miércoles, 11 de junio de 2025

Killing Machine - Judas Priest (Mes Judas Priest)

 





Judas Priest estaba en una buena racha a mediados y finales de los 70. Sus primeros cuatro álbumes vieron a la banda ir viento en popa, y a medida que crecía su confianza, también lo hacía su ambición, tanto es así que apenas ocho meses después del lanzamiento de su último álbum, los fans de Judas Priest recibieron un nuevo disco de sus ídolos. Recuerdo vívidamente la primera vez que escuché "Killing Machine". Fue alrededor de 1987/88 y yo tenía unos quince años, una tarde me subi las escaleras al cuarto a casa de mi amigo Jorky y allí estaba él con una casette que le habían dejado de Judas Priest. Nunca había oído escuchado un disco entero, demasiado potente para mis oídos acostumbrados a los Iron Maiden, pero el álbum me impresionó mucho. Tomé prestado el casete para poder grabarlo en casa y terminé escuchándolo durante varias semanas, luego la fiebre se evaporo como llegó. Me resulta curioso que Jorky me haya asignado este álbum, no se si como yo tiene en su memoria aquella remota tarde que me descubrió a los Judas o ha sido casualidad, el caso es que aquí me tienen escribiendo de un disco que me voló la cabeza y que luego abandone casi hasta ahora, ¿Tendra la culpa Nevermind que me metio la droga de Prince o Michael Jackson?. Priest no cambiaba mucho las cosas de un álbum a otro durante los 70, generalmente hacían pequeños ajustes a su fórmula ya bien definida para afinar su sonido, afortunadamente para mí, los cambios que hicieron para "Killing Machine" los llevaron en una dirección que realmente me convenía. En primer lugar, el sonido de la guitarra y el estilo de los riffs son más metaleros que nunca, de hecho, me atrevería a decir que este fue el momento en que Judas Priest pasó de ser una banda de proto-metal de los 70 a un grupo de heavy metal de pleno derecho en el sentido de los 80. Este ajuste también encajó muy bien con la nueva imagen de la banda, de cuero y tachuelas, otros cambios notables son la duración de las canciones, más corta y comercial, y la inclusión de un par de temas con un toque deliberadamente comercial en la composición y los estribillos. Algunos podrían pensar que esto fue una traición, pero creo que, en cierta medida, no lo entienden.

 

El álbum empieza con un estallido, el tema de apertura, Delivering The Goods, es un auténtico monstruo, de hecho, de todo el material de Priest de los 70, esta canción fue la que más me impresionó. El riff del estribillo es de lo más metalero y se me pone la piel de gallina cada vez que lo escucho, aunque esta versión de estudio es un poco más lenta y menos enérgica de lo que debería ser, aun asi tiene todas las cualidades para ser un buen tema de apertura. Rock Forever no es un tema horrible, no es un gran tema, simplemente promedio en cuanto a las guitarras (creo que este tema habría sonado mejor si las guitarras se hubieran mezclado un poco más agudas), se queda en una melodía de hard rock bastante básica que, por desgracia, queda aplastada bajo el peso de la canción anterior. Lo mismi sucede con Evening Star, tiene un patron musical muy básico y un ritmo a medio tiempo sin grandes momentos que te animen o te hagan levantar el puño, no exite un solo rompedor ni nada sobresaliente de las voces para ser memorable. Las agradables guitarras acústicas en la introducción, que dan paso a un buen trabajo de guitarra y la imponente voz de Halford, una cancion ligeramente mejor que la media que llenan el espacio, pero no lo dominan, un intento de sonido comercial. Hell Bent for Leather es una de las mejores canciones del álbum. Una gran introducción ruidosa que da paso a un gran riff con un buen solo posterior. La fantástica voz gutural de Halford y el rápido trabajo de doble bombo de Binks crean una canción simplemente aplastante, ella solo te despierta el amor al mundo del metal por los himnos de motocicletas con voces gruñonas pero altísimas, velocidades ágiles, golpes impactantes y uno de los solos de guitarra más electrizantes que jamás hayas escuchado. Take on the World parece ser un himno, pero sin el empuje ni las agallas para realmente serlo. Al final se siente más débil de lo que es porque parece que se esfuerza demasiado por ser algo que no es, esa influencia de Queen hacia el terreno de "We Will Rock You", pero el sólido ritmo de batería y el estribillo pegadizo se ven acosados ​​por su tema de unión que resulta condescendiente, no fue una buena jugada.

