El título de la canción evoca la elegancia y el glamour de los años veinte en la mágica ciudad francesa, y su contenido intenta también plasmar la musicalidad romántica y melancólica de aquella época de sofisticación y esplendor, consiguiéndolo a través de su exquisita melodía y sus elaborados arreglos orquestales de cuerdas y vientos, todo ello comandado por la elegancia del piano como instrumento clave y principal junto a la voz profunda y melancólica de John Cale.
La letra es poética y enigmática, y ajena a una narrativa lineal, logrando generar en el oyente una sucesión de imágenes mentales de poderosa belleza y abstracción ("Calles doradas...", "Sangre en el ojo de un faisán..."), que permiten que quién la escuche pueda darle su propia interpretación. Así, algunos críticos vieron en ella una nostálgica reflexión sobre la pérdida de la inocencia, mientras que otros la consideran una oda al romanticismo y la belleza de tiempos pasados. Sea como fuere, lo que no es discutible es que "Paris 1919" es ya un clásico atemporal del repertorio de John Cale.
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