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"Ultra" (1997) puede considerarse un álbum de transición en la carrera de Depeche Mode, aunque los británicos consiguieron evitar la connotación negativa que suele acompañar a los discos a los que se les pone esa etiqueta. No fue fácil facturar el disco siguiente a un álbum tan excelso como "Songs of faith and devotion" (1993), y hacerlo tras la marcha de Alan Wilder, que había sido clave en la producción y sonido del grupo en ese anterior disco y en el aún más brillante Violator (1990). Además, "Ultra" se gestó en un periodo de lo más turbulento para la banda, con Dave Gahan afrontando serios problemas de salud motivados por sus adicciones, pero a pesar de todas estas complicaciones, el disco resultante sorprendió a propios y ajenos por su calidad y por la oscuridad y sofisticación de su sonido.
Siendo menos luminoso que los citados discos anteriores, el gran punto fuerte de Ultra es su carácter oscuro y profundamente introspectivo, un disco de profunda exploración introspectiva que puso sobre la mesa un gran despliegue de emociones tanto en las letras como en las atmósferas de sonido, haciendo del complicado punto de inflexión y de crisis interna que suponía este noveno disco de estudio uno de los momentos más interesantes de su discografía. La salida de Alan Wilder dejó a Martin Gore como único responsable de la composición de las letras y de la dirección musical de la banda, y su propuesta fue una intensa obra de rock electrónico con aires industriales y de trip-hop, que combinó a la perfección la oscuridad de las letras y de la música.
En Ultra, como en "Songs of faith and devotion", las guitarras vuelven a ser relevantes, ya desde el inicio con "Barrel of a Gun", poseedora de uno de los mejores riffs de su discografía. Es un comienzo agresivo y a la vez oscuro, con una destacable e intensa interpretación vocal por parte de Dave Gahan, quizá motivada por una letra que describía de manera cruda el infierno de adicciones que atravesaba a nivel personal. Es también Ultra un disco de contrastes, porque tras este enérgico comienzo, un tema como "The Love Thieves" nos lleva a terrenos más etéreos y envolventes, y a la escucha de una instrumentación mucho más delicada, lo cual no impide que, de nuevo, Gahan se luzca en la profunda interpretación vocal, como lo hace también Martin Gore en "Home", una melancólica balada que, apoyada en unos impactantes arreglos orquestales, se erige como uno de los momentos más intensos y elaborados del disco. En las letras, "Home" es una esperanzadora vuelta a casa, tras un período de angustia y de dolor emocional, y de nuevo un ejemplo de como la situación de los miembros de la banda se filtra a borbotones en la temática y los sonidos del disco.
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El segundo bloque da comienzo con fuerza con "Useless", en la que vuelven las guitarras distorsionadas y los riffs contundentes, sobre una base rítmica de aire industrial. El esquema parece repetirse, porque después de un tema enérgico y contundente, llega una nueva balada lenta y oscura con "Sister of Night", que en esta ocasión sí que baja un poco el listón del disco. "Jazz Thieves" es otro de los puntos destacables de la segunda mitad del disco, un tema experimental con evidentes influencias del sonido trip-hop, y a diferencia de los otros temas instrumentales de "Ultra", es un cambio estilístico que aporta frescura y variedad sonora al álbum, en lugar de acentuar su oscura e introspectiva atmósfera. A partir de aquí, encontramos buenos temas como Freestate, algo más convencional y optimista, y "The Bottom Line", un tema de sorprendente guitarra slide, que aporta al disco una inesperada influencia blues.
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