
Con cada disco de Depeche Mode, se imprime una historia
persona, grupal y musical distinta. Cada disco de Depeche Mode es tan
definitorio de una época que han llegado a atravesar a distintas generaciones,
tanto con “Black Celebration” como con “Exciter” o “Violator”, la obra cumbre
de los británicos, sonando tan diferentes pero tan familiares, y, al mismo
tiempo, usando los métodos de cautivación que nos han enredado durante toda la
carrera de este fabuloso trío una y otra vez, pero creando paisajes y sensaciones
de otros colores. “Playing the Angel” es un álbum consistente, redondo,
poderoso, entrañable… en fin, como cualquiera de los adjetivos que evoca
Depeche Mode. No son elogios aduladores, en realidad reflejan el espíritu que
la banda muestra en los doce temas. Visto de otra forma, su nuevo lanzamiento
manifiesta claramente la esencia de estos tres hombres a medio comienzo del
milenio, la cual no involucra solo la utilización de tecnologías actuales, sino
también de sus historias actuales: Escucharás samples chirriantes y saturados,
crujidos de discos y zumbidos eléctricos, zumbidos de amplificadores y gemidos
ambientales analógicos en abundancia. En el futuro todo será muy poco
convencional en la música pop y con este álbum podemos estar ahí desde el
principio. La puerta está abierta: ¡entra!. En primer lugar, David Gahan, cuya
voz a menudo sólo se utilizaba como instrumento adicional, ahora por fin puede
trabajar como compositor. La dictadura del señor Gore ha terminado. Las tres
canciones de Gahan, “Suffer Well”, “I Want it All” y “Nothing’s imposible” no
brillan por su fuerza propia, lo hacen dentro de todo el contexto del disco.
Cuando vas escuchando una a una no puedes dejar de sentir el golpe, pero
“Playing the Angel” está tan bien elaborado, que constituyen un universo total.
Musicalmente, lo más utilizado el sintetizador análogo, por otras partes suenan
unos riffs muy potentes y también, por supuesto, se destacan unos coros
femeninos maravillosos y también la enternecedora voz de Gore.

“Playing the Angel” comienza con A Pain that I’m Used to, con una guitarra alarmante que da paso a
unos beats más suaves y luego a la intensa interpretación de Gahan, que crea el
ambiente de una película de estas policiales oscuras, donde se persigue a un
asesino, como una urgencia de búsqueda. De fondo, la sierra circular
electrónica chirría durante unos segundos, preparándonos para lo que nos
espera. La canción se basa en un fondo electrónico pulsante y dinámico, que es
reemplazado por riffs ásperos que hacen que la cabeza asienta en el coro, está
garantizado que será un éxito incluso en la pista de baile. No en vano fue
lanzado como segundo sencillo. En John
the Revelator continúa ese juego de Gore de usar referencias apostólicas,
la canción en sí, es un ejercicio de simplicidad pero que te impacta de una
sola vez: los beats son muy sencillos, Gahan canta como si estuviera en medio
de un estadio y para rematar, un coro femenino grandioso, que repite una y otra
vez john the revelator… es de estas canciones que uno espera ver en un recital
multitudinario, el título religioso y el coro gospel como coros ya indican
hasta qué punto Gore tiene que volver a utilizar temas existenciales para
expresar adecuadamente su mundo emocional. Suffer
Well es una de las tres canciones que salieron de la pluma del Sr. Gahan.
Al principio chisporrotea, bala, relumbra y emite un pitido muy agradable, como
en los viejos tiempos, Duane Eddie también está de regreso.

