![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3rirshIStzTnq6XkG-8LZWAReaKmQ5Yl2Tf5UBFXJ2qoFEPxIGCrdS_koWoEkg1c3pXw08O8Ib3V5EqdjleIpUh0vQcJuAZ068h5nkmdBQ_UyJiMyd_ApS-tb0pM5fppgp5QoJrrV45eVEIR_ywS0JXBIXPaB96ivMagNkOxV1Gxgvm8GzNiJtJw_mQ/s320/acrimson.jpg)
La canción, la quinta y última del disco, es un idílico vehículo en el que tienen cabida orquestas, bufones, marionetas, flautistas púrpuras y suaves coros interpretando canciones de cuna, una pieza épica y solemne con la que termina un disco enorme. Lección magistral y vehículo experimental a partes iguales, se convirtió de inmediato en el tema más reconocido, y reconocible, de la banda de Robert Fripp. Revestido de grandilocuentes coros, y de densas y evocadoras florituras de mellotrón y flauta, es el final majestuoso que habría encandilado al más exigente de los reyes. El Rey Carmesí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario