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domingo, 25 de mayo de 2025

1606.- Al alba - Luis Eduardo Aute.

 


Quisiera empezar esta reseña mencionando a Rosa León que comenzó su carrera musical a partir de los años setenta. Muchos la recordarán con su larga melena y gafas redondas, cantando con su guitarra canciones infantiles, por las que se hizo muy popular en la década de los ochenta, pero esa era sólo una de sus facetas, Rosa, que también compuso sus propias canciones, algunas realmente hermosas, o interpretaba las de otros, se caracterizaba, sobre todo en sus inicios, por un fuerte compromiso político y social. En 1975 grabó “Al alba” que su amigo Luis Eduardo Aute compuso para ella y le entregó como “una canción de amor”. Esta bellísima canción tiene unas significaciones y una historia muy particulares que ponen de manifiesto esa realidad, tantas veces repetida, de que "el arte es libertad", de que las canciones nacen y vuelan libres y abiertas a la sensibilidad, a la realidad social y a los sentimientos de quienes las escuchan, las interiorizan y las hacen propias. En su origen, para Aute, fue una canción de amor en la que expresa y nos comunica una dolorosa despedida al amanecer, pero para Rosa en 1975, tras quedar profundamente impactada –como lo estuvimos muchos miles de personas– por los fusilamientos franquistas del 27 de septiembre de 1975, pensó –o le estalló el sentimiento– de que aquella canción podría ser perfectamente una carta de amor que hubieran escrito cualquiera de aquellos fusilados a sus personas más queridas en vísperas de ser asesinados. Un sentimiento y una identificación que Rosa le atribuyó simbólicamente a la canción "Al alba" convirtiéndola en un desgarrador alegato contra la "pena de muerte". En sus versos se evocaban oscuros presagios y te dejaba una sensación de frío interior, así la cantante le dio su propia interpretación, más acorde con lo que consciente o inconscientemente quiso escribir el propio Aute. Y es verdad que toda la letra de “Al alba” está llena de símbolos, de imágenes que nos conducen hacia un mensaje final, escondido detrás de una bella canción de amor. Sea de la forma que fuera, cuando Rosa León cantaba “Al alba” en sus conciertos, la dedicaba (con valentía) a los condenados a muerte, presentándola como “los últimos pensamientos o la última carta que podía haber escrito cualquiera de los fusilados”. El tema esquivó la censura franquista gracias a la miopía de los funcionarios y a que Aute envió varias canciones para el examen. En ese grupo de temas, la mayor parte de ellos eran muy explícitos contra el Régimen y “Al Alba” fue vista como una sencilla canción de amor inofensiva. Terminó por convertirse en un himno de protesta y de esperanza por los nuevos tiempos democráticos en España.

En 1978 Luis Eduardo Aute incluyó su tema en el álbum “Albanta” producido por Teddy Bautista, siendo intérprete de su propia canción a la que daba un aire diferente, como se ve en este vídeo de 1983, en el que actúa con el grupo de folk- rock Suburbano que durante mucho tiempo fue su banda de acompañamiento. Hablar de Luis Eduardo Aute es hablar de un referente cultural imprescindible en nuestro país, que además de por la música, transitó por la pintura, la escultura, el cine, la poesía y cualquier manifestación artística que se le pasara por la cabeza, porque le gustaba ser “aprendiz de todo y maestro de nada”. Era un hombre tan sensible como sincero, lo que se veía en esa mirada suya que me gustaba tanto como su voz y es que Aute, a lo mejor sin pretenderlo, tenía mucho de seductor.