciso y melódico marca el ritmo y la atmósfera, acompañado por la sólida base rítmica de John Illsley en el bajo y Pick Withers en la batería. La producción, a cargo de los legendarios Jerry Wexler y Barry Beckett, mantiene el sonido sobrio y espacioso que caracterizó a Dire Straits desde sus inicios: una mezcla entre rock, blues y un toque de folk urbano.

La letra de “Lady Writer” tiene el sello narrativo típico de Knopfler: observación cotidiana, una historia mínima y una melancolía apenas sugerida. El narrador ve en televisión a una escritora —la “lady writer”— y le recuerda a alguien del pasado, probablemente un amor perdido o una mujer que lo marcó de algún modo. Knopfler evita el sentimentalismo directo, prefiriendo el retrato fugaz y el tono reflexivo. La frase “She’s just another writer / burning herself out” funciona tanto como descripción de la protagonista como una metáfora de la vida creativa, del desgaste que implica vivir de las palabras o de la música.

Musicalmente, “Lady Writer” comparte muchas similitudes con el hit anterior del grupo, “Sultans of Swing”. De hecho, algunos críticos de la época la consideraron una “continuación” de aquel estilo, aunque menos impactante en lo comercial. Sin embargo, donde “Sultans” retrataba el ambiente bohemio de los bares londinenses, “Lady Writer” mira hacia un espacio más íntimo y televisivo, más doméstico, lo que refleja la capacidad de Knopfler para encontrar poesía en lo cotidiano.

Aunque no alcanzó el mismo éxito que su predecesora, “Lady Writer” consolidó la reputación de Dire Straits como una banda con una voz única en un panorama dominado por el punk y la new wave. Su combinación de narrativa cinematográfica, guitarras cristalinas y un tempo contenido sigue siendo un ejemplo del refinado equilibrio que definió a la banda en sus primeros años. Es, en definitiva, una joya discreta del catálogo de Dire Straits: elegante, melódica y profundamente humana.

Daniel 
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martes, 28 de octubre de 2025

1762 - Boys don't cry - The Cure


Boys Don’t Cry – The Cure

Boys Don’t Cry”, lanzada originalmente en 1979, es una de esas canciones que marcaron un antes y un después tanto para The Cure como para la música británica de finales de los setenta. Escrita por Robert Smith, Michael Dempsey y Lol Tolhurst, esta pieza es un manifiesto temprano del sonido que la banda desarrollaría más adelante, una mezcla entre la sensibilidad pop y la melancolía característica del post-punk. A pesar de su aparente ligereza musical, “Boys Don’t Cry” esconde un trasfondo emocional que la convierte en una de las canciones más emblemáticas y universales del grupo.

Desde los primeros acordes de guitarra, el tema se presenta con un ritmo rápido, directo y contagioso. Su estructura pop, con una melodía pegadiza y un estribillo fácil de recordar, contrasta con la letra introspectiva y amarga. Smith canta sobre la dificultad de expresar el dolor y la vulnerabilidad masculina, encapsulada en la frase que da título a la canción: “I try to laugh about it, hiding the tears in my eyes, ‘cause boys don’t cry.” La voz juvenil y algo distante del cantante transmite la contradicción entre el deseo de mostrar los sentimientos y la presión social por ocultarlos.

Musicalmente, “Boys Don’t Cry” es un ejemplo perfecto del estilo minimalista y energético del primer The Cure. La guitarra rítmica de Smith y el bajo melódico de Dempsey crean una atmósfera brillante, mientras la batería de Tolhurst sostiene un pulso firme que invita al movimiento. Es una canción que podría sonar alegre, pero esa alegría es apenas una máscara: debajo hay arrepentimiento, orgullo y una sinceridad dolorosa.

La letra, sencilla pero precisa, refleja un tema universal: la negación emocional como forma de supervivencia. El protagonista intenta mantener la compostura tras perder a alguien importante, pero al final reconoce su impotencia. En una época en la que las normas de masculinidad eran especialmente rígidas, The Cure logró expresar con sutileza un mensaje adelantado a su tiempo: los hombres también sufren, y esconder las lágrimas no los hace más fuertes.

Con el paso de los años, “Boys Don’t Cry” se convirtió en un himno generacional y en una de las canciones más queridas de The Cure. Su mezcla de vulnerabilidad y frescura sigue vigente más de cuatro décadas después. Es una obra que resume el espíritu de la banda: la belleza que surge del dolor, la melancolía disfrazada de pop, y la honestidad emocional como forma de resistencia. En definitiva, una canción que sigue recordándonos que llorar, a veces, también es una forma de ser valiente.

Daniel 
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lunes, 27 de octubre de 2025

1761.- Portobello Belle - Dire Straits


La historia de la canción "Portobello Belle" es de algún modo la historia de un célebre pub llamado "The Duke of Wellington" situado en el 179 de Portobello Road, Londres. El pub era famoso por ser frecuentado por músicos como The Dubliners, Donovan o Jimi Hendrix, entre otros. Mark Knopfler escribió la canción allí, inspirado en la bella hija del manager del local.


"Portobello Belle" fue en "Communiqué" (1979), el segundo disco de estudio de Dire Straits, y aunque finalmente el single promocional elegido fue "Lady Writer" (otra canción inspirada en una mujer), este tema sobre una chica de Portobello tiene un encanto especial, ya que no se limita a describir a la muchacha, sino que en la letra se mencionan varios personajes habituales del pintoresco local londinense, transitando con maestría entre el romanticismo y la atmósfera bohemia del típico pub londinense.

Hablamos de una canción injustamente infravalorada, pero para los fans de siempre de Dire Straits, Portobello Belle es una de las mejores canciones escritas por Mark Knopfler, un tema de delicada belleza que te dibuja una sonrisa en el rostro al escucharlo, y que podría decirse que estaría entre las mejores canciones para sonar durante una cita romántica. En definitiva, un tema solo al alcance de la habilidad de Knopfler para la composición de grandes canciones.  

domingo, 26 de octubre de 2025

1760.- Girls Got Rhythm - AC/DC

 

Girls Got Rhythm, AC/DC


     Antes de que el mundo se pusiera serio, antes de que los rockeros se preocuparan por causas sociales y letras introspectivas, ya existía AC/DC. Y en 1979, estos australianos con más electricidad que una tormenta en el Outback (remota y desértica zona interior de Australia), nos regalaron Highway to Hell, que a la par fue el último grito de guerra de su vocalista Bon Scott antes de partir al Olimpo de los grandes artistas. Grabado entre marzo y abril de 1979 en los Roundhouse Studios de Londres, Highway to Hell fue el primer disco de la banda producido por Robert John “Mutt” Lange, un tipo que sabía cómo hacer que los riffs sonaran como martillazos y que las voces se clavaran en tu cráneo. Lange pulió el sonido sin quitarle la mugre, y eso es exactamente lo que necesitaba AC/DC: un poco de orden en medio del caos. Publicado el 27 de julio de 1979 por Atlantic Records, el álbum fue un éxito rotundo. Vendió millones, se convirtió en un clásico instantáneo y, por supuesto, escandalizó a más de un padre preocupado por la salud moral de sus hijos. Menos mal que mucho supieron apreciar que Highway to Hell era una autopista directa al paraíso del rock.

Y entre los himnos que componen este disco, hay una canción que brilla por su ritmo: Girls Got Rhythm, la segunda pista del álbum, la cual fue lanzada como sencillo el 2 de noviembre de 1979. al escucharla, desde segundo uno, ya sabes que te has metido en territorio AC/DC: guitarras afiladas, batería que golpea como si Phil Rudd estuviera enfadado con el mundo, y Bon Scott escupiendo versos como si estuviera narrando una noche de excesos que probablemente ocurrió y no recuerda. Y todo ello ejecutado con una precisión, quirúrjica, milimétrica. La letra es un homenaje descarado a la mujer que, según Bon, tiene más ritmo que una locomotora desbocada. No hay metáforas profundas ni dobles sentidos refinados, ACDC no necesita sutileza porque no ha venido a filosofar, ha venido a sacudirte los huesos. Musicalmente, la canción es un ejemplo perfecto del estilo de la banda: riffs pegajosos, coros que se te quedan pegados como chicle en la suela, y una producción que, gracias a Mutt Lange, añade capas sin perder la crudeza.

