miércoles, 29 de mayo de 2019

Canciones que nos emocionan: Hijos de Caín, Baron Rojo

En un lugar de la marcha, Barón Rojo



     "La Bíblia cuenta una historia
que un Dios terrible dictó
el drama de dos hermanos
el justo y el traidor....."

     Así empieza el que es para mí uno de los mejores temas de la historia de rock español, y por lo tanto merecía un hueco en la sección de Canciones que nos emocionan. 

     Corre el año 1985 y Barón Rojo (compuesto por los hermanos Carlos y Armando de Castro, Jose Luis Campuzano "Sherpa" y Hermes Calabria) publica bajo el sello discográfico Chapa Records el que sería su cuarto álbum de estudio, de título En un lugar de la marcha. Un disco que venía a consolidar más si cabe al grupo dentro del panorama tanto nacional como internacional y que está encuadrado dentro de la época dorada del grupo. Un disco que les sirvió para seguir haciendose grandes dentro y fuera del territorio nacional haciendo extensas giras en Francia y Sudamérica además de en España.

     Dentro del disco nos encontramos con Hijos de Caín, compuesto por nuestro querido Jose Luis Campuzano "Sherpa", un tema que viene a corroborar la maestría compositora que atesora el bajista, cantante y compositor. Para la grabación del tema contaron con la colaboración de José Barta a los teclados, que por entonces tocaba en el grupo Goliath.

La Biblia cuenta una historia

que un Dios terrible dictó

el drama de dos hermanos

el justo y el traidor
Abel mezquino y cobarde

el siervo de su señor

Caín que no entró en el juego

y que se reveló
Te maldigo, truena la voz de su juez

padre nuestro, que nos privó del edén
Caín rompio con un gesto su yugo de esclavitud

huyó del ojo implacable

llevó su propia cruz
Perseguido por quebrantar una ley

que no entiende y que no cuenta con el
Sufriras, moriras

esta es su voluntad

pero aún hay aqui

Hijos de Caín
La estirpe del fugitivo, creció y se multiplico

el signo que los margina ya nunca se borro

te maldigo, claman los hijos de Abel

a la diestra de su señor el poder
Sufriras, moriras

esta es su voluntad

pero aún hay aqui

Hijos de Caín

Oh!

Quizá los hombres seamos a un tiempo Abel y Caín

quizá un día destruya lo oscuro que hay en mi
el destino no está marcado al nacer
yo he elegido ser lo que siempre seré
HIJO DE CAIN
Hijos de Caín

     Hijos de Caín es una obra maestra, donde al escuchar la intro ya sabemos que se nos avecina algo muy grande, y que tras la primera estrofa del tema ya estamos completamente hipnotizados ante la historia que estamos a punto de descubrir. Un tema crítico, muy crítico, donde el grupo pone en tela de juicio los valores y las leyes que aparecen en la Biblia. Un temazo dónde el grupo demuestra por qué es uno de los mejores de la historia del rock de nuestro país, con una letra dónde Sherpa es capaz de hilar tan fino que es capaz de poner contra las cuerdas a las escrituras sagradas. ¿Y si no fuera cómo nos lo han contado durante toda la vida............?

lunes, 27 de mayo de 2019

La música en historias: El club de los oídos




     Desde el origen de la música y desde que tenemos conocimiento de los primeros músicos de la historia hasta la actualidad, ésta ha ido evolucionando a pasos agigantados y a través de su historia han surgido infinidad de estilos musicales y músicos que han sabido elevar este maravilloso arte a cotas inimaginables.

     Dentro de ese inunmerable elenco de artistas que han pasado  por toda la historia de la música me voy a detener en ese grupo de músicos que sin tener ni idea de solfeo, sin saber leer una triste partitura y sin haber estudiado en su vida este noble arte ayudaron a engrandecerlo gracias a sus contribuciones.

