Como si no quisiera asustar a sus seguidores más fieles a la primera de cambio, el disco arranca con Up in the Sky, una canción de poco más de 4 minutos en la que Satriani despliega todas sus armas clásicas, con un ritmo acelerado de hard rock afilado y apocalípticos solos de guitarra marca de la casa, en un tema en el que se nota además el buen hacer de un batería tan experimentado como Jeff Campitelli. Como en todos los discos de este genial guitarrista, el sonido y las canciones están trabajados y cuidados al extremo, y el sonido de riff pesado de House Full of Bullets es nítido y limpio, a la vez que contundente, con un gran trabajo de Stuart Hamm al bajo y con un Satriani en plena forma a las seis cuerdas.
Tras este feroz dúo de arranque, Satriani muestra las mejores credenciales del sonido melódico por el que aboga en Crystal Planet en la canción titular, alternando melódicos solos y feroces y crepitantes guitarras sobre una base rítmica de batería, bajo y sintetizadores totalmente desatados. Pero dónde de verdad empieza a verse la apertura a otros sonidos más melódicos y cercanos al pop es en la delicada balada instrumental Love Thing, en la que su virtuosismo con la guitarra brilla en un espacio comedido y aterciopelado.
El ritmo vuelve a subir de tono en Trundrumbalind, con cierto aire pesado y de jam session, y la única canción de un disco enteramente instrumental en la que, al comienzo, se escucha una voz humana algo distorsionada presentando el extraño nombre del tema. Más pausado es el comienzo de Lights of Heaven, que muta después también en un pegadizo ritmo de carretera y un melódico y luminoso solo. Llega después el turno de Raspberry Jam Delta-V, canción de extraño nombre que esconde un nuevo e impresionante despliegue del virtuosismo de la guitarra de Satriani, y una sucesión de efectivos parones, interludios atmosféricos y nuevos arranques con la guitarra, salteados a lo largo de sus más de cinco minutos.
Hablamos del mejor esfuerzo creativo de Satriani desde Surfing With the Alien (1987), y uno de los mejores trabajos de su carrera, y eso implica que todas las canciones rayan a un nivel altísimo, pero fue el intenso y acelerado rock melódico de Ceremony, con Satriani tocando una guitarra de siete cuerdas, el elegido para representar al disco como single, alcanzando el puesto nº 28 en la lista de Mainstream Rock del Billboard estadounidense. Y no fue la única canción que obtuvo repercusión fuera del disco, porque la excelsa A Train of Angels fue nominada a la Mejor Interpretación Instrumental de Rock en los Premios Grammy de 1999, en la que fue la novena nominación de Satriani en este prestigioso certamen y un más que merecido reconocimiento a un álbum al que la revista Guitar World consideró el mejor disco de rock instrumental de la historia.
Poco más queda por decir de Crystal Planet, un intenso y brillante disco que, como no podía ser de otra manera, recogió los frutos de la osadía y el talento que recorrían sus surcos, alcanzando el nº 50 del Billboard 200 de Estados Unidos y llegando al Top 100 hasta en cinco países más. Soy consciente de que me he dejado algunas buenas canciones en el tintero, y que debería haber comentado algo más del irresistible toque melancólico y arabesco de A piece of Liquid o de los intensos riffs pesados de Psycho Monkey, por poner algunos ejemplos, pero es imposible mencionar todas y cada una de las grandes canciones de un disco en el que Satriani asumió más riesgos creativos que nunca, sin dejar en ningún momento a un lado su particular estilo y su virtuosa técnica, pero atreviéndose a explorar sonidos delicados como el cristal y atmósferas como de otro planeta.
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