Girls Got Rhythm fue una de las últimas canciones escritas por Bon Scott antes de su muerte en febrero de 1980. Y vaya que dejó su huella. La letra es una oda a la satisfacción carnal, pero con ese toque de humor y descaro que solo Bon podía hacer sin que sonara vulgar, bueno, sin sonar demasiado vulgar. La canción no tuvo un gran impacto en las listas, pero caló hondo de los fans, y también en las emisoras de rock AOR (Rock Orientado a Adultos) en Estados Unidos. En Europa, fue lanzada como sencillo, pero no logró posicionarse en la tabla alta, ¿pero acaso Importa? Para AC/DC lo importante era que la gente la escuchara, la cantara, y se sintiera como si estuviera en una fiesta eterna con cerveza, música y los amplificadores a tope.

sábado, 25 de octubre de 2025

1759.- Good Times - Chic

 

God Times, Chic


     En 1979, en pleno reinado de la música disco y con la contraposición de la economía estadounidense desplomándose, Chic lanzó Good Times una canción que se convirtió en un himno generacional. Bajo ese rollo festivo y contagioso que transmite, se esconde una sutil crítica al contexto social de la época.

Fue producida por Nile Rodgers y Bernard Edwards, los cerebros detrás de Chic, y publicada por el sello discográfico Atlantic Records como parte del álbum Risqué. La canción es elegante, la línea de bajo de Edwards (considerada una de las más influyentes de todos los tiempos) crea un groove con una precisión rítmica relajada y a la vez vibrante, y Rodgers, por su parte, aporta su característico estilo de guitarra funk, con acordes entrecortados y limpios que dan cuerpo a la melodía sin saturarla. La producción es sofisticada, pero también minimalista. Los arreglos de cuerda son geniales y añaden un toque de glamour sin caer en la exageración, y la edición, cuidada al detalle, logra que la canción suene fresca incluso décadas después de su lanzamiento.

Líricamente, la canción es una genialidad. La estructura de es sencilla, el reptitivo esgtribillo "Good times / These are the good times", nos quiere convencer de que, a pesar de todo, hay razones para celebrar. Sin embargo, la letra incluye referencias históricas que revelan un sentido más profundo que nos habla de la recuperación tras la Gran Depresión, creando un paralelismo con la situación económica de finales de los años 70, marcada por la inflación, el desempleo y la incertidumbre. A pesar de todo, la canción no cae en el pesimismo, y aunque celebra, no se desliza ingenuamente hacia el olvido de la realidad. Es una celebración consciente, una fiesta con los ojos abiertos. Rodgers y Edwards entendían que la música disco podía ser más que brillo y lentejuelas, podía ser una herramienta para exponer la realidad, pero sin perder nunca el ritmo. Con Good TimesChic logró lo que pocos artistas han conseguido, crear una canción accesible, ligera y eterna, pero al mismo tiempo profunda y crítica.

viernes, 24 de octubre de 2025

1758.- Don´t Bring Me Down - Electric Light Orchestra



“Don’t Bring Me Down”, lanzada en 1979 como parte del álbum "Discovery", es una de las canciones más emblemáticas de la Electric Light Orchestra (ELO), la banda británica liderada por Jeff Lynne. A diferencia de muchas de sus composiciones anteriores, esta canción destaca por prescindir completamente de la casi siempre habitual sección de cuerdas, lo que marcó un giro estilístico hacia un sonido más directo y rockero.

La canción se construyó sobre un ritmo de batería grabado previamente, al que Lynne añadió capas de guitarra, bajo y sintetizadores. El resultado es un tema con una energía y ritmo contagiosos, y su potente riff la convirtió rápidamente en un éxito, alcanzando el puesto nº 4 en el Billboard Hot 100 y convirtiéndose en el mayor éxito de la ELO en Estados Unidos.

La letra de “Don’t Bring Me Down” expresa frustración y desilusión en una relación amorosa en la que la otra persona parece estar más interesada en cultivar su vida social que en cuidar de la relación de pareja. La sensación es de desencanto y de ruptura inminente (¿Qué pasó con la chica a la que creía conocer?), y llama la atención el contraste entre la amarga letra y el tono musical alegre de una canción que marcó un punto de inflexión en la carrera de la ELO, permitiéndoles llegar a una mayor audiencia y consolidando a Jeff Lynne como un compositor versátil y abierto a nuevas tendencias y estilos.

Disco de la semana 453: Luzbelito el infierno poético de los Redondos

Disco de la semana 453: Luzbelito el infierno poético de los Redondos

En 1996, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota lanzó Luzbelito, un álbum que llegó en un momento clave de la historia de la banda y de la cultura argentina. Tras la energía cruda de Lobo Suelto, Cordero Atado, los Redondos profundizaron su sonido con un disco más oscuro, más conceptual y más introspectivo. Luzbelito es una exploración del mal, de la culpa, de la religión y de la condición humana. Es una obra que exige atención, que no se entrega fácilmente, pero que recompensa con cada escucha.

El título ya marca el camino: “Luzbelito” es un diminutivo de Luzbel, otro nombre del diablo. Pero el tono no es de adoración ni de condena, sino de curiosidad. El Indio Solari se mete en la piel del demonio como quien se asoma a un espejo. El disco propone una especie de viaje interior donde el bien y el mal se confunden, donde la ironía y la poesía se mezclan. En lugar de juzgar, los Redondos observan, retratan y preguntan.

Musicalmente, Luzbelito consolida el sonido maduro de la banda. Las guitarras de Skay Beilinson tienen un tono preciso, a veces blusero, otras psicodélico, siempre inconfundible. La base rítmica de Semilla Bucciarelli y Walter Sidotti aporta un groove sólido, casi hipnótico. Y las letras del Indio, como siempre, son el corazón de todo: metáforas que se abren en múltiples interpretaciones, frases que quedaron grabadas en la cultura popular.

Recordemos cada una de ellas:

1. Luzbelito y las sirenas

El disco abre con una introducción inquietante. “Luzbelito y las sirenas” combina un ritmo denso con una atmósfera cargada. Es la presentación del protagonista, un demonio tentado por sus propias visiones. El tema funciona como manifiesto del disco: la caída, la fascinación, la belleza del abismo. El sonido es envolvente, con arreglos que recuerdan a un ritual. Desde el comienzo, los Redondos invitan al oyente a entrar a un mundo oscuro pero fascinante.

2. Cruz Diablo!

“Cruz Diablo!” suena más directa, con un riff poderoso y una batería que marca el pulso del rock clásico de la banda. El tema mezcla referencias religiosas con un tono burlón. La ironía del título resume bien la postura del disco: ni devoto ni satánico, sino observador de las contradicciones humanas. La interpretación del Indio tiene una intensidad teatral, casi como un predicador que habla desde el borde del escenario del infierno.

3. Ella baila con todos

Una de las canciones más recordadas del álbum. “Ella baila con todos” tiene un aire más melódico, con un estribillo pegadizo y un tono entre nostálgico y cínico. Se ha interpretado como una crítica al oportunismo, a la superficialidad o incluso a la traición. Pero también puede leerse como una reflexión sobre la libertad: esa mujer que “baila con todos” no necesariamente traiciona, tal vez simplemente elige no pertenecerle a nadie. Musicalmente, es uno de los momentos más accesibles del disco.

4. Fanfarria del cabrío

El título mismo sugiere una mezcla de solemnidad y locura. “Fanfarria del cabrío” combina un ritmo marcial con guitarras abrasivas. La letra es enigmática, con imágenes de desfiles, máscaras y bestias. Es una marcha grotesca, una celebración del caos. En vivo, este tema siempre generó un clima especial, como si la banda estuviera convocando fuerzas invisibles.

5. Nuotatori professionisti

Traducido del italiano, el título significa “nadadores profesionales”. El tono cambia: es una canción más atmosférica, casi surrealista. Las imágenes de cuerpos flotando, del agua y de la deriva refuerzan la sensación de tránsito, de estar entre mundos. La interpretación vocal del Indio es más contenida, más sugerente. En el contexto del disco, funciona como un respiro, un momento de extraña calma antes de sumergirse otra vez en la densidad.

6. Blues de la libertad

El blues según los Redondos. “Blues de la libertad” tiene esa cadencia lenta y arrastrada que evoca el género, pero con un espíritu netamente ricotero. La letra habla de una libertad que se busca pero no se encuentra del todo, una libertad que duele. Es uno de los temas más emotivos del álbum y uno de los que mejor muestran la madurez musical de la banda. Skay brilla con un solo preciso, contenido, cargado de sentimiento.

7. La dicha no es una cosa alegre

Una de las joyas ocultas del disco. El título ya es una declaración: la dicha puede ser oscura, la felicidad no siempre es luminosa. El tema tiene un ritmo hipnótico y un tono casi confesional. La voz del Indio suena grave, íntima, mientras la banda sostiene una base que parece balancearse entre el sueño y la pesadilla. Es de esas canciones que se quedan resonando mucho después de que terminan.

