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domingo, 22 de junio de 2025

Judas Priest - Screaming for Vengeance (Mes Judas Priest)

 


"Screaming for Vengeance" (1982) es uno de los álbumes más icónicos de Judas Priest y una piedra angular del heavy metal ochentero. Producido por Tom Allom y Judas Priest, fue curiosamente grabado en Ibiza, en los "Ibiza Sound Studios" a finales de 1981. El entorno paradisíaco de la célebre isla española parecía el ideal para la grabación del disco, pero la realidad fue que los miembros de la banda pasaron más tiempo de fiesta que en el estudio, y el propio Rob Halford dijo que había sido un auténtico milagro que llegaran a terminar "Screaming for Vengeance" en mitad de todo aquel desenfreno.

El álbum iba a llamarse inicialmente "Screaming" a secas, y como parte de ese gran milagro ibicenco, fueron muchas las canciones que llegaron a grabarse, siendo después algunas de ellas descartadas para la versión final ya rebautizada como "Screaming for Vengeance", que se mezcló en Estados Unidos, en los Beejay Recording Studios en Orlando y en los Bayshore Recording Studios de Miami. Allí también se grabó, en el último momento, el tema “You’ve Got Another Thing Comin'”, tras encontrar una demo en una revisión de las cintas de las grabaciones. Rápidamente la regrabaron, y ese fue el último tema en entrar a formar parte del álbum, y curiosamente el que acabaría siendo el mayor éxito del disco y el que les catapultó al éxito en Estados Unidos.

El disco abre con "The Hellion / Electric Eye", un par de temas combinados que ya son parte de la leyenda musical de la banda. The Hellion es una majestuosa introducción instrumental, con guitarras dobles entrelazadas, que sin interrupción da paso a la potencia de "Electric Eye", una afilada crítica a la falta de privacidad y a la vigilancia constante al más puro estilo del "Gran Hermano" de la novela 1984 de George Orwell. Los riff de guitarra de Glenn TiptonK.K. Downing, y la intensidad vocal de Rob Halford hacen de este visionario y atemporal tema una obra maestra. Sin tiempo para respirar, con la adrenalínica "Riding on the Wind" pisan aún más el acelerador y dejan bien claras las intenciones de un disco basado en la intensidad y la actitud rockera. La batería de Dave Holland es explosiva los solos de guitarra son vertiginosos, conformando en conjunto otra de las piezas maestras del disco, con temática motera y, de nuevo, actitud de heavy metal.

"Bloodstone" suena menos revolucionada, pero aporta a cambio una destacable oscuridad rítmica, una melodía de lo más hipnótica y un gran estribillo. (Take These) Chains es una de las rarezas del disco, un tema escrito por Bob Halligan Jr., que no formaba parte de la banda, y aporta al disco una sensibilidad melódica que no tienen otros temas, y que no es la tónica general de "Screaming for Vengeance". Es probablemente la más comercial del disco, con todo lo que ese adjetivo puede tener de bueno y malo. No es la única canción "atípica" del disco, porque Pain and Pleasure sorprende por su ritmo lento y su minimalismo atmosférico.

Tras este tramo más experimental y de menos decibelios, le llega por fin el turno a "Screaming for Vengeance", la canción titular, un himno total y absoluto de la discografía de los Judas Priest, y un auténtico torbellino de energía sonora, en el que de nuevo todo se acelera. La rabia y la potencia de la interpretación vocal de Halford son aquí impresionantes, bramando una letra sobre rebelión ante las injusticias y, sobre todo, y como el propio nombre de la canción indica, de venganza. Aún recuperándonos de semejante bomba, no bajan el pistón y siguen empujando con la ya mencionada "You’ve Got Another Thing Comin’", el tema más conocido y exitoso del álbum, con un riff que es ya icónico y la actitud rockera marca de la casa.

El último tramo del disco incluye una balada que empieza atmosférica y etérea ("Fever"), para ir después creciendo en intensidad, y en la que de nuevo Halford impresiona con su registro vocal. No es la canción más destacable de "Screaming for Vengeance", pero es otra de las rarezas del disco, y funciona bien como contrapunto sonoro de los temas más potentes, entre los que estaría incluida Devil’s Child, el poderoso broche final del álbum. Judas Priest se despiden haciendo lo que mejor saben hacer, con un riff y un ritmo de guitarras de lo más pegadizo.

