Comienza el álbum con Happiness is Easy e instantáneamente vemos el cambio que ha tenido la banda, ni rastro de esos riffs de sintetizador, y te queda cara de póker, pero después de unos treinta segundos te han convencido que deshacerse de esos sintetizadores fue una buena idea. Quizás hay demasiada sinceridad ya que este coro, que se canta junto con algunos niños, es un poco demasiado dulce, pero están dispuestos a asaltar la banca y no se van a detener en excesos e innovaciones. I Don't Believe in You nos mete en una y nos presenta a Hollis en su versión más conmovedora y quejumbrosa. Un ritmo lento y lánguido aprovecha una progresión de acordes simple para darnos los momentos más brillantes de la canción, el bajista Paul Webb siempre fue una característica integral del sonido de Talk Talk, creando fuertes líneas melódicas que gobernarían muchas canciones e inspirarían distintos ritmos, aquí tenemos un ejemplo claro y el guitarrista Robbie McIntosh desata algunas notas sostenidas y abrasadoras que llevan la pista a nuevas alturas.
Life's What You Make It nos sorprende con su riff de guitarra bastante agresivo y la voz de Mark llena de grandilocuencia, Hollis sigue sonando más o menos igual, pero la atmósfera de esta canción es totalmente diferente; más pesado en el lado de la música con la adición de algunos teclados reales. Fue lanzada como sencillo en 1985 para alimentar el interés en el álbum a pesar de que fue la última en escribirse tras la de la discográfica por la falta de un sencillo obvio, al principio Hollis y Friese-Greene se resistieron, pero más tarde lo abordaron como un desafío. “Siempre quisimos hacer una canción que se basara en un riff de piano muy simple y una parte de batería muy fuerte posterior”, dijo Mark Hollis, hablando en 1986 sobre esta canción. “April 5th” comienza muy tenue y permanece así durante sus 6 minutos de duración, llenando los puentes entre los coros con una modesta improvisación instrumental que acentúa aún más la atmósfera tranquila, sin duda estamos ante la balada más inquietante de la carrera de la banda, ampliando el sonido malhumorado que se toca en la segunda pista y multiplicándolo por diez. La incorporación de una gama más amplia de instrumentos (incluido un saxofón, un variofón, un dobro y un órgano), una estructura de canción más creativa y algunas de las voces más emotivas de Mark Hollis hacen de esta la pista más singular hasta ahora en la carrera de la banda, fue su primer gran paso en la dirección de su futuro sonido y una declaración importante de la banda. Pero si tú, como yo, tienes hambre de la voz de Mark, encontrarás que Living In Another World es la mejor canción del álbum, el comienzo es bastante discreto, la pista inspira suavidad desde el principio, con el bajo de Paul Webb solo entrando en la canción y a partir del minuto 0:52 la pista se elevaron su fuerte línea melódica y su sensación impecable, te sumerge en un torbellino de emociones, que alcanzan su punto máximo durante el frenético estribillo. Sí, esta es una canción que fue escrita por nuevos tipos románticos, pero fue interpretada por una banda madura que realmente sabe lo que hace. Y esta también es una fuerte candidata a la mejor canción donde la armónica es uno de los instrumentos más importantes. En Give It Up, Hollis se inspiró en el jazz modal de Miles Davis, y es una clara influencia que se puede escuchar durante toda la pista. Friese-Greene proporciona la parte prevaleciente del órgano Hammond y, una vez más, la línea de bajo de Paul Webb trae una melodía cargada de gancho que apuntala la línea superior mientras impulsa la canción hacia adelante. David Rhodes contribuye con gruñidos y guturales barridos de guitarra en el minuto 3:22, mientras que Hollis entrega la letra con total convicción. “Desde el lugar en el que me paro/ A la tierra que es abiertamente libre/ Mirando los ríos correr negros/ Por los árboles que están vacíos por la codicia”.Un disco que es ejemplo perfecto de los grandes que fueron
los ochenta, una década que nos venden como el colmo de lo superficial, lo
plastificado y la pose, cuando en realidad contiene algunos de los mejores
momentos de la historia de la música grabada. Lo que pasa es que estas glorias
no son las que te van a poner en la tele ni en las revistas de tendencias. Para
llegar a esto hay que mancharse, meterse de lleno en el fango y rebuscar con
las dos manos. Eso sí, la recompensa hará que todo ese esfuerzo merezca la
pena.
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