sábado, 27 de diciembre de 2025

1822 - Train in vain - The Clash


Train in vain - The Clash

“Train in Vain” suena como esas conversaciones que uno ensaya tarde, cuando ya no hay nadie enfrente. No empieza con un manifiesto ni con una consigna política: empieza con una herida. Una línea de bajo que camina sola, firme, casi despreocupada, y de pronto la voz de Joe Strummer preguntando algo que no espera respuesta. Desde ahí, la canción avanza como un tren nocturno: no se detiene, pero deja ver paisajes rotos por la ventanilla.

Lo curioso es que Train in Vain no fue pensada para ser escuchada así, como una confesión al oído. Nació casi de costado, escondida en los márgenes de London Calling, sin figurar siquiera en la contratapa original. Tal vez por eso conserva ese aire de cosa dicha a medias, de verdad que se escapa sin pedir permiso. The Clash, una banda asociada al ruido, a la urgencia y a la furia, se permite acá algo más íntimo: el reclamo de alguien que creyó en una promesa y quedó esperando en el andén.

Strummer canta desde un lugar vulnerable, pero no sumiso. No hay victimismo, hay desconcierto. “¿Te quedaste conmigo cuando más lo necesitaba?”, pregunta, y la frase pesa porque no se apoya en metáforas grandilocuentes sino en una decepción cotidiana. Mick Jones, por su parte, arma una estructura musical que parece simple, casi pop, pero que funciona como un mecanismo preciso: cada acorde empuja al siguiente, como si no hubiera opción de frenar. Es música que avanza aunque duela.

El ritmo tiene algo engañoso. Invita a moverse, a acompañar con el pie, y sin embargo lo que se cuenta es una ruptura, una traición emocional. Esa tensión es clave: Train in Vain se puede bailar, pero no sin sentir el nudo en el estómago. The Clash logra acá algo raro y poderoso: una canción amarga que no se regodea en la tristeza, que sigue adelante aun cuando todo se ha perdido.

Escuchar Train in Vain hoy es reencontrarse con una forma honesta de decir las cosas. No hay cinismo ni pose, solo la constatación de que confiar implica riesgo. El tren pasa, la historia sigue, y uno queda un segundo más en el andén, mirando cómo se alejan las luces. No hay cierre perfecto, no hay consuelo explícito. Solo una canción que, sin levantar la voz, se queda resonando mucho después de haber terminado.

Daniel 
Instagram storyboy 

No hay comentarios:

Publicar un comentario