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miércoles, 30 de marzo de 2022

La Lengua Popular - Andrés Calamaro (Mes Andrés Calamaro)


Normalmente cerramos el mes dedicado a un artista con alguna de sus últimas obras, tras un recorrido que cronológico en el que repasamos sus discos más representativos, pero en el caso del #MesAndrésCalamaro, y tras haber arrancado con discos tan excelsos (Alta Suciedad) como impactantes (Honestidad Brutal) y desproporcionados (El Salmón), sentíamos que en el cierre era necesario también terminar en lo más alto. Tras varios años más bien erráticos en los que alternó nuevas propuestas con revisiones de cancioneros populares argentinos y de otros países sudamericanos, volvió al lugar que le correspondía con La Lengua Popular (2007), un disco tan sólido y tan trabajado como lo fue, en su momento,  Alta Suciedad.
Siempre es arriesgado tender puentes o establecer paralelismos con un disco tan emblemático y cargado de éxitos de la talla de Flaca o Loco, pero lo cierto es que existen varias similitudes que posicionan a La Lengua Popular a la altura de aquel primer disco tras la ruptura con Los Rodríguez. En primer lugar, no puede quedar sin mención la más que evidente mejora en la calidad del sonido y de las interpretaciones de los músicos, algo que se descuidó (a propósito) durante la cocción de El Salmón. Trabajar con un elenco estable de buenos músicos de sesión le dio al disco una homogeneidad y un acabado final en el que apenas se encuentran fisuras, dejando al oyente con la sensación de estar ante un disco grande en el que apenas sobra nada.

Los Chicos es, como lo fuera Alta Suciedad, una canción de arranque en clave de rock de guitarras y estribillos, con grandes momentos para desgañitarse cantando a coro con los ojos cerrados los liberadores y pegadizos "Lo-ro-los" del final. Con los cuchillos en los dientes tal y como menciona en Carnaval de Brasil, Andrés Calamaro pone toda la carne (argentina) en el asador y dispara con sus mejores armas, coqueteando por igual, y en la justa medida, con los tintes rockeros y los ritmos latinos de los que tanto ha bebido a lo largo de su trayectoria, aportando en la mezcla su habitual toque de melancolía y gracejo canalla a unas canciones que suenan más positivas y esperanzadas que en anteriores entregas.

Todas estas virtudes se conjugan y explotan en 5 minutos más, la auténtica obra maestra de este disco, un compendio de chulería, honestidad y sentimiento, en el que se abre en canal y reconoce sus errores ("Tengo cada insensatez, y me puedo equivocar...") antes de declararse profundamente enamorado ("...Pero no me equivoqué contigo"), añorando a la mujer amada en la soledad de una habitación de hotel, desde la que nos regala algunos de los mejores versos de su carrera ("Tengo abierto el minibar y cerrado el corazón, que sólo late por los dos”).

El romanticismo sube en intensidad en Soy tuyo, y Mi Gin Tonic mantiene el tono y aporta una nueva dosis de instrumentación y sentimiento canallesco, pero es con los ritmos de cumbia y la brillante letra de La espuma de las orillas con la que Calamaro vuelve a ponernos los pelos como escarpias ("Como siempre te vas a reír, de algo ganso que te diga yo, y te vas a dormir abrazándote siempre a mí”). Curiosamente, en esta canción vuelve a mencionar el Carnaval como si en algún momento el disco hubiera sido planteado en torno a una idea o temática común, que posteriormente se hubiera quedado en el camino, pero que de nuevo deja un poso de unidad que le sienta genial al disco.

La, de nuevo, sincera y sencilla declaración de amor de Cada una de tus cosas deja paso al ritmo y la temática argentina de Comedor Piquetero y a la sublimación de la filosofía canalla de un personaje al que es imposible no querer, un tipo que en lo más alto de su carrera se autodefine como Sexy & Barrigón ("...una mezcla de virtudes que escasean..."), a medio camino entre "Homero Simpson y Rolling Stone", que consigue al mismo tiempo hacernos sonreír y rasguear nuestras imaginarias guitarras. Con esto ya nos tiene ganados, y el tránsito hacia el cierre del disco es llevadero en De Orgullo y Miedo y, una vez más, sincero y desnudo en La Mitad del Amor.

Para el final nos deja la reflexión y el exceso de Mi Cobain, que bien podía haberse llamado La Lengua Popular, y que parece una declaración de intenciones sobre el tono emocional escogido para el disco. Pese a la referencia a Kurt Cobain en título y letra ("Super-pive cayó con un joint, se veía venir..."), Calamaro se aleja del "permanente peligro de extinguirse de nuevo como la ballena azul" y elije en La Lengua Popular el camino de la felicidad con un último brindis a la vida bohemia ("Mi Cobain no va a sufrir por los demás, y además la lengua popular se va a mojar, para tomar para no olvidar") El disco acaba, y con él el #MesAndrésCalamaro, y no puedo evitar sentir que, con ellos, se va un mes plagado de buenos momentos musicales, que se escapan ya como arena entre los dedos. El mes que viene tocará revisar otro gran artista, y eso debería consolarme, pero... ¿Para qué os voy a engañar a estas alturas? La realidad es que, en estos momentos, "si pudiera mataría por cinco minutos más".

domingo, 27 de marzo de 2022

Cargar la suerte - Andrés Calamaro (Mes Andrés Calamaro)

 

Cargar la suerte, Andrés Calamaro


     En noviembre de 2018 Andrés Calamaro publicaba su demiquinto álbum de estudio en solitario, Cargar la suerte, trabajo que recibió muy buenas críticas por parte de los especialistas en la materia, llegando incluso a ser comparado y poniéndolo a la altura de obras como Honestidad Brutal o Alta Suciedad. No se si se puede realizar dicha comparación, pero lo que si está claro es que Cargar la  Suerte es su mejor disco en los últimos veinte años. Para grabar dicho trabajo Andrés Calamaro se rodea de músicos de sesión consagrados como Mark Goldenberg, Joel Peskin y Brandon Fields, y otros más jóvenes pero con mucha proyección, entre los que se encuentran Aaron Sterling, Eric Kertes o Rich Hinman entre otros.

El disco, tal y como reconocerá el mismo Calamaro, fue grabado de forma urgente, en apenas cuatro días, en los Sphere Studios de Los Ángeles, California. Sin embargo, el hecho de haber sido grabado en tan poco tiempo no es sinónimo de mala calidad, todo lo contrario, pues como el artista argentino reconoce en posteriores entrevistas, esos días fueron memorables, para recordar. Tener en los arreglos a su mano derecha Germán Widemer y en la producción a Gustavo Borner fueron claves para la gran calidad de este trabajo. 

