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domingo, 1 de junio de 2025

1613.- Uncontrollable Urge - Devo

En 1978, justo en el clímax de la explosión punk, aparecieron cinco tipos a escala musical que parecían estar locos... La música, ¿era música?, provocó a los fans de la música tradicional con sonidos que usaban notas individuales como pajitas en un juego de pajitas. Todo parecía aleatorio y casual. Aunque la banda tuvo algunos éxitos menores en la radio algunos años después, Devo nunca intentó hacerse amigo de la industria musical ni de los fans de la música. Devo era y sigue siendo un incordio en lugar de ser el favorito de todos. ¡No son hombres!. Devo ofrecen en este debut su versión del punk y eso acaba siendo algo digno de celebrar, en su cerebro, este estilo es un puro jolgorio, lleno de humor absurdo y con la libertad como motor y objetivo. No es de extrañar, por tanto, que les salga un estreno espectacular preñado de un rock bastardo entre el arte y la boutade, falsamente insustancial y donde no dejan nada a la casualidad. No, contrariamente a lo que parece, esta obra está más que planificada, como los movimientos robóticos del grupo en el escenario, como sus trajes futuristas, sus miradas perdidas y toda esa parafernalia actoral que trata de hacerlos pasar por mongoloides, tal y como reza uno de sus grandes temas. Nada más lejos de la realidad. Devo es un grupo con mucha chicha, con un sonido propio y a prueba de bomba y con una personalidad fascinante. No es de extrañar que Brian Eno y David Bowie se fijaran en ellos y colaboraran para producir este trabajo. La mano de Eno es la que destaca, Bowie tuvo una aportación más testimonial. Aun así, no se puede decir que el genio de Suffolk tuviera libertad total para meter sus zarpas en las canciones de los norteamericanos. Como digo, tenían las ideas muy claras y se resistieron con uñas y dientes para impedir que pervirtieran su sonido y su personalidad. El ex-Roxy Music sólo pudo meter unos pocos teclados, poco más. Lo demás lo pusieron los de Akron y su rock anguloso entre el krautrock, el noise-pop y la escuela de arte. Las canciones están impregnadas de la desilusionada ética del cinturón industrial que también impregnaba a compatriotas de Ohio como Pere Ubu: "Mongoloid" (se advierte la nomenclatura políticamente incorrecta) contaba la historia de un "spud" poco conocido que logró pasar desapercibido en el mundo heterosexual porque "llevaba sombrero y tenía trabajo". La trama se impulsaba con scratches de guitarra y percusión entrecortada, sin mucho para mantener el ritmo a la antigua usanza. De igual manera, "Smart Patrol", probablemente el tema más reglamentado, casi militarista, del álbum, encontró a Mothersbaugh abrazando la vida más allá de Devo: una vida de ser un tipo común y corriente que trabajaba sin descanso para "meter los postes en los agujeros". 

Hay mucha angustia de trabajador de fábrica en estos 31 minutos cortos y agudos, pero también hay una buena dosis de psicodrama. Los freudianos sin duda se divertirán con "Uncontrollable Urge", una oda hiperrápida a una combinación de frustración sexual y liberación onanista, ya sea por la emocionante introducción o por el compromiso frenético en la voz de Mark, esos primeros versos me hacen gritar, reír y ponerme a tope. El comienzo de "Uncontrollable Urge" es uno de mis pasajes iniciales favoritos, una obra maestra de tensión y liberación: una experiencia verdaderamente emocionante, en "Uncontrollable Urge", Devo se consolida como una banda espectacular. La canción cambia de tempo varias veces, alternando ritmos a doble compás con golpes a compás regular y bajando a la mitad de la velocidad en las primeras líneas del estribillo. Los frecuentes rellenos de batería de Alan Myers, que anuncian un próximo cambio rítmico, te mantienen en vilo, pero cuando te detienes y piensas en lo que acaba de pasar, te das cuenta de que se trata de una banda increíblemente sólida con un dominio del ritmo excepcional. El juego de llamadas y respuestas del estribillo se disuelve en una cascada de coros armónicos bastante impactantes, que le dan a la canción un agradable toque melódico, "Uncontrollable Urge" es una experiencia frenéticamente adictiva.


