El final de la década de 1960 trajo la moda de la música el Bubblegum
Pop, un género musical de la música pop de carácter melódico y ritmo animado,
comercializado para atraer a los preadolescentes y adolescentes que encabezada
por bandas como The Banana Splits, The
Partridge Family o The Ohio Express, pero sin duda este lanzamiento único,
creado en el estudio para resaltar a los personajes de dibujos animados The
Archie que fueron un gran éxito en la televisión de los sábados por la mañana,
fue el mejor representante de este estilo.
The Archies se formaron en el 68, en Riverdale, EE. UU., después de ver a los Monkees, un grupo de amigos adolescentes decidió formar una banda, encabezada por el guitarrista y cantante principal Archie Andrews, rápidamente fueron captados por Calendar Records y tuvieron un par de éxitos nacionales antes de obtener un éxito mundial con esta dulce balada y apuntándose el gran éxito de 1969, tuvieron el sentido común de lanzarlo justo cuando estaba comenzando el verano, cuando los jóvenes son los más felices y están de buen humor, esperando toda la diversión del verano, la canción no paro de sonar incesantemente en la radio, ya que alcanzó el número 1 en muchas listas de la ciudad y es que el producto era perfecto, no hay duda de que las letras, la maestría musical, y las voces son muy entrañables acompañado del tono y el ritmo necesario para un día de verano perezoso y caluroso, a los jóvenes y a los mayores les encantó y fue tan popular que incluso el maestro del soul Wilson Pickett hizo su versión, sorprendentemente, la canción ha permanecido en nuestra memoria, en nuestros oídos e incluso en nuestras radios durante muchas décadas convirtiéndose en un clásico para cualquier temporada de verano, una cancion para crear nuevos recuerdos y recordar veranos pasados.
Posiblemente una de las canciones de chicle más perfectas de
la historia, es este Sugar, sugar, quiero decir, solo escucha esas letras dulces y dulces mientras Andrews
compara a su chica con un dulce. El coro es tan memorable y esas pequeñas
pausas instrumentales con el excelente teclado de Veronica Lodge son mágicas.
Es cierto que es un poco repetitivo y el contenido lírico en sí mismo entra por
un oído y sale por el otro, pero a pesar de eso, es muy agradable de escuchar y
mas en cualquier verano si tienes 16 años y un pelin de gusto musical.
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