viernes, 20 de junio de 2025

Disco de la semana 435: Down By The Jetty - Dr. Feelgood

Down By The Jetty, Dr. Feelgood


     En 1975, una banda de Canvey Island, un rincón olvidado de Essex, Inglaterra, irrumpió en la escena musical británica con un sonido tan visceral como una pelea en un bar a medianoche. Dr. Feelgood, con su debut Down by the Jetty, fue capaz de plantar cara a la pomposidad del rock progresivo y al brillo del glam, dando todo un puñetazo en la mesa del circuito londinense del rock que se respiraba en los pubs, un movimiento que se movía fuera de los márgenes de la industria musical, "Éramos nosotros (Lee Brilleaux, Wilko Johnson, John B. Sparks y The Big Figure) contra un mundo que parecía preferir sintetizadores y capas de purpurina". Este álbum, grabado en mono como un manifiesto de autenticidad, fue toda una declaración de guerra: rhythm and blues crudo, sudoroso y sin pretensiones de una banda que peleaba por hacerse un hueco en una industria que no siempre estuvo dispuesta a escuchar a esta banda.

Formados en 1971, Dr. Feelgood nació de las cenizas de bandas locales de R&B. Lee Brilleaux (voz y armónica), Wilko Johnson (guitarra), John B. Sparks (bajo) y John Martin, alias The Big Figure (batería), éran un cuarteto que no encajaba en el panorama de los setenta. Mientras el rock progresivo llenaba estadios con solos interminables y el glam rock dominaba las listas con maquillaje y lentejuelas, estos chicos tocaban en pubs abarrotados de humo, frente a audiencias que querían cerveza barata y música que les golpeara el pecho. El nombre de la banda se inspiró en un tema de 1962 de Willie Perryman y también en la jerga callejera para referirse a médicos de dudosa ética que recetan fármacos libremente o a la heroína. Con el nombre de la banda ya daban pistas de su actitud, iban a ser forajidos del rock.

Valga como curiosidad que Wilko Johnson, el guitarrista, de nombre real John Wilkinson, adoptó ese nombre para sonar más rockero, inspirándose en figuras como Bo Diddley. Su estilo de tocar combinaba acordes rítmicos y solos cortantes sin púa, usando los dedos para dar un sonido percusivo. Wilko solía decir que tocaba como si estuviera "apuñalando" a alguien. Lee Brilleaux, el vocalista y armonicista, era conocido por su ímpetu e intensidad en el escenario. Y el baterista conocido como The Big Figure, recibió su apodo de forma irónica: era el miembro más delgado del grupo. Según Wilko, el nombre surgió de borma durante una partida de póker,  cuando alguien dijo que Martin parecía una "figura grande" (Big figure) en el juego, a pesar de su físico.

En 1973 ya eran los reyes del circuito de pubs londinense, tocando en lugares como el Lord Nelson, pero el salto al estudio era otra historia. La industria discográfica no sabía qué hacer con ellos y como hacerlos encajar; su sonido, influenciado por Johnny Kidd & The Pirates, los primeros Rolling Stones y el R&B americano, no parecía propio de aquel momento. Sin embargo, hubo una compañía discográfica que se atrevió a apostar por ellos, United Artists, y en 1974 entran a grabar Down by the Jetty con el productor Vic Maile. La banda tenía muy claro que quería capturar la energía de sus conciertos en vivo, así que insistieron en grabar en mono, una decisión que levantó ampollas pero que definía su esencia: sin adornos, sin trucos. Este álbum no era solo un debut, era una manera de decir que Dr. Feelgood no necesitaba seguir las reglas para ser escuchados.

En plena era del rock progresivo y del glam rock, con portadas coloridas y conceptuales, Down by the Jetty es todo lo contrario, muy simple: una foto en blanco y negro de los cuatro miembros de la banda (Lee Brilleaux, Wilko Johnson, John B. Sparks y The Big Figure) en un muelle industrial de Canvey Island, despeinados por el viento. Esta imagen reflejaba su estética cruda y directa, como "chicos malotes con chaqueta, recién llegados de un funeral de gánsteres". La portada fue todo un alegato contra las tendencias exageradas de los 70, anticipando la actitud punk.