8. Me matan, Limón!

Con “Me matan, Limón!”, el disco recupera energía rockera. Es un tema eléctrico, con un aire de carretera y un estribillo memorable. La letra juega con imágenes de persecución y de resistencia, como si el protagonista intentara escapar de un destino inevitable. Hay algo cinematográfico en su ritmo, una sensación de movimiento constante. El título, además, tiene ese humor típico de los Redondos: un guiño entre trágico y absurdo.

9. Rock yugular

El título lo dice todo: esto es rock puro, directo a la yugular. Guitarras potentes, batería firme y una letra que exuda desafío. Es el tema más crudo del álbum, una descarga de energía que recuerda la etapa más incendiaria del grupo. El Indio canta con furia, como si se tratara de una exorcización. En los conciertos, era uno de los momentos más explosivos.

10. Mariposa Pontiac / Rock del país

Una doble cara en una misma pista. “Mariposa Pontiac” es más introspectiva, con un tono melódico y melancólico, mientras que “Rock del país” estalla con espíritu nacional y un riff contagioso. Juntas forman una síntesis perfecta del universo ricotero: belleza y rabia, poesía y crudeza. Es uno de los tramos más ricos del álbum y uno de los más celebrados por los fanáticos.

11. Juguetes perdidos

El cierre no podía ser más simbólico. “Juguetes perdidos” es una de las grandes canciones de la historia del rock argentino. Es un himno generacional, una despedida, una reflexión sobre el paso del tiempo y la inocencia perdida. “Y ahora que estoy al borde del abismo / solo me queda saltar” —esas palabras resumen la filosofía del disco entero: aceptar la caída como parte de la vida. Musicalmente, es un final majestuoso. Las guitarras crecen, la voz del Indio se vuelve más emotiva, y el tema se desvanece dejando una sensación de trascendencia.

Un infierno muy humano

Luzbelito fue recibido con enorme expectativa y algo de desconcierto. Algunos fans esperaban un sonido más directo, como en los discos anteriores, pero pronto quedó claro que esta obra tenía una profundidad distinta. El álbum consolidó a los Redondos como una banda capaz de reinventarse sin perder su esencia.

A nivel de repercusión, Luzbelito fue un éxito de ventas y de convocatoria. Los recitales de presentación, especialmente los de Racing y el Estadio de Huracán, marcaron un antes y un después en la historia del rock argentino. La figura del Indio alcanzó una dimensión mítica, y el concepto de “lo ricotero” empezó a adquirir un peso cultural enorme.

Con el tiempo, Luzbelito se volvió uno de los discos más analizados del grupo. Algunos lo consideran una obra conceptual sobre la caída y la redención. Otros lo leen como una sátira sobre la religión y la moral. Lo cierto es que su ambigüedad es parte de su poder: nunca da respuestas cerradas.

A casi tres décadas de su lanzamiento, Luzbelito sigue sonando vigente. Su atmósfera, sus letras y su visión del mundo lo convierten en un clásico que trasciende generaciones. Es un disco que no busca agradar sino provocar. Que invita a pensar, pero también a sentir.

En el universo de los Redondos, Luzbelito representa la madurez total: una síntesis entre poesía, rock y filosofía callejera. Es la obra donde el diablo no es una amenaza, sino un espejo. Y en ese reflejo, cada oyente encuentra un pedazo de sí mismo.

Daniel 
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jueves, 23 de octubre de 2025

1757.- Cruel to Be Kind - Nick Lowe



Lanzada en 1979 por el músico británico Nick Lowe, e incluida en su álbum "Labour of Lust", "Cruel to Be Kind" es una joya de power pop escrita por el propio Nick Lowe Ian Gomm, que combina una melodía alegre y pegadiza con una letra cargada de ironía. La canción se convirtió en uno de los mayores éxitos de la carrera de Lowe, llegando al puesto nº 12 en las listas de Reino Unido y Estados Unidos.

En lo musical, “Cruel to Be Kind” destaca por su limpia y pulida producción, que combina una instrumentación sencilla de bajo y batería con efectivas guitarras rítmicas, y la mezcla resultante tiene cierto aire de pop de los años 60. Estamos ante un sonido más accesible que el que caracterizó a la música de Lowe en sus comienzos, influenciado por la estética sonora de la new wave y el rock melódico.

La voz de Lowe, cálida y expresiva, transmite una mezcla de resignación y sarcasmo que encaja perfectamente con una letra inspirada parcialmente en el Hamlet de Shakespeare, y que refleja los sentimientos encontrados de alguien que recibe constantemente un trato frío y cruel de una persona que dice comportarse así por amor. El estribillo refleja a la perfección esa contradicción (“Tienes que ser cruel para ser amable, en la justa medida”), en boca de un narrador que no encuentra lógica entre las acciones de su pareja y su supuesto amor hacia él, y se pregunta si realmente es necesario ser cruel para ser amable.

miércoles, 22 de octubre de 2025

1756.- La Leyenda del tiempo - Camarón de la Isla

 

La Leyenda del Tiempo, Camarón de la Isla


     En 1979, Camarón de la Isla publicó un disco que no solo marcó un antes y un después en su carrera, sino que también sacudió los cimientos del flamenco tradicional. Ese disco fue La leyenda del tiempo, un trabajo que puso de manifiesto la unión entre Camarón, Lorca y la revolución del flamenco. Producido por Ricardo Pachón y grabado en los estudios Fonogram de Madrid, el álbum fue editado por Philips Records y contó con una nómina de músicos hoy considerados leyendas: Tomatito a la guitarra, Raimundo Amador, Jorge Pardo, Rubem Dantas, Kiko Veneno y el grupo de rock andaluz Alameda, entre otros. La producción fue ambiciosa, arriesgada y profundamente innovadora, pues por primera vez Camarón se alejaba del flamenco tradicional para abrazar sonidos eléctricos, sintetizadores, bajo eléctrico y batería, fusionando el flamenco con el rock progresivo, el jazz y la psicodelia.

La grabación se desarrolló en un clima de efervescencia creativa, pero también de incertidumbre. Camarón era consciente de que estaba rompiendo con una tradición centenaria, llegando a decir: “Esto no lo va a entender nadie ahora, pero algún día lo entenderán.” Su intuición fue certera. En su momento, el disco fue recibido con mucha frialdad por los puristas del flamenco, y muchos seguidores se sintieron desconcertados. Sin embargo, con el paso del tiempo, La leyenda del tiempo ha sido reivindicado como una obra maestra, un punto de inflexión que abrió las puertas a nuevas generaciones de artistas y a una concepción más libre y expansiva del flamenco.

La canción que da título al disco, La leyenda del tiempo, es el eje y el corazón del proyecto. Se basa en un poema de Federico García Lorca, extraído de su obra teatral Así que pasen cinco años. La letra rememora la transformación, el misterio y la fugacidad de la existencia, y Camarón la entona con una voz que brota como lava de lo profundo, ascendiendo como un suspiro hacia lo invisible. Su voz nace con la crudeza de un quejío ancestral y se eleva como un eco que atraviesa el alma. La musicalización del poema, a cargo de Ricardo Pachón, convierte los versos lorquianos en un himno flamenco-psicodélico, donde la guitarra eléctrica convive con el cajón, el bajo con el cante jondo, y la poesía con la improvisación sonora.

El encuentro entre Lorca y Camarón, dos genios andaluces separados por décadas pero unidos por una sensibilidad trágica y luminosa, es uno de los grandes logros del disco. Lorca, que ya había explorado el flamenco en su Poema del cante jondo, encuentra en Camarón un intérprete visceral, intuitivo y profundamente moderno. La canción honra la palabra del poeta y la transforma en toda una experiencia, en un rito contemporáneo. Es como si Camarón, al cantar a Lorca, se convirtiera en médium de una Andalucía eterna y renovada. La estructura de la canción rompe con los esquemas tradicionales del flamenco. No hay palos definidos ni compás cerrado. En su lugar, hay atmósferas, texturas, silencios y explosiones. La voz de Camarón se desliza entre lo melódico y lo desgarrado, mientras los instrumentos construyen sonidos que por momentos abrazan el rock para volver al pulso de una bulería descompuesta. Esta libertad formal, incomprendida en su momento, es hoy reconocida como una de las claves de su grandeza.

martes, 21 de octubre de 2025

1755.- Boys Keep Swinging - David Bowie



“Boys Keep Swinging”, pieza clave del disco "Lodger" (1979) de David Bowie, es un provocador ejercicio de glam rock, ironía y crítica social que desafió las marcadas normas de género y de identidad masculina de finales de los setenta. Escrita junto a Brian Eno y producida por Tony Visconti, se encuadra en sonido y experimentación en la llamada "trilogía de Berlín", aunque como el resto de "Lodger" fue grabada en Suiza y Estados Unidos, con el músico ya de vuelta del celebrado y prolífico exilio en Berlín.

