sábado, 27 de abril de 2019

La música en historias: 155 kilómetros a Santiago


155 kilómetros a Santiago


Le he dado cientos de vueltas para comenzar este post, de cómo deberían ser las primeras frases de mi experiencia en el Camino de Santiago, si debía comenzar cronológicamente o no, pero a fin de cuenta me he dado cuenta que mejor comenzar desde el final diciendo que lo volvería hacer una y más veces porque la experiencia es brutal, y no por el esfuerzo que representa hacer el camino, ya que esta lleno de ávidos atletas e incluso de inexpertos peregrinos en el fitness, y los hay quienes persiguen promesas envueltas de fe o solo el hecho de hacerlo.

Por ello les diré que sea cual sea el objetivo que persigues solo lograrás hacer el camino si llevas tu fe por delante y un espíritu de compañerismo hacia los que hacen el camino, porque creerme que he visto al ávido atleta ser sobrepasado por el inexperto peregrino en materia de fitness.

Y está historia comienza en Pedrafita do Cebreiro a 155 kilómetros de Santiago, luego de dos horas de autobús desde León y otro par de horas desde Madrid, en León vivimos la misa del domingo de ramos, debo decir qué pese a ser católico no practicante vale la pena haber estado, pero este post no es para convencer a nadie de que debe profesar, cada uno es libre de llevar sus creencias.

En Pedrafita do Cebreiro nos preparamos para pasar lo que sería nuestra primera noche anterior a la salida de la mañana siguiente, así que pronto a la cama, mire que todo estuviera en orden y sobre todo el CD de Black Sabbath estuviera preparado para la aventura que íbamos a comenzar. Con las primeras luces del día salimos rumbo a nuestro objeto que era llegar a Triacastela, pero en los 27 kilómetros por delante que nos esperaban, nos llegarían llenos de lluvia y frío, pero también tendríamos la recompensa de un buen caldo gallego, junto a una copa de vino, acaso “con pan y vino se hace el camino”, nos dijo un peregrino, sabias palabras de experiencia.

Triacastela primer día
En esta primera etapa conocimos a unos peregrinos que se unieron al camino con nosotros, en medio de un temporal junto a sus paraguas chinos, que en forma de escudo avanzaban junto a la lluvia, debo decir que ellos llevaban más tiempo en el camino que nosotros, y como amigos de toda la vida disfrutamos una vez llegados a Triacastela un buen chuletón con risas por supuesto no nos olvidamos del buen vino, ellos tenían el objetivo de seguir así que nos saludamos con una expresión que escucharía de allí en adelante "buen camino" como una contraseña secreta de los que hacen el camino, pero no fue una despedida porque sabes que el camino te volverá a unir. 
Nosotros luego de un largo día, a dormir en el albergue, pero antes a lavar la ropa que la lluvia y lo inexperto de mi primer camino había hecho que llegara toda la ropa mojada.

El primer día ya había pasado, pero debe saber el lector que en este camino no andaba solo, me falta presentarles a mis dos compañeras de viaje una de ellas, aunque pequeña y grande a la vez llevaba ya 4 camino, mi otra compañera no se quedaba atrás, aunque fuera su segundo camino llevaba el espíritu protector que nos cuidaba para que todos lleguemos sanos y salvos.

El segundo día nos llegó con buen sol, ya habíamos dejado atrás la lluvia y el objetivo de hoy Sarria, allí se sumarían siete nuevos compañeros en esta aventura, con el sol en la
Sarria - Convento da Mercé
espada y este muy buen clima no nos fue difícil llegar, hasta llegamos a alcanzar a uno de los peregrinos del día anterior, se los he dicho el camino te vuelve a unir, así que a compartir un plato de queso y un buen vino, pero entre risas nuevamente nuestro nuevo amigo tuvo que partir, pero seguro el camino nos volverá a unir.
Y nosotros tres debíamos prepararnos para buscar un lugar donde dormir, sellar nuestro pasaporte el cual da fe de las huellas del camino, pero no antes sí que mi pequeña amiga cenara, que con la panza llena corazón contento dice un dicho.