      ¿Pero cómo puede ser que sin haber dedicado un sólo minuto ni siquiera a aprenderse las notas (ya fuera por falta de medios o porque sencillamente no lo necesitaban) pudieran tocar una sola nota y además a hacerse grandes? Gracias al oído, hay gente que con sólo oir una nota es capaz de reproducirla con una exactitud demoledora, cómo por ejemplo uno de los reyes del blues, nuestro querido Robert johnson el cuál aprendió a tocar la guitarra de oído escuchando temas en la radio y en el fonógrafo. Robert Johnson está considerado cómo el rey del Delta Blues, con todo lo que eso significa.

Robert Johnson
   
     También tenemos al mismísimo Jimi Hendrix, que sin apenas tomar clases de música cambió la forma de entender y tocar la guitarra eléctrica. De él se dice que cuando era joven afinó su guitarra yendo a una tienda de instrumentos y tocando alguna que otra nota de los instrumentos que allí había, quedándose con la copla de las notas tocadas para luego reproducirlas en su guitarra, ya que no tenía recursos ni para tener siquiera un afinador.

     El mismísimo rey del Rock & Roll, Elvis presley grabó su primer disco sin tener ni idea de de leer música ni de interpretar partituras, menos mal. Y que vamos a decir de Django Reinhardt, que empezó tocando la guitarra sin tener ni idea de leer ni escribir, y mucho menos solfeo. Django está considerado como una de las grandes figuras de jazz.

Jimi Hendrix

     Paul McCartney es otro de este selecto grupo, un músico que a pesar de no sabr escribir partituras era capaz de reproducir exactamente lo que quería hacer. Su compañero de grupo John lennon tampoco tenía idea alguna de leer e interpretar partituras. Menos mal, porque lo que hicieron estos dos chicos con George Harrison y Ringo Star con los Beatles forma parte de la historia de la música.

     Mozart, aunque su caso es diferente, pues si sabía solfeo, pero no con tres años, edad a la que ya sabía sacar melodías de oído, todo un genio.  Prince, el cuál fue abandonado por su padre cuando tenía seis años, su padre se llevó todas sus cosas menos un piano, un piano que éste utilizó para sacar melodías de sus series de televisión favoritas, casi nada.

Paul McCartney

     ¿Cómo puede ser que el mismísimo Luciano Pavarotti no tuviera idea alguna de leer partituras? Para aprenderse las canciones tenía a una persona que le enseñaba estas fonéticamente.

     B. B. King es otro de este ilustre y selecto grupo que nunca se molestó en leer e interpretar partitura alguna. Los Bee Gees componían todos sus temas de oído, el mítico guitarrista Pete Townshed, el principal compositor del grupo The Who, aprendió a tocar además de la guitarra eléctrica varios instrumentos de forma completamente autodidacta. Otro que aprendió de forma autodidacta es Rory Gallagher (uno de los mejores y más influyentes guitarristas de blues rock que ha parido madre) el cuál llegó a tocar la guitarra eléctrica, la mandolina, el banjo, la armónica y el saxo.

Pete Townshed

     Y muchísimos músicos más que me dejo en el tintero que sin saber leer una sóla nota han hecho cosas muy grandes en el noble arte de interpretar música.
Sirva este pequeño post cómo homenaje a este grupo de músicos, pues además de demostrar el inmenso talento que tienen o tenían nos han demostrado que nada es imposible y que sólo hay que proponérselo, lo único que hay que hacer es agudizar el oído, ¿Por qué no?

domingo, 26 de mayo de 2019

Canciones que nos emocionan: Are you Gonna Be My Girl, Jet

Are You Gonna Be My Girl, Jet



     Para la ocasión vamos a viajar a Australia, donde se formó el grupo cuyo tema vamos a tratar en esta ocasión. 
Corría el año 2001, verano en Melbourne (Australia), y los hermanos Nic Cester (voz y guitarra rítmica) y Chris Cester (batería) deciden formar un grupo, y para ello se juntan con Cameron Muncey (guitarra principal) y Mark Wilson (bajo), el nombre del grupo lo tienen claro: Jet, y eligen ese nombre en honor a a Paul McCartney y su canción Jet, incluida en su disco Band on the Run (disco absolutamente recomendable).
     El grupo se influencia en grupos de la tierra patria cómo los Easybeats y AC/DC, y en otros de fuera de su país cómo The Beatles, Oasis, Queen, T-Rex, The Faces ó The Rolling Stones entre otros. 

