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Damon Albarn no estaba seguro de si podrían publicar aquella música alguna vez, porque no había podido escribir allí las letras, y consideraba que la inspiración adecuada no le vendría igual estando en otra parte del mundo, así que dio por hecho que aquellas ideas acabarían para siempre en un cajón. Sin embargo, y mientras Albarn salía de gira para promocionar su disco en solitario "Everyday Robots" (2014), Graham Coxon retomó aquellas grabaciones de Hong Kong, y empezó a trabajar seriamente en aquellos bocetos con la ayuda de Stephen Street, productor de los discos míticos de la banda en los noventa. Cuando el material fue tomando cuerpo, Coxon invitó a Alex James y Dave Rowntree para perfeccionar las partes de bajo y batería, y con el trabajo casi terminado, le mostró los resultados a Albarn, que tras terminar su gira en solitario por Australia, se marchó a Hong Kong para escribir las letras.
Pese a la particularidad "local" de un disco gestado e inspirado en Japón, inevitablemente y por la cercanía temporal con su disco en solitario Everyday Robots (2014), las canciones de The Magic Whip comparten con aquel la temática y el sentimiento de alienación en un mundo sobrepoblado e impersonal, desde la perspectiva de un viajero distante que comparte sus vivencias con asombro y desesperación. Esa es la temática de canciones como "Lonesome Street", que abre el disco y para la que se rodó un video promocional en el que un japonés baila en soledad delante de un telón, hasta que hacia el final de la canción el telón cae y aparece una multitud de personas bailando con el la misma coreografía, en un impactante efecto visual y emocional, fruto del primer golpe asestado por la varita mágica de unos Blur que regresan en estado de gracia.
Las referencias al mundo oriental afloran en temas como "My Terracota Heart", "PyongYang" o "Ghost Ship" (un barco fantasma que temáticamente podría haber atracado en la "Isla de Plástico" de Gorillaz), aterciopeladas baladas de suave instrumentación y gran belleza melódica, en contrapunto con la angustia de temas como "There are too many of us", la pieza central del disco en cuanto al concepto en el que este se basa, inspirada en la obra maestra de ciencia ficción "Fahrenheit 451" (1953) de Ray Bradbury, y en una reflexión de su protagonista: "Somos demasiados. Somos miles de millones y eso es demasiado. Nadie conoce a nadie". En mitad de esa angustia y desencanto, queda tiempo para la alegría y la esperanza en la amable y divertida "Ong Ong", y para la pausa y la reflexión de "Mirrorball", brillante tema de cierre que destaca por la elegante guitarra de Coxon, que la dota de la atmósfera más descaradamente japonesa del álbum.

Le siguen "New World Towers" , un tema más pausado sobre la sensación que produce observar los letreros de neón de las junglas de rascacielos de las ciudades, que conceptual y musicalmente habría encajado como un guante en "Everyday Robots", y la más animada "Go out", el primero de los temas que desarrollaron en Japón, que explora el sentimiento de soledad y abandono del metafórico viajero en los bares nocturnos de la ciudad, y que musicalmente es un intento de sonar a los Blur pegadizos y ligeros de los noventa, pero que queda algo descafeinado.
La sombra de David Bowie, siempre presente en algún tema de los discos de Blur, es alargada en "Thought I was a Spaceman", con algún que otro escarceo electrónico y con Graham Coxon asumiendo el rol vocal. En un disco sobre la soledad y la alienación que paradójicamente experimenta un viajero al ver la sobrepoblación y la impersonalidad de los lugares que visita, la referencia / homenaje al astronauta de "Space Oddity" era seguramente obligada, pero resulta menos inspirada y brillante que el "Strange News from another Star" del disco Blur (1997) con el que comparte halo y temática. De la más o menos conseguida ensoñación nos saca con fuerza "I Broadcast", que obedece también a la pauta de incluir un tema más cercano al punk en cada uno de sus trabajos, aunque aquí el tono es más rebajado y melódico que en temas como "Bank Holiday", "Song 2" o "Crazy Beat" con los que podría tener cierto parentesco sonoro.
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"The Magic Whip" recibió grandes elogios por parte de la crítica musical en el momento de su lanzamiento, alabando la calidad de los temas de un disco que muchos ya no esperaban, aunque viéndolo en perspectiva y en comparación con el posterior y excelso álbum "The Ballad of Darren" (2023), en el que asumen su madurez y la aprovechan en el proceso creativo, hoy se noten más las costuras auto-paródicas de alguno de los temas de un disco creado en circunstancias inesperadas por un grupo de músicos que resultan más convincentes cuando miran al presente y no pretenden recrear el pasado. Es mejor aceptarse como lo que uno es, en lugar de pretender que una varita mágica te devuelva el brillo superfluo de antaño. Y, sin embargo, en algunos momentos de "The Magic Whip" el hechizo sigue hoy funcionando, haciéndonos sonreír sin darnos cuenta al escuchar sus mejores temas y sus guiños a otros tiempos. Es lo que tiene la magia, que consigue que, a veces, suceda lo inexplicable y lo inesperado, como una cancelación de un festival, que acabó devolviéndonos a los que nunca debieron irse.
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