Una de las mejores medidas de la relevancia o de la calidad de una composición, además de las inevitables referencias a su posición en las listas de ventas, puede ser el número de versiones que, en busca de repetir el éxito de la canción original, otros artistas contemporáneos o posteriores acaben realizando del mismo tema. Si lo medimos por el criterio más ortodoxo (las listas de ventas), el Summertime Blues escrito por Eddie Cochran y Jerry Capehart, y publicado en 1958, no es más que un pegadizo tema sobre las inquietudes y problemáticas de la adolescencia, que llegó hasta el octavo puesto en el Billboard estadounidense. Pero si lo medimos con el baremo alternativo de los artistas que posteriormente se interesaron en versionar esta canción, entonces estamos, sin duda alguna, ante uno de los temas más relevantes de la historia de la música.
La "tristeza veraniega" ha contagiado a grupos y artistas que ya traían la melancolía "de serie" como Olivia Newton-John, Alan Jackson o los mismísimos Beach Boys, pero también a rockeros y bluseros más agerridos como los Who o los Black Keys. Otras versiones fueron también relevantes, como la del grupo estadounidense Rush, popularizada a través de la WWE (emporio audiovisual de la lucha libre estadounidense) o la que los Stray Cats hicieron para la popular película La Bamba, sobre la vida y obra de Ritchie Valens, pero la lista de homenajes y versiones en directo es todavía más impresionante: Bon Jovi, Bruce Springsteen, The Clash, The Flaming Lips, Joan Jett, Motorhead, T. Rex, Rolling Stones, Van Halen... y un largo etcétera de grupos y artistas que sucumbieron a la tentación de hacer un poco suyo a este auténtico himno generacional de Eddie Cochran, un músico de Minnesota que, siendo solo un adolescente, se convirtió en uno de los pioneros del rock and roll gracias a temas como Twenty-Flight Rock, C'mon Everybody, Somethin' Else o, especialmente, Summertime Blues.
Quién sabe qué otros temas eternos nos habría regalado este artista, de no haberse cruzado la muerte de manera tan repentina en su camino. Con sólo 21 años, y mientras se encontraba de gira por el Reino Unido, un trayecto en taxi después de una actuación en Bristol fue el último viaje de Edward Ray Cochran. Su muerte sumió al mundo de la música en un estado de profunda "tristeza veraniega" que no hemos logrado superar, por más que lo hayamos intentado miles de veces, en otras tantas y tantas versiones posteriores.
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