Down by the Jetty
contiene 13 temas, una mezcla de originales escritos mayormente por Wilko Johnson y versiones que rendían homenaje a las raíces del grupo. Cada canción era una batalla, un intento de trasladar la electricidad de sus conciertos al vinilo. Abre fuego 
She Does It Right (Wilko Johnson), un disparo directo al corazón. Es puro Dr. Feelgood: el riff staccato de Wilko, cortante como una navaja, se entrelaza con el bajo de Sparko y la seca percusión de The Big Figure. La voz de Lee, áspera como el whisky barato, canta sobre una mujer que lo hace todo bien, con un doble sentido que no necesita explicación. Esta canción era su grito de guerra en los pubs, un tema que resumía su filosofía: simple, directo y con groove. Paul Weller y Joe Strummer adoraban esta canción, y no es difícil entender por qué. Boom Boom (John Lee Hooker), versionar a John Lee Hooker no era tarea fácil. La armónica de Lee lidera el ataque, mientras Wilko desata un riff que parece electrificado. Aunque esta versión no acaba de capturar del todo la profundidad bluesera del original, para la banda era una reverencia a sus raíces tocada con la urgencia de una banda que necesitaba ser escuchada. En The More I Give (Wilko Johnsonbajamos un poco el ritmo, pero no la intensidad. Estamos ante una queja de amor no correspondido, con Wilko rasgueando acordes que suenan como si estuvieran a punto de romperse. La voz de Lee destila frustración, y el órgano invitado de Bob Andrews añade ese toque de melancolía necesario. Esta canción mostraba que Wilko y compañía también podían contar historias que dolían. Roxette (Wilko Johnson) es uno de los grandes momentos del álbum. La letra, sobre un hombre celoso que espía a su chica, tiene esa mezcla de rabia y vulnerabilidad que definía el estilo directo y visceral de estos chicos. En vivo, este tema hacía que la gente saltara, y en el estudio lograron que sonara igual de incendiario. One Weekend (Wilko Johnson), con un ritmo algo más pausado, es un lamento sobre un amor fugaz. La guitarra de Wilko crea una atmósfera tensa, mientras Lee canta con una mezcla de resignación y deseo. Es uno de los temas menos explosivos del disco, pero en un disco lleno de energía, esta canción los daba un respiro, además de demostrar su capacidad para jugar con matices. That Ain’t the Way to Behave (Wilko Johnson) es un tropezón en el disco, suena torpe, como si estuvieran probando algo que no termina de encajar, aún así, tiene ese encanto desaliñado que los hacía únicos. Cierra la cara a I Don’t Mind (Wilko Johnson); el riff de Wilko es puro nervio, y Lee canta con esa arrogancia que hace que quieras subir el volumen mientras canta sobre no preocuparse por las consecuencias. Todo un reflejo de la mentalidad del grupo en aquella época.



La cara B comienza con Twenty Yards Behind (Wilko Johnson). La guitarra de Wilko asume el liderato, mientras que la sección rítmica de Sparko y The Big Figure mantiene el pulso. La letra va de estar un paso atrás. Eran una joven banda que corría para alcanzar su lugar en la industria de la música, siempre a unos pasos de conseguirlo. En las sesiones de grabación Lee Brilleaux mostró todo su ingenio. En la grabación la armónica que usó estaba rota, así que improvisó tapando los agujeros defectuosos con los dedos para sacar las notas correctas. Keep It Out of Sight (Wilko Johnson) está inspirada en Johnny Kidd & The Pirates. Esta canción, cargada de puro ritmo y actitud, influyó en bandas como The Jam. All Through the City (Wilko Johnson) es un retrato de la vida urbana con Wilko dibujando imágenes de Canvey Island y Londres. La voz de Lee, cantando al son de la afilada guitarra de Wilko, es desafiante. Estamos ante uno de los grandes momentos del álbum. Escuchándola me hace sentir como si caminara con los cuatro músicos por las polvorientas calles de su tierra natal. Cheque Book (Mickey Jupp) es puro rock and roll. En esta versión del tema de Mickey Jupp, el grupo nos recuerda que aunque eran una banda de R&B, también sabían divertirse con un buen ritmo. Oyeh! (Mick Green) es otro de los momentos del disco que nos da un respiro, con una melodía con un toque casi surf, un guiño a las influencias del grupo. Cierra la cara B y el disco la explosiva Bonie Moronie/Tequila (Larry Williams/The Champs), una mezcla de ambas canciones. Es una celebración, con los saxofonistas invitados Bob Andrews y Brinsley Schwarz. La canción, grabada en vivo en Dingwalls, Londres, quería capturar la energía del grupo en vivo, y vaya si lo consigue. La química entre el grupo y la audiencia es pura magia.

