
Y es que Nevermind (en español "No importa") me pareció una buena manera de quitarle importancia al que escribe, y centrar el foco en la música, la auténtica razón de ser del blog, pero lo hice inspirado en uno de los sobrenombres con los que firmaba Prince (Alexander Nevermind) y no el que fue el exitoso segundo álbum de estudio de los estadounidenses Nirvana, producido por Butch Vig y publicado a finales de 1991. Pero ya que estoy, y aprovechando el equívoco, me permitiré aquí el homenaje de reseñar un disco que es la auténtica Biblia del nacimiento del grunge en los noventa.
Para su segundo disco de estudio, Kurt Cobain quería ir más allá de los estándares del recién nacido grunge, y asimiló conceptos de otras escenas musicales, dejándose influenciar por grupos como The Pixies o REM, que alternaban en sus canciones tramos ruidosos con secciones más acústicas y calmadas. Puede que ahí resida la magia que, en comparación, no tiene el anterior Bleach (1989), y esa misma magia fue la que, pese a surgir de un intento de abrirse a otras tendencias, convirtió al álbum en el mayor referente del grunge y catapultó al género al reconocimiento a nivel mundial. Y más allá de cualquier etiqueta, l oque es innegable es que Nevermind es uno de los mejores de la historia.


Tras este forzado y prolongado paréntesis, los miembros de Nirvana grabaron una demo con una nueva compañía discográfica, y acabaron firmando un nuevo contrato con la todopoderosa Geffen Records, que les recomendó a varios de sus productores de cabecera, pero Nirvana insistió en repescar a Butch Vig, y continuar así con el trabajo realizado hasta ese momento. En sesiones maratonianas de 8 a 10 horas diarias, en las que Butch Vig se las apañaba para convencer a un Cobain poco amigo de las mezclas y los overdubs de que ese era el camino adecuado, se fue gestando lo que terminaría siendo un disco histórico.
Paradójicamente, los miembros de Nirvana no quedaron muy convencidos del resultado final de Nevermind, en lo que Cobain definió como "un disco más parecido a Mötley Crüe que a un disco de punk rock". Tampoco ayudó que el tema Endless, Nameless, planeado como pista oculta al final de Something in the way, la canción que cierra el disco, se quedara accidentalmente fuera en las primeras ediciones del álbum. Kurt Cobain insistió en que se reparara aquel error, y lo que se hizo en las siguientes ediciones fue incluirla en la misma pista de Something in the way, tras un silencio de diez minutos.
Geffen Records esperaba que Nevermind vendiese unas 250 000 copias, tomando como referencia lo que había sido el debut de Sonic Youth en el mismo sello, y nunca imaginaron lo que estaba por llegar. Ha día de hoy, se calcula que Nevermind ha vendido más de treinta millones de copias en todo el mundo, y la revista Rolling Stone lo situó en 2020 en el sexto puesto de su lista de los 500 mejores álbumes de la historia y en el primer puesto de los 100 mejores álbumes de los 90. No está nada mal para un disco que no buscaba ventas millonarias ni convertirse en referente de ningún movimiento, y del que, en contra de la opinión más extendida en 7días7notas, estoy muy lejos de ser un experto. Y en el fondo no me hace falta, porque no es necesario ser un entendido en Nirvana para ponerse el Nevermind a toda pastilla y darse rápidamente cuenta de que todo lo demás No importa.