miércoles, 3 de febrero de 2021

0034: Jerry Lee Lewis - Great Balls of Fire

 

Pertenezco a una generación que descubrió a Jerry Lee Lewis a través de la caracterización de Dennis Quaid en el biopic que, de su vida y obra, se realizó en el Hollywood de finales de los 80. Para escribir estas líneas, busqué información más detallada en google y, aún hoy en día, la primera entrada que aparece al escribir Great balls of fire es la del videoclip de la histriónica interpretación de Dennis Quaid en la película, moviendo los labios sobre la voz de Jerry Lee Lewis e incendiando su piano durante una interpretación de lo más enérgica.

El auténtico Jerry Lee Lewis grabó en 1957 Great Balls of Fire para la discográfica Sun Records, un tema escrito por los compositores Otis Blackwell y Jack Hammer, y el sencillo se convirtió de inmediato en un éxito de masas, llegando a vender un millón de copias en la primera semana de publicación en Estados Unidos. Siguiendo con los guiños cinematográficos, y por aquello de saborear el auténtico café en lugar de recurrir a sucedáneos, cabe destacar que el propio Jerry Lee Lewis y interpretan Great balls of Fire en la película Jamboree, de 1957, en la que también aparecen artistas de la talla de Fats Domino o Frankie Avalon.

Jerry Lee Lewis destacó especialmente por su arrogante personalidad y la fuerza que transmitían sus interpretaciones al piano en directo, y es miembro de pleno derecho de ese reducido y elitista grupo de auténticos pioneros del rock and roll, del que también formaban parte Chuck Berry o Little Richard, entre otros. Tuvo siempre la etiqueta de rival alternativo o aspirante al trono de Elvis Presley, pero los frecuentes y sonoros escándalos que protagonizó en su vida privada acabaron por lastrar su carrera. Afrontó la siguiente década al abrigo de la música country, y décadas después logró de nuevo el merecido reconocimiento, gracias tanto al ingreso en el Rock and Roll Hall of Fame en 1986 como, especialmente, a la repercusión de la película Great Balls of Fire de 1989, esa que hizo que, aún hoy, al escuchar la canción, no pueda evitar ver a Dennis Quaid rociando de alcohol el piano y encendiendo una cerilla con gesto desafiante. En ese momento mágico, sabes que irremediablemente todo va a arder.


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