Tras lanzar Down by the Jetty, el grupo se embarcó en una incansable gira por pubs y clubes del Reino Unido, tocando hasta cinco noches por semana. Cuenta una anécdota que, en un show en Londres, Lee Brilleaux se quedó afónico a mitad de concierto, terminando el mismo cantando con gestos y gruñidos, mientras la banda subía el volumen de sus instrumentos para compensar. El público, lejos de quejarse, lo ovacionó por su entrega total. Estamos ante una perla oculta que anticipaba el sonido punk un par de años antes de su llegada. Su mezcla de temas originales de Wilko Johnson con versiones de clásicos de R&B, ofrecía una frescura y autenticidad que contrastaba por aquel entonces con el rock progresivo y el glam. Aunque las ventas fueron modestas, recibió elogios por parte de la critica especializada, permitiendo a la banda pasar de pubs a pequeños teatros. La crudeza del álbum fue comparada con los primeros discos de los Rolling Stones, y figuras como Paul Weller, Bob Geldof y los Ramones lo citaron como una influencia clave en su sonido. Se decía que Dr. Feelgood eran demasiado simples y demasiado ruidosos, pero ellos demostraron, sin rendirse nunca, tocando como si cada noche fuera la única, que el R&B podía ser tan poderoso como cualquier canción de rock progresivo.

jueves, 19 de junio de 2025

1631.- Who Are You - The Who

 


Lanzada en 1978 como sencillo principal del álbum del mismo nombre, "Who Are You" es una de las canciones más emblemáticas de The Who, tanto por su energía inconfundible como por el momento histórico en el que emergió. Desde sus primeros acordes sintetizados hasta los golpes de batería magistrales de Keith Moon, en la que sería su última grabación antes de su muerte, "Who Are You" es un torrente de energía, pero también de frustración y reflexión.

Compuesta por Pete Townshend"Who Are You" destaca por el enfoque de confusión existencial de las letras, cargadas además de rabia e ironía. La frase que se repite como mantra ("Who are you?" - "¿Quién eres tú?") funciona casi como una acusación, y de hecho se utilizó como tema principal de la promoción del "Live 8", una serie de once conciertos celebrados simultáneamente el 2 de julio de 2005 en distintos puntos del mundo. Para la promoción, se realizó un video en el que, ataviadas con caretas de los políticos integrantes del G-8, personas de las zonas más desfavorecidas del mundo les preguntaban les conminaban a tomar partido en la lucha contra la pobreza, al grito de "Tell me who are you?" ("Dime quién eres").

Originalmente, Townshend la escribió después de una noche de excesos en Londres, en un ejercicio de autodesprecio y de frustración por los conflictos internos de la banda y con la industria musical. Con el paso del tiempo, "Who Are You" ha trascendido generaciones y encontró también una segunda vida comercial al convertirse en el tema principal de la serie CSI, pero su fuerza no está tanto en su fama mediática, sino más bien en la crudeza de su pregunta, tan vigente hoy como lo fue entonces. Una pregunta a la que, tarde o temprano, todos deberíamos intentar dar respuesta: "¿Quién eres tú?".

miércoles, 18 de junio de 2025

Turbo (1986): El álbum más polémico de Judas Priest (Mes Judas Priest)

Turbo (1986): El álbum más polémico de Judas Priest

Judas Priest es, sin duda, una de las bandas más influyentes en la historia del heavy metal. Este mes, hemos celebrado su legado repasando discos esenciales como Defenders of the Faith (1984), Screaming for Vengeance (1982) y Killing Machine (1978, Hell Bent for Leather en EE.UU.), obras maestras que definieron el sonido del metal clásico con riffs potentes, voces estratosféricas y una actitud indomable. Sin embargo, en 1986, la banda sorprendió al mundo con Turbo, un álbum que rompió con las expectativas y generó una de las divisiones más grandes entre los fans.  

