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domingo, 20 de abril de 2025

Gol de Mujer (1998): El disco con el que Divididos redefinió el rock argentino #mesDivididos


Gol de Mujer (1998): El disco con el que Divididos redefinió el rock argentino

Un álbum bisagra que mezcló rock, folclore, punk y experimentación sonora en plena crisis del rock nacional.


Un viaje al corazón del disco más audaz de Divididos

Este mes de abril, en nuestra sección Artista del Mes, nos propusimos descubrir a una de las bandas más influyentes del rock argentino: Divididos. Y qué mejor manera de hacerlo que descubriendo Gol de Mujer, su cuarto álbum de estudio, lanzado en 1998.

En un contexto en que muchas bandas buscaban sonidos más comerciales o repetían fórmulas conocidas, Divididos rompió el molde con un disco que mezcla crudeza, poesía y raíces argentinas con un nivel de libertad creativa poco visto en el rock nacional.


Reinventarse o morir: el contexto detrás de Gol de Mujer

Después de la partida del baterista Gustavo Collado, Ricardo Mollo y Diego Arnedo —la dupla que dio vida a Divididos tras la disolución de Sumo— enfrentaron uno de los momentos más complejos de su carrera.

Sin un baterista fijo, con el enorme peso de superar el éxito de La Era de la Boludez (1993), y ante la inestabilidad social del cambio de milenio, decidieron no ir a lo seguro: apostaron a la experimentación, al riesgo y a la identidad.

Producido por Alfredo Toth (ex Los Abuelos de la Nada) y grabado en el Estudio Del Cielito, el disco reúne 16 canciones que atraviesan géneros, estados de ánimo e ideas con una libertad total.


¿Por qué se llama Gol de Mujer?

El título —inspirado, al parecer, en una jugada de fútbol femenino— combina fuerza y delicadeza, dos cualidades que definen al disco de principio a fin.

Y como si fuera poco, el track homónimo es una de las joyas más sensibles y complejas del álbum.


Canción por canción: un mapa sonoro de Gol de Mujer

Te invitamos a recorrer el álbum completo, tema por tema:

1. Alma de budín

Apertura absurda y humorística al estilo Zappa. Marca el tono libre del disco.

2. Nene de antes

Riffs potentes y letra nostálgica. Uno de los temas más vigentes en vivo.

3. Luca

Homenaje a Luca Prodan. Rock pesado, emoción pura.

4. Clavador de querubín

Explosión punk en menos de dos minutos. Crudo y visceral.

5. Sobrio a las piñas / ¿Quién se tomó todo el vino?

Cuarteto y rock duro en una mezcla inesperada. Homenaje a La Mona Jiménez.

6. Amor japonés

Melodía introspectiva con arreglos orientales. Delicadeza sin perder fuerza.

7. Cabeza de maceta

Rock directo, poesía surrealista. Divididos al natural.

8. Letra gótica

Oscura y estilizada. Ritmo marcado y aura tenebrosa.

9. Cosas de Baboon

Funk bailable con bajo potente. La banda se divierte y se nota.

10. Gol de mujer

El corazón del disco. Melodía, fuerza, equilibrio.

11. Vientito del Tucumán

Poema inédito de Atahualpa Yupanqui. Fusión hermosa de folclore y rock.

12. Niño hereje

Breve, punk, provocador. Título fuerte, música también.

13. Zombie

Ritmo arrastrado, atmósfera decadente. Ideal para perderse.

14. El fantasio

Psicodelia, crítica social y teatralidad. Uno de los tracks más elaborados.

15. Salgan al sol

Cover de Manal. Breve, poderoso, directo desde los 70.

16. El gordo legüero

Cierre instrumental. Chacarera rockeada con bombo legüero. Mestizaje puro.


¿Un fracaso comercial? Sí. ¿Una obra maestra? También.

Aunque Gol de Mujer no fue un éxito comercial masivo en su momento, su legado es profundo. El disco:

  • Revalorizó el folclore desde una mirada contemporánea.

  • Rompió con las estructuras del rock clásico a través de la experimentación.

  • Demostró independencia creativa total, sin concesiones a lo comercial.


Un disco que sigue vigente (y se escucha entero)

En una era donde la música se consume de forma cada vez más rápida y fragmentada, Gol de Mujer sigue siendo un disco para escuchar de principio a fin.