Siempre he dicho que la carrera de Calamaro al igual que el Doctor Jekyll y Mr. Hyde, tiene dos caras, la de sus discos de gran calidad y la de sus discos revirados, largos y excesivos. Por suerte, en Cargar la Suerte nos muestra su mejor cara, la del amable Doctor Jekyll, y nos regala un disco muy compacto y homogéneo, con doce temas donde todo está en su sitio y no sobra nada. El artista argentino nos regala un disco con una producción y un sonido cuidados al máximo, brindando un protagonismo que no suele dar a las guitarras, cosa que se agradece, dotando al álbum de un sonido con tintes de música americana. 



Comienza el disco con Verdades Afiladas, una historia de desazón y desamorel sencillo de apertura que sirve además de presentación para una banda que suena muy compacta. Todo está en sus sitio, un buen tema de corte pop-rock que a la larga se convertirá en uno de los más flojos del disco, lo que da una idea de la calidad de este trabajo. Tránsito Lento, un medio tiempo con tintes de blues rock marca de la casa donde la gran interpretación vocal está muy bien acompañada por el trabajo más que destacable por parte del saxo y de la guitarra slide. Con Cuarteles de Invierno llegamos a uno de los grandes momentos del álbum. Un tema con un toques a Led Zeppelin que ya nos avisan que algo grande está por llegar. Los arreglos de cuerda combinados con las secciones de viento son sencillamente maravillosos. Diego Armando Canciones, un medio tiempo con aires esos toques a música americana que nos acompañarán durante todo el disco y donde el artista hace su particular guiño a los cannabis y al mate. Las Rimas, tema en clave de rap que inmediatamente nos recuerda a temas como su clásico Paloma o Vigilante Medio Argentino. En Siete Vidas vuelve el Calamaro más rockero, con unos riffs muy contundentes y donde las referencias taurinas están presentes. 

En Mi Ranchera nos encontramos al Calamaro más desgarrador, una balada donde el artista se desnuda tan sólo como él sabe hacerlo, y lo hace acompañado de unos magníficos arreglos de cuerda y metal. Falso LV, otros de los grandes momentos del disco, un tema de corte blues rock con unos verso afilados y contundentes donde el artista realiza una soberbia crítica a la intolerancia que rodea al mundo actual. My Mafia con unas guitarras acústicas maravillosas es todo un canto a ese  círculo más cercano que a uno le rodea, ese que nunca falla. En Adán Rechaza vuelve a la senda del rock con riffs afilados y distorsionados, una canción que nos recuerda a esos grandes temas del rock argentino. Egoístas, con un sonido muy americano donde la base del tema está construido por el órgano Hammond y la brillante melodía vocal. Calamaro tiene en este corte por momentos ese sonido tan característico que hizo tan famoso a Los Rodríguez. Cierra este disco Voy a Volver, un tema con toques dylanianos y con un gran final orquestado. Un cierre a la altura de un magnífico disco y toda un declaración de intenciones, pues como bien reza el título del disco, volvería en 2021 para dejarnos su último trabajo hasta la fecha, Dios los Cría, pero eso es otra historia...

miércoles, 23 de marzo de 2022

On the Rock - Andrés Calamaro (Mes Andrés Calamaro)


On the Rock - Andrés Calamaro #MesAndresCalamaro

En el mes de Andrés Calamaro vamos con su duodécimo álbum que fue editado en el año 2010. 
Este su duodécimo álbum titulado On the Rock, Calamaro vuelve con una propuesta donde aparecen un colaboradores en sus canciones y las ya acostumbradas interpretaciones de Calamaro. Los estilos que el artista introduce en el álbum, están sujetos a diferentes estilos como el flamenco, la cumbia, la ranchera, el funk o el rap, mientras que las segundas se basan, sin miramientos, en el rock de toda la vida. 

También las letras se mueven entre las explícitas y las metafóricas y Calamaro se muestra inspirado por momentos, mientras que en otras le cuesta el encaje de los versos.

On the Rock, producido por Candi Caramelo Avelló  un habitual de la banda de Andrés Calamaro al bajo y Guido Nissenson otro nombre familiar para los seguidores, es un disco exuberante en cuanto a sonido y rico en texturas. El título parece provocador con los puristas del género, ya que aquí tienen presencia la cumbia y la ranchera, el rap y el flamenco, siendo uno de los álbumes más eclécticos de un músico ya de por sí valiente y desprejuiciado.

On the Rock empieza con Barcos, una canción con sabor flamenco y portuario colaboran el vocalista Diego el Cigala y Niño Josele a la guitarra, con una letra misteriosa que habla de destinos errantes, tal vez de la emigración, tal vez de los amantes. Dirá Calamaro al respecto “La escribí pensando en la amistad que permanece, y en medio de la letra hay una interferencia onírica que es la imagen del interior del barco de esclavos; aun así acepto un nuevo desarrollo o interpretación; no tengo la última palabra con mis letras, pueden reorientarse, son de todos; está escrita en primera persona y la primera persona es cada uno”.

Continúa Te extraño es una épica y anhelante pieza con alma de bolero, dominada por el piano y en el que El Langui aporta un recitado. El El pasodoble de los amigos ausentes, guitarrero y con aire a Los Rodríguez, es nostálgico y según Calamaro supone “una carta de despedida a un Madrid marginal, donde hay poca diferencia entre el vendedor y el cliente”.

La canción Todos se van, con puro sonido Calamaro y recubierto de almíbar, hace referencia a la levedad y, parafraseando a Sr. Chinarro, parece el lamento de quien solo lee “fechas de caducidad”. Precisamente de la necesidad de aprovechar el tiempo y superar las crisis internas trata. Los divinos, una oda al camino, personal e intransferible, que a veces da vértigo pero es lo único que el ser humano tiene: “y no existen los destinos / ni siquiera los divinos / Desafinan los metales / sin principios ni finales”. Colaboran en el tema Rubén y Leiva, ya ex Pereza.

Con un tono más rockero vuelve con Flor de samurai, obra a medias de Calamaro y Gringui Herrera, guitarrista y fiel escudero del músico durante prácticamente toda su carrera. Supone una continuación lógica de Los divinos, invitando a no perder tiempo en rencores y seguir adelante: “qué satisfacciones / a tan alto precio / si olvido mi desprecio”

Insoportablemente cruel, paradójicamente, es ciertamente despechada y rencorosa, aunque quizá no tan demoledora como avisa el título. Se va por los sonidos del jazz y colaboran la exitosa banda de rap fusión Calle 13 y el fantástico trompetista Jerry González, aquí con sordina. También destaca el soberbio piano de José Reinoso. La cumbia Tres Marías hace referencia Charo, la hija de Andrés, que tuvo con la actriz argentina Julieta Cardinali. Vicentico colabora en esta bonita canción.