El disco consolidó a Judas Priest como leyendas del heavy metal, e hizo añicos el invisible techo de cristal que les separaba del éxito masivo, sin que con ello tuvieran que sacrificar sus señas de identidad en beneficio de la comercialidad que dominó el género en los años ochenta. Con este disco, Judas Priest recuperaron el estilo de guitarras agresivas que tan buen resultado les dio en "British Steel" (1980), y en definitiva, crearon un disco icónico en todos y cada uno de los aspectos que lo compusieron, empezando por la complicada grabación, pasando por la enorme calidad de las canciones que acabaron formándolo, y terminando incluso por la espectacular portada, en la que un halcón cibernético se lanza en caída libre con la misma intensidad que la de las canciones de este irrepetible "Screaming for Vengeance".

miércoles, 18 de junio de 2025

Turbo (1986): El álbum más polémico de Judas Priest (Mes Judas Priest)

Turbo (1986): El álbum más polémico de Judas Priest

Judas Priest es, sin duda, una de las bandas más influyentes en la historia del heavy metal. Este mes, hemos celebrado su legado repasando discos esenciales como Defenders of the Faith (1984), Screaming for Vengeance (1982) y Killing Machine (1978, Hell Bent for Leather en EE.UU.), obras maestras que definieron el sonido del metal clásico con riffs potentes, voces estratosféricas y una actitud indomable. Sin embargo, en 1986, la banda sorprendió al mundo con Turbo, un álbum que rompió con las expectativas y generó una de las divisiones más grandes entre los fans.  

Un giro radical en la era del glam y los sintetizadores  

A mediados de los 80, el heavy metal estaba en plena evolución. Bandas como Def Leppard, Bon Jovi y Mötley Crüe dominaban las listas con un sonido más pulido y accesible, mientras el thrash metal (impulsado por Metallica y Slayer) crecía en el underground. Judas Priest, siempre innovadores, decidieron explorar nuevos terrenos con Turbo, incorporando sintetizadores, guitarras con efectos digitales (como la SynthAxe) y un enfoque más cercano al arena rock que al metal crudo de sus primeros años.  

Este cambio no fue completamente inesperado. British Steel (1980) ya había mostrado un lado más comercial, y Defenders of the Faith mantenía un equilibrio entre agresividad y melodía. Sin embargo, Turbo llevó la experimentación a otro nivel, adoptando elementos del glam metal y el hard rock melódico.   

Turbo, grabado en los estudios Compass Point (Bahamas) y producido por Tom Allom (quien ya había trabajado en British Steel y Screaming for Vengeance), Turbo fue concebido originalmente como un álbum doble titulado Twin Turbos. La idea era lanzar un disco más experimental y otro más clásico, pero finalmente se optó por un LP de 10 canciones que fusionaba ambos estilos.  

El uso de tecnología fue clave: las guitarras tenían un sonido más limpio, los coros eran más pegajosos y las letras se centraban en temas como la velocidad ("Turbo Lover"), la rebeldía juvenil ("Parental Guidance") y el hedonismo ("Wild Nights, Hot & Crazy Days"). Aunque Rob Halford seguía demostrando su increíble registro vocal, el tono general del álbum era más luminoso y menos oscuro que trabajos anteriores.  

Análisis del álbum: ¿Un Judas Priest "vendido" o una evolución necesaria?

1. "Turbo Lover"
El tema que abre el disco es también el más icónico. Con un ritmo seductor y un groove electrónico, "Turbo Lover" fusiona metal con new wave, creando una atmósfera única. La letra, que habla de velocidad y pasión, encajaba perfectamente en la era de los autos rápidos y los excesos. Aunque algunos puristas lo criticaron, la canción ha resistido el paso del tiempo y sigue siendo un clásico en los conciertos de la banda.  

2. "Locked In" 
Una de las pistas más subestimadas del álbum. El riff es pegajoso, los coros son memorables y el solo de guitarra mantiene el espíritu de Judas Priest, aunque con un toque más melódico.  

3. "Private Property"
Aquí la banda aborda temas de posesión y relaciones tóxicas con un sonido cercano al pop metal. No es la canción más profunda del disco, pero su energía la hace disfrutable.  