Su mezcla de potencia rockera, raíces argentinas, poesía surrealista y humor inteligente lo convierte en una obra única dentro del rock en español.

Más que un simple álbum, es un documento cultural que capturó el espíritu de una época y logró trascender su tiempo.


¿Ya lo escuchaste?

Si no lo hiciste, ponete los auriculares y viajá.
Y si ya lo conocés, volvé a recorrerlo. Seguro encontrás algo nuevo.




Daniel
Instagram storyboy











domingo, 13 de abril de 2025

La Era de la Boludez - Divididos (Mes Divididos)

 

La Era de la Boludez, Divididos 


     En septiembre de 1993, la banda argentina Divididos lanzó La Era de la Boludez, su tercer álbum de estudio, un trabajo que no solo consolidó su lugar en la cima del rock nacional argentino, sino que también se convirtió en un testimonio crudo y poderoso de una época marcada por contradicciones sociales y culturales en Argentina. Integrado por Ricardo Mollo (voz y guitarra), Diego Arnedo (bajo) y Federico Gil Solá (batería), este trío de Hurlingham logró un disco que fusiona la potencia del rock con influencias del funk, el folklore y la experimentación psicodélica.

El álbum es grabado entre junio y julio de 1993 en los estudios Can Am y Devonshirem, ambos en Estados Unidos, bajo la producción de Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel, y publicado el 13 de septiembr de 1993 bajo el sello discográfico Polygram Records. Gracias a este disco, Divididos lograría, además de forjar su compacto y genuino sonido, alcanzar el reconocimiento genral del público argentino. La Era de la Boludez es un trabajo donde el trío se moja en el aspecto político y aporta una mirada crítica de su país, el cual llevaba unos años bajo la tutela de Carlos Menem. El excdelente trabajo de producción realizado en Estados Unidos corrió a cargo de Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel. 

Para entender La Era de la Boludez, hay que situarse en la Argentina de principios de los 90. El país vivía bajo el gobierno de Carlos Menem, una era de aparente bonanza económica que ocultaba una profunda crisis social y una superficialidad cultural que el título del álbum captura con ironía mordaz. Divididos, surgido de las cenizas de Sumo tras la muerte de Luca Prodan, ya había mostrado su potencial en discos anteriores como Acariciando lo áspero (1991). Sin embargo, fue con la llegada de Federico Gil Solá, un baterista argentino que había vivido 15 años en San Francisco, cuando la banda encontró la pieza final que le faltaba para su sonido demoledor. 

Con la producción de los citados Gustavo Santaolalla y Aníbal Kerpel, y con el ingeniero de sonido Tony Peluso, formaron un equipo que potenció la visión y el sonido del trío. Santaolalla, figura clave del rock latino, actuó como catalizador, llevando a Divididos a explorar nuevas texturas sin perder su esencia visceral. La participación de invitados como Bruce Fowler (excolaborador de Frank Zappa) en trombón, Luis Conte en percusión y Melissa Hasin en chelo añadió capas de sofisticación a un disco que, a pesar de su complejidad, nunca se alejó de su raíz rockera y popular. Estamos ante un trabajo que combina varios géneros. Temas como Salir a asustar y Salir a comprar destilan un funk contagioso, con líneas de bajo robustas de Arnedo y la batería implacable de Gil Solá, mientras que Rasputín y Paisano de Hurlingham son capaces de descargar la furia rockera que hizo de Divididos una banda de estadios. Pero lo que distingue al álbum es su capacidad para integrar además el folklore argentino, un elemento que ya habían incorporado en discos anteriores pero que aquí explotan con fuerza.
El lanzamiento de La Era de la Boludez marcó un antes y un después para Divididos. La gira promocional, que arrancó el 9 de abril de 1993 y se extendió hasta julio de 1995, incluyó 41 shows y llevó a la banda a llenar el estadio Obras Sanitarias de Buenos Aires 13 veces en un solo año, un récord que habla de su conexión con el público. Más allá de las ventas y los recitales, el disco ofrece una crítica implícita a la “boludez” de la época menemista: un país de pizza y champagne, de promesas vacías y desigualdad creciente. No es casualidad que el título, sugerido por Gil Solá, todo un grito de hartazgo disfrazado de burla.