     Al año siguiente de su formación, 2002, el grupo consigue editar su primer trabajo de forma completamente independiente, un EP titulado Dirty Sweet. Un Ep que se graba en la casa de uno de los miembros y grenera bastante éxito y expectación, lo que no pasa desapercibido para la compañía discográfica Elektra que ficha al grupo.

     Ya con la tranquilidad de tener un contrato el grupo se mete en el estudio otra vez y en octubre de 2003 publica su segundo trabajo y primer LP, álbum de larga duración, llamado Get to Born, disco que según el grupo era un homenaje al rock clásico. El disco se graba en los míticos estudios Sunset Sound de Los Ángeles (Estados Unidos), y en la grabación participa Billy Preston, famoso teclista que había colaborado entre otros con The Beatles, The Rolling Stones y Eric Clapton
Incluido en ese disco nos encontramos el corte Are You Gonna Be My Girl, el tema al que me refiero en esta ocasión.

So one, two, three, take my hand and come with me

Because you look so fine
That I really wanna make you mine
I say you look so fine

That I really wanna make you mine
Oh, four, five, six c'mon and get your kicks

Now you don't need that money
When you look like that, do ya honey
Big black boots

Long blonde hair
She's so sweet
With her get back stare
Well I could see

You home with me
But you were with another man, yeah!
I know we
Ain't got much to say
Before I let you get away, yeah!
I said, are you gonna be my girl?
Well, so one, two, three, take my hand and come with me

Because you look so fine
That I really wanna make you mine
I say you look so fine

That I really wanna make you mine
Oh, four, five, six c'mon and get your kicks

Now you don't need that money
With a face like that, do ya
Big black boots

Long brown hair
She's so sweet
With her get back stare
Well I could see

You home with me
But you were with another man, yeah!
I know we,
Ain't got much to say
Before I let you get away, yeah!
I said, are you gonna be my girl?
Oh yeah, oh yeah, c'mon!

I could see
You home with me
But you were with another man, yeah!
I know we
Ain't got much to say
Before I let you get away, yeah!
Uh, be my girl
Be my girl
Are you gonna be my girl?
Yeah

     Este tema fue compuesto por Nic Cester y Cameron Muncey, y nada más salir alcanzó un gran éxito, consiguiendo situarse en el puesto nº 2 de las listas de ventas inglesas Uk Rock Charts y el puesto nº 3 en las listas de ventas estadounidenses Modern Rock Tracks, amén de posicionarse también en las listas de ventas en Australia, Alemania, Irlanda, Paises Bajos y Francia

     Al éxito del tema también ayudo la circunstacia de que fue el primer tema que se uso para los anuncios comerciales del famoso iPod, en el cuál aparecía una sombra bailando mientras escuchaba en un iPod este tema. Al año siguiente la compañía Vodafone también utilizaría este tema para el lanzamiento de sus anuncios de mensajería.

     Pero también estuvo en el centro de la crítica, pues hubo un sector de la crítica que pensaba que el riff del tema se parecía en demasía al tema Lust for Life de Iggy Pop. Chris Cester comentaría después que el grupo llegó a coincidir con Iggy Pop y llegaron a charlar del tema, y al igual que Iggy en su momento reconoció ( cuándo él y David Bowie escribieron Lust for Life, querían copiar ese toque del sonido Motown), ellos querían acercarse a ese toque y sonido con sabor a Motown. Jet consideraba que Are You Gonna Be My Girl se acercaba más si cabe a ese sonido que a Lust for Life si cabe, y si te parabas a escuchar por ejemplo el tema You Can't Hurry Love del grupo The Supremes, éste si se parecía en todo caso mucho más que el tema Lust for Life, hecho con el que Iggy estaba completamente de acuerdo.

