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La metáfora de "La hoja roja" siempre me ha fascinado. Solo un monstruo literario de la talla de Miguel Delibes podía reflejar con tanto acierto lo que debe sentirse al acercarse a esa edad en la que hay que aprender a vivir con la certeza de estar apurando los últimos sorbos de la vida. En el libro, un anciano mantiene la costumbre de fumar tabaco liado, tiene un paquetito con hojas de papel de fumar, y va liando cigarrillos hasta que, un buen día, se encuentra con una hoja de papel de color rojo, que los paquetes de la época llevaban para alertar al fumador de que a partir de ahí quedaban pocos papeles para liar.
El anciano relaciona la hoja roja con un aviso que va más allá del cercano final del paquete de fumar. Lo que se le está acabando es el tiempo y le quedan pocas páginas de su vida por escribir. Debe ser difícil afrontar ese momento, pero al mismo tiempo ese aviso es una oportunidad que todos deberíamos tener, para aprovechar de la mejor manera posible hasta el último instante de nuestras vidas. Yo no pienso todavía demasiado en la hoja roja, pero la relaciono inevitablemente con una foto y una noticia que encontré en Internet sobre los días anteriores a la repentina muerte de Prince el 21 de Abril de 2016.
En la foto, si es que es él realmente, aparece un Prince sorprendentemente sencillo, volviendo a su casa en una bicicleta no demasiado glamourosa, después de hacer unas compras en Chanhassen, la pequeña localidad anexa a Minneapolis donde se alza majestuoso su "Paisley Park", el complejo arquitectónico que albergaba su residencia, su estudio de grabación e incluso un auditorio en el que celebraba sus famosos conciertos sorpresa para los fans más afortunados. El edificio se ve al fondo de la foto, en un contraste mágico entre la grandiosidad del edificio y la sencillez de su habitante y su bicicleta.
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Prince en una tienda de discos |
O quizá sí la tuvo y no supo verla. Quizá el aterrizaje de emergencia el 16 de Abril de 2019 en Moline (Illinois), para ser atendido de urgencias en el hospital y estar 3 horas en observación, tras las que se le dio el alta, fue el equivalente a la hoja roja. Si hubiera hecho caso a este aviso, habría intentado cambiar su destino, sus hábitos, su enfoque ante la vida. Incluso así parece que fue, si atendemos a los datos que dicen que, al día siguiente de su muerte, tenía cita con un reputado médico experto en tratar adicciones.
Sea como fuere, ya nunca lo sabremos, ni hay ya vuelta atrás. Sólo espero que el ingente material inédito que acumuló en su famosa "bóveda" sea tratado con el respeto y el cuidado que se merece un artista que puso banda sonora a momentos relevantes de mi vida, para que el suministro de buenas canciones de Prince no cese y se nos administre en pequeñas y regulares dosis. Al fin y al cabo, todos tenemos nuestras adicciones.
Y mientras esperamos que nuestra propia hoja roja llegue algún día, y lo haga lo más tarde posible, quizá podamos abrir una botella de buen vino y escuchar alguno de los últimos cd's que un genio de la música quiso comprarse para escuchar tranquilamente en su casa. Aún estamos a tiempo.
"Talking Book" - Stevie Wonder (reseñado en nuestro blog, disco de la semana
"The time has come" - Chambers Brothers
"Hejira" - Joni Mitchell
"Inspirational gospel classics" - Swam Silverstones
"The best of" - Missing Persons
"4" - Santana
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