The Sinner in Me es más triste, pero al
mismo tiempo, sensual, son esas cosas que solo sabe manejar Depeche Mode, aquí
hay mucha más prominencia de la electrónica, aunque también lleva un riff hacia
el final de la canción. El single
Precious
es una obra maestra, muy sofisticada, envolvente, a nivel de cualquiera de los
singles del trío, y es ahí donde radica la magia de su música, porque durante
toda su trayectoria se han manejado con exactamente las mismas herramientas
pero siempre saben experimentar sin caer en lugares comunes ni en autoplagios y
así nos hechizan como de la nada, ¿¿cómo lo hacen??Desafortunadamente, el
límite de la bailabilidad absoluta se perdió por poco. Una hermosa y triste
canción pop, también buena para tocar con una guitarra alrededor de una fogata,
si tan solo los acordes no fueran siempre tan difíciles. Las canciones de radio
y de las listas de éxitos que conocemos de Depeche Mode rara vez estuvieron
entre las mejores de sus álbumes. El aliento de los viejos tiempos industriales
envuelve
Macro, cantada por Gore,
cuando, después de tres minutos, los tambores a vapor irrumpen de repente en la
temblorosa elegía suicida.
La composición de
I
Want It All de Bei Gahan tiene una composición sonora, al igual que
"The Cure". Heer no necesita cascadas de ruido demasiado ambiciosas
para crear atmósfera. "I Want It All" es una producción pop hipnótica
con canciones de los Noventa y Ben Hillier es uno de los mismos números entre
los escritores ingleses. En general, me interesaría saber cómo sonarían las
primeras demos de Gahan y Gore.
Nothing’s
Impossible, el último tema creado por Gahan, diría que es la más plana del
disco, es solo su voz encima de una base que no tiene muchos cambios y una
guitarra electroacústica que aparece por segundos. De todas maneras, cada uno
de estos temas suenan muy bien, Gahan ya está inmerso en la mecánica de su
banda y compuso sin sobrepasar ni igualar a Gore, pues esa no es la idea, sino
que participó como un miembro más que trabaja por el bien de la banda y no por
el propio. Con su segunda balada,
Damaged
People, cuyos sonidos recuerdan definitivamente al álbum "Construction
Time Again", Gore resume todo su arte: "Cuando estoy de mi lado / no
tengo miedo / tengo miedo de sentir / ya estoy muriendo". La melancolía y
la tragedia sobre las que se construye toda la carrera de la banda parecen
surgir de esta simple línea, y la melodía, sí, en realidad suena un poco como
los buenos viejos tiempos de "Black Celebration". No podría ser mejor.
¿Quizás demasiada teatralidad? Oh, no lo sé. A veces pienso que los chicos
nunca habrían podido ser verdaderamente felices con títulos como ese. Hacia el
final encontramos el instrumental
Introspectre,
la bailable ‘Lillian’, que suena a lo más primitivo pero también a lo más nuevo
de Depeche Mode, el teclado surge como de lo más antiguo y los beats son de un
sonido como el de Radiohead en “Kid A” en general un tema que posee mucha
fuerza; finalmente llega
The Darkest
Star, tema de donde extrajeron el título del disco. Depeche Mode finalmente
emerge de las profundidades de la angustia conmovedora, acompañado por coros y
un staccato de piano pecaminoso. "No quiero que cambies / Cualquier cosa
que hagas / No quiero que seas / Alguien más para mí", dice Gahan.
Primero, en la última canción, los Depechies aflojan un poco los tornillos
antes de liberarnos de su majestuoso e individual mundo sonoro

No esperes un nuevo “Violator” ni menos un nuevo “Songs of Faith
and Devotion” ni un “Ultra” ni un “Exciter”. No es necesario. Cada uno es tan
importante como individuo, porque cada uno cuenta con una identidad específica
y con su propio hilo conductor, que tienes que ver a este disco como un
“Playing the Angel”, tal como los discos anteriores de Depeche Mode, es único,
es un hito en el trayecto de la banda y tiene una personalidad infranqueable. Es
una experiencia magnífica y revolucionaria. Este álbum marcará una vez más una
nueva generación de música influyente, pero esto sólo se hará evidente en el
contexto de los años.
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