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martes, 21 de diciembre de 2021

Grandes éxitos y tropiezos: Los miembros de Pink Floyd en solitario

 

Hoy las secciones se entremezclan en 7días7notas. En pleno #MesPinkFloyd ha resultado imposible escapar a la tentación de aprovechar este Grandes éxitos y tropiezos para profundizar un poco más en nuestro artista del mes o, para ser más exactos, en las carreras en solitario de cada uno de sus miembros. Todo aquel que descubre a un grupo que le entusiasma, y tras haber escuchado hasta la saciedad todos sus discos, intentará seguir buscando esa luz brillante y quizá ya perdida en los discos posteriores de sus integrantes. Imaginemos que ese grupo es Pink Floyd, y que esa ansiosa búsqueda tiene lugar en nuestra imaginaria y vieja tienda de discos de segunda mano ¿Qué discos de Waters, Gilmour, Barrett, Wright o Mason deberíamos comprar? ¿Cuáles deberíamos evitar? Bien podrían ser éstos:

Estás tardando en comprarlo:

Amused to Death (1992) es la obra maestra de Roger Waters en solitario. Un disco conceptual sobre la estupidez del ser humano, reflejada en su propensión a las guerras y al consumo desmedido, que está a la altura de sus mejores obras con Pink Floyd. De temática parecida es el reciente Is this the life we really want (2017), en la que un Waters más maduro e introspectivo que nunca nos vuelve a regalar una obra de peso.

On an Island (2006) es probablemente la mejor obra en solitario de David Gilmour. Una obra en la línea de The Division Bell, que a su vez es el mejor disco facturado por Pink Floyd tras la marcha de Roger Waters. Un Gilmour maduro y virtuoso nos regala atmosféricos pasajes y talentosos solos de melancólicas guitarras.

Si te queda pasta, llévate también:

Tras dejar Pink Floyd por sus problemas mentales, y aunque su desequilibrio iba cada vez más en aumento, llegó a grabar dos álbumes en solitario, The Madcap Laughs (1970) y Barrett (1970), en los que contó con la colaboración y ayuda de varios de sus ex compañeros. Ambos son obras de culto que suponen una clara continuación del sonido psicodélico de la primera etapa de Pink Floyd, pero son obras intimistas de aire inconexo y difícil escucha, que transmiten el caos y la inestabilidad mental que sufría su autor.

En 1984, en pleno proceso de separación de la banda, Roger Waters lanzó su primer álbum como solista: The Pros and Cons of Hitch Hiking, al que seguiría en 1987 el disco Radio K.A.O.S. Ambos son trabajos interesantes, que siguen la línea conceptual y estilística de discos como Animals o The Final Cut, pero alejados de sus mejores momentos con Pink Floyd.

En paralelo a su participación en Pink Floyd, David Gilmour lanzó dos interesantes discos en solitario. Su disco de debut David Gilmour (1978) y About Face (1984) merecen una revisión a pesar de que, en su momento, no tuvieron apenas seguimiento. El reciente Rattle that lock (2015) tampoco tiene desperdicio, aunque quede también lejos en cualquier comparativa con las grandes obras de la banda.

El último disco de Rick Wright, Broken China (1996), es un disco en la línea atmosférica y conceptual marca de la casa. Una interesante obra sobre la lucha contra la depresión, y una rareza que cuenta con la colaboración de Sinéad O’Connor en algunos temas. 

Vuelve a dejarlo en el expositor:

Nick Mason es el único miembro de Pink Floyd que se ha mantenido a lo largo de toda la trayectoria del grupo, por lo que no tiene discos en solitario, pero sí que firmó los discos Profiles (1985), Life Could Be a Dream (1986), White of the Eye (1987), Body Contact (1987) y Tank Malling (1989) a dúo con Rick Fenn, ex guitarrista de 10cc, pero ninguno de ellos merece ser rescatado en esta búsqueda. Misma suerte correría el disco Nick Mason’s Fictitious Sports, firmado junto a Carla Bley, aunque su labor en el mismo fue casi exclusivamente la de productor.

Un año antes de que Roger Waters le expulsara del grupo, Rick Wright lanzó su primer disco: Wet Dream (1978), un álbum melódico y pausado que se aleja del sonido conceptual de la era Waters, y se acerca a lo que sería Pink Floyd en la época Gilmour (que le repescaría y le devolvería su sitio en la banda). El propio Wright lo calificó de disco simple y poco sólido, así que lo dejaremos de nuevo en el expositor, junto al disco Identity (1984) que hizo junto a Dave Harris del grupo New Romantic.

