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jueves, 10 de marzo de 2022

El Salmón - Andrés Calamaro (Mes Andrés Calamaro)



Es complicado reseñar un disco de las características de El Salmón y conseguir ser conciso, y al mismo lograr mostrar todo el detalle que un disco de su envergadura merece. Si "Alta Suciedad" fue un disco brillante y pulido en el que nada sobraba, y "Honestidad Brutal" una obra maestra más áspera y urgente, que habría sido aún más grande con algunas canciones menos, El Salmón llevó esa tendencia al exceso y hasta sus últimas consecuencias, convirtiéndose en una obra desmedida e inabarcable, pero que fruto de esa misma incontinencia, escondía en su interior lo que podrían haber sido varios discos a la altura de sus alabados predecesores.

La idea de El Salmón es tan brillante como arriesgada. Ayudado solo por unos pocos amigos y colaboradores cercanos, como el habitual Marcelo Scornik, Niño Bruno, o Candy CarameloAndrés Calamaro se encerró durante meses en su apartamento de Buenos Aires, dedicado en exclusividad a la creación musical, y grabando en su estudio casero todo lo que se le pasara por la cabeza, sin apenas filtro alguno, y con la ayuda del consumo de diversas sustancias. Tras la fase de creación y con más de 300 canciones bajo el brazo, Calamaro se desplazó a Madrid para grabarlas y darles lustre en el estudio Sintonía. En Madrid coincidió con Ariel Rot, que acabó tocando la guitarra y haciendo coros en algunos temas. Las canciones crecieron en el estudio y con la banda de acompañamiento, pero en el disco final hubo también espacio para muchas de las maquetas originales, con solo algunos retoques posteriores. El resultado conjunto fueron las 103 canciones que acabaron formando parte de los cinco discos que conformaron la primera publicación del El Salmón en noviembre de 2000.

El disco incluye un buen puñado de temas destacables del cancionero de Calamaro, arrancando con la divertida y rockera Output-Input, en la que reflexiona sobre las mujeres que han pasado por su vida ("hay tantos nombres de mujer, que no puedo recordar es una lista sin fin, seguro se me cuela una Drag Queen"), y pasando a continuación al brillante tema que da título a toda la obra. El Salmón (canción) es el auténtico manifiesto que abandera este proyecto suicida y contracorriente ("Siempre seguí la misma dirección, la difícil la que usa el salmón"), asumiendo que los demás puedan pensar que esta desmedida obra es fruto de la locura ("revíseme el aceite, el aire y el agua, revíseme a mí el coche no tiene nada"). El concepto de filosofía de vida asociado al salmón aparece también en otras canciones, como en Horarios esclavos ("Vas a tener que esperar si quieres llevar el pescado al agua...") o las rockeras Días Distintos ("No voy a tomar la ruta de los sacrificios, prefiero el vicio, la música y el amor) o No se olvidar ("Porque el amor te espera en la esquina, y el dolor te espera en cualquier lado, ya no quiero mi aliento oxidado solo para mí").

Otras canciones exploran los sentimientos de nostalgia y dolor de Calamaro sobre amores perdidos y relaciones pasadas. A este grupo pertenecen las destacables Tuyo siempre, Ok, perdón o Nos volveremos a ver, que juega con los ritmos de tango que tanto le gustan como buen argentino. El disco tiene también sus momentos "pop", como en la pegadiza Revolución Turra o en la curiosa parodia del particular modo de cantar de Iggy Pop que es All You Need Is Pop, canción sobre la sensación de abandono tras una ruptura, en la que al salmón le dejan las maletas en la puerta. La melancolía y el arrepentimiento le sumen en el abatimiento y le convierten en un Pálido Reflejo de lo que fue, hasta el punto de plantearse que la única salida es Dejar de Vivir, pero ninguno de esos sentimientos consigue que su determinación y su espíritu libre flaqueen, y el salmón acaba siempre reponiéndose, como avisa en Crucifícame ("... y clávame una lanza en la panza... Cuidado nena, que puedo resucitar"), asumiendo que es un Culo sin asiento y que ya nada le puede hacer cambiar (Porque soy así).

Y simplemente porque es así, en una obra tan amplia hay espacio también para repescar y lavarle la cara a antiguos temas (No se puede vivir del amor, No te bancaste), y para incluir guiños a canciones de otros discos (Querrámonos incluye el verso "Debería estar prohibido haber vivido y no haber amado" de Jugar con fuego), y sobre todo para experimentar con diferentes géneros musicales, desde el rock y el tango ya mencionados, al spoken word de aires blues (Qué ritmo triste) y los ritmos sudamericanos (Ojos dos ojos). Pero el auténtico exceso viene de la mano de la larga lista de versiones, a cuál más diferente y unidas todas por el común denominador del descaro y el atrevimiento de un artista que en ese momento había tomado la decisión de grabar lo que le daba la gana, y que unidas habrían podido conformar hasta dos discos bastante variopintos de canciones ajenas.

El primero de los "discos ocultos" de versiones lo conformarían las revisiones de temas en castellano que se encuentran diseminadas a lo largo de los cinco discos de El Salmón: Alfonsina y el mar (Ariel Ramírez, Félix Luna), Cafetín de Buenos Aires (Discépolo, Mores) Laura va (Spinetta), Durazno sangrando (Spinetta), Río manso (C. Aguirre), El día que me quieras (Carlos Gardel, Alfredo Le Pera), Barrio de tango (Manzi, Troilo), Los ejes de mi carreta (Atahualpa Yupanqui, Romildo Risso), Libros sapienciales - parte II (Ricardo Soulé, Willy Quiroga, Juan Carlos Godoy), Malena (Manzi, Demare) y Así (Sandro, Anderle).

Y por si no había ido ya bastante a contracorriente con esas versiones, el segundo "disco escondido" dentro de El Salmón es una recopilación de temas en inglés, con los que Calamaro se atreve a dar el último, y más inesperado, giro a contracorriente. Con su descaro y falta de vergüenza torera característicos, se lanza a lidiar con toros de la talla de The Rolling Stones (Time Is on My Side, Under My Thumb) Bob Marley (No Woman No Cry), J.J. Cale (Cocaine) y hasta cinco temas de The Beatles (The Long and Winding Road, I Will, You Won't See Me, Oh! Darling y Sexy Sadie).

Después de todo esto, y aunque todos sus defectos de incontinencia y falta de filtro hagan imposible que El Salmón compita en calidad con Honestidad Brutal, nadie podrá negarle que el esfuerzo y la dedicación a esta obra fueron desproporcionadamente honestos, y que el efecto de semejante artefacto en el organizado y arquetípico mercado musical fue, simplemente, brutal. Al final del disco, después de toda la locura desatada, el atribulado personaje del salmón reconoce, en el título del tema que cierra esta aventura sin límites, que a lo mejor se ha pasado de la raya, y se plantea si Este es el final de mi carrera. No lo fue, porque eso habría sido lo normal para cualquier otro tipo de pescado sumergido en aguas peligrosas, pero El Salmón siempre termina remontando contracorriente el curso del río, sintiendo llegar el vacío total, y soltándose de nuestra mano. Es su naturaleza, la que le llevó a entregar un disco inabarcable, lleno de exquisito sabor pero también de incómodas espinas, sin importarle demasiado las consecuencias: "Me llegó una carta que me dice The End, no tiene remitente déjame de joder".