El disco abre con Salir a asustar, que arranca con un poderoso riff y un groove funk. El tema, empujado por el bajo de Arnedo y la batería de Gil solá es una explosión de actitud, toda una declaración de intenciones. La letra, cargada de ironía, juega con la idea de salir a la calle a imponerse, a luchar contra la pasividad. Ortega y gases, una compleja pieza con unas letras crípticas sujetas a múltiples interpretaciones. Sigue la línea del álbum en cuanto a la sátira social de la Argentina de los años 90. El arriero es una versión del original de Atahualpa Yupanqui. El trío argentino transforma esta mítica canción en un poderosos tema rockero, pero respetando la esencia del toque folclórico de la canción. Salir a comprar tiene una fuerte influencia funk y demuestra la solidez de la base rítmica del bajo de Arnedo y la batería de Gil Solá, que marcan el ritmo mientras que el guitarrista Mollo se luce con sus riffs. Qué ves? es uno de los momentos culminantes del álbum. La letra de la canción muestra el desencanto de una sociedad atrapada entre el progreso ilusorio y la pérdida de indentidad de la nación. En cuanto a la música del tema, la base gira en torno al folclore. La utilización del charango (instrumento musical de cuerda perteneciente a la familia del laúd) a este tema con aire a reggae, aporta hipnotismo a la canción, que se suma para la segunda estrofa y que únicamente cesa en la coda del tema, la que se reparte entre el malambo y el vuelo guitarrístico de Ricardo Mollo. El trabajo de las voces es sutil y preciso. La canción sonó tanto en las radios por aquellos años que el grupo llegó a cansarse de su propio tema y dejaron de tocarlo en vivo durante años. En Pestaña de camello el grupo se sumerge en la experimentación. Mollo usa la guitarra como un sitar, y el tema e transform en la introducción perfecta para Rasputín / Hey Jude, toda una desarga de adrenalina con un gran riff pesado, perfecta para tocar en vivo. Hacia el final de la canción el trío hace su breve y pequeño homenaje con su versión del clásico Hey Jude de The Beatles.


Nos encontramos en el ecuador del álbum, que abre con
Dame un limón, un hilarante tema con un "humor ácido". El riff inicial tiene un aire casi juguetón, mientras la letra refleja una mezcla de resignación y sarcasmo ante las pequeñas miserias de la vida. El bajo de Arnedo brilla aquí, sosteniendo un groove que nos invita a dejarnos llevar y mover los pies. Paisano de Hurlingham es puro rock and roll, un homenaje a las raíces del trío en el oeste del Gran Buenos Aires. La guitarra de Mollo descarga unos riffs crudos y la batería de Gil Solá golpea con furia, mientras la letra evoca imágenes de un “paisano” perdido en su propia tierra. Esta canción, junto con “Salir a comprar” y “Rasputín”, son necesarios, en el repertorio de la banda, para entender la crítica con una mirada cruda en el pasar de un país, que por aquel entonces llevaba casi una década de democracia y casi un lustro bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem. Cristófolo Cacarnú tiene un toque teatral, psicodélico, casi absurdo, con unas letras que juega con nombres y situaciones disparatadas. La música ayuda mucho a dar ese aire de caos controlado, gracias a una genial mezcla de funk y rock. Indio, dejá el mezcal vuelve a jugar con esa sensación de descontrol. Es una especie de jam psicodélica con una breve y repetitiva letra. Huelga de amores explora el desencanto amoroso con una mezcla de melancolía y furia. La voz de Mollo transmite por momentos vulnerabilidad y rabia, mientras el arreglo incorpora detalles como el trombón de Bruce Fowler. Tajo C es un instrumental que no hcce sino destacar la habulidad técnica y química del trío. Con un denso y envolvente groove marcados por el bajo y la batería, la guitarra de Mollo va tejiendo la líeas melódicas. Cierra el álbum Pestaña de Camello (Reprise), donde resuenan variaciones de algunos momentos del disco y llaman a la imaginación, siendo este el tema más experimental del disco con el sonido del sitar en primer plano. 
En 2007, la revista Rolling Stone ubicó La Era de la Boludez en el puesto 7 de su lista de los 100 mejores discos del rock nacional, un reconocimiento a su influencia que tuvo en el país argentino. Hoy, han pasado más de 30 años de su lanzamiento, y sigue siendo un referente para bandas posteriores y oyentes, un recordatorio de que Divididos además de hacer música, supieron capturar la ira, el desánimo y la rabia de un país en un momento convulso.

