domingo, 27 de octubre de 2019

La música en historias: Los Domingos en Canciones


Los días de la semana han sido una gran fuente de inspiración para muchos músicos a lo largo de la historia. Este blog es, de alguna manera, un gran diario de nuestras experiencias en la vida, diseminadas en las historias que os contamos sobre los discos, artistas y canciones que nos han influenciado y acompañado a lo largo de todos estos años. Así que, en esta ocasión, vamos a apuntar en nuestro diario todo lo correspondiente a la página del DOMINGO.

DOMINGO


Con las primeras luces del amanecer, terminado el largo camino a través de la noche del sábado, la difuminada mañana del domingo es mucho más llevadera si Nico nos susurra a través de los altavoces en el Sunday Morning de la Velvet Underground:

"Es domingo por la mañana, y me estoy derrumbando, tengo una sensación que no quiero reconocer. Amanece temprano, el domingo por la mañana, son todas las calles que cruzaste, no hace mucho tiempo atrás..." 

Soportando la carga fiestera de los días anteriores, las canciones del domingo deambulan perezosas en la temática de pasar el domingo sin hacer otra cosa que dejar pasar el tiempo, como en el Lazy Sunday de los Small Faces, o el Lazing on a Sunday Afternoon de Queen: "¡Estoy comprometido con las proposiciones del sábado noche, y estaré holgazaneando en la tarde del domingo!".


Multitud de canciones nos describen el domingo como un momento de energía baja y pocos planes, en el que los móviles descansan cargándose en silencio en un rincón, para evitar el atronador efecto de una inoportuna llamada de domingo (quizá la Sunday Morning Call de Oasis). En la televisión los documentales de animales y los telefilms cumplen su cometido tras la hora de la comida, acompañando el camino hacia el sueño de media tarde.

Lo lleva al extremo un asiduo de este repaso a las canciones de los días de la semana. David Bowie, en su extraño y experimental Sunday, ve la atmósfera del domingo en tono incluso catastrofista:

"No queda nada, podríamos correr cuando aminore la lluvia, buscar coches o signos de vida (...). Buscar los rayos de luz en el camino (...). Porque en realidad, es el comienzo de nada, y nada ha cambiado, y ha cambiado todo".


Confundido por tan existencialista mensaje, me resistía a creer que este día, como cualquier otro, no pueda tener otros colores más vivos con los que pintar las experiencias de una vida. En domingo puedes conocer al amor de tu vida, como le ocurrió a Jim Morrison con sus Doors en el tema Blue Sunday:

"Encontré a mi amor verdadero un domingo triste, ella me miró y me dijo que yo era el único en el mundo. Así encontré a mi chica".

Vamos mejorando, pensé, pero incluso hablando de un evento tan positivo, el tono de la canción es el de alguien que está atravesando una melancólica y resacosa mañana de domingo. Claro que, en el caso de Jim Morrison, la probabilidad de resaca era muy alta en cualquier franja horaria de los 7 días de la semana).

Decidí no rendirme y seguir buscando, tenía que encontrar un paraíso dorado más allá de la melancolía reinante. No lo encontré en Sunday Girl de Blondie, canción en la que el domingo tiene el sabor amargo de la ruptura, y la desaparición del hechizo que el sábado había convertido las calabazas en carrozas. La escucha del Sunday de Cranberries transcurre por los mismos derroteros, algo tiene el domingo que acaba con lo que, apenas unas horas antes, surgió con fuerza bajo las luces de neón.

Tampoco llegué a conseguirlo con Heaven on a Sunday, del gran Paul McCartney, que pese a afirmar con rotundidad que "si tuviera un solo amor, tú deberías ser la elegida", lo hace con su melancolía habitual, en un tono "tranquilo como el cielo de domingo, deseando y sin pensar en qué hacer". Mi búsqueda, en este punto, era ya un clamor y una protesta contra el status quo del domingo. Encontré el clamor en Sunday Sunday de Blur, con su ácida visión de la anodina vida de domingo de la sociedad inglesa, y la protesta en Sunday Bloody Sunday de U2, recordando los sangrientos incidentes de una manifestación en Irlanda.

Ambas no eran suficientes argumentos para dar la vuelta a la tortilla, y ante la ausencia de canciones vitalistas y positivas, el fracaso de mi búsqueda era más que evidente y las conclusiones encontradas eran tan débiles como un castillo de naipes, que saltó por los aires de un golpe en la mesa cuando, en el último momento, hasta encontré la excepción que confirmaba la regla. Una canción que reincide en la tendencia a no hacer nada y vegetar durante el domingo, pero lo hace en positivo y con el orgullo de quién defiende su día favorito, su reducto de libertad ante las presiones de la sociedad convencional. Ese descaro arrogante sólo podía venir de la mano de Iggy Pop, tirado en el sofá de su casa en Sunday:

"Soy una ruina, ¿Qué esperabas?
La clave de todo, me arrastro hasta el domingo,
cuando no tengo que moverme.
Atrapado en sueños, desenredado solo por un día,
cuando no tengo nada que demostrar
Los días pasan y finalmente llega el domingo por la tarde,
lo tengo todo, pero qué significa eso?"



Significa que me rindo, y que no he conseguido llegar a salvar la reputación de los domingos. Alguien dijo una vez: "Qué absurdo pensar en la inmortalidad, y no saber qué hacer en la tarde del domingo". Iggy es lo más parecido a la inmortalidad que conozco, y sabe bien que lo mejor es no hacer nada. Voy a hacerle caso y a tirarme un rato en el sofá, que me habéis pillado en domingo.

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