viernes, 28 de diciembre de 2018

El disco de la semana 108: Robe - Lo que aletea en nuestras cabezas & Destrozares



Estando en el colegio, en la antigua EGB, la mayor parte de los niños nos esforzábamos y dedicábamos muchas horas de estudio para aprobar las asignaturas, sacar buenas notas, y en el mejor de los casos llevar unos sobresalientes a casa para dar una alegría a nuestros padres.

El momento más crítico era cuando la profesora daba las notas, y pese al esfuerzo y las horas dedicadas, era frustrante que siempre hubiera un niño que adelantaba al resto por la derecha y se llevaba la matrícula de honor.

Llegaba el siguiente trimestre y duplicabas esfuerzos, ponías más empeño, entregabas trabajos impecables, pero al llegar de nuevo el momento de publicar las notas, el trabajo de aquel niño volvía a destacar por encima del resto. La sensación dominante era que por más que lo intentaras, aquel niño siempre estaría por encima de nosotros.

Trasladado al presente, y al mundo de la música, gozamos en España de un nivel artístico incuestionable, con monstruos artísticos de la talla de Bunbury, Loquillo, Erentxun, Rosendo y un largo etcétera que variará en función del gusto de aquel que haga la lista.

Todos ellos trabajan a fondo sus discos, derrochan talento y demuestran "tener escuela" en sus propuestas, y obtienen a cambio el reconocimiento unánime de su público, que considera sus discos como obras notables o sobresalientes. Y en ese momento la profesora proclama en alto un último nombre, y toda la clase descubre que Robe Iniesta se ha llevado esta vez la matrícula de honor.


En "Lo que  aletea en nuestras cabezas", Robe se libera de las estructuras de guitarras rock de Extremoduro, y desata su talento en un disco bañado de arreglos clásicos de grupo de cámara para acompañar sus habituales letras desgarradoras”.

El disco brilla en lo más alto desde el amanecer descrito instrumentalmente en el arranque de "Un suspiro acompasado", pasando por la crudeza de  "Nana Cruel", en la que el contraste entre la rabia de la letra y la belleza de los pasajes de saxofón la elevan a la categoría de obra maestra. Como también lo es un tema que interpretaba en las giras de Extremoduro, y que recupera para cerrar este disco en todo lo alto: "Contra todos".


La cosa no quedó ahí. A este disco le siguió "Destrozares", segundo golpe maestro, manteniendo la formación de orquesta de vientos, y añadiendo a la mezcla un piano que le da un toque más sobrio y acabado al conjunto.
Si "Lo que aletea en nuestras cabezas" era un amanecer, un derroche de luz y color primaverales, en "Destrozares" nos describe el atardecer de la humanidad, con letras en la misma línea brillante y emotiva, romántica por momentos, pero con un toque más apocalíptico al ponerle voz al desencanto ("Hoy al mundo renuncio"), la añoranza ("Del tiempo perdido") y la indiferencia ("Por encima del bien y del mal"), ante la visión de un mundo que está enfermo y sin solución, y que camina directo a la noche y la destrucción.

Aquel niño de la EGB acabó por toparse con su techo, todos lo hicimos, tarde o temprano acabas enfrentándote al momento en que la matrícula de honor ya es muy lejana y hay que aprender a vivir con las propias limitaciones.

Robe seguramente no va a ser la excepción a esta regla, pero tras la escucha de estos dos discos, el techo parece todavía lejano, mientras el Rey de Extremadura sigue su onírico vuelo ascendente. "Andar lo que es andar anduve, encima siempre de las nubes..."


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