viernes, 30 de septiembre de 2022

El disco de la semana 295: The Life Aquatic Studio Sessions - Seu Jorge



The Life Aquatic Studio Sessions (2004) es un disco del músico brasileño Seu Jorge, al que seguramente no habría conocido de no haberme topado con la irreverente película The Life Aquatic de Wes Anderson, protagonizada por Bill Murray, y con un elenco de actores que incluía, entre otros, a Owen Wilson, Cate Blanchett, Anjelica Huston, Willem Dafoe, Jeff Goldblum y... el propio Seu Jorge en un papel secundario pero muy relevante para la banda sonora del film, que incluyó cinco de las canciones de este The Life Aquatic Studio Sessions.

La película fue un fracaso de taquilla, pero acabó siendo una obra de culto, por su irónica y divertida descripción de la lealtad y de la búsqueda de un propósito en la vida, a través de la particular odisea de Steve Zissou (Bill Murray), que decide vengarse de una extraña criatura marina a la que bautiza como "Tiburón Jaguar", que devoró a su compañero Esteban Du Plantier durante el rodaje de su último documental. El film está plagado de momentos brillantes y cargados de trasfondo en sus mensajes, como en la escena en la que, en el estreno del citado documental, un niño le entrega a Zissou una bolsa llena de agua con un caballito de mar dentro, pero la bolsa empieza a perder agua, y Zissou hace una salida triunfal del teatro, haciendo caso omiso de los flashes de los fotógrafos y de la gente que le aclama o le critica a uno y otro lado, mientras avanza con gesto elegante, sosteniendo una copa llena de agua con el caballito de mar a salvo en su interior.

En el capítulo de momentos curiosos del film, hay que destacar también las escenas en las que, durante el viaje en busca del extraño tiburón, el marinero Pelé dos Santos (Seu Jorge), se retira de cuando en cuando con su guitarra a algún rincón del barco, para cantar tranquilo a la luz de la luna, o bajo el sol y la calma de la suave brisa del mar, versiones desnudas de algunos de los mejores temas de David Bowie, cantadas en portugués, y con el único acompañamiento de su guitarra acústica.

Trece son las canciones de Bowie que encontramos en este genial y curioso disco de culto, completado con Team Zissou, la canción que cierra el disco y la única canción original de Seu Jorge, escrita expresamente para el film. En ellas, sorprende que, manteniendo las melodías de las canciones originales, la traducción al portugués de las letras de Bowie no es, ni mucho menos, exacta, tomándose el músico brasileño la libertad de irse alejando o acercando a las letras originales a su antojo, creando con ello momentos de sorpresa en la escucha, lo que añadido al ligero toque a música brasileña que le imprime a los temas, dota a las míticas canciones de Bowie un nuevo y curioso pelaje, a la vez que mantiene las señas de identidad y la esencia de las piezas originales. 

El disco comienza con tres de las cinco canciones que fueron incluidas en la banda sonora oficial, firmada por Mark Mothersbaugh (Devo), y completada con canciones de rock de las décadas de 1960 y 1980, varias piezas instrumentales compuestas por Sven Libaek para la serie de televisión documental submarina Inner Space, y los temas de Seu Jorge. Hablamos de Rebel Rebel, Life on Mars y el "Astronauta de Mármore" (Starman), esta última basada en la adaptación que de la letra de Bowie hizo el grupo brasileño Nenhum de Nós en su versión del tema en 1986. La sencillez y el cuidado con los que Seu Jorge trata e interpreta estos y otros grandes éxitos del Duque Blanco son sin duda el mayor encanto de este disco, aunque la fórmula no encaje igual de bien en todas las versiones. Ziggy Stardust funciona y agrada también al mismo nivel, pero Lady Stardust, Changes y Oh! You Pretty Things empastan menos y por tanto no son tan llamativas como las anteriores.