     Lo que está claro es que Are You Gonna Be My Girl es uno de esos temas que te ponen las pilas cuando más lo necesitas, de esos que te pones cuando necesitas seguir adelante y estás fundido de ánimo. En definitiva, es de esos temas que te recuerdan que "tú puedes con todo lo que te echen"

sábado, 25 de mayo de 2019

Los relatos de 7notas: Un argentino en la corte del barrio de Butarque






Como nos gustan mucho las historias el pasado mes de abril, los miembros de 7dias7notas hemos participado en el "V concurso de relatos breves de Butarque" lanzado por la Asociación Vecinal independiente de Butarque, donde fieles a nuestro espíritu nuestro relato lleva asociada la música.



En esta ocasión no hemos tenido o alcanzado el primer puesto, ya que los jueces del concurso se decidieron por otro relato mucho mejores, pero como sabemos que a nuestros seguidores les gustan nuestras historias, les compartimos nuestro relato, para que lo disfruten tanto como nosotros lo hemos hecho cuando decidimos participar.



Un argentino en la corte del barrio de Butarque



Madrid estaba nublado cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Barajas. Ese fue el primer gran contraste con el tiempo veraniego que dejé atrás en Buenos Aires. Con 12 horas de avión a mis espaldas y los efectos en mi cuerpo de las 4 horas de diferencia horaria con Argentina, aún me quedaban por delante 30 minutos de taxi hasta mi nuevo barrio, mi nuevo hogar, tan cerca ya y tan lejos de lo que había sido mi vida hasta el momento.



La crisis en Argentina, los problemas económicos que atravesaban mis viejos, y la insistencia de mis abuelos paternos (gallegos) en lo que consideraban la mejor decisión en esas circunstancias, fueron los detonantes que nos propulsaron en un viaje transoceánico hasta Madrid. Era también, según ellos, lo mejor para mí, pero paradójicamente no contaron mucho conmigo o con lo que yo pudiera pensar al respecto. ¿Pensaron qué sería de mí como adolescente en este nuevo lugar? ¿Pensaron acaso en lo que iba a suponer buscarme un hueco entre amigos nuevos a la edad de 14 años, en un barrio en el que probablemente todos los chicos tenían ya sus grupos formados y su vida encauzada?


Mis amigos, sin embargo, quedaban atrás en la distancia. Prometimos escribirnos y les juré por lo más sagrado, es decir por Soda Stereo y Los Abuelos de la Nada, que el verano siguiente iría a verles en cuanto mis padres pudieran pagar un pasaje de vuelta. Mis abuelos maternos quedaron en Buenos Aires y, por lo tanto, el hilo conector seguía existiendo y teníamos un lugar en el que alojarnos durante el tiempo que pudiéramos pasar en la añorada patria.

¿Y qué había llevado conmigo además de una maleta llena de dudas y miedos? Me acompañaba mi vieja guitarra fender, regalo de mi abuelo materno, en sus tiempos cantante de tangos de cierta repercusión local en la Buenos Aires de los años 40-50, como parte de una orquesta de tango que se llamaba “Los Solitarios". No en vano, el nombre con el que bautizamos al grupo de rock con el que los amigos pretendíamos convertirnos en estrellas de rock fue "Los Llaneros Solitarios", y no solo por la pasión inculcada por mi abuelo, sino por las tiras cómicas de “El llanero Solitario”. Como Felipe en la tira cómica Mafalda, mis amigos y yo éramos fervientes admiradores de nuestro héroe de ficción. Aquel sueño de llegar al estrellato musical también había quedado enterrado a 12 horas de avión en el hemisferio Sur.