Burnin' Up curiosamente no es de las mejores, la canción principal, "Killing Machine", no parece salir de segunda en ningún momento, confirmo que tiene una gran letra y esta cantada con gran emoción por Halford, y un riff fulminante son buenos argumentos para una canción pero en conjunto no consigue brillar. Killing Machine no pasa de ser un tema bastante decente con un buen riff y un tono blusero muy curisos, quizás la letra es lo que mas destaca para mí. Running Wild tiene un gran trabajo de guitarra que hace de esta canción una de las mejores pistas, me da que fue uno de los temas que le sirvieron de inspiración a Iron Maiden para muchas de sus primeras canciones o no. La potente balada Before the Dawn suena muy bien, con la voz de Halford elevándose en todo momento, estamos ante la balada del álbum, posiblemente el mejor trabajo vocal de Halford en el álbum, con algunas guitarras acústicas realmente hermosas y un gran solo emotivo. Y la canción de cierre, Evil Fantasies, a pesar de que fue escrita y grabada mucho antes de la canción "Heavy Duty", todavía suena como un pariente pobre de esta, y la voz de Halford durante la primera mitad suena completamente fuera de contexto con la canción. En la mayoría de estas canciones, da la sensación de que uno de los principales atractivos de Judas Priest, su doble ataque de guitarras, ha desaparecido por completo.

No creo que sea injusto pensar en "Killing Machine" como el comienzo de una nueva era para Priest, ya que la banda empezó a tomar nuevos rumbos con su sonido. De hecho, creo que estaban listos para un cambio y "Killing Machine" podría ser el primer álbum de Judas Priest que realmente me encantó. No me malinterpreten. Me gusta todo su material de los 70, pero este me llega un poco más cerca y tiene más momentos destacados. Además, tiene ese toque más metalero que lo acerca aún más a mi zona de confort. Es realmente increíble que la banda haya podido reunir todo esto en tan poco tiempo.

1623.- The light pours out of me - Magazine

 

Los miembros de Magazine cuentan con un impresionante pedigrí, el cantante Howard Devoto fue miembro fundador y vocalista principal de Buzzcocks, una de las grandes bandas originales de punk, Devoto se fue antes de que alcanzaran el éxito. En abril de 1977, se unió al guitarrista escocés John McGeoch que se convertiría en uno de los guitarristas más respetados del momento, grabando con Siouxsie and the Banshees, PIL y Peter Murphy. El dúo luego reclutó al bajista Barry Adamson, quien más tarde se convertiría en miembro de Bad Seeds de Nick Cave, el baterista original, Martin Jackson, se unió a los Chameleons de la época (genial) y tocó con Frank Zappa (¡guau!), solo los teclistas de Magazine no alcanzaron la grandeza. Magazine brilló con luz propia de 1977 a 1981, resistiendo todo tipo de tormentas de formación con gran entusiasmo, y luego regresó triunfante en 2009 con una reunión que sorprendió a los nuevos espectadores y deleitó a los veteranos, a quienes se les escuchó murmurar, con razón, "te lo dijimos".Estas cualidades brillaron de inmediato en el debut de la banda de 1978, el clásico LP Real Life . Volviéndolo ahora y escuchándolo con nuevos oídos (y con una mezcla recién remasterizada), la lista de canciones del álbum parece casi imposiblemente buena, un álbum que evitaba el ruido directo y se centraba en un enfoque más vanguardista, ejemplificado por el tema inicial «Definitive Gaze», antes de cobrar fuerza con «The Great Beautician in the Sky», no es de extrañar que este álbum figure regularmente en las listas de los mejores discos debut de todos los tiempos. Es un álbum muy diferente a su época, donde las canciones punk de dos minutos con voces angustiadas eran la norma, aquí muchas de las canciones se extienden durante cuatro minutos con muchos cambios de ritmo y dinámica inesperados.