Te solté la rienda, un clásico de la ranchera obra de José Alfredo Jiménez que en España popularizó a finales de los años 90 el grupo mexicano Maná, es aquí revisitado por Andrés con la ayuda de otro habitual del género, Enrique Bunbury, digerible aunque imposible de comparar a la versión del maestro. Me envenenaste devuelve las guitarras al primer plano, y parece ironizar con épocas pasadas de Calamaro, el reverso de canciones como “Crucificame”. 

Gomontonera, otro rock poderoso, retoma el tema de la emigración: “por tierra en un tren de promesas, y por mar en gomón y patera”. El perro, quizá un homenaje a Ramones, mantiene el ritmo vigoroso. Firma la letra el poeta argentino Marcelo “Cuino” Scornik, colaborador habitual de Calamaro. El texto es reivindicativo, mandando un recado al país natal del músico: “Qué lástima, Argentina / eras un bizcochuelo / ahora eres gelatina”.

Con On the Rock Andrés Calamaro continuaba el camino trazado en el quizá más afinado “La Lengua Popular”, y tras años de vaivenes en lo creativo desde las grabaciones caseras de “El Salmón” hasta los discos de versiones del folclore latinoamericano, encauzaba su talento en una línea reconocible. Este duodécimo álbum no será como lo que nos está acostumbrado a dar un artista tan versatile como Andrés Calamaro, pero no podemos dejarlo pasar de lado. 

Daniel 
Instagram storyboy 

domingo, 20 de marzo de 2022

#MesAndresCalamaro: Bohemio - Andrés Calamaro

 

Bohemio, Andrés Calamaro



     Que mejor manera de empezar un álbum que rindiendo tributo a uno de tus maestros y referentes. Eso es lo que Andrés Calamaro hace precisamente en Bohemio rindiendo tributo al gran Luis alberto Spinetta, todo un referente en la música rock argentina y de habla española, y con quien colaboró allá por los años 80.

Así es como Calamaro gesta su decimotercer álbum de estudio, Bohemio. Este trabajo es grabado bajo la producción de Cachorro López, afamado músico, compositor y productor argentino que ha trabajado con grandes artistas latinoamericanos de la talla de Los Abuelos de la Nada, El Cuarteto de Nos, Diego Torres, Julieta Venegas, Miranda! y Biónica entre otros tantos. El disco es publicado en 2013 bajo el sello discográfico WMG, llegando a recibir una crítica muy positiva por parte de la crítica especializada, llegando incluso a ocupar el puesto número 1 en la lista de los 50 mejores discos de 2013 elaborada por la revista Rolling Stone

Tras unos años en los que Calamaro generaba más expectación por lo que generaba y ocurría con su vida personal, y tras dos discos de lo más ecléctico a sus espaldas, La lengua popular (2007) y On the Rock (2010), se saca de la manga Bohemio, un gran disco que nos recuerda que el Calamaro que era capaz de sacarse de la manga grandes obras como Alta suciedad (1997) y Honestidad Brutal (1999) sigue ahí, nunca se ha marchado. Deja de lado su lado más ecléctico y experimental para recuperar su parte más personal, autobiográfico y confesional en un disco que apenas supera los 35 minutos, rareza para un artista acostumbrado a regalarnos producciones mucho más extensas. Atrás quedó el Calamaro más polémico y descarado de finales de los 90 y principios de siglo XXI. 



Bohemio
es un disco al que quizá le falten canciones gloriosas como en Honestidad Brutal o Alta Suciedad, pero en su conjunto es un buen disco, bien cohesionado y con buenas canciones, un disco que va ganando en riqueza y matices según vayamos acumulando escuchas. Belgrano, como el barrio de Buenos Aires, es la canción que abre el disco y todo un homenaje a su admirado Luis alberto Spinetta, quien había fallecido el año anterior. Cuando no estás fue el primer sencillo del disco, un perfecto ejemplo de la vuelta a la desnudez y la melancolía de las letras del artista mientras no habla de amores rotos. Tantas veces, una delicada balada que por momentos crece. Es uno temas que por momentos podría ser autobiográfico. Rehenes, uno de los temas que  rompen el paso marcado por las lentas melodías y los medios tiempos, uno de los temas más dinámicos y rítmicos del álbum. El artista nos recuerda lo importante que es que el corazón vibre y sienta, ya que es un músculo que necesita acción. Nacimos para correr, tema que nos recuerda al gran Bruce Springsteen aunque sólo sea en el título y esos aires de música americana aderezados por el Slide de la guitarra. Un tema donde nos anima a hacer cosas mientras podamos porque nacimos  para correr. Bohemio es la canción que da título al álbum, un acelerado tema con sabor a bolero donde vuelve el romanticismo melancólico que tan bien maneja el artista. Un tema que Calamaro interpreta como si de un tango se tratase, combinando todos estos matices con brillantez. Plástico fino es un medio tiempo donde vuelve con sus influencias del sonido americano y donde en la parte lírica hace un todo un guiño al maravilloso Veneno en la piel de Radio Futura. Inexplicable sorprende al romper la línea del disco, un tema con aires de música disco, rayando el funk. Contiene un más que destacable sólo de guitarra, el mejor de todo el álbum. Dentro de una canción vuelve a recordarnos al Calamaro mas desnudo y sentimental, y es la antesala del tema que cierra el disco, Doce pasos, un rock and roll pausado con unos buenos teclados. La letra, una referencia a los programas de desintoxicación, es obra del gran Marcelo Scornik, creador de otras tantas letras de temas de Calamaro

Andrés Calamaro se alejaba de su lado más polémico e irreverente para acercarnos a su lado más íntimo, personal, melancólico y romántico, ese que ya nos enamoró en la década de los 90.

miércoles, 16 de marzo de 2022

El palacio de las flores - Andrés Calamaro (Mes Andres Calamaro)


El Palacio de las Flores - Andrés Calamaro #mesAndresCalamaro

El Palacio de las Flores es el resultado de la vuelta de Andrés Calamaro a los estudios de grabación, tras los éxitos del álbum El Salmón y los álbumes de versiones El Cantante y Tinta Roja, Para este nuevo álbum Andrés confió en el prestigioso músico argentino Litto Nebbia, que se encargó de la producción y los arreglos. 
Este álbum fue grabado en Buenos Aires, en el Estudio del Nuevo Mundo, desde diciembre de 2005 a mayo de 2006.