El taxi llegó a una zona de edificios y zonas verdes que parecía bastante tranquila. Un bulevar atravesaba la calle principal, franqueada por una línea de edificios a cada lado y, detrás de éstos, otras dos calles paralelas a la calle principal. En los bajos de los edificios estaban los comercios, principalmente bares, cafeterías y farmacias. No estaba mal si tu plan era beber hasta ponerte enfermo, y comprar después analgésicos y jarabes contra la depresión posterior.

El departamento que habíamos alquilado no era muy grande, en esta nueva etapa me tocaba compartir habitación con mi hermana, y ella estaba aún más enfadada porque ahora tenía que compartir espacio con mi guitarra y mis calcetines olvidados en el suelo. Nos queríamos mucho, pero mi guitarra y su legión de zapatos eran fuente de pelea constante.

Mi madre estaba hablando con la dueña del departamento sobre el funcionamiento de la ducha, la heladera y sobre como prender el calefón y recuerdo, como si ese momento hubiera sucedido ayer, mirarles anonadado y con la sensación de que ambas hablaban idiomas completamente diferentes, mientras la señora respondía: "El piso está reformado, la nevera es nueva y la caldera hay que encenderla ya que ha estado apagada mientras el piso no estaba alquilado pero funciona perfectamente... "

Al día siguiente, mi padre nos despertó y nos dijo que nos vistiéramos para ir al nuevo colegio, en el que "ya veréis como conocéis nuevos amigos muy pronto y que todo va a ir muy bien". A los 14 años esas cosas son un mundo, cada acontecimiento es una revelación, y las diferencias se hacen más grandes cuando descubres que ese mundo está partido en dos, algo que sólo averiguamos cuando salimos de nuestra "mitad" del mundo. Estando en clase, los que en Argentina eran conquistadores pasaron aquí a ser respetados aventureros y descubridores, protegidos por admirados reyes de brillante historia. La lengua del ustedes y el vos pasó a ser de vosotros y tú, y solo las matemáticas mantuvieron la lógica de que 1+1 siguieran siendo 2.

Pero poco a poco comencé a conocer nuevos amigos, y no es que los anteriores se me fueran olvidando, pero contra todo pronóstico el acento extraño y el "Che" me fueron ayudando. Al salir del colegio volvía a casa por el bulevar que cruza el barrio, y un día me encontré a uno de los chicos de mi clase llevando unos platos de batería. Me detuve a preguntar que hacía con ellos, y me contó que era parte de una banda de rock y les habían dejado ensayar en el local de la asociación de vecinos, justo enfrente del Instituto. A cambio ellos tocarían en las fiestas populares del barrio en el mes de junio.

Seguimos hablando durante todo el camino hasta el local de la Asociación, y le conté que yo tenía una banda de rock con unos amigos. Ya en el local, mientras él montaba la batería en un rincón, descubrí que paradójicamente había huido de una situación complicada en Argentina, en la que peligraban cosas básicas como la educación y la sanidad, para llegar a un barrio en el que el Instituto había costado un movimiento vecinal, y en el que aún no contaban con servicios básicos como una Biblioteca o un Centro de Salud. Aquello me dejó confundido y absorto en mis pensamientos, hasta que el chico me zarandeó y me dijo: "¡Eh, que no te enteras, que si te apuntas un día a ensayar con el grupo!"

Volví corriendo a casa en busca de mi vieja guitarra, no la había tocado nunca desde que había llegado a Madrid. Subí las escaleras de un tirón, abrí la puerta del departamento dejándola abierta tras de mí, apenas escuché a mi madre diciendo una vieja frase de "no vives en carpa", pero sin hacer mucho caso recorrí el pasillo hasta mi cuarto, en busca de la guitarra.   Pero fue regresar a la puerta de entrada y allí estaba nuevamente mi madre, enojada por las pintas que traía, y recordándome que debía quedarme en casa ya que la comida ya estaba sobre la mesa.

