No hay fiesta de prao en Asturias en la que, llegado un momento de la noche, cuando la euforia alcanza su máxima plenitud, no brote de la muchedumbre un griterío de júbilo en cuanto la orquesta entona los primeros compases: “Asturias, si yo pudiera…”. Y el espíritu de camaradería y paisanaje, el canto torpe y desafinado, el abrazo efusivo a los amigos y vecinos, no decae hasta la última estrofa, esa en la que se dice de Asturias que está “sola en mitad de la Tierra” y que es “hija de mi misma madre”.
En 1976 publica dos discos, el primero es un directo grabado en el Teatro Monumental de Madrid, donde registra por vez primera Planta 14 o Asturias, el segundo, de marcado contenido político y titulado Canto para todos, ofrece una cara con temas como Camaradas, Al compañero Orlando Martínez o Socialismo en libertad y la otra cara con temas cantados en bable, como Danza del cuélebre, Xiringüelu o Yeren dos güajes. “Asturias”, que ejerce en la práctica de himno no oficial de la región y aunque todo el mundo se sabe la letra, muchos menos conocen cuál es el origen de este poema que un salmantino escribió durante la caída del frente republicano de Asturias en 1937. En sus versos el poeta rememora, oscilando entre la épica y la amargura, los sucesos de octubre del 34 y la posterior represión del movimiento revolucionario. Garfias, como buen marxista que era, sabía muy bien aquello de que la Historia se repite dos veces—primero como tragedia y luego como farsa—, y su poema sobre Asturias es en cierto modo una lamentación ante una nueva derrota, y esta definitiva, tres años más tarde: “Dos veces, dos, has tenido ocasión para jugarte la vida en una partida, y las dos te la jugaste”. Durante sus casi dos décadas de estancia en México, donde murió, Garfias ofreció numerosos recitales en centros asturianos y en el restaurante El Hórreo. “Asturias” era una de los poemas indispensables en estos actos de nostalgia y confraternización para los asturianos de la diáspora. Podemos a imaginar a Indalecio Prieto entre el público, quizás incómodo con los versos que celebraban la épica de la revolución, rumiando su arrepentimiento mientras a sus paisanos se les saltaban las lágrimas. Fue en ese mismo restaurante asturiano de D.F donde Víctor Manuel escuchó el poema por primera vez. Era 1970, Garfias llevaba ya unos años muerto, y el mierense cruzaba el chaco por primera vez y se encontró este texto que le llevaría a realizar una de las mejores canciones de su repertorio y de la tierra que nombra.
Aunque ya era canción, todavía iba a tardar más de una década en llegar a los oídos de sus destinatarios. No fue hasta cinco años más tarde, en 1976, cuando Víctor Manuel incluyó “Asturias” en un disco grabado en directo. Un disco, según sus palabras, “muy de barricada, con pocos medios”. Antes había sido imposible hacerlo, debido a la censura franquista, que quería suprimir de la canción el verso de los “millones de puños rotos”: “No lo toleraban. Eran inconmovibles, no se conmovían”. La única opción fue grabarlo en directo, y ya en 1978, con la dictadura en retirada, pudo grabar la canción en estudio e incluirla en el vinilo “Canto para todos”. Sin embargo, la versión que acabaría llegando a las masas y popularizando fue una grabada en Londres y publicada en “El Cobarde”, un disco de 1983. Casi 50 años después sigue cerrando todas las romerías de Asturias, y no parece que vaya a jubilarse pronto.