4. "Parental Guidance"
Una de las más polémicas por su letra, que desafía la censura y el control sobre los jóvenes. El riff es simple pero efectivo, y el uso de sintetizadores refuerza su carácter rebelde.  

5. "Rock You All Around the World" 
Un himno festivo diseñado para grandes estadios. No tiene la profundidad de "The Sentinel" o "Electric Eye", pero cumple su función como tema enérgico y divertido.  

6. "Out in the Cold"
Uno de los momentos más destacados del álbum. Comienza con una introducción atmosférica y se convierte en una power ballad con un solo emotivo. Halford demuestra su versatilidad vocal, y la letra refleja soledad y desesperación.  

7. "Wild Nights, Hot & Crazy Days"
Como su nombre lo indica, es una canción sobre excesos, con un ritmo acelerado y un estilo cercano al hard rock de Van Halen.  

8. "Hot for Love" 
Otra pista cargada de energía sexual, con un riff pegajoso pero quizás demasiado repetitivo.  

9. "Reckless"
Un tema olvidado pero interesante, con una estructura simple y un enfoque directo.  

Recepción y legado: ¿Merece Turbo más respeto? 

Cuando Turbo fue lanzado, generó reacciones encontradas. Por un lado, fue un éxito comercial, alcanzando el puesto #17 en el Billboard 200 y siendo certificado platino. Por otro, muchos fans lo acusaron de ser "demasiado comercial" y alejarse del metal puro que definió a la banda.  

Con los años, sin embargo, Turbo ha sido revalorizado. Canciones como "Turbo Lover" y "Out in the Cold" han ganado reconocimiento, y el álbum es visto como un experimento valiente en una época donde el metal estaba en constante evolución.  

Comparación con otros discos de la banda
- Vs. Screaming for Vengeance (1982): Mientras que Screaming… es un disco casi perfecto en su género, con himnos atemporales como "The Hellion/Electric Eye" y "You’ve Got Another Thing Comin’", Turbo opta por un enfoque más arriesgado y menos agresivo.  
- Vs. Defenders of the Faith (1984): Defenders… mantuvo un equilibrio entre crudeza y melodía, mientras que Turbo se inclinó más hacia lo comercial.  
- Vs. Painkiller (1990): Cuatro años después, Priest respondería a las críticas con Painkiller, un regreso al metal más puro y técnico, demostrando que Turbo fue solo una fase experimental.  

¿Un error o un disco adelantado a su época?

Turbo no es el álbum más heavy de Judas Priest, pero es una pieza fascinante en su discografía. Demuestra que, incluso siendo leyendas del metal, no tuvieron miedo de arriesgarse. Si bien no alcanza la grandeza de Screaming for Vengeance o Painkiller, tiene momentos brillantes que merecen ser escuchados sin prejuicios.  

Daniel 
Instagram storyboy 

domingo, 8 de junio de 2025

Judas Priest - Sad Wings Of destiny (Mes Judas Priest)

 

Sad Wings Of Destiny,Judas Priest


     En 1976, Judas Priest era una banda joven de Birmingham, Inglaterra, luchando por encontrar su lugar en un mundo musical dominado por gigantes como Led Zeppelin, Deep Purple o Black Sabbath. Su debut, Rocka Rolla (1974), había sido un valiente esfuerzo lastrado por una pobre producción y la falta de apoyo de su sello discográfico, Gull Records. Con un triste presupuesto, empleos precarios para sobrevivir y una alineación que apenas se estabilizaba, el quinteto formado por Rob Halford (voz), K.K. Downing (guitarra), Glenn Tipton (guitarra), Ian Hill (bajo) y Alan Moore (batería) se enfrentó a la creación de su segundo álbum, Sad Wings of Destiny. Este disco fue un punto de inflexión  la banda, y  sentó las bases para la Nueva Ola del Heavy Metal Británico (NWOBHM). La jovn banda Judas Priest seguía en busca de su sonido.

