miércoles, 19 de mayo de 2021

La música en historias: Come taste the band - Deep Purple


El décimo disco de estudio de Deep Purple era una auténtica invitación a lanzarse hacia algo nuevo, mostrando a su público un camino desconocido del que ni siquiera ellos parecían conocer el final. Esas dudas sobre el rumbo que estaban tomando se manifestaban ya en la portada, en la que parecieron debatirse entre una imagen del grupo, en su nueva formación (Mark IV) sin Blackmore, o buscar una imagen icónica sobre un fondo blanco, al estilo del plátano de la Velvet Underground & Nico. Y ese tira y afloja les dejó a medio camino, mostrando una copa de vino en la que, en su interior, aparecen los rostros de los cinco integrantes de la banda.

Hay otros signos, más evidentes, de las dudas sobre el nuevo rumbo a tomar. Así, uno de los discos musicalmente más arriesgados de su carrera, en el que abrazan ritmos y tramos instrumentales cercanos al funk, y en el que destaca el sobresaliente trabajo del recién fichado Tommy Bolin a la guitarra, es también uno de los más denostados por los fans más puristas de los Purple, por haber virado hacia canciones mucho más comerciales (en el mal sentido de la palabra). Es esta excesiva carga comercial en algunos temas, y la obvia presencia de Coverdale llevando la voz cantante, la que hace que en algunos tramos el disco parezca más cercano a Whitesnake que a los discos clásicos de Deep Purple.

Discos con los que tampoco sería justo comparar este Come taste the band, que como reconocen los propios miembros de aquella formación, podían haber firmado con otro nombre y haberlo sacado como un (valiente e innovador) trabajo paralelo e independiente de la gran nave nodriza. Compararlo con In Rock o Machine Head sería un excesivo castigo para un disco que, aunque lejos de aquellas obras maestras, por contrapartida entraría sin problema en cualquier lista de los mejores discos de 1975, gracias a temas como Comin' Home, que actúa como efectivo pistoletazo de salida del álbum, uno de los temas en los que el hammond de John Lord encuentra su sitio, entre las brillantes guitarras de Tommy Bolin.

Lady Luck es el primer ejemplo de tema excesivamente encapsulado y comercial, y consigue que las ilusiones generadas por el arranque se desinflen un poco, pero entonces llega Gettin' Tighter y la montaña rusa púrpura vuelve a dispararse a las cotas más altas. El cambio de ritmo a mitad de canción es tan arriesgado como brillante, y la música y coros de ese segundo tramo son más funky que muchos de los temas que llevaron esa etiqueta durante los fructíferos setenta. Un buen ejemplo de las cosas que se atrevieron a hacer, una vez liberados del yugo del cascarrabias de Blackmore, aunque también hay temas en los que se le echa de menos, como en Dealer, un buen tema y un gran trabajo de guitarra solista, pero en el que se añora el toque épico y colorista del malhumorado genio de las seis cuerdas.

I need love parece volver en un primer tramo a una senda excesivamente comercial, pero la propuesta musical de fondo es, de nuevo, arriesgada y enriquecedora, con unos teclados que parecen sacados del decálogo del mismísimo Stevie Wonder, y acompañados de lo que, una vez más, es un ejercicio de guitarra sobrio y generoso. El riff pesado de Drifter nos devuelve a los Purple más duros, hasta que a los dos minutos y medios el tema se parte o y la banda se deja llevar en un tramo con matices de rock progresivo.

Love Child es Deep Purple en la piel de Led Zeppelin, hasta que unos efectos de teclados futuristas mal escogidos la derriban un poco del gran pedestal en el que se estaba afianzando. This time around / Owed to "G" es una suave balada que encajaría más en un disco de Queen que en el universo de Deep Purple, y es probablemente el sabor que más desentona en el paladar durante la cata de este disco. La excesiva suavidad dura poco en la garganta, porque You keep on moving tiene la mística y la fuerza de los mejores temas de la época, y cierra el disco con un regusto a trabajo bien hecho, dejándonos con ganas de volver a brindar, hasta apurar la copa que nos invitaban a probar en la portada de Come taste the band.

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