Un giro radical en la era del glam y los sintetizadores  

A mediados de los 80, el heavy metal estaba en plena evolución. Bandas como Def Leppard, Bon Jovi y Mötley Crüe dominaban las listas con un sonido más pulido y accesible, mientras el thrash metal (impulsado por Metallica y Slayer) crecía en el underground. Judas Priest, siempre innovadores, decidieron explorar nuevos terrenos con Turbo, incorporando sintetizadores, guitarras con efectos digitales (como la SynthAxe) y un enfoque más cercano al arena rock que al metal crudo de sus primeros años.  

Este cambio no fue completamente inesperado. British Steel (1980) ya había mostrado un lado más comercial, y Defenders of the Faith mantenía un equilibrio entre agresividad y melodía. Sin embargo, Turbo llevó la experimentación a otro nivel, adoptando elementos del glam metal y el hard rock melódico.   

Turbo, grabado en los estudios Compass Point (Bahamas) y producido por Tom Allom (quien ya había trabajado en British Steel y Screaming for Vengeance), Turbo fue concebido originalmente como un álbum doble titulado Twin Turbos. La idea era lanzar un disco más experimental y otro más clásico, pero finalmente se optó por un LP de 10 canciones que fusionaba ambos estilos.  

El uso de tecnología fue clave: las guitarras tenían un sonido más limpio, los coros eran más pegajosos y las letras se centraban en temas como la velocidad ("Turbo Lover"), la rebeldía juvenil ("Parental Guidance") y el hedonismo ("Wild Nights, Hot & Crazy Days"). Aunque Rob Halford seguía demostrando su increíble registro vocal, el tono general del álbum era más luminoso y menos oscuro que trabajos anteriores.  

Análisis del álbum: ¿Un Judas Priest "vendido" o una evolución necesaria?

1. "Turbo Lover"
El tema que abre el disco es también el más icónico. Con un ritmo seductor y un groove electrónico, "Turbo Lover" fusiona metal con new wave, creando una atmósfera única. La letra, que habla de velocidad y pasión, encajaba perfectamente en la era de los autos rápidos y los excesos. Aunque algunos puristas lo criticaron, la canción ha resistido el paso del tiempo y sigue siendo un clásico en los conciertos de la banda.  

2. "Locked In" 
Una de las pistas más subestimadas del álbum. El riff es pegajoso, los coros son memorables y el solo de guitarra mantiene el espíritu de Judas Priest, aunque con un toque más melódico.  

3. "Private Property"
Aquí la banda aborda temas de posesión y relaciones tóxicas con un sonido cercano al pop metal. No es la canción más profunda del disco, pero su energía la hace disfrutable.  

4. "Parental Guidance"
Una de las más polémicas por su letra, que desafía la censura y el control sobre los jóvenes. El riff es simple pero efectivo, y el uso de sintetizadores refuerza su carácter rebelde.  

5. "Rock You All Around the World" 
Un himno festivo diseñado para grandes estadios. No tiene la profundidad de "The Sentinel" o "Electric Eye", pero cumple su función como tema enérgico y divertido.  

6. "Out in the Cold"
Uno de los momentos más destacados del álbum. Comienza con una introducción atmosférica y se convierte en una power ballad con un solo emotivo. Halford demuestra su versatilidad vocal, y la letra refleja soledad y desesperación.  

7. "Wild Nights, Hot & Crazy Days"
Como su nombre lo indica, es una canción sobre excesos, con un ritmo acelerado y un estilo cercano al hard rock de Van Halen.  