Seis de la mañana, había comenzado el nuevo día, donde pasamos de ser tres peregrinos a ser diez, algunos de ellos hasta ese instante perfectos desconocidos, pero el camino une ya lo he dicho, por ello desde el primer momento no faltaron las bromas y las risas, que las necesitaríamos para alcanzar los 115 kilómetros hasta Santiago que nos restaban, paso a paso el primer día asomaba para nuestros nuevos compañeros, algunos de ellos llevaban altavoces en sus mochilas, así que con música nos lanzamos al camino todos juntos, y la consigna era simple, siempre adelante, y creo que algo en mi decía que esto estaba ya hecho, y a paso firme Portomarin nos esperaba, para un puñado de nosotros ya era nuestro tercer día.

Portomarin
Portomarin nos llegó con lluvia y una inmensa escalera, que me imaginación enseguida asocio con "Stairway to Heaven" (Escalera al cielo) de Led Zeppelin, pero no debería traicionar en mis bolsillos llevaba mi CD de Black Sabbath, la lluvia no era como la del día lunes, pero esta vez me agarro más prevenido en Sarria conseguí comprarme una capa nueva para la lluvia, fuimos llegando poco a poco a Portomarin y buscando un lugar para estar con amigos para cenar y compartir una buena mesa, luego de las risas a la cama que la siguiente etapa sería la más larga del viaje hacia Palas de Reí que nos esperaba, junto a la búsqueda de un particular sello de lacre, como así también una parada en Melide que parte del grupo saboreaba en su mente una ración de pulpo.

Temprano comenzaría nuestro cuarto día, con las primeras luces y en búsqueda de una buena taza de café con leche y pan con tomate, que predisponía muy bien el día, para que no se diga que en Galicia se come mal, nunca en mi vida he cómico cosas más ricas que allí, así que luego del desayuno dejamos atrás Portomarin, y dos objetivos claros nos llevaría la jornada. El primero de ellos era llegar y hacer una parada en Melide, donde n
Melide - Pulpo
os deleitamos con un buen pulpo, así que amigos si viajan rumbo a Santiago y por casualidad pasas por Melide no dejen de comer allí, ya lo he dicho panza llena corazón contento, así que el camino nos esperaba nuevamente para nuestro segundo objetivo del día, un sello de lacre, y este estaría en Palas de Rei, en una tienda de un Rumano muy particular, discapacitado de una de sus piernas que había hecho una promesa a dios donde dedicaría parte de su vida a ayudar al prójimo, una experiencia de vida inigualable, por ello es digna de contar. Ya con nuestros dos objetivos del día alcanzados era hora de descansar mañana un nuevo desafío nos esperaba, llegar a los 100 kilómetros recorridos.


No les he hablado de todos los peregrinos que me han acompañado, solo de dos de ellas que comenzaron el camino conmigo, tal como mis primeras acompañantes guardare el anonimato de sus nombres, pero debo decir que este viaje albergo un crisol de nacionalidades entre venezolanos en su mayoría, también ecuatoriana, colombiana y argentina, y finalizando la etapa un belga.

Presentado el grupo les pasare a contar nuestro quinto día, dejamos Palas de Rei ubicada a 67,9 km de la ciudad de Santiago, con ese único objetivo llegar al kilómetro 59, eso quería decir que habíamos llegado a recorrer 100 kilómetros, por ello cargue mi mochila como todos los días y salimos a andar, nunca en mi vida había caminado tanto, claramente no soy de los del fitness, más bien me podría considerar un peregrino de los de fe.

100 Kilómetros
Y el kilómetro 59 llego sin prisas pero con la satisfacción de haberlo logrado, y ese logro también nos decía que Santiago estaba muy cerca y esta aventura estaba llegando a su fin, así que nuestro quinto día llego a su fin, Arzúa seria nuestro punto de llegada y partida al día siguiente, donde juntar fuerzas y como ya era costumbre a tomar una copa de vino, y hacer honores al pueblo con un ración de queso Arzúa, y es aquí donde se nos une un nuevo peregrino a nuestro camino, producto de robarle la mesa del bar, pero como buenos peregrinos lo invitamos a compartir la nuestra, como ya era rutina luego de disfrutar de una cena todos juntos a descansar.

Habíamos pasado la noche en un albergue pegado a la plaza del pueblo, desde nuestras literas se escuchaba a lo lejos que esa noche había fiesta, yo creo que más de uno se escapó durante la noche porque a la mañana siguiente costo retomar el camino, el sexto día había llegado eran los últimos 39 kilómetros por recorrer, una etapa de 20 kilómetros a O Pedrouzo y luego de O Pedrouzo a Santiago esto estaba hecho!.

