martes, 9 de febrero de 2021

Un país, un artista: España - Joaquín Sabina

 

"Le toca al argentino, contar esta historia", como diría una de las letras de quien hoy en Un país, un artista creemos que es un referente de la música Española, estamos hablando de Joaquín Sabina... 

Así empezó la reseña sobre "Un país, un artista: España" nuestro compañero Storyboy. Pensamos, con gran criterio, o con dos copas de más, que el más indicado para hablar de música española era el único miembro de 7días7notas nacido fuera de España. Entusiasmado con la propuesta, Storyboy corrió a ponerse delante de su ordenador, y escribió las dos líneas que abren esta reseña, que he querido respetar íntegramente, como los cimientos o el plano de una casa que el anterior arquitecto no llegó a construir, pero que están ahí para marcar el camino a seguir.

Dice el propio Sabina que el nunca termina los discos, que a él se los quitan, y en este caso a Storyboy no le ha dado tiempo a continuar lo que empezó con "Le toca al argentino, contar esta historia...", en referencia a la letra de Dieguitos y Mafaldas, una de las canciones mas "argentinas" del Flaco, y en concreto con el momento en que Sabina canta eso de "le toca al gallego entonar este son..." El juego de las dos frases era la idea perfecta para desarrollar el artículo, pero cuando vio que no le daba tiempo, la frase que yo escuché fue otra distinta: "¡Calienta, que vas a salir!" Sale Diego y entra... No importa. Toda una responsabilidad sustituir al astro y tener que lanzar el penal con Joaquín Sabina bajo palos.

Así que, paradojas del destino, finalmente "le toca al gallego entonar este son..." sobre uno de los artistas más representativos de España, y no tanto por el hecho aleatorio y no elegido de haber nacido en un sitio o en otro, sino por la manera en la que, a través de sus canciones, ha descrito como nadie a los "españolitos de a pie", con sus filias y fobias, sus ilusiones y desengaños, sus luces y sus sombras. Nadie como él para describir a las princesas de barrio, los pandilleros suburbiales de Aluche o Entrevías, las barbies superstar de la M-30 y Vallecas, o los mismísimos Adán y Eva, convertidos en dos okupas compartiendo su amor en un piso abandonado de Moratalaz, y sometidos a un juicio final por una sociedad intolerante y reprimida.

Madrid es la ciudad en la que ocurren la mayor parte de estas historias, el lugar en el que encontró el ecosistema perfecto para su inspiración y sus andanzas. Ese Madrid al que inicialmente cantaba "Cuando la muerte venga a visitarme, que me lleven al Sur dónde nací, aquí no queda sitio para nadie, pongamos que hablo de Madrid", pero que con los años cambió a "Cuando la muerte venga a visitarme, no me despiertes, déjame dormir, aquí he vivido aquí quiero quedarme, pongamos que hablo de Madrid". Pero sus historias van más allá de los límites de la capital del país, para reflejar las preocupaciones y vivencias de toda una sociedad, poniéndose siempre del lado de los desfavorecidos y los perdedores, de los que huyen de El hombre del traje gris y vuelven cada día "de la oficina, dentro de una gabardina, con manchas de soledad", para por el contrario afilando su irónica pluma contra la superficialidad de los nuevos ricos ("Especialistas en nada, inventores del tebeo") y de la clase política corrupta ("La fe de que ha triunfado su tripa que ha engordado desde el día que un ujier le llamó su señoría...)

Que Sabina se ha ganado a pulso este título honorífico de artista más relevante de España en esta serie de artículos sobre músicos y países es un hecho irrefutable, y a la vez es una gran mentira piadosa. Y no es que sea yo el que ahora se ha tomado dos copas. Es que la trascendencia de la obra de Sabina va más allá de Madrid, pero también más allá de las fronteras de España. En Mentiras Piadosas hay un tema llamado Con la frente marchita, en el que Sabina hace por primera vez el tránsito desde el Rastro madrileño a la Plaza de Mayo de Buenos Aires, mezclando con maestría el "agüita del mar andaluz" con el Río de la Plata, y declarando su amor por una ciudad y un país a los que ha vuelto en muchas ocasiones a través de sus letras. Así que al final, después de todo, este artículo podrá tener su paradoja. No le tocó al argentino contar esta historia, pero esta historia acabó contando un viaje "De González Catán... A Tirso de Molina... ¡De España a la Argentina!

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