Evangelina Sobredo Galanes, más conocida como Cecilia Evangelina Sobredo Galanes nació en El Pardo el 11 de octubre de 1948. Como una de los ocho hijos del militar y diplomático gallego José Ramón Sobredo y Rioboo y María Dolores Galanes, tuvo una infancia itinerante y una educación cosmopolita. Por ello sus primeras letras como cantautora fueron en idioma extranjero, aunque finalmente se decantó por el español. De regreso a España, comenzó y abandonó los estudios de Derecho, decidiendo dedicarse por completo a la música, y a componer sus propias letras. Éstas poseen una calidad poética y literaria excelente, muy por encima de lo habitual en su tiempo, y se adscriben a corrientes existencialistas y a la canción de protesta feminista. Su tercer álbum, Un ramito de violetas, publicado en 1975, fue el mayor éxito de su corta y fulminante carrera. La canción que da nombre al disco fue la que tuvo más éxito del LP y por la que se suele recordar a Cecilia, quizá injustamente, ya que muchos de sus otros éxitos son también notables. Según su hermana Teresa, antes de ser canción fue un cuento. Junto a esta pieza destacan canciones como "Mi querida España", "Decir adiós" o "Sevilla". Es destacable que la portada y funda interior fue un trabajo de la propia Cecilia. La portada fue una pintura de la autora, así como cada canción, que recibió una ilustración procedente de sus pinturas, de estilo naïf.
“Mi querida España,
esta España viva, esta España muerta. De tu santa siesta ahora te despiertan
versos de poetas”. Calificada como una de las canciones básicas de la
historia musical de España de la década de 1970 e incluso icono de la música
del país, se trata de una crítica soterrada a la situación socio-política de la
España del momento, en las postrimerías de la dictadura franquista. Es la letra
de los primeros versos de la canción que Cecilia popularizó en 1975, meses
antes de la muerte del General Franco. Esa “España muerta” jamás fue así
cantada en su día, pues la censura del régimen decidió cambiar la letra para
que el nombre de la patria apareciese acompañado de adjetivos posesivos mucho
más amables. “Esa España mía, esa España nuestra” tardó 35 años en devolverle a
la canción de Cecilia su significado original, pues no fue hasta 2011, con la
publicación del álbum ‘Cecilia inédita en concierto (Ramalama)’, que
descubrimos que para la cantautora madrileña aquel país dirigido por un
dictador sanguinario de salud seriamente deteriorada era un estado tan vivo
como muerto, a punto de despertar de un largo letargo democrático de casi 40 años.
Hoy ese tipo de música ya no se hace, los cantantes de este momento buscan el
ruido, la cosa pegadiza e incluso en muchas ocasiones, chabacana y
exhibicionista para mover a los jóvenes tras miles de decibelios, luces
aparatosas, atuendos estrafalarios o presentándose en formas y modos poco
respetuosas con lo que debe ser el respeto al sexo, la transexualidad,
homosexualidad o la libertad religiosa. A aquello le llamábamos arte y con
razón, y a esto se le llama hacer ruido y montar el pollo, aunque no haya
motivo para ello.
La carrera artística de Cecilia fue corta, pero consiguió
gran popularidad con canciones como "Un ramito de violetas", "Mi
querida España" o "Dama, dama",o Amor de medianoche" que
lograron ser un éxito en España en la década de los setenta. Cecilia es parte
de la mejor historia de la música española. Su sensibilidad, su rebeldía, su
dulce protesta feminista y sus composiciones inolvidables la convierten
seguramente en la más grande cantautora que ha dado nuestro país. La
universalidad de sus músicas y de sus letras se pone de manifiesto cuando vemos
que artistas tan dispares como Manzanita, Mocedades, Julio Iglesias, Fangoria,
Rocío Durcal, Manolo Tena, Le Mans, Rosario Flores y un largo etcétera han
grabado sus composiciones
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