viernes, 24 de diciembre de 2021

Disco de la semana 255: This is the life - Amy Macdonald


This is the Life (2007) es el título del primer disco de Amy Macdonald, joven cantante escocesa que, seguramente, no esperaba el éxito que consiguió con aquel puñado de buenas canciones, con el que dio el primer paso en firme de lo que hoy es una carrera más que reconocida y solvente. El disco llegó a lo más alto de las listas de Reino Unido y de media Europa, pero curiosamente en España no logró una gran repercusión. Desconozco el número exacto de ventas que obtuvo el álbum en España, pero puedo presumir de ser uno de esos pocos "afortunados" que descubrieron "Esto es la vida" y dejaron que fuera una parte importante de la suya propia.

En mi caso, el descubrimiento fue completamente casual, y me cuesta reconocer que escuché la canción que le da título, en el hilo musical de una cadena de ropa de un centro comercial. El destino es caprichoso, y lo que en principio fue para mí una concesión a regañadientes para contentar a mi chica, se convirtió en la grata experiencia de escuchar a alguien que me sorprendió por la frescura de la combinación de un ritmo acelerado y un cierto toque folk, con un estribillo intenso y pegadizo y una característica voz alejada de los estándares ñoños que habría esperado escuchar entre vestidos veraniegos y chaquetas de entretiempo.

A ella le encantó al instante, y a mí me despertó una más que razonable curiosidad, así que sin que ella se percatara saqué el móvil del bolsillo y dejé que el Shazam hiciera su impagable trabajo en la sombra. Se llamaba Amy, su apellido era Macdonald, y apenas acababa de cumplir veinte años. Su disco de debut se convirtió, pocos días después, en un perfecto regalo sorpresa, que escuchamos por primera vez en un viaje en coche. Desde las primeras notas de Mr Rock & Roll supe que había dado en la diana, pero ella no dio un respingo en el asiento del conductor hasta el siguiente tema, cuando reconoció en This is the Life esa canción perfecta que le había embrujado en aquella tienda.

Canciones intensas y cargadas de venenosa inquina como Poison Prince, o más solemnes e introspectivas como Youth of Today, sobre la pérdida de la inocencia de su generación al enfrentarse a la realidad de la vida, pero todas ellas con el denominador común de haber sido concebidas en los ratos en los que le tomaba prestada la guitarra a su padre. En el coche, fueron sonando temas como Run o Let's start a band, sobre adolescentes que planean formar un grupo y sueñan con llegar un día a tocar en Glastonbury, y entre todos fueron convirtiendo nuestro viaje en una experiencia inolvidable, en la que disfrutamos juntos de esa poción mágica que parece aplicar a sus canciones, que combinan un toque justo de aroma comercial con una instrumentación y una madurez más propias de artistas con mayor experiencia y muchas más velas sopladas.

Y quizá ese sea el único "pero" que le pondría al disco, el no haberse atrevido a salirse del camino y haberse desmadrado instrumentalmente en alguno de los temas. Siguiendo esa combinación exacta y prudente de canción corta y trabajada al punto exacto para triunfar en la radio, Barrowland Ballroom brilla como las anteriores, pero a la altura de L.A el disco empieza a notar el desgaste y a dar signos de agotamiento de la fórmula.

A Wish for Something More levanta el vuelo con su evidente positivismo, y Footballer's Wife parece atisbar una mayor militancia crítica en futuras letras, pero en este caso el tema (la superficialidad de las mujeres de los futbolistas) resulta poco interesante y no deja para la historia un final a la altura de este disco, que desde entonces ha sido parte de la banda sonora de todos y cada uno de nuestros viajes largos en coche. Al principio fuimos dos, y luego fuimos creciendo hasta ser cuatro, y en ese crecimiento fueron cambiando también los discos que escuchábamos, pero siempre hay un ratito reservado a This is the Life. No es un disco perfecto, ni lo tiene que ser. Esto es la vida, ni más ni menos.

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