Los guerreros no eran otros que los vikingos, pues la canción está dedicada a Leif Erikson (970 - 1020), un explorador vikingo conocido como "El afortunado", y protagonista de una teoría que le considera uno de los primeros europeos que llegó a América del Norte, siglos antes del descubrimiento de América. La letra hace referencia a la mitología vikinga ("El martillo de los Dioses" se convirtió incluso en un sobrenombre no oficial de la banda), mientras que los gritos emulan los de los vikingos, remando decididos en su búsqueda de nuevas tierras que conquistar.
Acompañando a los icónicos gritos de un pletórico Robert Plant, la excelsa guitarra de Jimmy Page y la base rítmica del bajo de John Paul Jones y la batería de John Bonham son también tan poderosas como un barco lleno de fieros vikingos listos para el abordaje, creando una pieza irrepetible que combina a la perfección la fiereza con el ritmo, una barbaridad sólo al alcance del "martillo de los Dioses" de Led Zeppelin.
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