8. "Hot for Love" 
Otra pista cargada de energía sexual, con un riff pegajoso pero quizás demasiado repetitivo.  

9. "Reckless"
Un tema olvidado pero interesante, con una estructura simple y un enfoque directo.  

Recepción y legado: ¿Merece Turbo más respeto? 

Cuando Turbo fue lanzado, generó reacciones encontradas. Por un lado, fue un éxito comercial, alcanzando el puesto #17 en el Billboard 200 y siendo certificado platino. Por otro, muchos fans lo acusaron de ser "demasiado comercial" y alejarse del metal puro que definió a la banda.  

Con los años, sin embargo, Turbo ha sido revalorizado. Canciones como "Turbo Lover" y "Out in the Cold" han ganado reconocimiento, y el álbum es visto como un experimento valiente en una época donde el metal estaba en constante evolución.  

Comparación con otros discos de la banda
- Vs. Screaming for Vengeance (1982): Mientras que Screaming… es un disco casi perfecto en su género, con himnos atemporales como "The Hellion/Electric Eye" y "You’ve Got Another Thing Comin’", Turbo opta por un enfoque más arriesgado y menos agresivo.  
- Vs. Defenders of the Faith (1984): Defenders… mantuvo un equilibrio entre crudeza y melodía, mientras que Turbo se inclinó más hacia lo comercial.  
- Vs. Painkiller (1990): Cuatro años después, Priest respondería a las críticas con Painkiller, un regreso al metal más puro y técnico, demostrando que Turbo fue solo una fase experimental.  

¿Un error o un disco adelantado a su época?

Turbo no es el álbum más heavy de Judas Priest, pero es una pieza fascinante en su discografía. Demuestra que, incluso siendo leyendas del metal, no tuvieron miedo de arriesgarse. Si bien no alcanza la grandeza de Screaming for Vengeance o Painkiller, tiene momentos brillantes que merecen ser escuchados sin prejuicios.  

Daniel 
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1630 - Boney M - Rivers of Babylon


1630 - Boney M - Rivers of Babylon

Rivers of Babylon de Boney M. es una de las canciones más emblemáticas de la música disco y reggae de finales de los años 70. Lanzada en 1978 como parte del álbum Nightflight to Venus, esta canción fusionó espiritualidad bíblica con ritmos contagiosos, convirtiéndose en un éxito mundial y en un himno atemporal.  

La letra de Rivers of Babylon está inspirada en el Salmo 137:1-4 de la Biblia, que relata el lamento del pueblo judío durante su exilio en Babilonia, añorando su tierra natal, Sión (Jerusalén). La canción evoca melancolía y esperanza, con versos como:  
"By the rivers of Babylon, there we sat down / Yeah, we wept when we remembered Zion".  

Aunque el tema tiene raíces religiosas, Boney M. lo transformó en una celebración musical. La melodía se basó en una versión reggae de The Melodians (1970), pero el productor Frank Farian le dio un giro disco, añadiendo percusión electrónica, coros exuberantes y un ritmo bailable que conquistó las pistas de baile.  

Boney M., un grupo creado por Farian, destacó por su mezcla de disco, reggae y pop. En Rivers of Babylon, la voz principal de Liz Mitchell brilla con una mezcla de dulzura y fuerza, mientras los arreglos de coros y sintetizadores crean una atmósfera festiva.  

La instrumentación combina:  
- Guitarras reggae (con ese característico skank off-beat).  
- Bajo prominente y batería con influencia disco.  
- Toques de órgano que añaden un aire gospel.  

Esta fusión hizo que la canción trascendiera géneros, atrayendo a públicos de disco, reggae e incluso música religiosa.  

El éxito fue inmediato:  
- Alcanzó el #1 en múltiples países, incluyendo Reino Unido, Alemania y Australia.  
- Se mantuvo en listas durante meses y vendió millones de copias.  
- Fue un himno en discotecas y radios, consolidando a Boney M. como íconos de la era disco.  

Aunque algunos puristas del reggae prefieren la versión original de The Melodians, la adaptación de Boney M. democratizó el mensaje bíblico, llevándolo a un público masivo. Además, su estructura pegajosa la ha convertido en un clásico retro, presente en películas, series y covers de artistas diversos.  