Ese día se me hizo muy largo. Era la primará vez que quería volver al colegio a encontrarme con ese chico para proponerle no solamente participar del ensayo, sino ser parte de su grupo de música, y antes de que sonará el despertador de mi padre a la mañana siguiente, ya estaba despierto a la espera de ir al colegio. Es muy probable que mi padre no olvidara ese día, porque no me queje ni una sola vez por ir a clase.

Sentía las manos frías por los nervios de la espera, hasta que ví llegar a mi compañero de clase. Como si no importara otra cosa, le encaré para contarle que quería ser parte de su banda de rock. El accedió de inmediato, y esa misma tarde los fui a ver con mi vieja Fender. Esa tarde, en el local, fue la primera vez que comencé a sentirme parte de ese lugar. Ensayando con aquellos chicos, descubrí que la música me permitía encontrar esos lugares comunes a todos, en los que ya no me sentía un extraño.

Los años fueron pasando, los amigos de la infancia fueron quedando en mi memoria, y mis anhelos de estrella de rock fueron cambiando, hasta mutar en una carrera universitaria de Periodismo y Comunicación, que me llevó a montar mi propio estudio de radio, en el cual hoy puedo pinchar a los Redondos y después pasar a Rosendo y su "Flojos de Pantalón", sin percibir ya diferencias entre los dos mundos de mi infancia.

El barrio se ha vuelto ya una parte de mí. Lo recorro siempre que puedo y en el rostro de la gente puedo ver sus alegrías y sus penas, mientras salen del Centro de Salud o cuando me cruzo con ellos en la Biblioteca. Siendo pequeño, mi padre decidió que por la crisis debíamos emigrar, y el destino me llevó a otra crisis en el mundo desconocido hacia el que tuve que partir. el En ese mundo descubrí que, tras el enojo y la duda de sentir que lo has perdido todo y que nada será ya igual, se esconde la oportunidad de un nuevo comienzo.



Esperamos que les haya gustado el relato tanto como a nosotros nos gustó participar en el concurso.

Daniel
Instagram Storyboy

viernes, 24 de mayo de 2019

El disco de la semana 128: PAX - May God and your will...




Son las 7 de la mañana en la ciudad de Lima, justo en el centro de un gran mosaico de coches parados y claxons poniéndole música al caos. Ya ha amanecido pero el cielo está gris, mezcla de nubes y contaminación a partes iguales, en una ciudad en la que ver llover es más difícil que encontrar un buen grupo de rock peruano que recomendar en el disco de la semana de 7días7notas.

Sentado en el asiento de atrás del taxi que he tomado en el aeropuerto, observo por la ventanilla los desgastados y golpeados coches llenos de gente dirigiéndose a alguna parte, y las furgonetas blancas convertidas en atestados autobuses de pasajeros. Entre los coches que zigzaguean tratando de ganar un metro en el atasco, un chico de unos 12 años aparece en una vieja bicicleta, serpenteando, casi insignificante, entre el mar de vehículos que nos rodea, como una aguja inquieta en un enorme pajar.

El chico pasa por delante del taxi y desaparece por una calle a la derecha, mientras el conductor del taxi señala en la misma dirección y dice: "A la derecha está el Estadio Nacional, dónde juega la selección de Perú". No hago mucho caso, no es un dato que me ayude en mi búsqueda de una joya curiosa del rock peruano, pero contesto educadamente y contemplo el estadio, y de pronto veo claras las señales, la aguja en el pajar apuntando hacia el estadio como una brújula señala al Norte...

Casi sin pensarlo lanzo la pregunta: "¿Hay también conciertos de rock en este estadio?"
"¡Claro!", contesta el taxista, diríase que también entusiasmado por el giro de la conversación. "Por ejemplo, en 2008 actuó aquí Deep Purple, yo fui a verles pero sobre todo por los teloneros, que eran de aquí". Sentí que de manera real e inexplicable se abría una puerta a la esperanza en el camino que el niño y el taxista me habían marcado. Pregunté con auténtica curiosidad quienes eran, a lo que contestó que los teloneros fueron PAX, grupo de rock peruano con un único disco en su trayectoria pero tan buenos que la prensa, ante la inminencia del concierto, acuñó una frase que ha quedado para siempre asociada a la leyenda del grupo:
"PAX no telonean a Deep Purple, PAX tocan con Deep Purple, carajo."