miércoles, 9 de abril de 2025

Acariciando lo Áspero - #MesDivididos

 


"Acariciando lo áspero" (1991) es el segundo álbum de estudio de la banda argentina Divididos, un álbum que combina de manera efectiva elementos del rock, el funk y blues, que se ha convertido con el tiempo en todo un clásico del rock argentino. La energía y la versatilidad de la banda queda ya patente desde el primer tema, "El 38", una canción de letras directas, y una marcada actitud rockera fundamentada en un potente riff de guitarra y en la característica voz de Ricardo Mollo. Más relajado es el ritmo de "Sábado", en la que el sonido es más calmado y envolvente, pero no menos efectivo, y que encaja muy bien con la temática de la letra, sobre la rutina, la monotonía y la falta de libertad.

"Cuadros Colgados" es una canción muy breve, pero que retoma el ritmo intenso y rápido del arranque del disco, y que destaca tanto por su crítica letra sobre la superficialidad como por la potente guitarra y los solos de Ricardo Mollo. Es una buena manera de retomar la senda rockera, y curiosamente no la abandonan en el siguiente tema, porque a pesar de que "Cielito Lindo" es una versión del célebre clásico mexicano, Divididos la toca a su manera, haciendo que la tradicional tonada cobre nueva vida y se convierta en un tema rock.

¿Qué Tal? No estoy preguntando qué tal estáis, ni qué tal va la reseña de "Acariciando lo áspero", sino que ese es el título que Divididos le da al quinto tema del disco, una juguetona pieza de ritmo funky con una poderosa línea de bajo y una despreocupada letra. Nada que ver con "Sisters", y es todo un acierto que pusieran una a continuación de la otra, porque nos da una idea de su increíble versatilidad e inquietud por diferentes géneros y atmósferas. "Sisters" es una de las canciones más largas del álbum, y la que tiene la estructura más compleja y la atmósfera más introspectiva, a base de densas guitarras y sintetizadores, creando un paisaje sonoro intenso y envolvente.

La energía y el ritmo acelerado vuelven con "Ala Delta", todo un himno del rock argentino, con una letra que celebra y defiende la libertad y el atrevimiento de la aventura. De nuevo, contrasta con el siguiente tema, porque en "Azulejo" Divididos vuelven a levantar el pie del acelerador, dejándose llevar por atmósferas más melancólicas y mensajes más poéticos y reflexivos. Sin tiempo para relajarnos demasiado, y dentro de la montaña rusa musical que es el disco, "El Burrito" nos devuelve a un escenario más desenfadado y divertido, con la banda jugando con influencias del blues con las guitarras y la armónica.

De difícil pronunciación es Jamelosapoaí, y damos gracias a no tener que cantar eso a grito en el estribillo, en lo que es una breve pieza instrumental que funciona como interludio del disco. La guitarra es suave y melódica, en un nuevo ejercicio de calma que se verá nuevamente interrumpido por la siguiente canción (Paraguay), mucho más fácil de pronunciar y con un ritmo mucho más rápido y contagioso, y con letras directas y cargadas de crítica social y política. Sin tiempo para la pausa, llega después la segunda versión del disco, y esta vez le toca el turno al "Voodoo Chile" de Jimi Hendrix, en la que Ricardo Mollo demuestra su tremenda habilidad como guitarrista, en una interpretación que no desmerece respecto a la pieza original.

Todo lo bueno acaba, y con la introspectiva "Haciendo Cola Para Nacer" Divididos se despiden a lo grande, reflexionando sobre la vida y la muerte, cerrando a buen nivel un disco lleno de contrastes temáticos y sonoros, que en un impactante ejercicio de fidelidad a su título, logra llevarnos de la energía a la reflexión, y de lo suave a lo áspero, acariciando y golpeando nuestros oídos al ritmo de un puñado de buenas canciones tan diversas en intensidad como ricas en géneros y estilos, lo que hace de "Acariciando lo áspero" una obra relevante y un clásico del rock argentino por pleno derecho.