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A golpe de látigo, Ñu |
En 1980, Ñu lanzó su segundo álbum de estudio, A golpe de látigo, bajo el sello Chapa Discos. Este álbum consolidó al grupo madrileño, liderado por José Carlos Molina, que fusionaba el rock duro con elementos medievales, folk y progresivos. Si en su debut Cuentos de ayer y de hoy (1978) ya había marcado una senda distinta en el panorama nacional, A golpe de látigo endureció el sonido y afiló la actitud de la banda. La formación que grabó este disco fue, como es habitual en Ñu, distinta a la del álbum anterior. Acompañaban a Molina músicos Eduardo G. Pinilla (guitarra), Jorge Calvo (bajo), Jean François André (violín), Raúl Garrido (batería) y la colaboración de Manolo “El moro” en los teclados. La portada del disco, curiosamente patrocinada por la marca Wrangler, muestra a Molina con una sudadera de la firma, fruto de un acuerdo para financiar el diseño.
La grabación del disco se realizó con medios limitados, lo que obligó a la banda a ser creativa. Molina, además de cantar, tocó flauta, piano, órgano, mellotrón, timbales cromáticos, armónica, campanas tubulares y un látigo. Esta variedad instrumental, junto con la mezcla de estilos, dió como resultado un sonido que, aunque no pulido al extremo, consiguió tener su propia personalidad, fuerte y arrolladora. El mellotrón y las campanas tubulares añadieron texturas que recuerdan al rock progresivo británico, mientras que el violín y la flauta recreaban paisajes medievales. La producción fue muy austera, pero logró capturar la esencia teatral y combativa de Ñu.
Incluído en este álbum se encuentra el tema homónimo, A golpe de látigo, el segundo corte del disco, el cual se encuentra precedido por una intro instrumental titulada Entrada al reino, que nos adentra en el sonido y el tono épico y teatral del álbum. La canción arranca con un ritmo cruzado y una atmósfera agresiva, donde Molina canta con fuerza y rabia. El tema se apoyó en una base de guitarra potente, cortesía de Pinilla, que aportó un sonido más directo y heavy que en el disco anterior. La flauta de Molina añadió un aire medieval que reforzó la sensación de estar ante una especie de batalla sonora. El uso del látigo como instrumento de percusión (sí, un látigo real) fue una de las excentricidades técnicas que hicieron de esta canción algo verdaderamente singular. La canción A golpe de látigo además de dar título al disco, resumía la actitud del grupo en ese momento: desafiante, visceral y sin concesiones. Ñu venía de una ruptura con Rosendo Mercado, quien había fundado Leño, y Molina estaba decidido a marcar territorio con un sonido más duro y una estética más definida. A golpe de látigo representaba la fusión de lo medieval con lo urbano, del folk con el heavy, y del teatro con la crudeza del rock, y Ñu fue capaz de crear un universo propio donde los juglares empuñan guitarras eléctricas y los látigos marcan el compás.
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