Tras el decepcionante Rocka Rolla, Judas Priest estaba en una situación precaria. El álbum debut fue grabado con un presupuesto de apenas 2000 libras, y la producción de Rodger Bain, conocida por su trabajo con Black Sabbath, no logró capturar el sonido ni la esencia de la banda. Gull Records, un sello pequeño, ofrecía poco apoyo promocional, dejando a la banda en una lucha constante por la supervivencia. En su libro autobiográfico Confesión, Rob Halford describe esta etapa como un período de “penurias y sueños rotos”, con los miembros trabajando en empleos como obreros, conductores y jardineros para pagar las facturas. Halford, por ejemplo, trabajaba en un cine porno para llegar a fin de mes, mientras que Downing laboraba en una fábrica y Tipton trabajaba cortando césped.

Para Sad Wings of Destiny, grabado entre noviembre y diciembre de 1975 en los estudios Rockfield de Gales, y mezclado en los Morgan Studios de Londres, la banda tuvo que trabajar en sesiones nocturnas (de 15:00 a 3:00) debido a las limitaciones presupuestarias, ya que grabar en horario nocturo era más barato. Judas Priest volvía a enfrentarse a un ínfimo presupuesto, que volvió a ser de 2000 libras, una miseria para un álbum que aspiraba a competir con los grandes del rock. Se podra decir que el resultado fue en parte sorprendente, dando como resultado "un álbum plano pero poderoso”. Halford admitía que las sesiones fueron agotadoras, pero que la banda canalizó su frustración en una creatividad feroz. Inspirados en bandas como Black Sabbath, Deep Purple, Queen y el hard prog de Wishbone Ash, Halford y compañía buscaban un sonido que combinara la agresividad del hard rock con la complejidad del rock progresivo, buscando un sonido y un equilibrio que los diferenciara de sus contemporáneos.

La producción de Sad Wings of Destiny corrió a cargo de Jeffrey Calvert, Max West y la propia banda, y las sesiones en Rockfield fueron intensas, con la banda trabajando bajo presión para aprovechar cada minuto de estudio. Halford recuerda cómo la falta de recursos los obligó a exprimirse y utilizar mucho ingenio, utilizando técnicas de grabación rudimentarias para lograr un sonido que sonara más grande de lo que el presupuesto permitía. Claro está que sin un presupuesto adecuado, y sin la ingeniería adecuada, las limitaciones eran muchas, pero el grupo fue capaz de grabar un álbum con un sonido “anticuado pero visceral”, reflejando la energía de una banda con muchas ganas, hambrienta. A pesar de todas esas restricciones, la producción logró destacar los riffs gemelos de Tipton y Downing, la base rítmica sólida de Hill y Moore, y la versátil voz de Halford, que era caaz de moverse entre registros melódicos y alaridos operísticos.



Sad Wings of Destiny
, lanzado el 23 de marzo de 1976, debía abrir con Prelude, pero Gull Records reordenó las pistas, colocando Victim of Changes. Este cambio, aunque frustrante para la banda, no opacó la fuerza de un álbum que abarca desde baladas progresivas hasta riffs proto-thrash, mostrando a una banda joven en plena evolución. Entramos en el material del álbum y abre la citada Victim of Changes, una épica canción de casi ocho minutos que refleja las ganas y la ambición de una joven banda. Escrita por Al Atkins, Rob Halford, Glenn Tipton y K.K. Downing, la canción fusiona dos composiciones previas: “Whiskey Woman” (de la era del primer vocalista de la banda, Atkins) y “Red Light Lady” (de Tipton y Halford. La letra aborda una ruptura amorosa, pero tambiñen escondía algo más. Halford, en su autobiografía Confesión, revela que también reflejaba su propia lucha interna con su identidad y sexualidad, un tema que mantendría en secreto durante años. La canción combina riffs pesados, un interludio melódico y el icónico grito de Halford (“CHANGEEEEE-EEEEEE-EEEEEESSSS!”), que se convertiría en uno de los grandes momentos del heavy metal. Para una banda que aún buscaba su lugar tras Rocka Rolla, esta pista fue una declaración de intenciones, y su impacto fue tal que bandas como Van Halen la versionó en sus primeros shows, y Dave Mustaine de Megadeth la citó como una influencia clave. The Ripper, inspirada en Jack el Destripador, es una de las del grupo en tratar temas oscuros y teatrales. Su potente y agresivo riff  y su inquietante atmósfera la convierten en una de las precursoras del thrash metal, con Halford alternando registros graves y agudos escalofriantes. Según Halford, la canción surgió de su fascinación por las historias de crímenes victorianos, canalizando su teatralidad en una interpretación que definió su estilo vocal. Los solos gemelos de Tipton y Downing, un sello marca de la casa de la banda, muestran una química que estaba comenzando a solidificarse. Dreamer Deceiver es una balada con aires progresivos que muestra el lado más suave sul grupo. Escrita por Halford y Tipton, la canción explora temas como la fantasía y la introspección, reflejando la sensibilidad artística de Halford, quien describía esta pista como un intento de mostrar su lado más emocional. Sin embargo, una parte la consideraba “demasiado dramática” para un álbum de heavy metal. Para una banda joven, esta canción fue un riesgo, demostrando que podían explorar armonías más suaves sin perder su identidad metalera. Cierra la cara A Deceiver, la contraparte agresiva de “Dreamer Deceiver”, una explosión de energía con un riff galopante, mientras la letra aborda la traición, todo un dardo en forma de la frustración de la banda hacia Gull Records por su casi nulo apoyo. Halford, en su biografía Confesión, menciona que esta canción fue escrita rápidamente en el estudio, reflejando la urgencia de la banda por crear algo directo y visceral. Para la banda, esta poderosa canción fue una prueba de que podían escribir canciones cortas y efectivas, un contraste con las composiciones más largas de su primer disco, Rocka Rolla.