Rivers of Babylon es una obra maestra de la producción musical. Logra equilibrar profundidad lírica con un ritmo alegre, algo poco común en canciones pop. Sin embargo, algunos podrían argumentar que la comercialización del tema le resta solemnidad al texto original. Aun así, su capacidad para unir espiritualidad y diversión es admirable.  

Más de cuatro décadas después, Rivers of Babylon sigue siendo un fenómeno cultural. Ya sea como canción nostálgica, himno religioso adaptado o pista de baile, demuestra el poder de la música para reinventar historias milenarias y hacerlas relevantes en cualquier época. Boney M. no solo creó un hit, sino un legado musical que perdura.  

Daniel 
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martes, 17 de junio de 2025

1629 - Bruce Springsteen - Racing in the street


1629 - Bruce Springsteen - Racing in the street

Racing in the Street es una de las canciones más profundas y poéticas de Bruce Springsteen, incluida en su álbum Darkness on the Edge of Town (1978). A primera vista, la canción parece narrar la vida de un joven obsesionado con las carreras callejeras, pero, como suele ocurrir con las letras de Springsteen, hay mucho más bajo la superficie: una reflexión sobre la libertad, el escape y el costo de los sueños rotos. 

Una Canción de Dos Partes  
La estructura de Racing in the Street es magistral. La primera parte describe un mundo de motores rugientes, noches largas y adrenalina, donde el protagonista y sus amigos viven al límite. Las imágenes son vívidas: "I got a '69 Chevy with a 396 / Fuelie heads and a Hurst on the floor". Springsteen pinta un cuadro de juventud rebelde, donde las calles son un refugio y las carreras, una forma de escapar de una realidad opresiva.  

Pero en la segunda parte, el tono cambia drásticamente. La canción se vuelve más oscura, más introspectiva. El narrador revela que su novia, quien alguna vez "amaba tan fuerte como los ángeles en el cielo", ahora está vacía, derrotada por la vida. La línea "She stares off alone into the night / With the eyes of one who hates for just being born" es desgarradora, sugiriendo que la libertad que él encuentra en la velocidad no es suficiente para salvarlos a ambos.  

Bruce Springsteen explora aquí un tema recurrente en su obra: la ilusión del escape. Las carreras callejeras son una metáfora de la búsqueda de libertad, pero también de cómo esa búsqueda puede dejar cicatrices. El protagonista gana carreras, pero pierde algo más importante. La canción no juzga; solo muestra. El final ambiguo—"Tonight, tonight the strip’s just right / I wanna blow ‘em all outta their seats"—sugiere que, a pesar de todo, él sigue corriendo, incapaz de detenerse.  

Musicalmente, la canción es una balada lenta con un piano melancólico y una guitarra que llora. La producción es minimalista, dejando espacio para que la voz de Bruce Springsteen—cargada de emotividad—lleve el peso de la historia. El coro final, con su repetición de "Racing in the street", suena casi como un lamento, un canto fúnebre por los sueños perdidos.  
 
Racing in the Street no es solo una canción sobre coches; es un poema sobre la condición humana. Springsteen captura la dualidad del sueño americano: la promesa de libertad y la cruda realidad de que esa libertad a menudo tiene un precio. Es una canción que duele, pero también consuela, porque reconoce el dolor de quienes corren sin llegar a ninguna parte.  

Cuatro décadas después, sigue resonando porque, en el fondo, todos hemos sido ese corredor alguna vez: acelerando hacia adelante, tratando de dejar algo atrás, sin saber si alguna vez llegaremos a donde queremos ir.  

Daniel 
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lunes, 16 de junio de 2025

1628.- Old Time Rock and Roll - Bob Seger

 

"Old Time Rock and Roll" es una de las canciones más recordadas del álbum "Stranger in Town" (1978), el décimo disco de estudio de Bob Seger y el segundo que grabó con su banda The Silver Bullet Band. Como ya hiciera en el anterior disco grabado con ellos, la banda le acompañó en la mitad de los temas, mientras en la otra mitad de canciones fue la Muscle Shoals Rhythm Section la que arropó al brillante músico.