Tras los dos álbumes de versiones, en los que adoptó el papel de intérprete aunque El Cantante sí contenía algunas canciones propias, el Andrés Calamaro autor regresa en este disco El Palacio de las Flores, en el que sobresale la influencia de Litto Nebbia. 

Litto Nebbia, el que fuera líder de Los Gatos logra un delicado acabado pop para El Palacio de las Flores, que sin embargo parece adolecer de cierta falta de canciones y está lejos de obras maestras como Alta Suciedad o Honestidad Brutal

El Palacio de las Flores pese a no ser uno de los mejores álbumes de Andrés Calamaro, también contiene hallazgos interesantes, que muestran una nueva faceta de cantautor. 

Abre el disco Corazón en venta, canción que fue elegida como single. Tiene una luminosa melodía pop que contrasta con una letra más bien agria: "Mi corazón en venta / dicen que se revienta / qué versión violenta / la que se cuenta por ahí".

Mi bandera es un himno vitalista que Calamaro compuso durante la época post-Salmón y al que profesa especial cariño. Al igual que Corazón en venta, pero con un tono más dulce, afirma la apuesta personal pese a los reveses que conlleva ser como uno es: “Algo fue que me olvidé cuando me fui / de cada lugar donde viví / no pude darme cuenta hasta hoy / no pedí nacer así, pero así soy”.

El Palacio de las Flores en el tema que da título al disco, Andrés traza un crudo retrato de su país natal, ahogado entre políticos corruptos, miseria material y distracciones populares: “Cómo nos dan, / cómo nos dan en la Argentina. / Nos dan Boquita y ritmo tropical / y base para la latita / en el extrarradio y en Capital”.

El tilín del corazón es otra canción existencialista que hace hincapié en la sinceridad para salir adelante. Da pie a Contigo aprendí, la joya de Armando Manzanero, un bolero aquí lujosamente arreglado por Nebbia, que aporta de su autoría la siguiente pieza del disco, “El compositor no se detiene”. También afirma la capacidad de las personas para encontrar la felicidad tras las etapas más grises, un tema recurrente en el álbum, esperanzado y humanista.

Y tras este trayecto llegamos a la perla del disco, Tengo una orquídea, firmada por el dueto Nebbia-Calamaro. Es una canción embriagadora y ciertamente novedosa en la carrera del músico argentino, que aquí canta una emotiva declaración de amor sobre un colchón hecho a medida con un exquisito arreglo de cuerdas: “Voy a gastármelo todo / comprándote flores / y cuando no queden más / es que voy a plantar / una en tu propio jardín”.

Patas de rana, también de la época inmediatamente posterior a El Salmón, es una de las composiciones más amargas del álbum. Punto argentino retoma el perfil de su tierra de origen, bramando contra la dictadura, la injerencia del poder extranjero y el fútbol como opio del pueblo: “¿Viste cuántos países que ya no existen?”.

Cuando una voz sea de todos recupera el impulso optimista y habla del orgullo del cantor, con la colaboración de otro tótem del rock argentino, Vicentico, que junto a Calamaro y Nebbia completa una bonita interpretación. “Antes” supone un remanso acústico en el trayecto, antes de Corte de huracán, un tema desangelado.
Miami, firmada de nuevo a medias por Calamaro y Nebbia, es una canción de amor agradecido. Precede a Rosemary, una bonita versión de un clásico pop de Nebbia escrito casi cuarenta años antes.

La siguiente parada es la anhelante Lo que nunca se olvida, otra buena canción de Nebbia, con una buena interpretación de Calamaro, que canta a lo perdido: “La felicidad es casi imposible recuperarla / todo lo que fue dolor siempre vuelve a la memoria. / Yo sé que siempre hay algo que no podemos olvidar / son esas cosas que ni siquiera el tiempo borrará”.

La apuesta y Ser feliz completan el álbum y resumen su filosofía, exhibiendo la recuperación para la causa de un Calamaro que parecía haber dejado atrás una etapa difícil, tanto en lo artístico como en lo personal: “Tiro afuera la melancolía / ahora vivo los mejores días de mi vida”, canta el trovador bonaerense en la primera.

El Palacio de las Flores es un disco falto de pegada. Muestra a un Calamaro menos convulso, aunque lejos de los días de mayor esplendor creativo, tanto con Los Rodríguez como en sus dos primeros discos en solitario. Es su trabajo más vitalista y también seguramente el de sabor más genuinamente argentino, con un Nebbia excelso en los arreglos y la producción.

Daniel
Instagram Storyboy

domingo, 13 de marzo de 2022

El cantante - Andres Calamaro (Mes Andrés Calamaro)

 




Andrés Calamaro, después de su derroche primero con Honestidad brutal (1999), lanzado a la categoría de mito de la música en español, y con razón, y un año después con la publicación de El Salmon (2000) compuesto por 103 canciones, estuvo un largo tiempo sin sacar nada al mercado, el caso que Calamaro había pasado unos tormentosos años, de excesos y grabaciones y El salmón fue su punto culminante…y desapareció del primer plano,  fue en 2004 cuando estrena un disco, en el que canta a los clásicos exceptuando tres canciones de factura propia. “El cantante”, el disco no contenía apenas canciones propias, sino que era una suerte de disco de versiones de grandes clásicos latinoamericanos que iban del Tango a la Salsa, pasando por el Folklore es decir, Calamaro se salía con un disco nada calamarista para sus parámetros pero que iba a marcar buena parte de su rumbo en los próximos años, nos sirve un trabajo para escuchar tranquilamente, en el que cada detalle ha sido cuidado, editado en el tradicional formato de 12 canciones, podría decirse que Calamaro, por fin, se rindió a la industria, aunque escuchando se llega a la conclusión de que lejos de seguir las tendencias rumberas de los antes rockeros nacionales, el compositor argentino apuesta por un trabajo diferente. No será del gusto de todos, pues es una apuesta arriesgada, con canciones tan viejas como imperecederas, pero marca la diferencia en el panorama musical.

