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domingo, 22 de septiembre de 2019

La música en historias: Sueños, Gigantes y Astronautas



Capítulo 1: Sueños

En 2015 vi en Youtube un vídeo en el que Coque Malla interpretaba No puedo vivir sin tí para un grupo de niños, en un aula de primaria de un colegio madrileño. Me encantó la idea y desde ese momento quise hacer algo parecido como cantante aficionado en un grupo de música que había creado con dos amigos. Los "Telelovers" se componía de guitarra, piano y voz, y alcanzaron fama y repercusión mundial... en mis Sueños.

Ni corto ni perezoso, y con el visto bueno del resto de componentes, me planté delante de la profesora de primaria de mi hijo pequeño, y le planteé la propuesta. La idea era que Los Telelovers actuarían representando el cuento de los Músicos de Bremen, que incluiría la interpretación al completo de la canción Berlín de Coque Malla. La profesora aceptó entusiasmada, pero puso una condición. La actuación no sería solo para los alumnos de la clase de mi hijo, sino que sería para todos los alumnos de la misma edad.

Así que nos plantamos en el colegio el día y hora establecidos y, con las primeras notas de Berlín saliendo de la guitarra de Joserra y el piano eléctrico de Javier, miré a los 75 niños que tenía delante y un pensamiento me vino a la cabeza: "Que cabrón el Coque, en la que me ha metido"



Capítulo 2: Gigantes

Unos años después, en 2019, en la FNAC de la Plaza de Callao de Madrid, tuve la oportunidad de compartir esta experiencia con el propio Coque Malla. A través de su Instagram, comunicaba en un vídeo que el 16 de Septiembre se iba a celebrar la presentación del libro "Sueños, Gigantes y Astronautas", en el que la periodista Arancha Moreno, a través de muchas conversaciones con Coque y entrevistas con otros músicos con los que había trabajado, contaba la trayectoria del cantante madrileño, a través de 30 de sus canciones, en solitario o como líder de Los Ronaldos.

La presentación consistió en un interesante y desenfadado coloquio conducido por el periodista  Santi Alcanda, en el que participaron, además de Coque, su hermano Miguel Malla y Arancha Moreno como autora del libro. Entre los momentos más destacables, Arancha y Coque compararon las conversaciones que habían tenido con "visitas al psicólogo", por el efecto terapéutico y liberador de recordar tantos momentos y vivencias, algunos de ellos enterrados, en lo más profundo de la memoria, hasta la liberación de aquellos encuentros.

Coque alabó el respeto y la manera en la que Arancha trató la información de aquellas conversaciones, que le dieron la tranquilidad necesaria para abrirse y contar más de lo que en otras circunstancias habría contado. En sus propias palabras, hasta le daba "más carnaza" porque sabía que ella después la reduciría para el bien del libro.

Santi Alcanda llevaba el hilo conductor, a través de las preguntas que lanzaba al resto, repasando las primeras influencias directas (Las Ruedas), los comienzos con "Si os vais" (para Coque el "Love me Do" de Los Ronaldos por ser el primer single que sacaron), y rarezas como la versión íntegra del "Transformer" de Lou Reed que Coque realizó en directo con su banda, rebautizada para la ocasión como "The Satellites". Un disco que solo se publicó en vinilo, y que desde ese momento ha pasado a ser un objetivo del "Detective del Rock" de este blog.

Tras el coloquio, estos cuatro Gigantes ofrecieron al público la posibilidad de hacer preguntas. Y en ese momento, la misma inconsciencia que me llevó a ponerme micrófono en mano delante de 75 niños, fue la que me hizo levantar esa misma mano para solicitar el micrófono y contar la historia de cómo los Telelovers emularon a Coque Malla en un colegio madrileño. Entre las risas de los asistentes al compartir literalmente la frase que me vino a la cabeza en aquel momento de tensión, planteé la pregunta:


¿Cómo surgió la idea de tocar para niños en un colegio?


