domingo, 15 de mayo de 2022

Led Zeppelin - Houses of the Holy (Mes Led Zeppelin)



El quinto álbum de Led Zeppelin fue toda una ruptura con la trayectoria seguida en los discos anteriores, empezando por el título, que por primera vez no es homónimo. Tras Led Zeppelin I, II, III y esa obra maestra que todo el mundo bautizó como Led Zeppelin IV, Houses of the Holy tenía la difícil papeleta del ¿Y ahora qué? El reto era tan grande como la Calzada del Gigante que aparece en la portada del disco, diseñada por los genios de Hipgnosis, habituales diseñadores de las portadas de Pink Floyd, y el "ahora" de Led Zeppelin en 1973 consistió en un alejamiento consciente de las estructuras de blues, para abrirse a estilos tan variopintos como el reggae o el funk.

Pero tranquilos, que no estamos hablando de un cambio radical, sino de un enriquecimiento de su paleta de sonidos, y de una experimentación aplicada con tino y en su justa medida, sin perder en ningún momento su esencia como banda de rock. Como ya era habitual en los discos anteriores, todos los instrumentos y voces fueron grabados por los cuatro miembros del grupo. Y quizá es eso lo que más destaca en The Song Remains The Same, la manera tan engrasada de sonar como banda, en un arranque que mantiene sus credenciales rockeras y su potente base rítmica, con la batería de John Bonham y el bajo de John Paul Jones al servicio de los intensos riffs y la distorsión de la guitarra de Jimmy Page, y de la intensa voz de Robert Plant

The Rain Song tiene un marcado sabor acústico en las guitarras y en el piano interpretado por John Paul Jones. Estamos ante un tema más suave y melódico, aderezado por unos intensos arreglos de cuerda. Es un buen preámbulo para Over the hills and far away, uno de los temas estrella del disco. Comienza con la guitarra acústica de Page dándole un tono folkie, para mutar después y adentrarse en terrenos eléctricos, con uno de los riffs más característicos de la banda. Hasta aquí, el disco transita una línea cercana a lo que podíamos encontrar en los discos anteriores, pero con The Crunge rompen literalmente el molde, y la voz de Plant se mueve y serpentea sobre una base cercana al soul funk de James Brown. Ya sea como parodia, o como un intento real de abordar ese estilo, el resultado es una auténtica rareza en la discografía de la banda.

El pegadizo riff de Dancing Days nos devuelve en parte a la senda de la normalidad, y sin embargo no mejora al anterior tema. Jimmy Page vuelve a enchufar su guitarra y a llevarnos de regreso al rock. No es una de las canciones de Led Zeppelin que me llevaría a una isla desierta, o mejor dicho, a las fría costa de la Calzada del Gigante en Irlanda del Norte, pero cumple su labor "analgésica" entre las dos grandes experimentaciones del disco. El "¿Y ahora qué?" se convirtió para muchos en "Qué es esto?" en D'yer Maker, en la que el reggae se cuela en una pieza de rock. Pese al rechazo y la incomprensión inicial, es justo reconocer el gran trabajo de John Bonham en la batería, y el valor de la banda para arriesgarse y buscar nuevos horizontes en su música.

Cualquier debate al respecto queda apagado enseguida, con las primeras notas de piano de No Quarter, la auténtica joya de un álbum que brilla en conjunto a gran altura. Da igual si, hasta llegar a este punto del disco, has sido defensor del cambio o detractor del mismo, cuando suena el riff de Page y la voz distorsionada de Plant, sabes que la magia ha vuelto. No se había ido realmente, pero cuando aparece en esta forma es cuando más se les disfruta. Es tan épica y tan sinfónica que, para que negarlo, ésta sí que me la llevaría a la Calzada del Gigante, a pasear entre las majestuosas piedras inmortalizadas en la portada del disco. Y aún me quedaría un rato absorto ante semejante obra maestra de la naturaleza, escuchando como The Ocean pone el acertado y rockero punto final a otra gran obra, creada también por las manos de unos gigantes, a los que todos conocemos como Led Zeppelin.

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