En el caso de "Old Time Rock and Roll", hablamos de uno de los temas registrados junto a la Muscle Shoals Rhythm Section, con la participación de Alto Reed de la Silver Bullet Band al saxofón. El resto de miembros de la Silver Bullet Band no estuvieron cómodos en un primer momento con la inclusión de la canción en el disco, al no sentir que fuera el tipo de canción que mejor les caracterizaba como banda.

Sin embargo, y a la vista de la gran aceptación por parte del público en su publicación como single, terminaron por aceptar las bondades de un tema que ya es un clásico de la música rock estadounidense. Buena parte del gran éxito y visibilidad de "Old Time Rock and Roll" la tuvo su inclusión en la banda sonora original de la película "Risky Business", una de las primeras e icónicas películas de adolescentes de los años ochenta, y uno de los primeros éxitos cinematográficos de Tom Cruise.

domingo, 15 de junio de 2025

Defenders of the Faith de Judas Priest – Un Clásico Atemporal del Metal (Mes Judas Priest)


Defenders of the Faith de Judas Priest – Un Clásico Atemporal del Metal

#mesJudasPriest

En 1984, Judas Priest ya era una de las bandas más influyentes del heavy metal, habiendo consolidado su sonido con discos como British Steel (1980) y Screaming for Vengeance (1982). Sin embargo, con Defenders of the Faith, la banda no solo reafirmó su dominio en el género, sino que también llevó su música a nuevos niveles de intensidad, teatralidad y poderío sonoro. Este álbum, a menudo eclipsado por sus predecesores inmediatos, es una obra maestra que merece ser revisitada y celebrada como uno de los pilares del metal de los 80.  

Grabado entre septiembre y noviembre de 1983 en los estudios Ibiza Sound en España y mezclado en los estudios Record Plant en Los Ángeles, Defenders of the Faith fue producido por Tom Allom, quien ya había trabajado con la banda en sus éxitos anteriores. El disco llegó en un momento en que el metal estaba en plena ebullición, con el movimiento NWOBHM (New Wave of British Heavy Metal) en su apogeo y bandas como Iron Maiden y Saxon liderando la escena.  

Judas Priest, sin embargo, optó por un enfoque más pulido y futurista, incorporando sintetizadores de manera estratégica (como en "The Sentinel") sin perder su esencia heavy. El resultado fue un álbum que equilibraba agresión, melodía y una producción impecable.  

Defenders of the Faith es un viaje a través de diferentes facetas del metal: desde el speed metal frenético hasta baladas atmosféricas, todo envuelto en letras que mezclan fantasía épica, rebelión y una actitud desafiante.  

1. "Freewheel Burning"
El disco arranca con una de las canciones más rápidas de Judas Priest. "Freewheel Burning" es puro speed metal, con un riff vertiginoso de Glenn Tipton y K.K. Downing y una voz de Rob Halford que alcanza registros increíbles. La letra, sobre velocidad y libertad, es perfecta para iniciar el álbum con energía incontrolable.  

2. "Jawbreaker" 
Con un riff demoledor y un coro pegajoso, "Jawbreaker" sigue la línea agresiva del tema anterior. Halford demuestra por qué es uno de los mejores vocalistas del metal, alternando entre gritos rasgados y notas sostenidas. La batería de Dave Holland, aunque a veces criticada por su estilo menos técnico, cumple con creces en esta canción.  

3. "Rock Hard Ride Free"
Un himno de resistencia y determinación, esta canción tiene un groove irresistible y un solo espectacular. Es una de esas piezas que encapsulan la esencia del metal de los 80: actitud, melodía y poder.  

4. "The Sentinel"
Uno de los puntos más altos del álbum (y de toda la discografía de Priest). "The Sentinel" es una obra maestra épica, con una introducción atmosférica que da paso a un riff demoledor. La narrativa de la canción, sobre un guardián implacable, se complementa con una estructura dinámica y un final catártico.  

