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domingo, 2 de octubre de 2022

#Mes Lenny Kravitz: Lenny en la FNAC de Callao



Comienza el #Mes Lenny Kravitz, y para presentarlo he pensado que no hay nada mejor que recordar una vieja anécdota con él mismo:

Durante la gira de promoción del disco "5" (1998), Lenny Kravitz llegó a Madrid para un concierto al que estuve pensando en ir, pero para el que finalmente no compré entradas (puede que el precio o la designación de Rosario como telonera fueran razones de peso para justificar mi ausencia). Pero el destino quiso que, pese a esa discutible decisión, si que viera finalmente a Lenny Kravitz, más cerca de lo que lo hubiera hecho durante su concierto.

Por aquel entonces, yo trabajaba en la Gran Vía madrileña, y entre el almuerzo y la vuelta al trabajo aprovechaba para dejarme caer por la FNAC de Callao, siempre a la caza de buenos discos y novedades. Y allí estaba yo, absorto en una de tantas búsquedas en la sección de cd's, cuando un hombre afroamericano y su hija se pusieron a buscar a mi lado. Giré la cabeza un segundo para mirarles, y volví a mi entretenimiento favorito mientras me decía a mi mismo: "Vaya, como se parece este tío a Lenny Kravitz".

Dediqué una segunda mirada furtiva al individuo que buscaba cd's a mi derecha, y lo que me dije a mi mismo en esa ocasión fue mucho más rotundo: "¡¡¡Pero que demonios, es Lenny Kravitz!!!". En ese momento, me giré hacia atrás y vi a varias personas, incluido un par de agentes de seguridad de la FNAC, que observaban desde una prudente distancia al astro musical, acompañado de su hija Zoe (que por entonces era solo una niña), y de un tipo con traje (yo), que a buen seguro no encajaba del todo en aquella estampa.

"¡Esta es la mía!", me dije. En aquella época ya había móviles, pero no hablamos ni mucho menos de los smartphones actuales, que han hecho que un "selfie" sustituya a un autógrafo, así que me puse a buscar, rápidamente, algo en lo que el autor de "Fly Away" (su single de éxito del momento) pudiera dejar su rúbrica. Con los nervios a flor de piel, solo encontré una tarjeta de visita de un responsable del área de calidad de mi empresa, con el que había tenido una reunión poco antes de salir a comer, así que la giré para que la firmara en el reverso y me armé de valor:

- "Hola, puedes darme tu autógrafo"? dije, en lo que para mí era un perfecto inglés, y casi perfecto debió ser, porque Lenny me entendió al instante.

- "Por supuesto", contestó educadamente, y claramente habituado a ese tipo de peticiones, mientras con un gesto de la mano me pidió la tarjeta y el bolígrafo que yo ya tenía preparados. Se los di con mi mano temblorosa, y Lenny los tomó con una mano, mientras en la otra llevaba varios cd's que, al parecer, iba a comprarse.

Hasta aquí todo bien, el plan funcionaba a la perfección. Pero entonces me soltó una frase, no muy larga, pero lo suficientemente rápido para que las barreras lingüísticas existentes entre los dos se dispararan al instante, como los mecanismos de cierre automático de las puertas de los coches.

-"¿Perdona, qué...?" le dije sin acabar la frase. No había entendido nada de lo que me había dicho.

El repitió la frase de nuevo, y yo entendí exactamente lo mismo que la vez anterior. Nada. Por fin, el empezó a hacer gestos con las manos, y de pronto comprendí, por suerte para mi gran objetivo, que ¡¡¡Me estaba pidiendo que le quitara la tapa al bolígrafo!!!

Se la quité rápidamente, y Lenny apoyó entonces la tarjeta encima de los cd's, sujetándola con el pulgar para poder firmar con el bolígrafo. Completada por fin la tarea, me devolvió amablemente la tarjeta y el bolígrafo, y me preguntó dónde estaba la sección de hip hop, y pese a haberle entendido esa vez a la perfección, volví a fastidiarla porque, la verdad, no es un  estilo al que yo tenga demasiado afecto. Suelo moverme como pez en el agua en la sección de rock, e incluso en otras secciones como las de blues, jazz y funk, pero en lo concerniente al rap y el hip hop, me tengo puesta a mi mismo una estricta orden de alejamiento.

Le dije que no lo sabía, y entonces Lenny me miró asombrado:

-"¿Pero... no trabajas aquí?", me preguntó extrañado.

-"Ahhh, no", contesté yo, más extrañado aún por la pregunta.

-"OK, gracias", contestó mientras hacia un gesto a su hija, para marcharse a continuación en busca de la maldita sección de hip hop.

Y ahí acabó todo, por mi aversión a un género musical en concreto me perdí la posibilidad de haber sido el guía de Lenny Kravitz por la FNAC de Callao, realizando mi tarea favorita en compañía de uno de mis ídolos. Mientras ambos se alejaban comprendí el motivo de aquel singular equívoco. La tranquilidad con la que me acerqué a mirar discos junto a él, sin enterarme de lo que ocurría a mi alrededor, y el traje y la corbata con el que iba a trabajar cada día a la oficina, fueron los salvoconductos que me llevaron en presencia del astro estadounidense. Mi desconocimiento del hip hop me retiró los permisos y me sacó de la escena. En la foto podéis ver la tarjeta con su firma, que guardé en el cd "5" que había comprado apenas un mes antes, como recuerdo de aquel mágico momento.

Y así fue como llegue a tener a Lenny Kravitz frente a frente, en una conversación tan breve como surrealista, pero una conversación, al fin y al cabo. Un suceso extraño, pero no tanto como que, en aquel concierto, tuviera de telonera a Rosario. Ambas cosas raras ocurrieron realmente, y por si acaso, desde entonces he perfeccionado mi inglés, y tengo controladas las secciones de hip hop de todas las FNAC cercanas. Nunca se sabe, y hay que estar siempre preparado. Entretanto ¡Que comience el #Mes Lenny Kravitz!