Un Coque sonriente y cercano respondió que, por si me servía de consuelo, él pasó tantos nervios o más ante esa misma situación, porque los niños son el público más exigente y difícil. Un niño al que no le está gustando lo que ve, tarda poco en mirar para otro lado, o manifestar abiertamente su desinterés. La idea había surgido para el programa Fuera de Lugar de Televisión Española, pero había hecho otras cosas parecidas con niños en otros proyectos como, por ejemplo, con La Casa Encendida.


Capítulo 3: Astronautas

Tenía razón Coque, un público de niños puede suponer una experiencia poderosa y enriquecedora, pero puede también ser como aquél grupo de asistentes a la lapidación en la película "La vida de Brian", todos con una piedra en cada mano y a un paso de lanzártela si no perciben autenticidad y confianza en lo que les estás planteando.

La referencia cinematográfica no es gratuita, hay un sutil paralelismo entre esa escena y el comienzo de la presentación del libro. En la película de los Monty Python, las mujeres tenían prohibida la asistencia a las lapidaciones, pero todos los asistentes son en realidad mujeres disfrazadas con barbas de mentira. En el comienzo de la presentación, el presentador hizo una referencia al mundo periodístico actual y el efecto negativo de la saturación de bloggers. No tuvo en cuenta que en la sala había varios, y aunque lo arregló comentando que había bloggers muy buenos, no evitó que se generara un breve murmullo, quien sabe si provocado porque varias personas del público empezaran a ponerse las barbas de mentira.

Bromas aparte, y sin cuestionar la parte de razón que, como periodista, tiene al hacer su comentario, el mundo de internet (con sus blogs y páginas web) también ha traido una parte positiva para la gente, al permitirles comunicarse y que su voz pueda llegar fácilmente a cualquier rincón del mundo. Tanto el astronauta de Stanley Kubrick, como el de David Bowie o los más cercanos de Enrique Bunbury y Coque Malla, comparten en realidad los mismos problemas: la soledad y la falta de comunicación en un universo frío y desolador. Los bloggers solo somos un astronauta más.

viernes, 7 de diciembre de 2018

La música en historias: Coque Malla "Irrepetible" 6-12-2018


Ayer la noche estaba fría en Madrid, y aún más a la orilla del Manzanares, mientras esperábamos la cola para entrar a la Riviera para el concierto de despedida de la gira "Irrepetible" de Coque Malla. 

Un guardia de seguridad de nacionalidad cubana se ganó a todos los que esperábamos con su buen humor y amabilidad durante la espera, haciendo de ese rato previo algo más cálido y amigable.

Daba constantemente instrucciones a las filas para un correcto acceso, con buen humor y gracejo como cuando pidió el DNI a una chica, y al comprobar que era menor de edad, le puso un sello para que no le sirvieran bebidas alcohólicas en el interior mientras bromeaba cantando: "Se acabó la fiesta, lo siento porque tenemos una colección de rones muy buena dentro, pero tengo que ponerte este sello".

La chica iba con su familia y todos bromearon sobre aquello. Ese era el ambiente que se respiraba en los aledaños de la Riviera, gente que ha crecido al calor de las canciones de Coque Malla, y que se las han puesto a sus hijos adolescentes hasta conseguir ese momento mágico en el que un hijo te acompaña a un concierto.


Gente en parejas, en grupos, tomando cervezas en los bares de los alrededores, sin malas caras cuando les dijeron que no podían entrar bocadillos al recinto, nada podía estropear un momento que tenía que ser "Irrepetible".

Y lo fue. Pocos minutos pasaban de las 21,30h cuando la banda entró decidida al escenario, entre la euforia y los aplausos del público que llenaba la Riviera. Los músicos fueron ocupando su lugar, Coque el último para lograr el subidón máximo en el arranque del primer tema. Escenario austero, el telón clásico de la Riviera y tres grandes lámparas de pié como único atrezzo. No hacía falta más, la música y las canciones eran las protagonistas.