Musicalmente, “Boys Keep Swinging” se caracteriza por un estilo de glam rock  y pop con tintes de garage rock. Fieles a la locura experimental que implicó la grabación de los discos de la trilogía, Bowie y Eno decidieron que en “Boys Keep Swinging” los músicos intercambiaran sus instrumentos habituales para tocar otros con los que estuvieran menos familiarizados y lograr así un sonido más crudo y espontáneo, y eso se refleja en la energía desordenada y juvenil que tiene la canción, que combina guitarras distorsionadas con un ritmo sencillo de batería.

La voz de Bowie suena firme y teatral, acompañando de manera brillante a la satírica letra de la canción, que pone de manifiesto los privilegios que la sociedad concede al género masculino ("El cielo te adora, las nubes se separan para darte paso, nada se interpone en tu camino, cuando eres un chico") enumerando las múltiples ventajas de ser hombre en un tono de himno marcial y de celebración que es en realidad una obra maestra del sarcasmo y la ironía que tiene aún más valor si tenemos en cuenta la época y la situación social y cultural en la que la canción fue lanzada.

Aunque no fue un éxito masivo en su momento, “Boys Keep Swinging” ha ganado reconocimiento como una de las obras más audaces, visionarias y reivindicativas de David Bowie, con un marcado tono experimental y una potente crítica social que la convierten en una pieza clave dentro de su aclamando repertorio. Mirando hacia atrás en el tiempo, estamos ante una canción que anticipó debates contemporáneos sobre género e identidad, y que reafirma la importancia de Bowie no solo como músico o cantante, sino como agente de cambio social e imprescindible referencia cultural.

lunes, 20 de octubre de 2025

1754.- News - Dire Straits

 

Communiqué, Dire Straits


     En una época marcada por la efervescencia del punk, el auge del disco y la irrupción del new wave, Dire Straits optó por seguir su propio compás. El cuarteto británico liderado por Mark Knopfler lanzó Communiqué, su segundo álbum de estudio, apenas un año después del éxito arrollador de su debut homónimo. Grabado entre noviembre de 1978 y enero de 1979 en los Compass Point Studios de Nassau, Bahamas, el disco llegó como una declaración de principios: sobriedad, elegancia y una narrativa musical que abrazaba la introspección. Bajo la producción de dos leyendas, Jerry Wexler y Barry BeckettCommuniqué se presentó como una obra más pulida que su predecesora. La mezcla es limpia y permite que cada instrumento tenga su lugar. El bajo de John Illsley y la batería de Pick Withers sostienen las composiciones mientras las guitarras de los hermanos Knopfler se entrelazan en un diálogo constante, sin alardes pero con una precisión milimétrica. El álbum mantenía el estilo roots rock que caracterizaba a la banda, pero con un tono más refinado. Si el primer disco era una carta de presentación, Communiqué es una invitación a sentarse y escuchar con atención, y en ese contexto aparecía uno de sus temas: News.

La tercera pista del álbum, News, se despliega como una noticia íntima, una columna escrita desde el rincón más vulnerable del alma. La melodía es sencilla, pero está cargada de intención. No hay adornos innecesarios, cada nota parece colocada con la precisión de un editor que revisa titulares. La letra, como es habitual en Knopfler, narra una historia con economía de palabras y riqueza de matices. El protagonista espera noticias de alguien que se ha ido, y lo hace con una mezcla de resignación y esperanza. La canción no explota, no se desborda, no lo necesita para tenernos enganchados, se mantiene en un tono bajo, como una conversación que se tiene en voz baja para no despertar viejos fantasmas mientras Mark Knopfler nos transmite ese sentimento de espera, de incertidumbre, del deseo de saber, sin caer en el sentimentalismo. La canción es como una carta que llega sin remitente pero que uno sabe que es para él. News es una de las canciones más delicadas del repertorio de la banda. No es un hit, ni pretende serlo. Es una pieza que se cuela en el corazón del oyente sin hacer ruido, como esas noticias que no salen en portada y que aparecen en las pequeñas columnas de las últimas páginas de un periódico, pero que cambian la vida de quien las recibe.

domingo, 19 de octubre de 2025

1753.- DJ - David Bowie


“D.J.”
es una de las canciones principales del disco "Lodger" que cerraba en 1979 la conocida como trilogía berlinesa de David Bowie, aunque en realidad se grabó a caballo entre Montreux y Nueva York, y era ya un disco que transitaba hacia la accesibilidad musical que supuso la siguiente etapa del camaleónico músico. Sin embargo, se sigue encuadrando a "Lodger" junto a los otros dos discos "berlineses" porque aun contenía algunas canciones que emparentaban directamente con el sonido vanguardista y experimental de esa época inmediatamente anterior, y "D.J" es una de ellas.

En la letra de "D.J", David Bowie juega con la crítica social a la superficialidad de la vida nocturna y el desmedido encumbramiento y culto a los discjockeys del momento, narrando en primera persona las desventuras de un cínico personaje que está tirado en casa porque ha perdido su trabajo y se encuentra mal, pero que se aferra a su rol nocturno de D.J ("Yo soy el D.J, yo soy lo que pincho") para evitar enfrentarse a la cruda realidad. En su interpretación vocal, Bowie imita deliberadamente el estilo vocal de David Byrne de Talking Heads, logrando un nivel superior de teatralidad y locura en el personaje.  

"D.J" destaca también poderosamente en lo musical, porque supone una nueva entrega de la experimentación sonora y vanguardista de sus dos obras anteriores ("Low" y "Heroes"), abordando un estilo new wave con una base rítmica marcada por el bajo y la batería, sintetizadores atmosféricos y un solo de guitarra distorsionado a cargo de Adrian Belew, construido en base a la mezcla de fragmentos de las diferentes tomas que el guitarrista grabó en el estudio, para lograr un efecto caótico y fragmentado que reflejara el estado mental del protagonista de la canción.

Aunque “D.J.” no fue un gran éxito comercial, llegando solo al puesto 29 en las listas británicas, recibió críticas positivas por su audacia y su enfoque satírico, y hoy en día es una de las canciones más valoradas y reconocibles de su etapa más experimental, y una poderosa muestra del ingenio y el nivel de riesgo y de experimentación que Bowie tenía al afrontar tanto la composición como la interpretación de su trabajo, retorciéndose y reinventándose aprovechando las particularidades de la cultura que le rodeaba, sin perder por ello su esencia artística.

sábado, 18 de octubre de 2025

1752 - Disorder - Joy Division


Disorder - Joy Division

Disorder, el tema que abre el icónico álbum debut de Joy Division, Unknown Pleasures (1979), es una muestra cruda y contundente de la singularidad sonora de la banda. Desde los primeros segundos, la canción establece un ambiente de tensión y urgencia, característico del post-punk británico de finales de los años setenta. Ian Curtis, con su voz profunda y casi espectral, introduce un tono de alienación que se convierte en la columna vertebral de la lírica y de la identidad de Joy Division.

Musicalmente, Disorder es un estudio de contrastes. La batería de Stephen Morris, mecánica y precisa, marca un ritmo insistente que se siente tanto hipnótico como ansioso. Este patrón repetitivo se entrelaza con las líneas de bajo de Peter Hook, que destacan por su prominencia en la mezcla y su textura melódica, aportando una sensación de gravedad y movimiento a la vez. Bernard Sumner, en la guitarra, emplea un estilo minimalista y etéreo, con acordes arpegiados y efectos sutiles de delay que generan una atmósfera fría y distante, casi industrial, anticipando los paisajes sonoros que dominarían el post-punk y el new wave de la década siguiente.

La letra de Disorder refleja la lucha interna y la ansiedad existencial que marcaban la vida de Curtis, así como los temas recurrentes de alienación y desarraigo en la obra de Joy Division. Frases como “I've been waiting for a guide to come and take me by the hand” transmiten una sensación de búsqueda desesperada de dirección o sentido, resonando con la generación de jóvenes británicos que experimentaban incertidumbre social y económica en los años posteriores a la crisis industrial. La entrega vocal de Curtis, a veces contenida y otras intensamente emotiva, añade una capa de vulnerabilidad que hace que la canción sea a la vez personal y universal.

Disorder también destaca por su estructura no convencional. La canción evita los estribillos tradicionales, optando por un flujo que combina repetición hipnótica con variaciones sutiles en ritmo y textura sonora. Esto contribuye a un efecto inquietante y atrapante, donde la tensión se mantiene hasta el último segundo, dejando al oyente en un estado de anticipación y reflexión.

En términos históricos, Disorder no solo presenta a Joy Division como innovadores del post-punk, sino que también sienta las bases de lo que sería su influencia duradera en géneros como el indie, el goth rock y el synth-pop. Su capacidad para combinar minimalismo instrumental, emociones crudas y una estética sombría la convierte en una obra seminal, recordada como un punto de partida esencial para entender la música alternativa de finales del siglo XX.

