Publicado en 2009, White lies for hard times es otro gran ejemplo de la inquietud de Ben Harper por ir evolucionando y cambiando el paso en cada uno de sus discos, lo cual no significa que a lo largo de sus 11 cortes no tengamos oportunidad de encontrar también alguno de sus tradicionales temas acústicos y con ese feeling soul que Harper ha llevado siempre de serie, pero lo que más impresiona del disco es la predominancia de un rock eléctrico áspero y potente, con marcadas raíces bluseras y texanas.
No hay que esperar mucho para comprobar lo que estamos describiendo, porque el primer corte Number with No Name ya es un compendio de riffs de blues eléctrico y ásperas guitarras slide, bien guiadas por un bajo y batería especialmente contundentes. El sonido es el de una gran banda perfectamente engrasada, algo digno de mención ya que se enfrentaban a su primer trabajo juntos. Le sigue Up to you know, que podríamos denominar como uno de los temas más Harper del disco, entendiendo esto como una mayor cercanía melódica a lo que el músico había hecho en discos anteriores con los Innocent Criminals, y que encuentra la manera de no desentonar en este disco a través del potente bajo y la distorsión de las guitarras. Es solo un alto en el camino, porque Shimmer & Shine, elegido como primer single del disco, vuelve al camino del rock al ritmo de una batería cercana al punk y unas guitarras que zumban de fondo mientras Harper canta un tema ideal para grandes estadios.
Lay there & hate me tiene un regusto soul funk contestatario y rebelde y aporta la dosis necesaria de variedad en un disco de rock, mientras que Why Must You Always Dress in Black supura blues rock con su riff vertiginoso e incendiario y la master class de intensidad que ofrece Jordan Richardson a la batería, antes de que con Skin Thin llegue el ya mencionado momento en el que Harper cuela en el disco una de sus habituales baladas acústicas de marcada melancolía sureña. Tras la pausa para respirar hondo, llega el turno de Fly one time, una agradable pieza que encajaría como un guante en discos de REM o U2, con guitarras efectivas pero menos agresivas que las de las canciones más relevantes del disco, entre las que sin duda está Keep it together (So I can fall apart) en la que las influencias de Hendrix en la guitarra wah wah son evidentes. Intensa y electrificada, te mantiene en vilo hasta que se frena a mitad, convirtiéndose en un leve lamento de voz y guitarra blues, que poco a poco van reponiéndose hasta estallar de nuevo en un intenso final eléctrico.
Boots like these tiene un ritmo vertiginoso y oscuras guitarras que prolongan acordes, mientras Harper canta en un estilo que es casi un recitar acelerado con el que conforma el tema más experimental del disco, una rareza que contrasta con la intensidad y la profundidad de The world suicide, uno de los momentos más inspirados del disco, con aires de himno épico y un evocador solo de guitarra. Y desde lo más alto, solo queda contemplar satisfechos el espectacular paisaje, e iniciar tranquilamente el descenso con Faithfully Remain, otra de esas bellas y aparentemente sencillas baladas marca de la casa, pero no por ello menos inspirada o más prescindible que cualquier otra de las 11 mentiras piadosas con las que Ben Harper nos ayuda a superar estos tiempos tan oscuros.
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