La sección de viento ocupaba el centro del escenario en segunda línea, desplazando a la batería a la parte derecha del escenario. Esa segunda línea la completaban los teclados en la parte izquierda. En primera línea, guitarra eléctrica y bajo a los dos lados del escenario, con Coque Malla liderando en el centro y cambiando de guitarra en función de cada tema.

Arrancaron con un instrumental muy marcado por la sección de viento, que dió paso a un tema que no esperábamos en el repertorio, "Este es el momento", de la genial película Campeones. Enlazada con ésta, atacaron la que esperábamos como inicio, "Escúchame", en la que Coque fue presentando uno a uno a los músicos para acabar con un "Yo soy Coque Malla, bienvenidos!!!!", mientras el tema explotaba en su parte instrumental.

Arranque de Big Band al que siguió una revisión del "She's my baby" de La hora de los gigantes, disco de la semana 103 en 7 días, 7 notas (ver reseña en "Disco de la semana").


Cambio a guitarra acústica para uno de los grandes momentos de la noche, con todo el público cantando esa maravilla de estribillo de "La señal", a la que siguió la única canción que rescató de su disco de debut en solitario, "La mujer sin llave", convertida en pieza relevante del repertorio desde que la puso como apertura del proyecto "Mujeres".

La temperatura volvió a subir con el tema que da título a su "Último hombre en la tierra", una de las canciones que dan fe de la madurez que Coque ha alcanzado en las letras y la música. La falta de una orquesta para acompañarla no mermó las fuerzas de una canción grande, que sabe a circo y a titiriteros y al mismo tiempo es una declaración de amor y añoranza de los buenos momentos.

Las canciones se iban sucediendo, la banda en forma, Coque mostrando sus dotes escenográficas en los gestos y la intensidad del recitado de "La Carta", mostrando su lado más cercano y simpático en la explicación del origen de "Berlín", y regalándonos la segunda sorpresa de la noche repescando "El sombrero", del disco "Sueños" que como el buen vino se ha hecho cada vez mejor con los años.

La banda y Coque mostraron después su gusto por el blues en "Todo el mundo arde", antes de disparar la tercera sorpresa, una tremenda versión de "El equilibrio es imposible" de Los Piratas de su gran amigo Iván Ferreiro. Aquí comentó Coque que las canciones estaban ahí fuera, solo había que poner empeño en escucharlas y atraparlas, pero esa se le había escapado y se la había llevado antes "el gallego".

Llegó entonces el turno de recordar a los Ronaldos, con una inesperada e intensa "Quiero que estemos pegados" y con la esperada "Guárdalo" de nuevo a dúo con la única colaboración de la noche, Dani Martin.

Vuelta al último disco con "Cachorro de León", y sobre todo con esa joya absoluta que es "Pétalos, sonrisas y desastres". Esta si que la atrapaste en el sitio en el que se ocultan las canciones, Coque!!!!


Momento de coger aire, sentarse en una banqueta, y atacar temas más tranquilos como "Una moneda" o "Hace tiempo", con el público entregado a esa rareza ranchera de su repertorio. Un espejismo de tranquilidad, porque después sonaron las primeras notas de "No puedo vivir sin ti" y la Riviera se volvió loca.

Con un sorprendente "Despierto" Coque se despidió del público antes de los bises, un trío formado por la increíble "Hasta el final", la pegadiza "Lo hago por tí" y ese monumento en el que se ha convertido "Me dejó marchar" con su constante crecer en cada escucha.


Y con eso Coque nos dejó marchar. Volvimos a la fría noche madrileña, extasiados de música pero con ganas de más, con la sensación de haber vivido efectivamente un momento irrepetible, que ojalá volvamos a repetir.
Comentó que el siguiente paso sería encerrarse a componer, esperaremos atentos pero hasta entonces, como dijo el guardia de seguridad de la entrada: "Se acabó la fiesta". No hay más rones que tomar ni canciones que escuchar, nos vamos con el sello de la música que Coque nos dejó grabado.

martes, 27 de noviembre de 2018

El disco de la semana 103: Coque Malla - La hora de los gigantes






Para el disco de esta semana me toca recomendar a un artista madrileño al que el destino me hizo descubrir hace 30 años. Quizá a estas alturas debería estar cansado de sus manos, de su pelo, de sus rarezas, pero quiero más, yo quiero más. Y así espero cada nueva publicación suya con la esperanza de que vuelva a sorprenderme como en muchas ocasiones lo ha hecho.