May God and your will land you and your soul miles away

Hablamos de un disco de título extremadamente largo, pero que se queda corto tanto en duración como en número de canciones, lo que irremediablemente te deja con ganas de más en cada una de las escuchas. Comienza con el gran riff de "A Storyless Junkie" y la voz rockera de Jaime Orué combinada con un intermedio instrumental en el que se luce la guitarra de Pico Ego Aguirre, el líder de PAX a lo largo de todas sus diferentes formaciones, con un solo incandescente y memorable. 

"Rock An’ Ball" cambia hacia el rock and roll clásico pero manteniendo el gusto por los riffs punzantes. Le sigue "Green Paper (Toylet)" en la que se produce uno de los primeros grandes giros del disco y uno de los momentos musicalmente mas memorables, a través de una sorprendente e imaginativa progresión de acordes de la guitarra acústica, con toques hippies y psicodélicos que conforman uno de los mejores temas del disco.

"Sittin’ On My Head" tiene muchas influencias de Jimi Hendrix. De nuevo Pico Ego Aguirre se luce a la guitarra con wah wah's incendiarios y solos psicodélicos que recuerdan a los primeros Pink Floyd. "Deep Death" sigue la misma línea, sobresalientes guitarras llenas de fuerza y virtuosismo, y el apoyo de la banda y el órgano hammond dando cuerpo al conjunto sonoro.

"For Cecilia" es el tema lento del disco, la canción de amor que suponemos va dedicada a una chica peruana, en un tono triste porque la historia se sitúa en un momento posterior a la relación en la que el protagonista lamenta la ruptura o pérdida. Guitarras acústicas y arreglos orquestales que al final del tema dejan paso a otro intenso solo de guitarra de Pico Ego Aguirre, que nos regala otro de los mejores momentos del disco.


Pero aún queda más. "Pig Pen Boogie" vuelve al rock con tintes metaleros y a estas alturas ya es evidente que el nivel es altísimo y nos encontramos ante un disco memorable. En este punto, esperaríamos que la carretera por la que PAX nos ha conducido durante media hora nos siguiera llevando hacia una puesta de sol infinita, pero la realidad es que solo queda por delante la anecdótica "Shake Your Ass", con cierto toque de folk circense en la música y aires del John Lennon más gamberro en la voz. Apenas un minuto de duración para el momento más prescindible del disco. Con su grotesca carcajada final, la soñada carretera se corta abruptamente en un precipicio tras el que ya no queda nada. El disco ha frenado en seco y sin darnos cuenta ya se ha terminado.


Son casi las 8 de la mañana en la ciudad de Lima, unos días después de mi llegada. Lo primero que hice aquel día en el hotel fue conectar el wi-fi, descargar el disco de PAX, escucharlo tranquilamente y evaluar si podía ser el disco de la semana de 7días7notas. Después de varias escuchas ya no albergo ninguna duda, ha sido el descubrimiento más excitante en muchísimo tiempo, una auténtica aguja en el pajar que a la luz del sol emitió un destello revelador.

Observo desde la ventana del hotel los desgastados y golpeados coches llenos de gente dirigiéndose a alguna parte, y las furgonetas blancas convertidas en atestados autobuses de pasajeros. Entre los coches que zigzaguean tratando de ganar un metro en el atasco, casi he creido ver de nuevo al chico de la bicicleta, de camino al Estadio Nacional. Ese estadio en el que un día PAX fueron teloneros de Deep Purple. ¿Que carajo estoy diciendo?, si algo tengo claro ahora mismo es que PAX no teloneó a Deep Purple, PAX tocó con Deep Purple.