Comienza el álbum con “Malena” de Lucio Demare, este clásico tango clásico de Lucio Demare y Homero Manzi que Andres Calamaro canta con una pasión inusitada acompañado de la excelsa guitarra de Niño Josele, que consigue llevarla a un nivel superior. La segunda parada es el súper clásico de Gardel, “Volver”, gran versión, macarra en algún momento y a la que dota de una personalidad brutal, con la misma base de la guitarra de Josele y la voz de Calamaro aunque aquí se incorporan más instrumentación. Llega uno de los platos más exquisitos del álbum, la versión de “La distancia” de Roberto Carlos que hizo, adopta un tono todavía más nostálgico, destacando los coros y la incorporación de la trompeta de Jerry González que le da una nueva cadencia a la canción. La primera canción de cosecha propia que encontramos es “Estadio Azteca”, construida a partir de una misteriosa letra del escritor argentino Marcelo Scornik, parece hablar de fútbol y miseria, del sentimiento del hincha en los países más desfavorecidos de América Latina, donde el aficionado vuelca en su equipo toda su ilusión: “Agarrándome / dándole mi vida / a ese para-avalanchas”. Es una extraordinaria canción que se convirtió en un éxito inmediato en parte porque fue el primer single del disco y una letra brillante de la que el coautor fue Marcelo Scorni. El Tango retorna con “Sus ojos se cerraron”, también de Gardel y Lepera, con una interpretación intensa que va creciendo por momentos y en la adopta un tono personal. Cierra la primera parte del álbum “Algo contigo” de Chico Novarro. otro clásico que también le sale redondo, de nuevo interpretado con un gran sentimiento.


 

También de diez es “El arriero” de Atahualpa Yupanqui, un clásico el Folklore argentino con un tono de la canción brutal. Con Gringui Herrera compone “La libertad”, uno de los tres temas propios, con otra letra muy celebrada, aunque a mí es una canción que me deja un tanto frío, no llega al pelotazo de Estadio azteca pero es otra canción que del disco a la que el público le tiene una gran estima. Volvemos a los clásicos, para sumergirnos en “Alfonsina y el mar” el clásico argentino de Ariel Ramírez y Félix Luna que popularizó Mercedes Sosa, con Niño Josele destacado, incluyendo un fragmento de «Zamba de mi esperanza» de Luis Profili (Morales), que se convierte en uno de los momentos más brillantes del disco. “Las oportunidades” es la única canción que compone en solitario Calamaro y nos enlaza con Honestidad brutal, tanto en su música como en la letra, una rumba nostálgica con una melodía llena de gancho y una letra que contiene versos certeros: “La culpa es un invento muy poco generoso / y el tiempo, tremendo invento sabandija / será que será suficiente con que uno elija / porque si no la buena fortuna pasa de largo”. Es una canción que mira hacia atrás y parece plantear una recapitulación de lo vivido, sin olvidar el tono rumbero de la canción, quizás sea la más floja de las nuevas canciones del álbum. “Voy a perder la cabeza por tu amor”, escrita por Manuel Alejandro y Ana Magdalena y popularizada por José Luis Rodríguez «El Puma» y que también interpretó Julio Iglesias, comienza con la trompeta de Jerry González y luego Calamaro la dota de una intensidad que no tiene la versión de Rodríguez. El cierre del álbum lo protagoniza la canción que da título al disco “El cantante”, de Rubén Blades que interpretó Héctor Lavore, un tema autorreferencial, en el que Calamaro sigue ajustando cuentas, y realiza una gran versión.

 

“El cantante”, es un trabajo para escuchar tranquilamente, en el que cada detalle ha sido cuidado. Editado en el tradicional formato de 12 canciones, podría decirse que Calamaro, por fin, se rindió a la industria, aunque escuchando se llega a la conclusión de que lejos de seguir las tendencias rumberas de los antes rockeros nacionales, el compositor argentino apuesta por un trabajo diferente. No será del gusto de todos, pues es una apuesta arriesgada, con canciones tan viejas como imperecederas, pero marca la diferencia en el panorama musical.

 

jueves, 10 de marzo de 2022

El Salmón - Andrés Calamaro (Mes Andrés Calamaro)



Es complicado reseñar un disco de las características de El Salmón y conseguir ser conciso, y al mismo lograr mostrar todo el detalle que un disco de su envergadura merece. Si "Alta Suciedad" fue un disco brillante y pulido en el que nada sobraba, y "Honestidad Brutal" una obra maestra más áspera y urgente, que habría sido aún más grande con algunas canciones menos, El Salmón llevó esa tendencia al exceso y hasta sus últimas consecuencias, convirtiéndose en una obra desmedida e inabarcable, pero que fruto de esa misma incontinencia, escondía en su interior lo que podrían haber sido varios discos a la altura de sus alabados predecesores.

La idea de El Salmón es tan brillante como arriesgada. Ayudado solo por unos pocos amigos y colaboradores cercanos, como el habitual Marcelo Scornik, Niño Bruno, o Candy CarameloAndrés Calamaro se encerró durante meses en su apartamento de Buenos Aires, dedicado en exclusividad a la creación musical, y grabando en su estudio casero todo lo que se le pasara por la cabeza, sin apenas filtro alguno, y con la ayuda del consumo de diversas sustancias. Tras la fase de creación y con más de 300 canciones bajo el brazo, Calamaro se desplazó a Madrid para grabarlas y darles lustre en el estudio Sintonía. En Madrid coincidió con Ariel Rot, que acabó tocando la guitarra y haciendo coros en algunos temas. Las canciones crecieron en el estudio y con la banda de acompañamiento, pero en el disco final hubo también espacio para muchas de las maquetas originales, con solo algunos retoques posteriores. El resultado conjunto fueron las 103 canciones que acabaron formando parte de los cinco discos que conformaron la primera publicación del El Salmón en noviembre de 2000.

El disco incluye un buen puñado de temas destacables del cancionero de Calamaro, arrancando con la divertida y rockera Output-Input, en la que reflexiona sobre las mujeres que han pasado por su vida ("hay tantos nombres de mujer, que no puedo recordar es una lista sin fin, seguro se me cuela una Drag Queen"), y pasando a continuación al brillante tema que da título a toda la obra. El Salmón (canción) es el auténtico manifiesto que abandera este proyecto suicida y contracorriente ("Siempre seguí la misma dirección, la difícil la que usa el salmón"), asumiendo que los demás puedan pensar que esta desmedida obra es fruto de la locura ("revíseme el aceite, el aire y el agua, revíseme a mí el coche no tiene nada"). El concepto de filosofía de vida asociado al salmón aparece también en otras canciones, como en Horarios esclavos ("Vas a tener que esperar si quieres llevar el pescado al agua...") o las rockeras Días Distintos ("No voy a tomar la ruta de los sacrificios, prefiero el vicio, la música y el amor) o No se olvidar ("Porque el amor te espera en la esquina, y el dolor te espera en cualquier lado, ya no quiero mi aliento oxidado solo para mí").