Se hizo pronta la llegada a O Pedrouzo, el camino fue muy tranquilo pasamos de ser diez a once, nuestro amigo belga había pasado a ser parte de la manada, así que ya en O Pedrouzo los ya veteranos en el camino, recordaban sus anteriores aventuras, indicando que se habían hospedado aquí, que llevaban en esas ocasiones ampollas en sus pies, como heridas de guerra marcadas con orgullo.

Todos esos recuerdos no hacían más que reforzar que el camino ya estaba llegando su fin, durante la cena y ante el inicio al día siguiente de la séptima y última etapa, que deberíamos levantarnos muy temprano para llegar a la misa de las 12, así que el desafío estaba poner los relojes a las 4.30 hs. de la mañana, saldríamos de noche, pero un buen peregrino tiene sus trucos y sus linternas preparadas.

Los despertadores sonaron muy temprano y todo marcaba que había llegado el séptimo día de nuestro camino, un camino que en lo personal había sido por etapas muy duro, ya sea por el clima, las cuestas, las bajadas en zigzag, y mi vieja rodilla izquierda que fruto de un golpe haciendo esquí llevo los ligamentos fisurados, pero a estas alturas la llevaba sujeta con una rodillera, pero nada me detendría de mi objetivo.
O Pedrouzo

Alumbrados solo con los focos de las linternas salimos por los últimos 19 kilómetros que nos separaban de Santiago, recordaba mientras caminaba en la oscuridad de la noche aun, como todo había comenzado, mi salida de Madrid en tren a León, el dar los dos primeros pasos en el camino y comenzar a llover y mis piernas mojadas por la lluvia, mi primer caldo gallego en aquel bar de pueblo recién hecho por la mañana, las copas de vino que nos invitaron aquellos peregrinos al vernos entrar en el bar todos mojados, las risas sobre todo, y era emocionante saber que estábamos llegando, debía prepararte para regalar el CD de Black Sabbath a un peregrino, ese era en su momento mi primer objetivo y no era que lo había cambiado, pero yo y ese CD nunca nos habíamos esperado que el 
camino fuera lo que realmente termino siendo, y mientras tanto los rayos de sol asomaban y el amanecer nos dejaba ver el camino sin las linternas, ya estaba hecho no faltaba nada para Santiago, era pasar el aeropuerto, el Monte do Gozo a las afuera de Santiago, que un año atrás habíamos estado con unos amigos en un festival de música que se llama “O son do camiño”, era pasar el puente y tener el cartel de bienvenida a Santiago, habíamos ya llegado, esto estaba hecho, nos separaba de la plaza apenas 3 kilómetros o 4 kilómetros, pero que eran nada con lo que habíamos logrado recorrer.

Entrada de Santiago
La entrada a la plaza de Santiago hoy la recuerdo con un sabor a veces amargo, no es porque sea fea, todo lo contrario la plaza frente a la Catedral me parece un lugar precioso, incluso la Catedral de Santiago es digna de ver por dentro, es una obra arquitectónica monumental, pero creo que lo amargo es que el camino se había terminado, ya este había quedado en mis recuerdos almacenado y quizás en estas palabras que hoy les cuento, el camino había llegado a su fin, nos esperaba entrar a la catedral, abrazar al santo, sacarnos fotos, recorrer Santiago, que debo decir que es una ciudad preciosa a la que invito a visitar, así que luego del almuerzo poco a poco los peregrinos que éramos se fueron organizando para su regreso, algunos en avión otros en tren, yo había organizado volverme en un coche de alquiler con otros tres, pero me quedaba un último objetivo por cumplir entregar el CD de Black Sabbath el cual me acompaño todo este viaje junto al resto de amigos del cami
CD Black Sabbath
no, así que era a quien se lo damos? y surgió una buena idea, porque no dárselo a nuestro último peregrino que se nos había unido, así que en el almuerzo nuestro amigo el Belga fue el elegido para recibir el CD de Black Sabbath, espero que cumpla su promesa de ir dejándolo a otro peregrino o amigo y que este siga su camino.


Así que amigos estas historias son las que me gusta contar, las que uno mismo ha vivido como suelo decir en mis post en 7dias7notas, a quienes vuelvo a agradecer esta iniciativa e invito a sumarse a todos uds., por ello con la inexactitud de lo vivido y el tiempo vivido como espectador me despido de todos uds. y BUEN CAMINO.

Daniel
Instagram @Storyboy




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