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martes, 2 de diciembre de 2025

1797.- Los viejos rockeros nunca mueren - Miguel Ríos

 

Los viejos rockeros nunca mueren, Miguel Ríos


     A finales de los años setenta, España vivía un momento de transición política y cultural. El país se abría a la democracia y, con ello, a nuevas formas de expresión artística. Miguel Ríos, ya conocido internacionalmente por el éxito del Himno de la alegría, se encontraba en una encrucijada, pues tras haber explorado territorios más experimentales con discos como Al-Ándalus (1977), necesitaba reencontrarse con un público que reclamaba un sonido más contundente y directo y letras que hablaran de la vida cotidiana. La respuesta llegó en 1979 con Los viejos rockeros nunca mueren, álbum que, además de revitalizar su carrera, se convirtió en un himno. La canción que da título al disco, que abre con un riff sencillo, contundente y efectivo y acompaña una letra cargada de nostalgia y reivindicación, es una declaración de principios. En entrevistas posteriores, Ríos explicó que la nostalgia nunca fue para él un refugio, sino un motor de cambio. Esa tensión entre memoria y renovación atraviesa toda su obra, y aquí se cristaliza magistralmente.

El álbum fue grabado en los Estudios Eurosonic de Madrid, bajo la producción de Carlos Narea, figura clave en la trayectoria del artista. La apuesta por un sonido más sencillo y directo respondía tanto a exigencias de la discográfica como a la necesidad de conectar con un público amplio tras años de obras densas y poco comerciales. El resultado fue un disco que combinaba temas propios con versiones, situando a Ríos dentro de la tradición del rock internacional sin perder su raíz española. La recepción fue inmediata, pue el álbum devolvió a Miguel Ríos a las listas de éxitos y consolidó su imagen como “rey del rock español”. Gran parte de la crítica destacó la honestidad del giro estilístico y la potencia de su directo, que pronto se vería refrendada en giras multitudinarias y en el legendario Rock & Ríos de 1982, considerado uno de los hitos del rock en castellano. Los viejos rockeros nunca mueren fue el puente perfecto entre la experimentación de los setenta y la explosión popular de los ochenta.

Más allá de lo musical, el disco encarna una filosofía de vida. Ríos, nacido en Granada en 1944, había iniciado su carrera como Mike Ríos en los sesenta, enfrentándose a censuras y prejuicios. El artista demostró que la perseverancia y la capacidad de reinventarse son esenciales para sobrevivir en la industria. En entrevistas recientes, ha insistido en que la jubilación nunca fue una opción real: “Desde que me jubilé no he parado de trabajar”. Esa coherencia vital se refleja en el título del álbum, que funciona tanto como autorretrato como mensaje colectivo.

lunes, 2 de mayo de 2022

0487.- Vuelvo a Granada - Miguel Ríos.


Aficionado a la música desde muy joven era un fanático de Buddy Holly, Johnny Hallyday, Elvis Presley y Cliff Richard. Después de trabajar en la sección de música de unos almacenes en su ciudad natal, Miguel Ríos inició su carrera musical a principios de los 60, Sus inicios en el mundo del espectáculo fueron presentándose en un programa de la emisora Radio Granada, más adelante grabó una cinta de demostración como cantante y viajó a Madrid en 1962 con mil quinientas pesetas en el bolsillo que le dejó su madre para realizar su primera producción discográfica, grabando sus primeros discos bajo el nombre artístico de Mike Ríos. De 1962 es El rey del twist, su primer tema en solitario, pese a que eran habituales sus actuaciones con grupos como la orquesta de Filippo Carletti y bandas como Los Sonors, Los Canarios y Los Relámpagos. De esos años, en que grabó ya numerosos temas, destaca la popularidad de la canción Oh, mi Señor (1964). Alcanzó su primer gran éxito con la adaptación del Himno a la alegría de Beethoven (1969) que se convirtió en un éxito internacional que le permitió entrar en contacto con las vanguardias musicales de la época. Una serie de tres conciertos celebrados en 1972 y desplegados con gran aparato audiovisual darían lugar al álbum De rock y amor, mientras que trabajos como La huerta atómica (1976) pusieron de manifiesto su interés por la ecología, tema que desarrollaría ampliamente.


Cantante de personalísima voz, en esta época aun no la había pulido suficiente pero ya se nota la gran calidad vocal que atesoraba y sobre todo el personalísimo carácter con el que se movía por el mundo música y que quedaría reflejado en un EP publicado en 1968 que contenía dos de sus grandes temas clasicos, "El rio" y "Vuelvo a Granada" dos temas luminosos cargados de fuerza, estilo y con aires psicodélicos con magistrales arreglos orquestales a cargo de Waldo de los Ríos y la participación de Rafael Trabuccheli en la producción y de Fernando Arbex firmando diversas canciones. Y es que hay que detenerse en la grandiosa "Vuelvo a Granada", un tema bien conocido de su repertorio que evoca el regreso en tren a la ciudad que le vio nacer y que se tiñe de añoranza por recobrar la paz de los lugares tranquilos