miércoles, 17 de octubre de 2018

La música en historias: La excavadora de terciopelo y Hendrix



La excavadora de terciopelo. Así es cómo se le apodaba a Albert King debido a su 1'90 m de estatura y sus 118 kilos de peso. Nacido en el año 1924 en Indianola (Mississipi) en el seno de una familia humilde, en su juventud trabajó en una plantación de algodón. Albert, que ya de joven cantaba en un grupo de gospel de la iglesia de su localidad, tenía claro lo que quería. Con el tiempo empezó a tocar la batería en la banda de Jimmy Reed, consumado bluesman que ejerció influencia en gente como Eric Clapton,  Elvis Presley o los mismísimos Rolling Stones.

Albert además tocaba la guitarra eléctrica y, como era zurdo, la solución que ideó fue dar la vuelta literalmente a una guitarra para diestros, y no se molestó ni en cambiar e invertir el cordaje, utilizando su propio sistema para tocar, lo que no le impidió convertirse en uno de los mejores guitarristas de blues de la historia y contribuir a la modernización del género.

En 1968 un promotor musical llamado Bill Graham contrató a Albert para un concierto en el mítico Filmore Auditorium donde iban a tocar varios artistas, entre los que se encontraba Jimi Hendrix, del que no hace falta decir mucho, pues su sombra en el mundo de la música es muy alargada. Llegó el concierto y el primer grupo en tocar era Soft Machine, telonero durante la época en bastantes conciertos de Hendrix, y a continuación le llegaría el turno a Albert. Cuando salió Soft Machine a tocar, el público desde el comienzo no paró de gritar "Albert", lo que provocó que hasta el promotor Bill Graham saliera a recriminar a los asistentes por esa falta de respeto. Cuando por fin le llegó el turno a Albert, éste se hizo dueño y señor del concierto con su particular forma de tocar.

Más tarde le tocó salir a Jimi Hendrix, y lo primero que hizo fue dirigirse al público y decirles: "Oh, Albert King, he cogido la indirecta", y comenzó el concierto tocando algunos de los acordes de Albert King. Lo que yo hubiera dado por estar ahí y verlo con mis propios ojos, un momento tan único como encontrar una excavadora hecha de terciopelo.

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