Abre la cara B 
Prelude, originalmente concebida como la apertura del álbum. Es una pieza instrumental escrita por Tipton. Tiene una atmósfera cinematográfica, influenciada por Deep Purple, y la canción, aunque breve, muestra la ambición de la banda por crear un sonido majestuoso, a pesar de las limitaciones de producción. Halford, recordaba cómo Tipton insistió en incluir esta pista para dar al álbum un comienzo ambicioso, un reflejo de su deseo de ser tomados en serio como compositores. Tyrant es un denso tema con múltiples secciones y cambios de ritmo. Las letras, que abordan la opresión, reflejan, otra vez más, la frustración de la banda con su sello, Gull Records, y la industria musical. Muy destacables la interacción de los riffs de Tipton y Downing, que ya anticipaban la ola de lo que luego acabaría llamándose NWOBHM. Fue todo un desafío este tema para Halford, ya que le obligó a esforzarse para encontrar un equilibrio entre agresión y control. Genocide es una de las canciones más oscuras del álbum, con un riff pesado y un tono apocalíptico. La energía de la canción la convierte en un precursor del thrash metal. La temática de la canción, que habla sobre destrucción masiva, volvía a reflejar la furia de una banda joven que luchaba por ser escuchada, canalizando esa frustración por las dificultades de la banda, oara transformarla en un himno de rebeldía. Epitaph, escrita por Tipton, es una balada con ciertas influencias de Queen con unas letras que hablan sobre la mortalidad. Aunque algunos fans la consideraban fuera de lugar, Halford admitía que esta pista fue un reflejo de sus propias reflexiones sobre la vida y la muerte, y  que para el grupo supuso un experimento que demostró su versatilidad. El cierre del álbum, Island of Domination, es un enigmático tema con tintes psicodélicos, donde las letras exploran temas como el poder y la sumisión, y tienen un trasfondo psicosexual. Esta canción fue un intento de explorar temas más complejos, un paso hacia la teatralidad que más adelante acabría definiendo su imagen. la canción es otra buena muestra de una banda que no tenía miedo ninguno a experimentar.

Sad Wings of Destiny no fue un éxito comercial inmediato, alcanzando solo el puesto 48 en el Reino Unido. Sin embargo, su impacto a largo plazo es innegable, ya que estamos ante uno de esos discos ayudaron a reinventar el heavy metal. Canciones como Victim of Changes y The Ripper se convirtieron en clásicos en vivo, mientras que la portada del álbum, Fallen Angels, diseñada por Patrick Woodroffe, introdujo el símbolo de la “Cruz de Judas Priest”. Este álbum supuso un punto de inflexión y el comienzo del legado de Judas Priest a pesar de las dificultades, que no fueron pocas. Según el propio Halford: "fue el momento en que supimos quiénes éramos”. Para Judas Priest, Sad Wings of Destiny no solo fue un paso hacia la grandeza; fue la chispa que encendió el heavy metal moderno.