The light pours out of me es el momento Macbeth de Devoto, la trágica muerte y catarsis de Real Life antes de que el cierre, es la canción más shakespeariana del post-punk, y punto. Así como Macbeth reflexiona sobre la "breve vela" y la "sombra andante" de la vida antes de lanzarse de cabeza a la batalla, la canción de Magazine contempla una vida en la que el tiempo "vuela" y "se arrastra", "como un insecto por las paredes" (otra analogía arácnida del más entomológico de los compositores). Entonces, justo cuando el barón asesino grita "¡Sopla, viento! ¡Ven, destroza! / Al menos moriremos con el arnés a la espalda", la canción oscila entre el triunfo y la derrota, y como tal podría ser una analogía para cualquier cosa, como siempre, el arte que enfrenta su propia muerte es aún más afirmativo de la vida. Pero lo especial de "The light pours out of me" es que la música afirma y contradice la letra a la vez, desde el primer compás, se establece un pulso implacable sobre el que John McGeoch puede imponer sus hermosos y misteriosos motivos de guitarra; el cerebro de Devoto puede prevalecer, pero solo porque la banda que lo rodea ha establecido un corazón que bombea para alimentarlo. En toda la canción, hay signos vitales, indicadores de su salud y funcionalidad, desafiando la muerte hacia la que se propulsa, el bajo es profundo, rico y cargado de ímpetu, la batería chisporrotea con nitidez, los acordes de guitarra suspendidos brillan tenuemente en el fondo como esas fotos que los científicos médicos toman del cuerpo, iluminadas por termografía infrarroja. Y luego, después del segundo estribillo, alrededor del minuto 2:55, la canción se adentra en territorio inexplorado, con las guitarras gimiendo y la batería estrellándose en un frenesí titánico.

martes, 10 de junio de 2025

1622.- Surrender - Cheap Trick

 

Surrender, Cheap Trick


     En la vorágine musical de los años 70, cuando el rock se debatía entre la grandilocuencia del prog, la crudeza del punk y el brillo del glam, Cheap Trick irrumpió con una canción que destilaba pura actitud adolescente: Surrender. Lanzada en 1978 como parte de su álbum Heaven Tonight, esta pieza se convirtió en un emblema de la banda y en un himno para generaciones de jóvenes inquietos. Con su mezcla de power pop, ironía lírica y energía cruda fue capaz de retratar el espíritu de una era donde el rock era sinónimo de libertad, rebeldía y un toque de absurdo.

Surrender fue escrita por Rick Nielsen, el excéntrico guitarrista y principal compositor de Cheap Trick, una banda de Rockford, Illinois, que combinaba la energía del punk con la melodía del pop y la teatralidad del hard rock. Heaven Tonight, su tercer álbum, marcó un punto de inflexión para la banda, que ya había ganado cierta notoriedad en Japón gracias a su explosivo directo, plasmado en el icónico At Budokan (1979). Esta canción fue el sencillo principal del álbum, aunque no alcanzó el éxito inmediato en las listas de Estados Unidos, llegando solo al puesto 62 en el Billboard Hot 100. Sin embargo, tuvo un potentísimo impacto cultural, consolidándose como un clásico del rock. Está considerada como una "obra maestra del power pop" por su capacidad para equilibrar la agresión de las guitarras con una melodía contagiosa. La canción, producida por Tom Werman, captura a la perfección la esencia de Cheap Trick: el riff inicial, un gancho de guitarra que atrapa al oyente desde el primer segundo, seguido por la voz de Zander, que alterna entre la dulzura melódica y la arrogancia rockera. La batería de Bun E. Carlos y el bajo de Tom Petersson crean una base rítmica que impulsan la canción con determinación, mientras que los coros en capas añaden un toque de grandeur pop. La grabación, realizada en los estudios Record Plant de Los Ángeles, permitió a la banda pulir su sonido, logrando un equilibrio entre la crudeza de sus primeros discos y la sofisticación de lo que vendría posteriormente con el citadon At Budokan. Cheap Trizk consiguió con esta canción capturar el momento exacto en que el rock de los 70 se encontraba en su apogeo, justo antes de ue el punk y el new wave llegaran para redefinir el panorama musical. 

