domingo, 14 de noviembre de 2021

The Top - The Cure #MesTheCure

 


Pornography fue un hito absoluto, tanto para el grupo como para el panorama musical, y eso había pasado factura, después de dos años largos The Cure finalmente volvió para lanzar su tan esperado siguiente disco, la banda volvia a ofrecernos un nuevo trabajo o más bien, sería más exacto decir que su líder siempre presente y el único que ha permanecido siempre en el grupo, Robert Smith, volvia a dar el callo. Y era algo maravilloso tener de nuevo un LP con el nombre de The Cure, pero esto es poco más que un álbum de Cure solo de nombre, en palabras de Smith, el "álbum en solitario que nunca hice, es responsabilidad mia” asi podemos encontrar algo de la música más brutal, fea, amarga, enojada, maníaca e intransigente de The Cure que la banda (¿Robert Smith?) había hecho. El álbum es complicado, os advertimos desde aquí, y mas si no eres un fan absoluto de los chicos de Crawley, quizás puedas encontrar refugio en The Caterpillar una canción de amor extraña y caprichosa, pero también delicada y bonita, aunque surrealista, esta canción no debería haber sido una gran sorpresa, por supuesto, para aquellos que habían escuchado The Glove's Blue Sunshine y / o las canciones posteriores de 1983 Cure, con las que  comparte su fantasía psicodélica y distorsión de modismos populares. Su extraordinaria introducción, que comienza con una nota de piano baja con altas disonancias chirriantes en el mismo instrumento. Pero esta canción es totalmente inusual en The Top en su conjunto, y desafortunadamente esto en sí mismo es el defecto fundamental del álbum.



Abre el álbum "Shake Dog Shake" un tema bastante bueno, abriendo el álbum y que nos regala una buena cantidad de energía, estamos ante una de las canciones más ruidosas y angustiosas, que desarrolla una inquietud en tu mente a base de golpes y reverberación en la voz de Robert Smith, sin darte cuenta eres testigo del desconcertante estado psicótico de Robert, el psicópata cargado de graves, una combinación perfecta para la alarmante filantropía y el auto-disgusto, una rareza muy jodida, y sin embargo, es un éxito tan grande que han continuado incluyendala en sus conciertos desde que vio la luz. “Bird Mad Girl” es más moderada y melancólica hasta el punto que puede resultar más interesante en todos los aspectos, ya que recibimos y agradecemos un poco más de calidez y melodía, con una línea de bajo alegre, casi bailable, un atractivo riff de guitarra acústica rasgueada, contramelodías de teclado, el ramalazo más pop y brillante que podremos encontrar en este álbum. “Wailing Wall” transmite esta sensación de oscuridad y sufrimiento, es un punto culminante en el album, con su ominoso pero hipnótico tamborileo, sirenas de teclado y melodías grandiosas y claramente moriscas que se desvanecen desde la breve y brumosa introducción, evocando un estado de ánimo de misticismo fatal pero magistral. Podemos estar ante uno sus ritmos más inventivos hasta la fecha, al convertirse en un ominoso zumbido de ruidos inescrutables, que la vuelve aún más enigmática. “Give Me It” representa la ruptura definitiva y el grito desesperado de ayuda de Smith y una liberación de su tormento: lo más cerca que se acerca este álbum a la veloz energía punk de la era de los Three Imaginary Boys, pero mucho más frenético, neurótico, intenso y paranoico que cualquier otra cosa de aquel período, con sus gritos, remolinos nauseabundos de guitarra, tambores frenéticos, coros vocales que se gritan más que se cantan y un saxofón estridente que de vez en cuando emerge entre todo el estruendo. “Dressing up” es extraña, es darte de bruces con The Cure en modo synthpop, no es que sea de sus mejores canciones pero agrada el oído después de la tormenta anterior y se desliza dulcemente en teclados gomosos, flautas falsas y un Smith que suena a hada.


 

 

La segunda cara empieza con el único single oficial que sacaron del disco “The Caterpillar”, uno de sus experimentos pop más entrañables e ingeniosos, y también para el que escribe, la mejor canción del disco. Caprichosa y hermosa, la canción nos entrega un pop psicológico de la manera en que solo The Cure puede hacerlo, esa melodía tan cursi solo podría ser ellos y salirle tan bien, añade una intro totalmente fuera de lugar de pianos en cascada, tambores silenciados y violines disonantes. Llegamos a “Piggy in the Mirror”, Robert continúa con sus intentos de expandir su rango vocal, pero sinceramente, la jugada no le sale muy bien, no logra nada, es la primera y única canción que realmente quedas con la sensación de que sobra, por lo que no vamos a ahondar más en ella. “The Empty World”, es flojita pero en cambio es agradablemente pegadiza, con una letra engañosamente oscura, como tantas veces en The Cure, la voz triste de Robert es acompañada por una melodía de flauta folclórica irónicamente optimista sobre un ritmo militar. 

Bananafishbones” nos da la oportunidad en reparar en la inquietante forma en que utiliza principalmente los registros externos, combinando una floritura de armónica introductoria, un riff de órgano agudo dominante, una línea de guitarra eléctrica y más coros de falsete, con una parte de teclado grave y retumbante aderezado con una batería que suena ligeramente borracha pero resulta, el motico de incluirla quizás sea un ligero guiño al período gótico de The Cure. Cerramos con “The Top”, que contiene una atmósfera pesada, la voz de Robert se llena de pavor y un ritmo lento y melancólico nos va envolviendo, y un mensaje sobre su loca vida inducida por las drogas o la confusión de la banda que se desmorona. Una canción de libro de The Cure por si acaso pensábamos desviarnos.

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