Escrita por Bob Thiele y George David Weiss, y ofrecida sin éxito a varios artistas, fue grabada finalmente por primera vez por Louis Armstrong en 1967, surgió como una proclama contra el racismo, que planteaba la necesidad de valorar de manera positiva las cosas simples de cada día, como camino hacia la convivencia y el bienestar. La versión de Armstrong no tuvo éxito en Estados Unidos en el momento del lanzamiento del sencillo, pero alcanzó el nº1 en las listas del Reino Unido.
Veinte años después, y tras ser incluida en la banda sonora de la película Good Morning, Vietnam, se convirtió en un éxito a nivel mundial, con una influencia que perdura hasta hoy, especialmente en lo que al celuloide se refiere, apareciendo en películas de la talla de Doce monos, ¿Conoces a Joe Black?, Madagascar o el documental Bowling for Columbine.
Otras versiones relevantes fueron las de Natalie Cole en 1995 (con Plácido Domingo y José Carreras), Tony Bennett (2002), Joey Ramone (2002), B.B. King (2003), Rod Stewart y Stevie Wonder (2004), Keane (2007), Katie Melua con Eva Cassidy (2008), o la versión que se interpretó en directo durante la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
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