A todo esto hay que sumarle la genial narrativa de la letra, una crónica de la alienación adolescente, pero con un giro humorístico. Nielsen escribió la canción desde la perspectiva de un joven que ve a sus padres como figuras desfasadas, atrapadas en su propio mundo. La letra cuenta la historia de un chico que descubre los discos de Kiss en la colección de sus padres y se entera de que su madre, lejos de ser la figura conservadora que imaginaba, tiene un lado salvaje: “Mommy’s alright, Daddy’s alright, they just seem a little weird”. Este verso, repetido como un mantra, es a la vez una burla y una aceptación de las contradicciones adultas. Lacanción no solo habla de rendirse al amor o al caos de la vida, también nos anima a mantener nuestra propia esencia a pesar de las presiones sociales. Surrender se convirtió en toda una declaración para aquella juventud de los años 70 que se encontraba atrapada entre las expectativas de sus padres y la incipiente revolución cultural que el rock representaba en aquel momento.

lunes, 9 de junio de 2025

1621 - Serú Girán - Serú Girán

1621 - Serú Girán - Serú Girán

"Serú Girán" – El manifiesto artístico de una banda revolucionaria

En 1981, mientras Argentina atravesaba una de sus épocas más oscuras bajo la dictadura militar, Serú Girán —una de las bandas más innovadoras del rock argentino— lanzó su tercer álbum, homónimo y conceptual: Serú Girán. La canción que da título al disco no es solo una pieza musical, sino un manifiesto artístico, una declaración de principios y un viaje sonoro que encapsula la esencia de un grupo que desafió las convenciones.  

"Serú Girán" (la canción) es una suite de casi 10 minutos que rompe con la estructura tradicional del rock. Compuesta por Charly García, la pieza es un collage de estilos: desde el rock progresivo y la música clásica hasta el jazz y el avant-garde. La letra, críptica y poética, refleja el desencanto y la búsqueda de libertad en un contexto opresivo. Versos como "No verás llorar a los que están en la ciudad" o "El tiempo es otra cosa, no es reloj" sugieren una resistencia sutil, una forma de evadir la censura a través del simbolismo.  

La instrumentación es magistral: las teclas de García tejen atmósferas oníricas, el bajo de Pedro Aznar (en su última grabación con la banda antes de partir a Berklee) aporta profundidad, mientras que la guitarra de David Lebón y la batería de Oscar Moro construyen un ritmo que oscila entre lo caótico y lo melódico. El resultado es una obra que exige escucha activa, donde cada detalle —los cambios de tempo, los coros celestiales, los silencios dramáticos— está cuidadosamente planeado.  

Para 1981, Serú Girán ya era un fenómeno, pero internalmente, la banda estaba en crisis. Aznar se marcharía a estudiar a EE.UU., y el grupo se disolvería un año después. Este tema, en cierto modo, es un adiós y un renacimiento: una fusión de todas sus influencias (desde The Beatles hasta King Crimson) y un testamento de su evolución.  

El álbum Serú Girán fue un fracaso comercial en su momento —el público no estaba preparado para su experimentalismo—, pero con los años se revalorizó como una obra maestra. La canción titular, en particular, es ahora considerada un hito del rock progresivo en español, comparable a "Close to the Edge" de Yes o "Supper's Ready" de Genesis.  

Cuatro décadas después, "Serú Girán" sigue sonando revolucionaria. Es una pieza que rechaza los límites: entre géneros, entre arte y protesta, entre lo accesible y lo complejo. Charly García la llamó "música para el futuro", y no se equivocó. Su influencia se ve en bandas como Soda Stereo (que citó a Serú como inspiración para su etapa experimental) o en artistas actuales que exploran la fusión de estilos.  

Más allá de lo técnico, la canción captura el espíritu de una generación que usó el arte para sobrevivir. En lugar de mensajes directos, optó por poesía y abstracción, demostrando que, a veces, la subversión puede ser tan poderosa en un piano como en un panfleto.  

"Serú Girán" no es una canción para escuchar de fondo. Es un laberinto que premia a quien se adentra en él: cada audición revela nuevos matices, ya sea un fraseo de Aznar, un juego de palabras de Charly o un crescendo orquestal. Es música hecha por y para artistas, pero también para cualquiera que crea que el rock puede ser más que tres acordes.  

Si el álbum Serú Girán fue el canto del cisne de la banda, esta canción es su gemido más hermoso: un recordatorio de que, incluso en la oscuridad, la creatividad no tiene límites. 

Daniel 
Instagram storyboy