Los primeros bocetos del disco se planearon en Jamaica bajo los títulos provisionales de "Vodka and Tonics" y "Silent Movies, Talking Pictures", con Bernie Taupin escribiendo las letras y Elton John encargándose de la composición de la música en el Hotel Pink Flamingo en Kingston en enero de 1973, pero los múltiples problemas con el sonido y las continuas manifestaciones por la complicada situación política y económica del país, les llevaron a decidir mudarse al Castillo de Hérouville en Francia, al mismo estudio en el que habían grabado los discos Honky Château y Don't Shoot Me, I'm Only the Piano Player.
El disco comienza de manera apabullante con "Funeral for a Friend / Love Lies Bleeding", un tema plagado de teclados futuristas, intensos acordes de piano y progresivos cambios de ritmo que está entre los mejores temas de la carrera de Elton John, y que corresponde en realidad a la mezcla de dos de las canciones que se grabaron para el disco, convertidas en una sola canción de rock progresivo de más de 11 minutos. Solo este tema ya garantizaría un single de éxito (aunque lidiando con la problemática de su larga duración), pero es que a continuación suena nada más y nada menos que "Candle in the wind", obra cumbre de la dupla compositiva John / Taupin, en aquel momento dedicada a Marilyn Monroe y años después adaptada para homenajear a la tristemente desaparecida Lady Di. Y por si esto fuera poco, la cara A cierra con el tema "Bennie and the Jets", que publicado como sencillo alcanzó el primer puesto de las listas de ventas de Estados Unidos.
La cara B comienza con "Goodbye Yellow Brick Road", la canción que finalmente dio título al álbum, una metáfora cinematográfica que profundiza en la nostalgia de la infancia y de un tiempo pasado mejor, y la acompañan agradables temas de piano ("This Song Has No Title") intensos medios tiempos rítmicos de fastuosa instrumentación ("Grey Seal"), referencias al período jamaicano de la gestación del disco ("Jamaica Jerk-Off") y nuevos guiños a la temática cinematográfica de algunas de las letras del disco ("I've Seen That Movie Too").
La sofisticación y la dulzura vuelven al comienzo de la cara C con el piano y la melodía de "Sweet Painted Lady", dando paso después al aire teatral y de himno melancólico de "The Ballad of Danny Bailey (1909–34)". La fórmula funciona, y Elton John la sigue explotando en la correcta "Dirty Little Girl" y la rotunda y pegadiza "All the Girls Love Alice", buenos temas que no logran evitar estar un pequeño escalón por debajo de las grandes obras que conforman el primero de los discos de "Goodbye Yellow Brick Road", que retomará su fuerza en la cuarta cara del álbum, y de que manera, con temas como "Your Sister Can't Twist (But She Can Rock 'n Roll)" y muy especialmente con el grandioso ejercicio de actitud de rock and roll de "Saturday Night's Alright for Fighting", un tema inspirado en un pub que Taupin frecuentaba en su juventud, que llegó a grabarse en Jamaica en una primera versión, pero la versión final del disco y la del sencillo de lanzamiento del álbum fue la grabada en los estudios de Francia.
Tras esta obra maestra, la última parte del disco aún desgrana otro tema de homenaje a figuras y referencias cinematográficas en la bella y melancólica pieza de aires country "Roy Rogers". Menos trascendental pero igualmente marcada por referencias country es "Social Disease", un agradable preámbulo para el gran cierre del disco con "Harmony", un tema que llegó a plantearse como cuarto single, y pese a publicarse finalmente como cara B del sencillo estadounidense de "Bennie and the Jets", pasó tres semanas en el primer puesto de la lista de la emisora estadounidense WBZ-FM en junio de 1974.
"Goodbye Yellow Brick Road" fue un éxito inmediato, debutando en el no. 17 en el Billboard 200 y ascendiendo rápidamente al primer puesto en solo cuatro semanas, lugar en el que permaneció durante ocho semanas consecutivas, convirtiéndose en el álbum más vendido en Estados Unidos en 1974. Con los años, ha llegado a vender más de treinta millones de copias en todo el mundo, lo que le llevó a entrar en 2003 en el "Hall of Fame" de los Premios Grammy, y a ser incluido en 2005 en el libro "1001 discos que hay que escuchar antes de morir". Considerado por la mayor parte de la crítica especializada como el mejor álbum de la carrera de Elton John, su ascenso al éxito fue tan idílico como el mundo imaginario del Mago de Oz en el que se inspiraba, y escucharlo hoy en día sigue siendo un agradable paseo por un camino de brillantes baldosas amarillas.