En Rock N' Roll Suicide, la cuarta de las canciones incluidas en la banda sonora, vuelve la magia que rebosa el concepto de este disco, pero después llega un Suffragette City que pierde toda la fuerza del original en su versión acústico-brasileira. Five Years, la quinta y última elegida para la banda sonora, vuelve a ponernos en postura de reverencia ante la propuesta del músico de Río de Janeiro, y en el tramo final del disco hay espacio para curiosidades como la versión lenta y acústica de un tema tan enérgico como Queen Bitch, canciones más antiguas de Bowie como When I Live My Dream, y una agradable versión de Quicksand a la que le sienta bien el tempo del disco, más cercano al de la canción original que en otras canciones. El disco cierra con Team Zissou, el único tema original de Seu Jorge, pero en la versión para iTunes se ofrecía como bonus track la versión de Space Oddity, convirtiendo a la "Rareza Espacial" de Bowie en la rareza extra de un disco que, ya de por sí, estaba destinado a convertirse, como la película que le daba sentido, en una auténtica obra de culto.

Nada mejor que el propio Bowie para ponerle cierre a la reseña de este disco, cuando dijo que: "Si Seu Jorge no hubiera grabado mis canciones en acústico y en portugués, nunca habría escuchado este nuevo nivel de belleza que les ha dado a las canciones". Yo iría incluso más allá y diría que tanto el disco como la película han sido para mí piezas clave con las que restarle drama al guion y a la banda sonora de la vida misma, y por eso las canciones y las escenas de The Life Aquatic están siempre disponibles en un rincón cercano de mi memoria o de mi móvil, para poder volver a ellas siempre que necesite de la calma que da trasladarse mentalmente a la proa de un barco, para escuchar a Seu Jorge cantando el Astronauta de Mármore o Space Oddity, o para tener siempre presente que, cuando las dificultades se agolpen a ambos lados del camino, no hay que desfallecer y hay que asegurarse de llevar siempre contigo lo que de verdad importa, sosteniendo con mano firme la copa para que nuestro particular caballito de mar siga flotando seguro en su interior.

jueves, 28 de octubre de 2021

0301: Land of 1000 dances - Wilson Pickett


El single Land of 1000 dances de Wilson Pickett fue todo un éxito de 1966, y aunque no era una grabación original, se convirtió en la versión más inmortal de este tema. Curiosamente, una de las partes de la canción que más culpa tuvo en el éxito de la versión de Pickett (el famoso “naaa, nanananaaaa, nanananaaaa, nanana, nananaaaa, nanananaaaaaaaa”) no estaba presente en la primera versión de la canción, lanzada por el músico de Nueva Orleans Chris Kenner en 1962. Kenner quiso que fuera Fats Domino el intérprete de su canción, y éste aceptó a cambio de aparecer como compositor y recibir la mitad de los derechos de autor. Pese al nivel del cantante elegido, aquel primer Land of 1000 dances no tuvo ningún éxito.

La segunda versión del tema corrió a cargo de los rockeros Cannibal And The Headhunters, llegando hasta el número 30 de las listas estadounidenses. ¿Y qué aparecía en esta canción, que no estaba en la versión original, y que hizo del tema un éxito?  Pues precisamente los famosos "naaa, nanananaaaa, nanananaaaa, nanana, nananaaaa, nanananaaaaaaaa” aparecieron por primera vez. Lo curioso es que su presencia no fue una premeditada aportación de los integrantes del grupo de Los Angeles sino que, simple y llanamente, al cantante se le olvidó la letra, e improvisó tarareando.

La canción se hizo bastante popular en el circuito de bares y a nivel local, hasta llegar a manos de Wilson Pickett, que 1000 danzas después de la canción de Kenner y Domino, grabó una nueva versión con tarareo incluido. Su Land of 1000 dances arrasó en las listas hasta llegar al nº 1 de R&B. Su éxito y relevancia llegan hasta nuestros días, y el mítico tema ha sido interpretado por artistas como Ted Nugent, y sampleado por Devo o Public Enemy, además de haber puesto ritmo a películas como Forrest Gump o Full Monty.