Mi primer contacto con su música fue “fortuito”, tendría unos 14 años cuando yendo en el Landrover de mi padre se quedó averiado en mitad de uno de aquellos “scalextric” que tenía Madrid y que posteriormente eliminaron para bien del medio ambiente y la fisonomía de la ciudad.

La grúa nos trasladó al taller más cercano y en el taller había una pequeña tele en blanco y negro en la que un grupo de adolescentes actuaba. El cantante no tendría más de 18, pero se manejaba por el escenario con la soltura de un músico experimentado. No recuerdo la canción que estaban tocando, pero esa imagen se me quedó grabada en el subconsciente.

Y así fue como descubrí a Coque Malla en Los Ronaldos. A partir de ahí fui descubriendo los discos de Los Ronaldos y sus conciertos, hasta su disco de despedida en directo “Quiero que estemos cerca” (entonces no sabíamos que habría “bola extra”)

Allá por el 1998 le había perdido un poco la pista, el grupo se había disuelto y durante un tiempo no hubo noticias. Luego descubrí que esa ausencia se debía a que había hecho un viaje muy lejos, más allá de la Cuenca mítica de “Todo es Mentira”, quizá hasta la Luna, porque regresó reivindicando que era “un astronauta más” que viajaba sin nave.

Puede que fuera verdad que viajara sin nave, pero eso no le impidió volver con un puñado de grandes canciones que me acompañaron en el año en que acabé la Universidad. Canciones más maduras, más alejadas de la línea seguida con su grupo. De alguna manera lo viví como un paralelismo entre lo que para mí era el paso de la Universidad al mundo laboral y el salto de madurez que él daba en su primer disco en solitario.

A ese debut le siguió un disco más difícil e introspectivo, influenciado por los sueños y a medio camino entre la poesía y el disco de autor, con letras más crípticas y un tono más apagado e intimista. De nuevo grandes canciones y el momento más brillante llega al final, o mejor dicho en el momento que se parecía mucho al final, con un rayo de esperanza en los coros que cantaban “Y ahora vamos a empezar…”

Y ahí es dónde empezamos, porque después de aquello sacó el disco de esta semana y que fue el comienzo de una serie de discos a cada cual mejor, a cada cual más maduro tanto en las letras como en la instrumentación. El astronauta que soñaba con espejos, vestidos y puñales mostró sus mejores cartas en “La hora de los gigantes”.

LA HORA DE LOS GIGANTES



El disco arranca con “Hasta el final”, comienzo de corte más acústico con rastros del mejor Dylan en el estribillo y reivindicando su salida de ese pozo de negatividad que se intuía en su anterior disco. “Y ahora enciendo un cigarrillo y aspiro hasta el final, no me importa si está bien, no me importa si está mal”. Declaración de intenciones y temazo para empezar.

“She’s my baby” es tan Rolling Stones como los temas clásicos de su “Saca la lengua” con Los Ronaldos. Single rotundo de rock and roll sobre una chica de armas tomar, que “ha nacido ardiendo pero no se quemará”. Otro tema con influencias muy visibles, en este caso Mick y Keith están claramente presentes.

“Abróchate” arranca con un pegadizo teclado, el ritmo de guitarra de nuevo rememora a los Stones más abrasivos, pero la letra es lo más cercano a la socarronería Ronaldiana que podemos encontrar en este disco de canciones gigantes.

Rebajamos el ritmo, que no la calidad, con un tema más pausado en “Quiero volverte a ver”, con estribillo redondo para emocionarse en directo, una de las mejores canciones del disco, y decir eso no es poco hablando de un disco que prácticamente no tiene fisuras. Aquí aparecen los revestimientos orquestales que tanto exploraría en discos posteriores, como el reciente y brillante “último hombre en la tierra”.