Disorder es más que una simple canción de apertura; es una declaración de intenciones, un reflejo del desasosiego existencial y una exhibición del talento único de Joy Division para transformar la angustia en arte sonoro. Su impacto perdura, consolidando a la banda como uno de los pilares del post-punk y un referente ineludible para generaciones de músicos y oyentes.

Daniel
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viernes, 17 de octubre de 2025

1751.- Paseando por la Mezquita - Medina Azahara

 

Paseando por la Mezquita, Medina Azahara


     El sol comienza a descender mientas doy mi habitual paseo, y ahora suena en mis auriculares Paseando por la Mezquita, una delicia del rock andaluz que Medina Azahara lanzó en 1979, y que hoy me acompaña como banda sonora de un paseo que, para mí, se ha convertido en un rito. La canción la escucho, la vivo y la respiro mientras camino. La guitarra eléctrica se funde con los teclados,. el ritmo, hipnótico, me envuelve y me lleva por una calle donde las sombras de los balcones se proyectan como versos mudos sobre las fachadas. La voz de Manuel Martínez tiene esa mezcla de melancolía y fuerza, como si estuviera confesando algo íntimo a las paredes de la ciudad.

La letra se convierte en espejo de quien la escucha. Habla de humillaciones, de heridas invisibles, de una búsqueda espiritual que se entrelaza con la historia de un pueblo. Y mientras la canción avanza, me siento como si estuviera cruzando el arco de la Puerta del Perdón, sintiendo que cada nota me empuja hacia dentro. La Mezquita-Catedral se alza majestuosa, con sus columnas infinitas y sus arcos laten al compás del bajo de la canción. Los teclados se han conviertido en un susurro que acaricia los muros, como si la música quisiera pedir permiso para entrar. Y lo hace. Porque Paseando por la Mezquita no es solo una canción: es una plegaria eléctrica, un lamento que con el paso del tempo se ha convertido en un himno. 

Mientras recorro el Patio de los Naranjos, la melodía se vuelve más introspectiva y la letra insiste en el sufrimiento, pero no hay derrota en la voz, sino una dignidad que se eleva como la torre de la mezquita: “Sí, hemos sufrido, pero seguimos caminando”. Y yo sigo caminando también, con los ojos húmedos y el corazón encendido. Al salir por la puerta de Alhaken II, la canción llega a su clímax. La guitarra se desborda, la voz se eleva, y todo parece confluir en una especie de catarsis sonora. En ese momento el dolor se transforma en arte, y la historia personal se funde con la historia de un pueblo. Y de repente, el silencio. El tema termina, pero el eco permanece. Me imagino parado frente al río Guadalquivir, y me doy cuenta de que Paseando por la Mezquita no es solo una canción sobre Córdoba, es una canción sobre todos nosotros, sobre nuestras heridas, nuestras búsquedas y nuestras esperanzas, y Medina Azahara nos invita a caminar, a mirar hacia dentro y a reconciliarnos con lo que fuimos y lo que somos.

Medina Azahara logra fusionar el rock con el alma del flamenco, y suena auténtico. Hay riffs potentes, pero también hay duende. El grupo consigue honrar la tradición andaluza,  Y en ese homenaje, la canción se convierte en un puente entre lo moderno y lo ancestral, entre el dolor íntimo y la memoria colectiva. La producción del tema, para ser de finales de los 70, es sorprendentemente buena. Cada instrumento tiene su espacio. El teclado de Pablo Rabadán aporta una atmósfera envolvente, casi mística, mientras la batería de José Antonio Molina marca el pulso de un corazón que no se rinde. Es imposible no dejarse llevar, no sentir que uno también está paseando por la mezquita, aunque esté a kilómetros de distancia. 

La canción ha terminado y vuelvo a la realidad, Pero sé que volveré a escucharla porque hay paseos que no se olvidan, y hay canciones que, como esta, se convierten en parte del alma.

Disco de la semana 452: Mandylion - The Gathering

Ninguna banda de metal ha sido más consciente del dicho "a la tercera va la vencida" que la banda holandesa The Gathering en su búsqueda de una mezcla de voces masculinas y femeninas en sus álbumes. Tras un buen comienzo con su potente álbum debut, "Always", la banda fracasó estrepitosamente con "Almost A Dance", empleando a una vocalista completamente amateur, como resultado, su popularidad entre los fans del metal retrocedió significativamente. Mientras preparaban su tercer álbum, la banda holandesa decidió arriesgarse y grabar un álbum centrado íntegramente en voces femeninas. Confiaron el micrófono a una joven desconocida, Anneke Van Giersbergen, y el resultado fue un éxito rotundo, la pelirroja holandesa no solo demostró ser la líder de la banda, sino que también contribuyó a la creación de un álbum que cambiaría la historia del metal y dejaría huella. Todo esto ocurrió en el otoño de 1995. La voz de Anneke no se parece a nada que hayas escuchado antes en toda la escena del rock-metal, no es teatral ni técnica como la de Liv Kristine o la voz mucho más operística de Tarja Turunen, y no es descaradamente pop-rock americano como los que luego surgirían con Avril Lavigne y sus diez mil clones. La voz de Anneke tiene algo similar a la de Kari Rueslåtten, aunque la noruega es mucho más etérea y delicada, la voz de Anneke es como si estuviera continuamente en conexión con la tierra y el cielo.

Mandylion, al igual que sus dos predecesores, estaba impregnado de la esencia metalera atmosférica característica de la estética de los 90, basada en una brillante combinación de riffs de guitarra potentes y potentes, y arreglos de teclado atmosféricos y ricos, si bien el trabajo anterior de The Gathering había quedado algo anticuado, el tercer álbum logró crear una obra universal que se mantiene vigente incluso 30 años después de su lanzamiento. Si bien la música de la banda ha eliminado por completo los elementos de la furia del death metal, eso no significa que las composiciones individuales carezcan de vida o energía, periódicamente aparecen importantes ráfagas de tempo con un trabajo de guitarra agudo. Al igual que en sus álbumes anteriores, la banda holandesa no duda en evocar una atmósfera gótica, canalizándola esta vez hacia regiones marcadamente otoñales, lluviosas y brumosas, dando como resultado el álbum más oscuro de la banda hasta la fecha. Curiosamente, junto con el rock gótico y las influencias atmosféricas de los álbumes de Dead Can Dance, Mandylion también muestra una fascinación por la estética melancólica del dream pop, especialmente de los maestros del género, Slowdive, sin embargo, los elementos individuales han sido elaborados en una mezcla verdaderamente original, y su mayor fortaleza es, sin duda, la voz de Anneke Van Giersbergen.

Aunque en los años posteriores la holandesa se ha inclinado considerablemente por la delicadeza y la sutileza, en su debut vocal se presenta principalmente con una presencia enérgica y poderosa, en muchos aspectos, este estilo recuerda a las divas de la ópera y, por lo tanto, ha servido de modelo para muchas bandas de metal gótico. La ventaja de la voz de Anneke, sin embargo, reside en que carece de lamentos irritantes o sentimentalismo, y el álbum en general es un deleite para escuchar. La música instrumental también es impresionante, The Gathering compuso ocho canciones largas y multihilo, que en algunos pasajes se adhieren a estructuras clásicas de estrofa y estribillo relativamente simples, mientras que en otros se adentran en territorio progresivo con ambiciosas incursiones en lo desconocido. Además, una parte significativa del álbum es puramente instrumental, un testimonio de la clase de Mandylion. Un punto fuerte del álbum son los solos melódicos y melancólicos de Rene Rutten, presentados con una fórmula similar a la de los guitarristas de Slowdive. Las frescas y atmosféricas partes de teclado de Frank Boeijen también dejan una huella imborrable, capturando a la perfección los colores del otoño europeo, con sus paisajes brumosos, llenos de hojas de árboles cambiantes. Otro punto fuerte del álbum es su sonido distintivo, limpio y a la vez suave, creado en la meca atmosférica de los años 90, el estudio alemán Woodhouse, bajo la supervisión de Siggie Bemm y Waldemar Sorychta, amantes de este tipo de música.