Si buscas canciones sueltas: Hay muchas y muy buenas, y la lista depende totalmente de cuál sea vuestro músico preferido. Aquí van cinco temas imprescindibles para ir abriendo boca, y ya completaréis vuestra playlist vosotros con el resto:

1. What God Wants (Roger Waters)

2. On an Island (David Gilmour)

3. Perfect Sense (Roger Waters)

4. David Gilmour (Castellorizon)

5. Terrapin (Syd Barrett)

lunes, 20 de diciembre de 2021

La música en historias: Animals, la fábula del #MesPinkFloyd


La Inglaterra de 1976 estaba sumida en un clima de violencia social, inflación y desempleo, que actuaron como caldo de cultivo de nuevos movimientos musicales de carácter nihilista y contestatario como el punk, que no solo rechazó las normativas impuestas por la política y la sociedad, sino que renegó también de los estilos musicales anteriores. Con este panorama, Pink Floyd se convirtió para ellos en el símbolo de un decadente pasado, en un dinosaurio que no encajaba en la nueva escena underground, algo parecido a lo que le ocurría a la vieja central eléctrica de Battersea, que tras haber sido durante décadas uno de los edificios más relevantes de la ciudad, empezaba a estar en desuso y su tamaño y tipo de construcción, con aquellas enormes chimeneas, no encajaban del todo en el nuevo skyline londinense.

Pink Floyd no pasaba además por su mejor momento financiero durante la gestación de Animals. Acababan de estrenar su propio estudio de grabación (Britannia Row), y para reducir los costes en los que habían incurrido recurrieron a equipos de grabación de menor calidad que los que habían tenido en EMI. Eso repercutió en el sonido más áspero y rudo de Animals respecto a los discos anteriores. Al estudio llegaron con bastante material nuevo, que combinaron con dos descartes de Wish you were here, Raving and drooling (que tras muchos cambios acabaría convirtiéndose en Sheep) y You've got to be crazy (germen de lo que finalmente sería Dogs).

Roger Waters aprovechó un momento en el que sentía que la banda se estaba aburguesando, con sus compañeros más ocupados en disfrutar de los placeres de los nuevos ricos (coches deportivos, aviones privados, veleros) y escribió un disco que atacaba todas aquellas contradicciones, vistas desde la ideología proletaria y progresista en la que le había educado su familia. Basándose en el libro Rebelión en la Granja (1945) de George Orwell, creó una fábula protagonizada por perros, cerdos y ovejas representando a las tres clases sociales más representativas de la Inglaterra de aquel momento.

El disco comienza con el único tema suave y acústico que encontraremos en Animals. Dividido en dos breves partes que actúan como intro y final, Pigs on the wind (Cerdos en el viento) es un remanso de calma previa a la tormenta que se desatará en los temas posteriores. Su título engancha con la mítica portada del álbum, en la que un globo con forma de cerdo al que llamaron Algie, sobrevuela la Battersea Power Station en una fotografía tomada en un día nublado. La consecución de la fotografía para la portada está llena de anécdotas, como que el globo se escapó y como medida de seguridad hubo que desviar varios vuelos del aeropuerto de Londres. Varios cazas intentaron localizarlo sin éxito, pues los radares no detectaban el plástico con el que estaba hecho el globo. Algie apareció finalmente en una granja de las afueras, después de, paradójicamente, haber asustado al rebaño de vacas de la granja.

Dogs es uno de los temas centrales del disco, diecisiete minutos de oscuridad y cinismo, denunciando a la clase formada por los perros, rabiosos guardianes del sistema y su opresión despiadada. La alternancia vocal entre Gilmour y Waters contribuye a la atmósfera de división del tema, y los solos de Gilmour potencian la intensidad y la crudeza de esta distópica y brillante pieza.

Los perros están al servicio de los cerdos, la clase dominante de este ácido y oscuro cuento. En Pigs (Three different ones) se describen tres subclases bien diferenciadas: Las grandes corporaciones, cerdos que controlan realmente al país en la sombra, los políticos que les sirven a sus oscuros propósitos, y los adinerados moralistas y las figuras religiosas que, en posesión de la verdad, esparcen la doctrina de los cerdos y lavan el cerebro de las sometidas ovejas. Impulsada de nuevo por los solos de Gilmour, y los apocalípticos salmos de la voz de Waters distorsionada por el vocoder, es el segundo momento álgido del álbum.