Otras canciones exploran los sentimientos de nostalgia y dolor de Calamaro sobre amores perdidos y relaciones pasadas. A este grupo pertenecen las destacables Tuyo siempre, Ok, perdón o Nos volveremos a ver, que juega con los ritmos de tango que tanto le gustan como buen argentino. El disco tiene también sus momentos "pop", como en la pegadiza Revolución Turra o en la curiosa parodia del particular modo de cantar de Iggy Pop que es All You Need Is Pop, canción sobre la sensación de abandono tras una ruptura, en la que al salmón le dejan las maletas en la puerta. La melancolía y el arrepentimiento le sumen en el abatimiento y le convierten en un Pálido Reflejo de lo que fue, hasta el punto de plantearse que la única salida es Dejar de Vivir, pero ninguno de esos sentimientos consigue que su determinación y su espíritu libre flaqueen, y el salmón acaba siempre reponiéndose, como avisa en Crucifícame ("... y clávame una lanza en la panza... Cuidado nena, que puedo resucitar"), asumiendo que es un Culo sin asiento y que ya nada le puede hacer cambiar (Porque soy así).

Y simplemente porque es así, en una obra tan amplia hay espacio también para repescar y lavarle la cara a antiguos temas (No se puede vivir del amor, No te bancaste), y para incluir guiños a canciones de otros discos (Querrámonos incluye el verso "Debería estar prohibido haber vivido y no haber amado" de Jugar con fuego), y sobre todo para experimentar con diferentes géneros musicales, desde el rock y el tango ya mencionados, al spoken word de aires blues (Qué ritmo triste) y los ritmos sudamericanos (Ojos dos ojos). Pero el auténtico exceso viene de la mano de la larga lista de versiones, a cuál más diferente y unidas todas por el común denominador del descaro y el atrevimiento de un artista que en ese momento había tomado la decisión de grabar lo que le daba la gana, y que unidas habrían podido conformar hasta dos discos bastante variopintos de canciones ajenas.

El primero de los "discos ocultos" de versiones lo conformarían las revisiones de temas en castellano que se encuentran diseminadas a lo largo de los cinco discos de El Salmón: Alfonsina y el mar (Ariel Ramírez, Félix Luna), Cafetín de Buenos Aires (Discépolo, Mores) Laura va (Spinetta), Durazno sangrando (Spinetta), Río manso (C. Aguirre), El día que me quieras (Carlos Gardel, Alfredo Le Pera), Barrio de tango (Manzi, Troilo), Los ejes de mi carreta (Atahualpa Yupanqui, Romildo Risso), Libros sapienciales - parte II (Ricardo Soulé, Willy Quiroga, Juan Carlos Godoy), Malena (Manzi, Demare) y Así (Sandro, Anderle).

Y por si no había ido ya bastante a contracorriente con esas versiones, el segundo "disco escondido" dentro de El Salmón es una recopilación de temas en inglés, con los que Calamaro se atreve a dar el último, y más inesperado, giro a contracorriente. Con su descaro y falta de vergüenza torera característicos, se lanza a lidiar con toros de la talla de The Rolling Stones (Time Is on My Side, Under My Thumb) Bob Marley (No Woman No Cry), J.J. Cale (Cocaine) y hasta cinco temas de The Beatles (The Long and Winding Road, I Will, You Won't See Me, Oh! Darling y Sexy Sadie).

Después de todo esto, y aunque todos sus defectos de incontinencia y falta de filtro hagan imposible que El Salmón compita en calidad con Honestidad Brutal, nadie podrá negarle que el esfuerzo y la dedicación a esta obra fueron desproporcionadamente honestos, y que el efecto de semejante artefacto en el organizado y arquetípico mercado musical fue, simplemente, brutal. Al final del disco, después de toda la locura desatada, el atribulado personaje del salmón reconoce, en el título del tema que cierra esta aventura sin límites, que a lo mejor se ha pasado de la raya, y se plantea si Este es el final de mi carrera. No lo fue, porque eso habría sido lo normal para cualquier otro tipo de pescado sumergido en aguas peligrosas, pero El Salmón siempre termina remontando contracorriente el curso del río, sintiendo llegar el vacío total, y soltándose de nuestra mano. Es su naturaleza, la que le llevó a entregar un disco inabarcable, lleno de exquisito sabor pero también de incómodas espinas, sin importarle demasiado las consecuencias: "Me llegó una carta que me dice The End, no tiene remitente déjame de joder".

miércoles, 2 de marzo de 2022

Alta Suciedad - Andres Calamaro (Mes Andrés Calamaro)

 


Concluido su exilio voluntario en España, dando por cerrada su exitosa etapa junto a Los Rodriguez, Andrés Calamaro se pone un nuevo objetivo, retomar y revitalizar su carrera solista que había abandonado a finales de los ochenta. Para ello graba en Estados Unidos en el año 1997 junto a músicos de sesión de gran experiencia y la producción de Joe Blaney, lo que se convertiría en un clásico tanto en su carrera como para el rock nacional, Alta Suciedad que fue un hito en ventas, superando las 500 000 copias vendidas en todo el mundo (El segundo disco más vendido del rock argentino en aquel momento tras El Amor Después del Amor, de Fito Páez) y posibilitó la resurrección de su carrera en su país llevándolo a realizar gran cantidad de presentaciones en vivo. A menudo considerado erróneamente como su debut en solitario, lo cierto es que Calamaro contaba en los tiempos de “Alta Suciedad” con una trayectoria porteña de casi veinte años, ya fuese integrado en bandas (Raíces, Los Abuelos De La Nada) o rubricando con su nombre un puñado de interesantes discos pop, pero de sonido algo sintético. Instalado en Madrid desde 1989, tras responder a la llamada de Ariel Rot que prendería la mecha de Los Rodríguez, fue el inédito ensamblaje de rock porteño, raíz stoniana e influjo latino. Hacia 1996, cuando el proyecto se rompió tras una exitosa gira junto a Joaquín Sabina, Calamaro era ya el más célebre fichaje internacional del rock español. Y mientras el grupo hacía aguas, él esbozaba ya en maquetas caseras lo que sería su inminente presentación como músico solista en nuestro país.