El álbum abre con fuerza y contiene una de las mejores canciones de la banda. Construida con una gran cantidad de riffs potentes al estilo de "Black Sabbath", teclados oscuros y la sensacional y enérgica voz de Anneke, Strange Machines es la composición más doom metal de la banda, con su mayor fortaleza en los riffs potentes y cortantes, audibles especialmente en la segunda mitad de la canción, sin duda sigue siendo la canción más pegadiza y probablemente la más potente de este disco. Eleanor, por otro lado se centra mucho más en la dinámica y el ritmo acelerado, sin olvidar la atmósfera otoñal y nostálgica, realzada por la voz prolongada de Anneke y sus largos pasajes instrumentales. Estamos ante una emotiva mini-épica que se convirtió en un clásico en directo, destacando por su alternancia entre batería, guitarra y teclado en las secciones climáticas, con su instrumental inspirado en La Lista de Schindler, esos ritmos de batería, como si fueran vallas, evocaban chimeneas y paisajes de zonas industriales de la década de 1930. La atmósfera de dream pop gótico está ocupada por la discreta y fluida In Motion #1, una brillante muestra de ricos arreglos de teclado, eclipsada por el melancólico solo de Rene Rutten. Leaves ofrece un sonido igualmente lánguido, pero decididamente pesado, espacioso y fuertemente sinfónico, una majestuosa balada de metal gótico, y mientras Anneke van Giersbergen canta con toda su alma (¡imagínate que es solo su debut en un álbum de metal!), los guitarristas de alguna manera encuentran una manera de superarla con un solo de guitarra como ningún otro en el género, construido alrededor de melodías tristes de doom metal pero suavemente subrayado por el tono onírico ya familiar.

Los tonos sombríos y deprimentes de Mandylion alcanzan su máximo esplendor en Fear The Sea, de sonido difuminado, basado en guitarras progresivas y arenosas, esta lleno de sonidos silbantes como olas, excesivo, después de muchas escuchas, entiendes que no hay forma de que este álbum romántico exista sin una canción que exprese el poder intimidante de la fuerza natural del océano. La mayor sorpresa, sin embargo, será el tema principal, Mandylion, que elimina por completo las guitarras, mientras que los atmosféricos arreglos de teclado de trance-folk y la percusión tribal crean una composición que enorgullecería a Dead Can Dance. No obstante, los holandeses tienen ventaja sobre los ingleses en las voces ocasionales, ya que Anneke es mucho mejor que los gestos ocasionalmente irritantes de Lisa Gerard, aquí no esconden nada, The Gathering muestra su adoración por Dead Can Dance al máximo. De hecho, sería muy fácil confundir esta canción con algo de Into the Labyrinth, construido en torno a una percusión tribal, amplifica el lado romántico del álbum con su sueño de mundos diferentes, mucho más allá de los mares. Depende de un oyente contemplativo descubrir su lado introspectivo. La atmósfera casi instrumental, aunque de metal progresivo, también se mantiene en Sand And Mercury, la canción más larga del álbum, de casi 10 minutos de duración. Si no fuera por la atmosférica sección central, con la desgarradora voz de Anneke, este tema podría ser un modelo perfecto para composiciones instrumentales. Es a la vez rico en ideas y arreglos vibrantes, pero fácil de escuchar para cualquier oyente. El broche de oro es el bien concluido In Motion #2, que no carece de una pesadez enfática y pesimista ni de una atmósfera melancólica, todo perfectamente armonizado por la sensacional voz de Anneke, esta vez centrada en la solemnidad y la potencia.

"Mandylion" es sin duda uno de los mejores álbumes de The Gathering, y también el mejor álbum de metal atmosférico con la cantante. Carece de los defectos fundamentales que suelen acompañar a este tipo de música: una excesiva suavidad y la pérdida de la fuerza metalera de las canciones, así como irritantes tendencias hacia el lamento operístico y femenino, que rara vez encaja bien con un acompañamiento más pesado. El tercer tema de The Gathering está repleto de potencia sustancial, y la voz es brillante. Además, las composiciones están llenas de ambición, arreglos interesantes y buenas ideas que captan la atención del oyente. Al mismo tiempo, son sorprendentemente sencillos y accesibles, llegando fácilmente incluso a quienes no están familiarizados con este estilo ni con la obra de The Gathering. Desafortunadamente, en los años siguientes, la banda holandesa decidió no continuar con un estilo tan equilibrado y, por lo tanto, no logró replicar el éxito artístico de Mandylion, aunque es difícil acusarlos de grabar álbumes de baja calidad. Los numerosos competidores de metal gótico tampoco lograron alcanzar el nivel de este álbum, lo cual es aún más digno de elogio del álbum de The Gathering de 1995. Por esta razón, recomiendo encarecidamente a todos que escuchen este álbum. Realmente vale la pena.


jueves, 16 de octubre de 2025

1750.- Video Killed The Radio Star - Buggles



Cuando, un minuto después de la medianoche del 1 de agosto de 1981, MTV debutó en las ondas estadounidenses, alcanzando a tan solo unos miles de personas en el norte de Nueva Jersey, se anunció la frase "Damas y caballeros, rock and roll" sobre las imágenes de la cuenta regresiva para el reciente lanzamiento del transbordador espacial Columbia. A continuación, la canción original de la innovadora cadena de cable fue seguida por su video inaugural, que, en vista de la revolución cultural que pretendía instigar, lució un título apropiado: "El video mató a la estrella de la radio". Poco menos de dos décadas después, el 27 de febrero de 2000, también sería el video número un millón emitido en MTV. Lanzada en septiembre de 1979 fue líder en las listas de éxitos en nada menos que 16 países, Video Killed The Radio Star fue escrita por Trevor Horn, Geoff Downes y Bruce Woolley, y grabada inicialmente por la banda del compositor, intérprete y productor Woolley, Camera Club, para su álbum English Garden. Sin embargo, fue la versión publicada posteriormente por Horn y Downes como The Buggles la que se convirtió en un clásico instantáneo; una reflexión nostálgica y a la vez tecno sobre el fin de los años 60 de una era musical que hasta entonces había estado dominada por la radio, centrada en un artista cuya carrera se desplomó gracias a la creciente popularidad de la televisión. Horn y Downes se unieron por primera vez en 1976 como miembros de la banda disco-pop de la cantante Tina Charles, Horn y Downes comenzaron a promocionar la maqueta de "Video" a diversos sellos discográficos y atrajeron el interés de Chris Blackwell, de Island Records. Horn, por su parte, también estaba captando la atención de Jill Sinclair, copropietaria de Sarm Studio, lo que coincidió con el fichaje de los Buggles por la nueva productora de Sarm. En aquella época, la música punk estaba en auge y a mí no les interesaba, de hecho, solo se grabó un disco de punk en Sarm, y fue el primer álbum de los Boomtown Rats. Así que, sin darme cuenta, buscando algo diferente apareció un tipo llamado Trevor Horn, que tenía una forma de hacer discos completamente distinta. Hacía locuras, como grabar un bombo mientras el baterista tocaba las demás partes de rodillas o con un montón de paños de cocina cubriendo la caja y los toms. 

El comienzo de “Video Killed the Radio Star” comienza con un sonido de piano tradicional, que luego se transforma en una versión más sintetizada para reflejar la idea del avance tecnológico que se aborda en la canción. Toda la canción es una fusión de lo antiguo y lo moderno. La voz masculina y el sonido de piano tradicional representan lo antiguo, mientras que la voz femenina (a cargo de Debi Doss y Linda Jardim) y el sintetizador representan lo nuevo. El ligero uso de la guitarra y la batería, instrumentos musicales omnipresentes en la música popular, une ambas partes. A esta idea se suma la estructura de “Video Killed the Radio Star”. La estrofa, el estribillo y la coda de piano al final, comunes en la música popular, refuerzan el mensaje de la canción al reflexionar sobre la música tradicional. Como se mencionó anteriormente, la canción describe sucintamente la introducción de MTV. Hasta 1981, los videos musicales no tenían un propósito fuerte, y nunca antes habían estado tan fácilmente disponibles para el conocedor de la música. No fue hasta después de que MTV popularizara los videos musicales que las compañías discográficas se dieron cuenta de que podían usarse como una herramienta de marketing, los artistas los vieron como una salida adicional para la expresión artística y los fanáticos comenzaron a enamorarse de ellos. Antes de los videos musicales, los músicos se escuchaban más a menudo en la radio, viéndose solo en concierto o en alguna aparición ocasional en televisión. Además de la interpretación de Horn y Downes, se puede ver al compositor alemán Hans Zimmer (el que viste de negro) tocando el teclado en el video.