La sigue “Berlín”, que retoma la vena más minimalista y acústica con la que se abrió el disco, y además esta canción tiene en eso sus principales armas. Una de esas canciones tocadas por la varita mágica de la genialidad. Esas canciones que sabes que tienen algo, no sabes bien qué, pero brillan en dorado y se te cuelan en el corazón y en la cabeza

“Cada vez es mejor” tiene la misma línea positiva y rock del disco, de nuevo el estribillo es muy inspirado y pegadizo, y el ambiente que le dan las guitarras y teclados la elevan más alto. Estamos ante el disco más rockero de su trayectoria en solitario y eso se nota en cada tema.

“Me olvido de ti”. Parece más sencilla por su repetitivo esquema, pero al mismo tiempo es una de las más inspiradas y pegadizas. El estribillo y la guitarra te llevan al mejor rock setentero estadounidense. Un personaje cansado de una relación que desgasta, decidido a pasar página a ritmo de rock and roll. Un temazo.

“Hace tiempo” marca el primer cambio radical de estilo en el disco, con su toque a ranchera y su espíritu bohemio y taciturno. Si en la anterior quería marcharse y si hubiera alguna relación entre la temática de las dos canciones, entonces dejarla no fue finalmente una buena idea porque la echa de menos. La imagen visual que transmite es muy potente, cuando canta en clave de ranchera mexicana que, “ya se apagan las farolas, ya hace tiempo que quisiera estar contigo”. Canción importante de su cancionero porque recurre a ella muy habitualmente en sus conciertos.

Le sigue “Los hombres grises tienen traje nuevo”, en un nuevo y curioso giro. Estos hombres grises todavía no han llegado a la ciudad”, parece una referencia literaria a MOMO, y de nuevo una canción que rompe el estilo rockero del disco para adentrarse en un toque más indie, al que contribuye la voz femenina que pone el contrapunto a la voz de Coque en la canción.

“Cuidate” es prima hermana de “Me olvido de ti” en la temática, pero en lo musical es otro gran hallazgo por la cuidada instrumentación, con mucho swing y un toque cabaretero y casi de Big Band. Auténtica joya entre los grandes temas del disco. Tiene el aderezo de una batería que recuerda mucho al “Lust for Life” de Iggy Pop en las transiciones del tema, no sé si es casualidad o una de sus influencias.

Y este gran despliegue musical cierra de manera épica con la canción que le da título, llega “la hora de los gigantes”. Vuelta a lo acústico para dar el broche final. Cuando la canción y el disco se están ya despidiendo, todavía queda tiempo para una coda final inesperada, una vuelta de tuerca a la canción, que retoma el tema de atreverse y rebelarse con el que empezó el disco: “No pidas permiso, agárralo, sal a la calle y cógelo, es tuyo…”

La edición especial incluye una canción mítica de la última etapa "No puedo vivir sin ti". La versión con banda surgió en un amago de vuelta con Los Ronaldos en forma de EP, mientras la versión acústica brilla incandescente desde la sencillez de su propuesta, tan solo Coque con su voz y su guitarra acústica. Buena manera de dar hueco a un tema grande que necesitaba su espacio en un disco, y que mejor sitio que aquí entre el resto de gigantes. 

Termino con un párrafo que “Se parece mucho al final” de esta reseña, pero de nuevo “ahora vamos a empezar”. No pedí permiso y agarré las entradas en cuanto salieron, así que 7dias7notas estará presente el 6 de Diciembre en Madrid en la despedida de una gira que seguro será “Irrepetible” como su nombre.

Gracias Coque por la música. Y si "últimamente solo ves tres paredes y un cristal, si quieres salir del agujero y salir a respirar" aquí encontrarás historias de música, reseñas de discos, lugares míticos del rock que visitar y hasta un Tiburón Amarillo que anda por ahí perdido sin rumbo fijo.
Aquel viejo Landrover ya no llegó muy lejos, pero quizá nuestro mensaje si que llegue hasta “el último hombre en la tierra”.