 

Comienza de una forma que te impacta su sonido pesado, “Alta suciedad” es un ejemplo claro de las buenas letras que relucen a lo largo de todo el disco, sus primeros segundos dan la impresión que estaremos en presencia de un disco de rock clásico "pero era una mentira, para robarte un tal vez". Una guitarra distorsionada, la poderosa batería de Jordan, un riff perfecto, una sección de viento excelsa y para rematarlo un estribillo pegadizo absoluto. Todo un pelotazo. “Todo lo demás” nos baja un poquito el hype, es un buen tema, pero se ha relajado después del trallazo de presentación, una canción con un toque muy argentino, pero lo recupera con una canción con sutilezas pop, “Donde manda marinero” es una de las mejores canciones que Calamaro haya creado una alegoría a insatisfacción, tiene trazas de tango y gana con cada escucha. Damos paso al funk satinado de “Loco” donde destaca la presencia del bajista Chuck Rainey en la grabación, y parece diseñado para capturar el característico lucimiento sin alardes de los viejos músicos de sesion de música soul, Chuck encajó sin problemas la burbujeante línea de bajo que, junto a los efectos wah wah y los vientos, son los grandes protagonistas del tema, disfrutemos de un funk redondo donde los músicos se lucen y que se convirtió en single, y sirve a la vez para relajar un poco la intensidad, es un remanso a la espera de la próxima vuelta de tuerca… la joya… la célebre “Flaca”, que por muchas veces que suene en las radios sigue manteniendo intacta su belleza, una melodía de inicio arrebatadora da paso a una letra majestuosa, que habla del amor con espinas, el que duele y da vida a la vez, del que deja marca, una maravilla que los músicos impregnan de soul y que habla, dice Calamaro, “de los pequeños daños que nos hacemos a veces las personas”, una canción que se para en la frontera del amor y el desamor. Un pedido de derrota digna con las maletas en la puerta, que pide a gritos quedarse con un bonito recuerdo porque solo puedes quedarte con los buenos recuerdos.

  “¿Quién asó la manteca?” Suena un poco extraño dentro de lo que nos había regalado, es un funk al ralentí que brama contra el tedio y la mentira, un denso reggae en la línea calamariana más experimental, que empieza como un extraño relato gauchesco.  Lo voy a decir buen claro, al que escribe esto “Media Veronica” le parece una de las obras cumbres de la carrera de Calamaro, con una arquitectura pop muy beatle, basada en diseños alambicados y que tiene su origen en una mínima idea instrumental: juguetear con las posibilidades de una batería distorsionada envuelta en un sutil trenzado atmosférico (tejido en directo dentro del estudio, con bonitos ribetes de cello) que envuelve a la perfección uno de los textos más sugerentes de Calamaro, un tema que trasmite una melancolía extrema que se clava como un puñal en las tripas. En este tema se deja de experimentos y su piano inunda el aire de un dulce dolor tanguero que le da un desarreglo imprescindible. "Media Verónica" es una adolescente que pasa por los desamores como lo tiene que pasar cualquier adolescente que se aprecie como tal: dejando la vida en ello… ¿o quizás no?... un tema muy ambiguo sin duda alguna… “La vida es una cárcel con las puertas abiertas, Verónica escribió en la pared, con la tripa revuelta”.

“El tercio de los sueños” amago ranchero que se desarrolla entre imágenes taurinas, con Ry Cooder en el horizonte, una canción donde se confunden el blues y la ranchera y que ambienta un amor fatal en la corrida de toros de San Isidro, y que nos recuerda a José Alfredo Jiménez. “Comida China” es una delicadeza de apenas dos minutos que irrumpe a mitad de trayecto para darnos un descanso y de paso regalarnos una de esas fantásticas miniaturas que aguardan en los muchos escondrijos de este disco y que da paso a una de las canciones más redondas, “Elvis está vivo” Bob Dylan reaparece en el álbum, compartiendo foco nada más y nada menos que con Palito Ortega: la leyenda pop argentina se pasó por el estudio para injertar en el tema una imitación de Presley, lo que hace de la canción una delirante fantasía multirreferencial que bromea sobre la posibilidad de que el cantante realmente este vivo. “Me Arde” es el número Jagger / Richards del disco, casi hecho con plantilla, aunque entre medias brote un recitado de resonancias dylanianas ya que Bob es el modelo de ese fraseo tan sucia como sentimental que Calamaro readapta en este disco, y que perfeccionará de forma pletórica en “Honestidad Brutal”. “Crímenes perfectos” trata de aliviar una ruptura y supone otra de las cumbres de la grabación, con versos maravillosos: “Me parece que soy de la quinta que vio el Mundial 78, Me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor.  La moneda cayó por el lado de la soledad”. “Nada Es Igual” es un denso reggae en la línea calamariana más experimental, que empieza como un extraño relato gauchesco y deriva, a mitad de camino, en un monólogo de Antonio Escohotado, grabado expresamente para la ocasión, sobre las pequeñas miserias del oficio de vivir. La guinda del disco es “El novio del olvido” una preciosidad acústica que, con ironía, habla de la ¿imposibilidad? de mantener los lazos muerta ya una relación, y que Ribot teje con su guitarra. Es un brillante punto y final al álbum.

 

El resultado es un disco soberbio que se nutre del talento de un compositor en estado de gracia y de la calidad de unos músicos que barnizaron la grabación de música negra. Ninguna de las canciones flaquea, nada es prescindible, todo suma. Una delicia para los oídos.

sábado, 17 de noviembre de 2018

El disco de la semana 94: Andres Calamaro - Honestidad brutal

 


“La honestidad no es una virtud, es una obligación” ….. Eso puede leer nada más abrir la locura del poeta loco, la vomitona de un ser dolido y medio muerto que trata mediante la música de seguir adelante utilizándola como un bálsamo que cure sus heridas físicas y sobre todo las del corazón…. Le entiendo, siendo joven tuve una crisis con mi actual mujer, y este disco fue bálsamo y a la vez punto de partida para retorcerme en el dolor de aquella situación, porque como poeta loco nos gusta soplarnos con gasolina en las heridas. Una locura donde encontramos 37 canciones, algunas mejores, otra muy malas, muchas excelsas y es justo en esas donde voy a pararme a escribir, a recordar, a volver a sentir. Pero tener claro, este viaje va a tocar muchos palos… blues, reggae, funk, ska, tango, dub, rancheras, bossa nova, soul y pop. Honestidad Bruta’ está repleto de frases que me marcaron de por vida, me voy a hinchar a marcarlas en este texto, disculpen la pesadez.