miércoles, 15 de octubre de 2025

1749.- Do That To Me One More Time - Captain & Tennille


Una canción que tiene un grave problema, es una canción sexual interpretada por, posiblemente, la pareja menos sexual de finales de los 70 y encima va en contra de la imagen pública cuidadosamente construida de Captain & Tennille como un equipo de marido y mujer, a la vez insulso e inofensivo y agresivamente saludable. Grabaron múltiples canciones escritas por Neil Sedaka, grabaron canciones que luego hizo famosas Barry Manilow, grabaron la terrible "Muskrat Love" que alcanzó el puesto número 4 en 1976, presentaron su propio programa de variedades de corta duración y predeciblemente terrible. Y luego, con la imagen de puritanos firmemente establecida, Captain & Tennille lanzaron un sencillo que defendía las virtudes de la virilidad masculina y los orgasmos múltiples. Teniendo en cuenta la fuente, “Do That To Me One More Time” bien podría ser el equivalente musical de sorprender a tus padres en medio del coito. Ambos provenían de trasfondos musicales mucho más extraños de lo que su eventual éxito en el soft rock sugeriría. "Captain" Daryl Dragon era hijo de la directora de orquesta ganadora del Óscar, Carmen Dragon, así como ahijado del comediante Danny Thomas. A los 20 años, se había convertido en músico, compositor y productor a tiempo completo. Apoyó a Charles Wright en la primera banda de la leyenda del soul, Wright Sounds. Con sus hermanos Doug y Dennis, grabó un álbum de música surf maravillosamente extraña y psicodélica bajo el nombre de The Dragons. Y a partir de 1967, Dragon comenzó a tocar teclados en giras con los Beach Boys, donde Mike Love le dio el apodo de "Captain Keyboard". Toni Tennille creció en Alabama antes de mudarse a California a los 19 años, donde conoció y se casó con su primer marido, en 1971, estaba de gira promocionando Mother Earth , un musical de rock ecológico que había coescrito con Ron Thronson, cuando Dragon se presentó a las audiciones del espectáculo en San Francisco. La pareja rápidamente conectó profesional y personalmente, pasando de Mother Earth a la gira de 1972 de los Beach Boys (donde Tennille se convirtió en la primera y última "Beach Girl" del grupo) al circuito de clubes nocturnos de Los Ángeles. El 11 de noviembre de 1975, la pareja se casó, cinco meses después de que su primer sencillo de A&M, " Love Will Keep Us Together ", encabezara el Billboard Hot 100

Hay mucha calidad cuando Tennille escribe canciones, y esa calidad hace por sí sola hace que "Do That To Me One More Time" sea ligeramente más agradable que la mayoría de los otros éxitos del dúo. La canción en sí rezuma una especie de sensualidad tranquila (menos deseo desenfrenado, más felicidad marital a largo plazo) y su vibra general ciertamente juega con la imagen de Captain & Tennille como una pareja perfecta y despreocupada. Pero debajo de su suave exterior, realmente es una llamada sin adornos al sexo, mucho, mucho sexo. Múltiples episodios de sexo, Captain & Tennille" nunca debería aparecer en la misma oración que mucho sexo. Eso no es para hacer de menos a Toni Tennille, una cantante lo suficientemente versátil como para tener créditos vocales de fondo tanto en  Don't Let The Sun Go Down On Me como en The Wall de Pink Floyd, es fuerte, es segura y canta muy bien, pero no puede vender bien el ángulo sexual, imaginen "Do That To Me" en manos de Tina Turner, o Betty Wright, o un Al Green que cambia de género, la canción se transformaría, pero el Captain & Tennille fueron demasiado refinados como para hacerle justicia a su propia creación. 


martes, 14 de octubre de 2025

1748.- My Sharonna - The Knack

 

My Sharonna, Thee Knack



     The Knack fue un grupo fundado en Los Ángeles, California (Estados Unidos) a finales de los años 70, formado en sus inicios por Doug Fieger (vocalista), Berton Averre (guitarra), Prescott Niles (bajo) y Bruce Gary (percusión), sus estilos musicales fueron desde el New Wave, pop, power pop hasta el pop rock, aunque también tantearon más estilos cómo el punk, el hip hop y el heavy metalEn 1979 publicaron su primer álbum, de título Get the Knack, un disco con el que alcanzaron la fama de forma inmediata, ocupando el puesto número 1 en las listas de ventas durante 6 semanas y consiguiendo doble disco de platino en ventas. Gran parte de culpa del éxito de éste disco la tiene uno de los temas que contiene éste, My Sharona, el cuál como sencillo alcanzó el puesto número uno en la famosa lista de Billboard Hot 100, y además alcanzó el disco de oro tan sólo 8 semanas después de su publicación.

 El tema está compuesto por Doug Fieger y Berton AverreBerton se encargó de componer la música, la cuál que incluye ese famoso y mítico riff de guitarra, y de la letra se encargó DougPara la composición de la letra Doug se inspiró en una chica a la que vió por primera vez en una tienda de ropa. Doug entró en dicha tienda de ropa con su novia, con la que mantenía por entonces una seria relación, entonces se fijó en una chica que trabajaba allí y de la cuál quedó prendado al instante. Esa chica se llamaba Sharona Alperin y por entonces estudiaba secundaria. Doug no perdió la ocasión, y aunque estaba su novia delante se acercó a Sharona y la invitó a un concierto de su grupo The knack, Sharona aceptó y se presentó a aquel concierto con su novio. 
Poco después de aquello Doug dejó su relación con su novia, y a pesar de que él tenía ocho años más que ella consiguió que Sharona saliera con él, manteniendo ambos una relación que duró unos cuatro años, justo cuando la vida de Doug estaba entrando en una espiral de rock, drogas y alcohol. No obstante Sharona y Doug mantuvieron su amistad hasta la muerte de este en 2010 a causa de un cancer de pulmón. La persona que posa en la portada del sencillo es la propia Sharona, aunque por entonces todavía no estaban saliendo con Doug.

lunes, 13 de octubre de 2025

1747.- Last Train to London - Electric Light Orchestra

Last Train to London, ELO

 


     En 1979, Electric Light Orchestra lanzó Discovery, un álbum que marcó un giro estilístico en la trayectoria de la banda. Tras el éxito de Out of the Blue (1977), Jeff Lynne decidió explorar terrenos más cercanos al pop y al disco, sin abandonar del todo la sofisticación sinfónica que había definido a ELO. Discovery fue recibido con un gran entusiasmo comercial, merced a éxitos como Shine a Little Love o Don’t Bring Me Down, pero también con cierta controversia entre los fans más aferrados al rock progresivo debido a ese giro de sonido que la banda da. Era un disco más accesible, más rítmico, más directo, sin embargo, entre sus surcos se escondía una melancólica joya: Lost Train to London.

Lost Train to London no busca el protagonismo, su atmósfera, su narrativa y su producción lo convierten en una pieza única dentro del universo ELO: un viaje nocturno entre la niebla, un lamento ferroviario que mezcla nostalgia y misterio con una gran precisión musical. Comienza la canción con un ritmo pausado, casi espectral. La percusión simula el traqueteo de un tren en la distancia, mientras una línea de bajo profunda y envolvente marca el compás de un viaje sin destino. La guitarra acústica entra con unos acordes suaves, y la voz de Jeff Lynne, más introspectiva, más grave de lo habitual, narra una historia de espera, de pérdida, de estaciones que ya no existen. No hay coros grandilocuentes ni arreglos orquestales exuberantes: todo está contenido, como si la canción se desarrollara en un vagón solitario bajo la lluvia.

Musicalmente, el tema se apoya en una estructura sencilla. La progresión armónica nos recuerda a los trabajos más introspectivos de George Harrison, con quien Lynne colaboraría años después en los Traveling Wilburys. Hay un uso sutil de teclados que simulan ecos ferroviarios, y un solo de guitarra eléctrica que aparece brevemente, como un faro en la niebla. La producción es minimalista, es una canción que respira, que deja espacio al silencio, que se mueve como un tren fantasma entre recuerdos. La letra es deliberadamente ambigua. No se sabe quién perdió el tren, ni por qué, Pero sí se siente en el ambiente el peso de esa ausencia. Un reloj detenido, una promesa rota, una ciudad que duerme. La canción no busca respuestas, sino transmitir una emoción: la de haber perdido algo que no se puede recuperar. Hay mil formas de interpetarlo, como el tren como símbolo del tiempo, del amor, de las oportunidades que se escapan, como una reflexión sobre los cambios estilísticos de la banda, sobre los caminos que ya no se recorren, sobre los sonidos que se dejan atrás, como una postal melancólica... Y eso es lo fascinante de esta canción, que cada cual elija la suya...

domingo, 12 de octubre de 2025

1746.- Bubu - El Viaje de Anabelas


Hubo una vez una banda de rock progresivo en Argentina, y no tuvo publicidad, no un proyecto de banda, no una serie de músicos aficionados dando a luz material espástico con influencias varias, y sumamente irregulares, sino una banda de rock progresivo en serio. Una banda compuesta por académicos que se tomaban las cosas en serio. Una banda surgida de la música y no de un rejunte de intérpretes jugados al azar. Los comienzos de Bubu como banda, aunque en sus primeros años funcionarían bajo el nombre de Sion, pueden fecharse a comienzos del año 1973; encabezada en un principio por Miguel Zabaleta, que se caracterizo por su propuesta musical y teatral, cuya tendencia se emparentaba con la música sinfónica o progresiva de la época y que comenzaron a presentarse en público bajo el nombre de Sion. Debutaron en el teatro Del Globo en 1976 caracterizandose por su frescura, alegría y puesta en escena. Comenzaron a grabar su primer disco luego de una serie de exitosos conciertos, pero ya sin la participación de su vocalista Zabaleta, lo que trajo desde un comienzo dificultadas que fueron superadas con la incorporación de Petty Guelache. Finalizada la obra conceptual en 1978 con el nombre de «Anabelas», muy influenciada por la música de King Crimson, debieron esperar un tiempo para que su disco estuviera en la calle, el disco fue hecho sin Miguel Zabaleta aunque como cuenta Andreoli, participó de dos sesiones de grabación por lo cual su espíritu siguió unido al grupo. Con el disco en la calle el grupo prácticamente había desaparecido y es que la propuesta es algo rara, jóvenes disciplinados, estudiosos del tema, haciendo Rock Progresivo en Argentina. La apuesta se redobla si agregamos la puesta en escena teatral que proponían.