5. "Love Bites"
Aquí la banda explora un lado más oscuro y sensual, con un riff pesado y un ambiente casi cinematográfico. Halford canta con una mezcla de seducción y amenaza, haciendo de esta una de las canciones más subestimadas del disco.  

6. "Eat Me Alive" 
Polémica en su momento por su letra explícita (fue una de las canciones citadas en los juicios contra el heavy metal en los 80), "Eat Me Alive" es pura energía sexual y agresión. El riff es abrasivo, y la interpretación de Halford es simplemente salvaje.  

7. "Some Heads Are Gonna Roll"
Una canción más cercana al hard rock clásico, con un coro contagioso y un ritmo contundente. Fue escrita originalmente por el productor Bob Ezrin para un proyecto de Alice Cooper, pero Priest la adaptó a su estilo con gran éxito.  

8. "Night Comes Down"
El lado más melódico y reflexivo del álbum. Esta balada pesada tiene un aura melancólica y letras introspectivas, mostrando la versatilidad de la banda.  

9. "Heavy Duty" / "Defenders of the Faith"  
El cierre del álbum es un doble golpe de metal puro. "Heavy Duty" sirve como intro instrumental para "Defenders of the Faith", un himno que reafirma la devoción de la banda por el género. El coro es una declaración de principios: *"We are defenders of the faith!"*.  

Aunque en su momento Defenders of the Faith no alcanzó el mismo éxito comercial que Screaming for Vengeance, con el tiempo se ha reivindicado como uno de los discos esenciales de Judas Priest. Su influencia se puede rastrear en bandas como Pantera, Megadeth y hasta en el thrash metal de los 80.  

El álbum también marcó el final de una era: después de esta gira, Dave Holland dejó la banda, y Priest exploraría sonidos más experimentales en Turbo (1986). Por eso, Defenders of the Faith representa el último gran disco de su fase clásica.  

Defenders of the Faith es un álbum que lo tiene todo: velocidad, melodía, potencia y una producción impecable. Canciones como "The Sentinel" y "Freewheel Burning" siguen sonando frescas casi cuatro décadas después, demostrando que el buen metal no envejece.  

Si eres fan del heavy metal clásico y no has explorado este disco en profundidad, estás perdiéndote una obra maestra. Y si ya lo conoces, siempre es buen momento para volver a él y dejarse llevar por su energía indomable.  

Judas Priest no solo defendió la fe del metal en 1984, sino que la elevó a nuevos niveles. ¡Larga vida a los Defenders of the Faith!  

Daniel 
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1627.- Le Freak - Chic

 


"Le Freak", del grupo estadounidense Chic, es un clásico indiscutible de la música disco, un tema que desborda energía y ritmo discotequero y que refleja como ningún otro el espíritu festivo de la música disco de finales de los años 70. Publicada en 1978, la canción se convirtió rápidamente en un éxito internacional, alcanzando el primer puesto del Billboard Hot 100 estadounidense y consolidando a Chic como una de las bandas más influyentes de su tiempo.

Musicalmente, "Le Freak" es una sofisticada y vibrante combinación de guitarra funk, líneas de bajo envolventes y una pegadiza percusión. Nile Rodgers (guitarra) y Bernard Edwards (bajo), los líderes de Chic desde su formación en 1976, aportaron su característico sonido funk, que se convertiría en un referente para muchas generaciones de músicos posteriores. Originalmente, la línea de la canción era mucho más agresiva, pero decidieron modificarla para darle un tono más positivo y festivo.

La frase "Freak Out!" nació de una experiencia frustrante de Nile Rodgers y Bernard Edwards cuando fueron rechazados en la entrada del club Studio 54 en Nueva York, pero a la hora de construir el resto de la letra, prefirieron darle un tono más positivo y un mensaje que invita a escapar de los problemas a través de la música y el baile, sumergiéndose en el ritmo y olvidando las preocupaciones. El impacto de "Le Freak" ha sido enorme, y no solo en los setenta, ya que hablamos de una canción sampleada, versionada y utilizada hasta la saciedad en películas y anuncios de televisión, que sentó las bases de géneros posteriores como el house o el hip-hop.