Sheep es la canción en la que se ofrece al oyente el gris retrato de la vida de la clase trabajadora, las ovejas de este alegato musical y proletario. Pese a trabajar sin descanso, ven como el dinero solo les alcanza para lo justo, mientras los cerdos se enriquecen a su costa, y los perros abortan violentamente cualquier intento de las ovejas por levantarse en contra del sistema establecido. Lo más crudo de este tema es que acaba sin ofrecernos una luz al final del túnel.

La melancolía del segundo tramo de Pigs on the wind, con el que se cierra el disco, parece reafirmar que todo ha vuelto al principio. El cerdo a contar los billetes, el perro a morder a quién se atreva a salirse de la fila, y la oveja a su rutina y su triste vida gris de cada día, al tiempo que Waters, Gilmour y compañía volvieron a sus contradicciones y sus coches, sus aviones y sus veleros. Cuando, en 2016, pasé una temporada viviendo y trabajando en Londres, la Battersea Power Station seguía irguiéndose majestuosa a la orilla del Támesis, y aunque nunca llegó a ser un lugar de referencia y de visita a la altura del mundialmente conocido Abbey Road, yo no falté a mi obligada cita con la vieja central, para intentar replicar la foto del disco.

Para mi sorpresa, no fue posible obtener esa preciada instantánea en las mejores condiciones, porque todo el edificio estaba en remodelación y los andamios rodeaban las vetustas chimeneas como una hiedra venenosa. Hoy en día, está previsto que albergue apartamentos de lujo, pero el viejo edificio de ladrillo rojo espera paciente y en silencio a que, un buen día, el cerdo Algie aparezca y la sobrevuele de nuevo, denunciando desde el aire que la eterna rebelión sigue aún pendiente.

sábado, 4 de diciembre de 2021

La música en historias: Another brick in the wall, el comienzo del #MesPinkFloyd

 

Que difícil resumir y concentrar, a lo largo de sólo un mes de artículos, la carrera de una de las mejores y más influyentes bandas de la historia del rock, todo un icono cultural para varias generaciones. Y, al mimo tiempo, que apasionante el reto de desgranar su trayectoria, que atravesó etapas muy diferenciadas desde su formación en 1965, hasta prácticamente la actualidad, a lo largo de las cuales pasaron de la música psicodélica y espacial de discos underground como The Piper at the Gates of Dawn o A Saucerful of Secrets, al rock sinfónico de Atom Heart Mother o el rock progresivo de Meddle, siendo al tiempo pioneros de la experimentación electrónica y de sorprendentes innovaciones técnicas y sonoras en icónicos discos conceptuales como Dark Side of the Moon (1973), Wish you were here (1975), Animals (1977) o, por supuesto, The Wall (1979).

Nos detendremos en cada una de las diferentes etapas del grupo, marcadas por relevantes ausencias en su formación a lo largo de su extensa carrera. Presenciaremos la incorporación de David Gilmour, y la marcha posterior de Syd Barrett, aquejado de graves problemas psicológicos. Viviremos las luchas internas entre David Gilmour y Roger Waters para hacerse con el control creativo de la compleja nave nodriza, y la expulsión de Rick Wright, que tras la marcha de Roger Waters volvería como músico de sesión y asalariado durante las giras de un último Pink Floyd en el que ya solo quedaba David Gilmour a los mandos y Nick Mason a la batería, a la postre el único miembro que se mantuvo a lo largo de toda la trayectoria de un grupo histórico.

Recorrer esa trayectoria supone enfrentarnos a un grueso y elevado muro, que iremos desgranando golpe a golpe, y disco a disco, con la constancia y la avidez del que se muere por conocer las anécdotas y los detalles que se encuentran detrás de canciones como Atom Heart Mother, Echoes, Money, Eclipse, Shine on your crazy diamond, Wish you were here, Confortably numb, Another brick in the wall y tantas otras. Rompemos hoy la primera piedra, o mejor dicho, abrimos la primera grieta de ese impresionante muro de grandes momentos hechos sonido y canción, dando comienzo al #MesPinkFloyd.