Su único disco de la época consta de 3 canciones nos detenemos en la segunda canción, El Viaje de Anabelas, de once minutos, ecléctica per se, sonando un poco como Van der Graaf Generator un momento antes de pasar a una sección más vanguardista, luego de vuelta a un motivo más convencional. Estoy bastante familiarizado con la música tradicional irlandesa, y "El Viaje" incluso tiene algunas partes que me suenan irlandesas, en medio de la canción hay un tema que suena como si hubiera sido escrito para una banda de música, y luego irrumpen en lo que podría ser el tema de un spaghetti western. "El Viaje" comienza con una introducción relativamente lenta tocada en guitarra acústica y violín, con saxofones moviéndose de atrás hacia adelante a medida que el ritmo de la batería se vuelve cada vez más insistente. Luego hay una parte vocal antes de que el eclecticismo tome el control. Alrededor de los nueve minutos, hay un descanso y entra un solo de violín quejumbroso, seguido de un suave acompañamiento de guitarra. Un coro aparece aproximadamente un minuto después, marcando el regreso de los instrumentos de viento, lengüetas y percusión para una breve coda que se resuelve en (lo que suena como) un acorde mayor.


sábado, 11 de octubre de 2025

1745.- Three Imaginary Boys - The Cure

 


"10:15 Saturday Night", del grupo británico de post-punk The Cure, fue la cara B de su sencillo "Killing an Arab" y la canción que abría su disco de debut "Three Imaginary Boys" (1979). Dado su gancho comercial en el momento, fue también lanzada en Francia como sencillo con la canción "Accuracy" en la cara B. Desde su lanzamiento, se convirtió en uno de los temas imprescindibles en los directos de la banda capitaneada por el siempre emblemático Robert Smith, autor de la canción.

Robert Smith escribió "10:15 Saturday Night" con apenas dieciséis años en la cocina de su casa, mientras tomaba una cerveza con su padre, y fue precisamente la maqueta de esta canción la que convenció al productor Chris Parry de firmar un contrato a aquel nuevo grupo en el también recién estrenado sello discográfico Fiction Records.

El sencillo fue lanzando en junio de 1979, y a pesar de su buena acogida en el Reino Unido, no fue hasta 1980 cuando con el lanzamiento de una versión modificada del álbum "Three Imaginary Boys" la canción logró también popularidad en Estados Unidos. Mirando hacia atrás, quizá no sea la mejor canción de una banda que ha logrado con su carrera discográfica ser reconocida entre las mas grandes de la historia, pero "10:15 Saturday Night" fue la gran culpable de que el universo The Cure despegara en los siempre difíciles comienzos.

viernes, 10 de octubre de 2025

Disco de la semana 451 - Clandestino - Manu Chao

 


En 1998, mi conocimiento sobre Manu Chao se reducía a un par de canciones de su grupo Mano Negra, la imprescindible “Mala Vida” que sonaba siempre en los bares, y “Hamburger Fields”, quizá menos representativa de su repertorio pero que me llamó la atención por el cambio al inglés, el mensaje y los pegadizos coros. Ambas canciones tenían en común la energía y el apoyo de una gran banda, así que cuando cayó en mis manos un ejemplar en CD de “Clandestino”, su primer álbum como solista tras la disolución de Mano Negra, lo primero que me voló la cabeza fue la sencillez y el riesgo de aquella apuesta, en la que la mayor parte de las canciones habían sido grabadas por él mismo en su estudio portátil, con su guitarra acústica y una variopinta colección de efectos de sonido y cuñas radiofónicas, incluyendo tramos de un discurso del Comandante Marcos. Lo segundo, reforzando lo primero, fue que con ese peculiar minimalismo hubiera logrado facturar una auténtica obra maestra del mestizaje y la fusión de estilos e idiomas.

Eso, y mucho más, es “Clandestino”, un viaje sonoro que recorre diversos géneros populares de la América más latina, mezclados con sonidos más cercanos al rock, el pop francés e incluso el tecno, absorbidos y mezclados durante sus viajes por todo el mundo, y presentados en un peculiar formato que recuerda a una emisora de radio pirata, con una programación que empieza a lo grande con “Clandestino”, la canción que le da título al álbum, un himno de denuncia social y de apoyo al inmigrante, basado en una melodía sencilla y el ritmo de una guitarra acústica.

Es imposible no empatizar con la impactante letra, en esta primera ocasión interpretada al completo en español, y la sensación de estar ante algo muy grande se mantiene sin tregua con “Desaparecido”, también en español, más rítmica y dinámica, en la que la letra juega con la metáfora de la invisibilidad del inmigrante, el marginal y el desfavorecido para la sociedad y el resto del mundo. Ambas canciones son la gran apuesta del disco, y los dos temas más radiables dentro de un disco que, paradójicamente, es como una gran radio libre y sin ataduras estilísticas.

Con "Bongo Bong" el tercio cambia hacia el inglés, entre extraños sampleados y mezclándose con la misma base rítmica con la belleza de "Je ne t'aime plus", interpretada en francés y con Anouk a dúo en el estribillo. Después es el momento de volver a la denuncia social con "Mentira", con el apoyo de vientos y un exquisito guiño de sabor latino con la inclusión de un tramo vocal de "Llorona". Casi sin descanso, una breve frase de película la engancha con la intensa y rítmica "Lágrimas de Oro", desarrollada entre frases radiofónicas y la retransmisión de un partido de fútbol en portugués.

El tono se vuelve más calmado y melancólico en "Mama Call", interpretada en inglés,  pero es apenas un breve remanso de paz hasta que "Luna y Sol", que comparte frases con "Mentira" y contiene la frase que subtitula al disco ("esperando la última ola") y un extracto de un discurso del Comandante Marcos. La tristeza y la denuncia social vuelven en la profunda "Por el suelo", que comparte con la anterior la frase de "esperando la última ola", casi como si fuera un disco conceptual que volviera de cuando en cuando a la misma referencia o temática central.

El viaje sonoro continúa hacia Tijuana, en una anecdótica y alocada versión de "Welcome to Tijuana", cuyo tono festivo esconde un cierto sabor amargo, y aún así contrasta con la tristeza y la resignación de "Día Luna, Día Pena". Tras estas dos canciones, llega el turno de "Malegría" la que para mí completa el trío de ases del disco junto a "Clandestino" y "Desaparecido", y que pasa por ser la canción más "Mano Negra" del disco.

Tras este bombazo y la rítmica "La vie á 2", interpretada en francés, el disco entra en un tramo final en el que predominan temas lentos y melancólicos como "Minha Galera" en gallego, "La Despedida", construida con el mismo ritmo que se repite en varios tramos del disco. Y con "El viento", magistral cierre en el que revisa de nuevo el personaje del inmigrante ("El viento viene, el viento se va por la carretera... La suerte viene, la suerte se va por la frontera...") y el "Cuándo llegaré" del comienzo del disco se convierte en nostalgia en "Cuándo volverá", acaba un excelente disco.

Afortunadamente, Manu Chao volvió por la carretera y repitió la fórmula en una segunda entrega titulada "Próxima Estación Esperanza", en la que descubrimos que la radio pirata se llamaba "Radio Bemba" como el nombre del grupo que le acompañaba en directo, y en la que las canciones tenían más instrumentación y un tono menos sombrío, pero la esencia del sonido y las cuñas radiofónicas y los tonos sampleados volvían a hacer su aparición en una mezcla que era de nuevo genial. Pero eso es otra estación a la que aún no hemos llegado, de momento nos quedamos dónde estamos, escuchando una y otra vez las aventuras sonoras y radiofónicas del "Clandestino".