 


El álbum empieza con El día de la mujer mundial a ritmo de guitarras afiladas, a ritmo casi de grunge y nos mete en una especie de viaje físico y mental, metido en un coche….. y esa primera frase lapidaria con la que nos recibe. “¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido? Yo que soñaba despierto ya no sueño dormido”. El siguiente tema es quizás uno de los más famosos del disco Te quiero igual, quizás uno de los más happys que vamos a encontrar, aunque escondido encontramos una vez más el desamor, una canción en la que se reta a decir cuantas más veces posibles “te quiero”, esa expresión tan poco chic, y que en su propia contradicción termina por vertebrar un corte al más puro estilo Dylan, porque si Dylan de una manera u otra tuvo su parte de culpa en este disco. Confieso que La parte de adelante es quizás uno de mis favoritos del álbum, y posiblemente uno de los menos trascendentales temáticamente, pero el gusanillo que nos mete dentro con ese ritmo cadencioso y chisposo a la vez te embruja, comentó Andres sobre esta canción que fue una de las que primero escribió, pero de las ultimas que cerró y que para él es especial… “Es una canción de varón domado y feliz, escrita mientras ves a tu chica pasearse por la casa y ni se te pasa por la cabeza que esa chica va a abandonarte. Tal vez por eso es una de las favoritas de las mujeres" porque al fin y al cabo “Que más quisiera que pasar la vida entera, como estudiante el día de la primavera, siempre viajando en un asiento de primera, el mejor carpintero de tu balsa de madera” Clonazepan y el circo es su gran critica a su país natal Argentina. Los Aviones llega a ser dolorosa cuando descubres a un Calamaro medio susurrando con un ritmo muy brasileño “…Se acabó todo lo que había, queda un cigarro mojado, porque quiero dormir y soñar con ella mientras por afuera pasan los aviones….”  Mas duele es psicodelia pura, una de las prescindibles. Calamaro escribió Cuando te conocí en un avión mientras leía la letra de “Tangled Up In Blue” de Bob Dylan y después, según sus palabras, se estrelló.  Es claro que se tratan de dos canciones hermanas, la temática es similar: un recuerdo de un amor, de esos esquivos, jodidos y un tipo envuelto en la tristeza. Prefiero dormir comienza como una especie de jazz para desembocar en una especie de rap a medias. Jugar con fuego es un brillante tango, como no, de desamor, otra de las canciones en las que colgarse de lo que has llegado a ser “Es inmoral sentirse mal, por haber querido tanto, debería estar prohibido haber vivido y no haber amado” .. que nos quiten lo bailado.. para vos, reina. Maradona son dos minutos festivos como siempre fue el juego del astro Argentino, merecido homenajes y un poco de respiro para el corazon. Una bomba, parece un reggae, no me hace gracia.  Socio de la soledad, es un pequeño cuento con un ritmo muy divertido, que esconde la resignación en sus notas. Son las nueve es una puta locura de canción, se deshace en cada una de sus notas y en su voz el dolor del trabajo que puede llegar a ser la composición, es quizás el gran HIT del álbum, aunque haya quedado sepultada por temas más comerciales y fáciles. Con Las dos cosas vuelve a los ritmos extraños, otro tema prescindible a mi entender al igual que Veneno. Preludio de otra gran cancion, esta Ansia en Plaza Francia, un tema donde la calidad vocal de Andres sale a relucir. Llega otra brutalidad, Paloma, una cancion de una belleza lirica y musical casi inigualable, un tema circular y en perpetuo crescendo mientras las guitarras vuelven a estar afiladas y la armonica pone orden en todo ello, con una letra en la que detenerse en cada verso.


Quiero vivir dos veces 
Para poder olvidarte
Quiero llevarte conmigo
Y no voy a ninguna parte
No te preocupes paloma
Hoy no estoy adentro mío
Tu amor es mi enfermedad
Soy un envase vació
No te preocupes paloma
No hay pájaros en el nido
Dos ilusiones se irán a volar
Pero otras dos han venido
…..
Te bajaría del cielo mujer
La luna hasta tu cama
Porque es muy poco de amor
Solo una vez por semana




Con Abuelo
es el homenaje a un compañero muerto, Miguel Angel Peralta. Miguel Abuelo, era el líder del grupo Los abuelos de la nada, e hizo que Andrés formara parte del grupo. Miguel murió de Sida, y Calamaro creó esta obra maestra, en homenaje a su compañero y amigo. Es una especie de carta que le manda, dándole las gracias, alabándole por su obra y contándole como siguen las cosas por aquí. No tan Buenos Aires es otro tema dedicado a su país, un poco largo pero interesante. Con El tren que pasa volvemos al reggae con toques de música autóctona de su argentina, muy interesante. Victoria y Soledad es una una cancion festiva, un tema muy divertido donde juega de forma muy interesante con esos dos nombres. Con Mi propia trampa vuelve el dolor, otra cancion excelsa “Prefiero solamente un beso tuyo, antes que el amor de mil mujeres, es el beso que núnca te dí, cuando mis alas se quemaron y caí” Negrita una cancion de admiración a tu pareja que te ha dejado, dolorosa en si misma. Voy a dormir vuelve a las fumadas que me aburren.  Eclipsado parece un rock and roll made in Tequila, normalita. Mi quebranto es un rock and roll clásico no es redondo pero te lleva un poquito a esos tiempos donde las guitarras empezaron a sonar. Volvemos al dolor y a la pena son Me pierdo, otra de mis favoritas, hay que detenerse y disfrutar de ella. Hacer el tonto sirve para tratar de relajar, esta ranchera con mucha guasa. Naranjo en flor es uno de los grandes tangos argentinos, que aquí borda junto a Victor Exposito. Aquellos besos es tierna y romántica, pero se queda corta después de la montaña de sensaciones que hemos pasado. No son horas es otra de las maravillas del álbum, la canción del resurgimiento, después de sufrir y llorar por amor es el momento de levantar el vuelo, con el viento en las venas, y volver a respirar, volver a mirarse a uno y sentir la alegría de lo que eres. Masterpiece. Las heridas, vuelven los porros a las canciones, cuando le pone tan extraño me saca un poco de quicio. Misma impresión para Hay queremos innovar y hacer locuras y no sale bien. El ritmo del Lunes es un hibrido bastante interesante aunque no llega al nivel de otros temas. Con Para que se desastas de nuevo el rock and roll aunque de forma estrafalaria. No va mas podía haber sido la despedida del álbum, pero sinceramente no hubiera sido digno esta especie de jazz de taberna, como remedio cierra el disco con una versión mas pausada de su magnifica La Parte de adelante a la que titula La parte de atrás, no llega al nivel de la anterior pero es muy buena.

37 canciones es un burrada, seguramente quitando mas de la mitad hubiera tenido un disco redondo pero yo a Andres, le quiero de cualquier manera