.jpg)
Se nos ha ido el Robe, y quiero despedirle con una reseña de "Se nos lleva el aire", su cuarto y último álbum de estudio, publicado por El Dromedario Records y lanzado el 15 de diciembre de 2023. Escribiendo estas líneas, pienso en como duele escribir "último" cuando de verdad lo es, consciente de que ya no habrá más discos ni giras en solitario o con Extremoduro. Viendo ahora la portada del disco, con Robe desapareciendo y subiendo hacia el cielo, con su ropa flotando en el vacío en ese último viaje y dejando que se lo lleve el aire, parece hasta premonitoria y profética. Y escuchando las canciones del álbum, ni hijo mayor me dijo hace unos días que sentía que la muerte era una parte importante del relato de muchas de ellas, empezando por esa obra maestra titulada "El hombre pájaro", que bien podría haber llevado el título del disco ("Se que estoy más delgado y he perdido las ganas, necesito que vengas tú para sujetarme, necesito que vengas que se me lleva el aire...").
Algo tenía Robe que, sin apenas promoción y solo con su talento y sus canciones, era capaz de llenar recintos incluso cuando, con Extremoduro, no tenía material nuevo publicado, y conseguía además llegar fácilmente a nuevas generaciones de fans como la de mi hijo, al que al cumplir 18 años le regalé unas entradas para ir a verle al Wizink Center, y su entusiasmo fue casi tan grande y tan evidente como su decepción cuando, un día antes del concierto, nos despertamos con la noticia de que se cancelaba por problemas de salud de Robe. Ante aquella inesperada noticia, ni siquiera la escucha a todo volumen de "Viajando por el interior" nos logró sacar de nuestro estado de abatimiento. "Felicidad, ¿Dónde te escondes?" cantaba Robe, y en ese momento no éramos capaces de decir dónde, pero consolé a mi hijo diciéndole que, en cuanto que se recuperara y retomara la gira, volvería a sacar entradas para ir a verle.
Visto así, no teníamos "Nada que perder" y aquello no sería más que un inoportuno aplazamiento, pero el tiempo acabó demostrando que me equivocaba. Esperando noticias de mejoría y de regreso, "íbamos dejándonos llevar pero la inercia se acabó, y siguió corriendo el tiempo" y nos quedamos escuchando sus canciones mientras Robe avisaba profético ("No puedo perder nada, que vengo de la nada, y solo vivo provisionalmente"). Le imaginábamos descansando y recuperándose, sentado "A la orilla del río" como un sauce llorón, "pensando en sus amoríos" y agarrando su guitarra de vez en cuando para practicar e incluso para componer nuevos temas para próximos discos, pero no fue así.
¿Y ahora que hacemos, Robe? Desde tu marcha, "Me he quedado atrapado en el puto pasado y no puedo salir". ¿Cómo afrontar que ya no habrá nuevas canciones con las que emocionarme como con joyas tan completas e intensas como "El poder del arte" o "Haz que tiemble el suelo"? Ahora todo el mundo saca a relucir su canción favorita de Robe o de Extremoduro, y mientras los oyentes más recientes se decantan por "Si te vas", los más antiguos reivindican que es el momento de acordarse de "amar y ensanchar el alma". Yo me niego a ese reduccionismo fácil, "No quiero tener que elegir entre una luna llena y una estrella errante", y mi tristeza no se acaba con los "Puntos suspensivos" tras los que "a la vida hay que buscarle una razón", aunque a veces el manual de instrucciones para encontrarla sea completamente "Inteligible", como la primera canción que vio la luz de "Se nos lleva el aire", publicada en mayo de 2022 con motivo del inicio de la gira promocional del disco.